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CHEMA SÁIZ CUARTETO

IX Festival Internacional de Jazz de Ciudad Lineal

  • Fecha: 23 octubre 2004
  • Lugar: : Centro Cultural San Juan Bautista (Madrid).
  • Hora: 21:00
  • Asistencia: más de media entrada
  • Componentes:
    Chema Sáiz (guitarra eléctrica)
    Bobby Martínez (saxo tenor, flauta travesera)
    Tomás Merlo (contrabajo)
    Daniel García Bruno (batería)



 


  • Comentario: No sólo de multitudinarios eventos vive el hombre. Mientras algunos se pegan por una entrada para el revitalizado Festival de Jazz de Madrid, y aplauden hasta desollarse las palmas de las manos incluso aunque el concierto no haya sido de su agrado (hay que justificar el precio de la butaca), encontramos programaciones alternativas de altísimo nivel, en ocasiones muy superior al de su hermano mayor (el festival, se entiende). Este fue el caso. Dicho nivel se puso de manifiesto antes de que la música comenzara a sonar, con la presencia sobre las tablas de Juan Claudio Cifuentes “Cifu”, que hizo una presentación divertida y elegante. Ya en materia, el combo de Sáiz arrancó en trío con la balada que da título a su reciente De fuera a dentro, un disco excelente, grabado en un solo día, que anoche exploró nuevas dimensiones en directo. Chema posee una técnica extraordinaria, un conocimiento del vocabulario jazzístico incontestable y unas enormes maneras de líder. Pero ante todo su joya más preciada es su total libertad a la hora de atacar una melodía, un acompañamiento, una improvisación. Sabe infundir a sus compañeros respeto y a la vez crear buen ambiente, moviendo dinámicas de grupo a su antojo. Contagia ese buen ambiente al público, es capaz de utilizar mucho espacio y en un abrir y cerrar de ojos encontrarse trazando el solo más pirotécnico que uno pueda imaginar, pero siempre primando el contenido sobre la forma. El alcalaíno jugó constantemente con el control de volumen de su guitarra, con sus pedales, con su visión de la música. En Vals en Re Menor se incorporó el norteamericano Bobby Martínez, habitual de la escena madrileña desde hace años, que ofreció improvisaciones de altura, si bien estuvo algo indeciso en la entrada a las melodías. El comienzo de su solo, acompañado tan sólo por bajo y batería. En el rockero W Sáiz demostró velocidad y dominio de la distorsión. Fue quizá uno de los momentos álgidos de la noche. Un solo para grabarlo y una divertida cita de Mi carro (recordemos el primer proyecto del madrileño). El concepto del cuarteto recordaba en ciertos instantes aquellos maravillosos grupos liderados por John Scofield con Joe Lovano a los saxos de finales de los ochenta. No en vano el fraseo de Chema Sáiz recuerda por momentos al de Sco, si bien también puede recordar a Abercrombie, a Metheny... Señal de calidad, sin duda, ya que en el fondo a quien suena es a sí mismo. Una concesión a los arreglos con su Año 711 d.C., donde Bobby utilizó la flauta, y la sección rítmica creó un fondo tenso e interesante. Al contrabajo Tomás Merlo, sobrino de Víctor Merlo, dio muestras de robustez, soltura y buena lectura. Daniel García Bruno mantuvo el tiempo con precisión, acompañó con sobriedad e imaginación y llevó el ritmo adelante con decisión.

    El cuarteto atacó la rapidísima versión del monkiano ‘Round Midnight, marcando obligados rítmicos y llevando el estándar a nuevos territorios. Tampoco te pases, basado en Bésame mucho, como el propio Sáiz explicó, vino con una improvisación descarada y casi macarra por parte del guitarrista, que llegó a utilizar la clavija de su sexta cuerda como un instrumento más, desafinando y reafinando a voluntad. El final vino con Al día siguiente, y otro solo heterodoxo y distorsionado del líder. De merecidísimo bis, un nuevo tema aún sin título sobre métrica de 5x4 donde Sáiz hizo extenso uso de acordes y atesoró bastante elegancia. Lo mejor: ya acabando el tema sonó un teléfono móvil en la sala y Chema replicó la melodía del mismo y jugó con ella, haciendo variaciones y desarrollos motívicos, provocando risas y mucha, mucha admiración.

    Supo incluso a poco. Muchos hubiéramos agradecido dos o tres temas más, pero ya se sabe: lo bueno, si breve... Excelente concierto que hace preguntarnos a muchos (o al menos debería) si las programaciones de los grandes festivales hacen justicia a la realidad, si el riesgo de presentar intérpretes menos conocidos debería considerarse una inversión de futuro, si se debe intentar conducir al público en vez de dejarse conducir por él. Y es que las comparaciones son odiosas, pero a veces necesarias. Tras ver conciertos como este, y otros de similar entidad, cabe pensar que muchos pagan pesetas a duro.

    Arturo Mora Rioja