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RON CARTER FOURSIGHT – LARRY WILLIS & M.A.CHASTANG BAND

XXI Festival de Jazz de Madrid

  • Fecha: 16 noviembre 2004
  • Lugar: Centro Cultural de la Villa (Madrid).
  • Hora: 21:00
  • Asistencia: lleno
  • Componentes:
    Ron Carter Foursight
    Ron Carter (contrabajo)
    Stephen Scott (piano)
    Payton Crossley (batería)
    Steve Kroon (percusión)

    Larry Willis & Miguel Ángel Chastang Band
    Míguel Ángel Chastang (contrabajo)
    Larry Willis (piano)
    Sonny Fortune (saxo alto, flauta)
    Eddie Henderson (trompeta, fliscorno)
    Frank Lacy (trombón)
    Toni Moreno (batería)
  • Comentario: Ante un público tardón e impertinente, ya en la última semana de festival, asistimos a un concierto doble que, sin ser de los más esperados, prometía bastante. Por un lado, una curiosa agrupación que, bajo el epígrafe de “Homage to Elvin Jones”, aunaba a excelentes músicos afroamericanos y españoles. Por el otro, el mítico contrabajista Ron Carter presentaba su propuesta Foursight.

    Con la gente entrando al auditorio ya bastante empezado el espectáculo, la Larry Willis & Miguel Ángel Chastang Band ofreció un buen repertorio de hard bop donde casi todos improvisaban en todos los temas sin límite de coros. Los líderes, curiosamente, los más comedidos, pero haciendo un trabajo excelente. Willis, pianista de la Fort Apache Band de Jerry González, aprovechó para presentar alguna composición propia, y Chastang demostró una vez más su profundo conocimiento del lenguaje jazzístico. Las auténticas estrellas estuvieron en la sección de vientos, donde Sonny Fortune improvisaba con muchas notas y Eddie Henderson con pocas. Ambos encontraron una versión más intermedia de sí mismos a la flauta y la trompeta con sordina, respectivamente. Frank Lacy fue un término medio en cuanto a construcción de sus solos, si bien fue el que más se quedó con el público, gracias a su espectacular aspecto (con atuendo africano incluído), su energía y su buen hacer. Digno de mención fue un largo cuatro con la batería donde nos dejó una improvisación de una sola nota. El aspecto menos bueno vino de la mano de un desacertado Toni Moreno, excesivo y ruidoso, con un molesto sonido de caja y un exagerado uso de breaks que discontinuaba en muchas ocasiones el pulso de los temas. Fue una lástima, ya que Willis y Chastang formaban una excelente pareja rítmica. El repertorio, a pesar de estar centrado en la figura del homenajeado Elvin Jones (la gran desaparición del año), fue bastante abierto.

    La segunda parte del concierto nos trajo al cuarteto de Ron Carter, que bajo el nombre de Foursight ofrecieron un material bonito, elegante, muy bien arreglado y soberbiamente interpretado, en lo que ha sido una de las más gratas sorpresas del festival. Más que un cuarteto Foursight es realmente un trío ampliado por el percusionista Steve Kroon, quien dejó boquiabiertos a propios y extraños con su interminable repertorio de instrumentos, efectos y buenas ideas, demostrando un gusto excelente y un gran saber estar en el escenario, ganando la atención de los asistentes y desapareciendo alternamente cuando la ocasión lo requería. Su percusión era el divertido contrapunto a un trío que tocó con tal delicadeza que por momentos parecíamos estar asistiendo a un concierto de música clásica. Jazz de altísimo nivel que, a pesar de estar lleno de swing, más que hacer a uno mover el pie o danzar rítmicamente, invita a escuchar con atención a los músicos: sus evoluciones, su diálogo, su clase. Y como muestra un botón: dicha atención se mantuvo intacta de principio a fin de la primera interpretación, que duró ni más ni menos que una hora. Una hora en la que el grupo fue empalmando standards con tal naturalidad que más bien parecía tratarse de una sola obra orquestal. Destacar entre ellos la original versión de My Funny Valentine y un Seven Steps to Heaven que el contrabajista ya grabara con Miles Davis a principios de los sesenta, y que no por ello dejó de parecer fresco. A la batería, un Payton Crossly sobrio y entregado al sonido del grupo, y al piano un Stephen Scott sensacional, atacando con brillantez y finura las partes lentas, con swing y arrojo las rápidas, haciendo continuas citas a otros temas, y llevando una gran parte del peso del grupo. Carter, atesorando oficio y experiencia, no se erigió en solista absoluto, como ha hecho más de una vez en sus discos. Fue un elemento más del grupo, requirió de sus compañeros y les asistió cuando lo necesitaban, y dejó algunas de las mejores improvisaciones de la noche.

    Otro tema y el bis. Ya era bastante tarde para un martes, y el público había quedado saciado con tan buena ración de música. Los trajeados intérpretes saludaron, se despidieron y dejaron un excelente sabor de boca. Así da gusto acostarse tarde aunque al día siguiente haya que madrugar.

    Arturo Mora Rioja