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JOHN ZORN "ELECTRIC MASADA"
  • Fecha: 25/04/2004
  • Lugar:Aula Magna da Reitoria da Universidade de Lisboa
  • Asistencia: Lleno

  • Componentes: John Zorn (saxo), Marc Ribot (guitarra), Jamie Saft (teclados), Ikue Mori (samplers), Trevor Dunn (bajo), Cyro Baptista (percusión), Kenny Wollesen (batería), Joey Baron (batería)


    ©Joaquín Villaverde, 2004


Resenha - Reseña 

Portugués: Eduardo Chagas

Español: Eduardo Chagas - traducción: Diego Sánchez Cascado


  • Resenha: Um abanão! E dos grandes, ontem à noite na Aula Magna da Reitoria da Universidade de Lisboa. o John Zorn's Electric Masada virou a assistência do avesso. Efeito certamente já esperado pela maioria da assistência, que não foi ao engano, a ver no que aquilo dava. Por esse lado não se aguardavam grandes surpresas, até porque as notícias mais recentes diziam que os concertos desta formação de John Zorn têm sido de arrebenta.

    Zorn, compositor, saxofonista e maestro, poliglota musical, tem um projecto muito claro nos seus propósitos: criar música eclética, enraizada no klezmer e nas vizinhanças do médio oriente, com misticismo, religião e paganismo, mas também latina e africana; vestir-lhe uns adereços de jazz, rock, new music, e fundir tudo numa composto musical moderno, psicadélico, no qual cabe Nova Iorque inteirinha, downtown e arredores - espécie de filme sonoro e a cores do pulsar da vida nas ruas da Big Apple actual.

    John Zorn's Electric Masada é tudo isso e muito mais. Há Miles Davis/Joe Zawinul, há Frank Zappa, há Soft Machine, Cobra e Naked City... piano eléctrico funky, guitarra blues & country, rock hard-core a esgalhar, free jazz alucinado, composição, caos, ordem, transgressão musical. Produto multi-facetado reconvertido num género autónomo. Uma pintura de cores fluorescentes, absolutamente fora do comum na intensidade, dramatisto e encenação.

    Marc Ribot, o guitarrista que assume o papel de primeiro violino nesta heterodoxa orquestra, é uma figura central no plano de Zorn. Virtuoso das seis cordas, soou acutilante e agressivo como convém, e foi, no fundo, o principal responsável pela adjectivação presente na denominação do octeto, o mais energético em palco. Se bem que os instrumentistas acústicos, os bateristas/percussionista Kenny Wollesen, Joey Baron e Cyro Baptista, somados ao sax alto - ou seja, metade da formação - tivessem conferido à música uma electricidade tão natural e fascinante quanto a do relâmpago que rasga o véu nocturno.

    Elemento fulcral do concerto, o naipe formado por Wollesen, Baron e Baptista, aportou à música a vibração polirrítmica multi-cultural que, somada à perigosa marcação do baixo eléctrico de Trevor Dunn, foi responsável pela trepidação que se fez sentir na noite da Aula Magna.

    E eram da noite os sons dos bichinhos electrónicos amestrados que saíam do laptop de Ikue Mori, fantástico colorido digital que combinou com a inesgotável variedade que continuamente brotava dos teclados de Jamie Saft. Ambos travaram um interessante ping-pong analógico-digital a meio-campo, entre a muralha da base rítmica e os pontas de lança Marc Ribot e John Zorn.

    Um 4-2-2 inteiramente virado para o ataque, que durante hora e meia jogou com o público uma partida arrebatadora, agressiva e violenta no melhor sentido, estruturada em composições saídas da pena do génio de Zorn.

    Do equilíbrio entre composição e improvisação resultou para o ouvinte o privilégio de fruir um grande concerto, estimulante exercício de liberdade criativa. Uma maneira bem achada de comemorar a passagem dos 30 anos do 25 de Abril. “Revolution!”, gritou Zorn, de punho erguido.

    Eduardo Chagas

 

  • Comentario: ¡Una conmoción, y de las grandes, la que anoche se vivió en el Aula Magna del Rectorado de la Universidad de Lisboa! El John Zorn's Electric Masada puso el lugar patas arriba. Un efecto ya esperado por la mayoría del público, que no fue engañado, para ver de qué se trataba. Por ese lado no se aguardaban grandes sorpresas, porque las noticias más recientes decían que los conciertos de esta formación de John Zorn habían sido de aúpa.

    Zorn, compositor, saxofonista y maestro, políglota musical, tiene una idea muy clara de sus propósitos: crear una música ecléctica, enraizada en el klezmer y en los estilos vecinos de Oriente Medio, con misticismo, religión y paganismo, pero también latina y africana; añadirle unos aderezos de jazz, rock, new music y fundirlo todo en una combinación musical moderna, psicodélica, en la que cabe toda Nueva York, downtown y alrededores, especie de película sonora y en color del pulso de la vida en las calles de la actual Gran Manzana.

    John Zorn's Electric Masada es todo eso y mucho más. Está Miles Davis/Joe Zawinul, Frank Zappa, Soft Machine, Cobra y Naked City... piano eléctrico funky, guitarra de blues & country, rock hardcore para vociferar, free jazz alucinado, composición, caos, orden y trasgresión musical. Un producto multifacético reconvertido en un género autónomo. Una pintura de colores fluorescentes, absolutamente fuera de lo común en la intensidad, dramatismo y puesta en escena.

    Marc Ribot, el guitarrista que asume el papel de primer violín en esta heterodoxa orquesta, es una figura central en el proyecto de Zorn. Virtuoso de las seis cuerdas, sonó punzante y agresivo como conviene y fue, en el fondo, el principal responsable de la adjetivación actual en la denominación del octeto, el que más energía tenía de los que estaban sobre el escenario. De modo que junto a los instrumentistas acústicos, los baterías/percusionista Kenny Wollesen, Joey Baron y Cyro Baptista, sumados al saxo alto –es decir, la mitad de la formación- confiriese a la música una electricidad tan natural y fascinante como el relámpago que rasga el velo de la noche.

    Elemento fundamental en el concierto, el grupo formado por Wollesen, Baron y Baptista, aportó a la música la vibración polirrítmica multicultural que, sumada al aventurado ritmo marcado por el bajo eléctrico de Trevor Dunn, fue responsable de la trepidación que se pudo sentir en la noche del Aula Magna.

    Y eran nocturnos los sonidos de los cacharros electrónicos amaestrados que salían del laptop de Ikue Mori, fantástico colorido digital que combinó con la inagotable variedad que continuamente brotaba de los teclados de Jamie Saft. Ambos entablaron un interesante ping-pong analógico-digital en medio campo, entre la muralla de la base rítmica y las puntas de lanza Marc Ribot y John Zorn.

    Un 4-2-2 totalmente volcado al ataque, que durante una hora y media jugó con el público un partido rrebatador, agresivo y violento en el mejor sentido, estructurado en composiciones salidas de la pluma del genio de Zorn.

    Del equilibro entre composición e improvisación resultó para el oyente el privilegio de disfrutar de un gran concierto, estimulante ejercicio de libertad creativa. Una manera muy acertada de conmemorar los 30 años del 25 de abril. “¡Revolution!”, gritó Zorn, con el puño alzado.

    Eduardo Chagas traducción por Diego Sánchez Cascado