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BRIDGE 61

  • Fecha: 6 de marzo de 2005
  • Lugar: Auditorio de Barañain, Navarra
  • Hora: 19:00
  • Entrada: 100 personas
  • Componentes:
    Ken Vandermark (Saxos barítono y tenor, y clarinete)
    Nate McBride (Contrabajo y bajo eléctrico)
    Tim Daisy (Batería y percusión)
    Jason Stein (Clarinete bajo)


Fotografías por Bernat Comerna de la actuación del grupo en el Festival Internacional de Jazz de Terrassa dos días antes de la actuación en Barañain.

  • Comentario: Tras un año 2004 con una actividad jazzística no muy amplia pero sí de calidad contrastada, en la que apostó por un ciclo dedicado al Jazz Europeo por dónde desfilaron músicos de la talla de Bojan Z o Baldo Martínez con su Cuarteto Acústico, el Auditorio de Barañain abrió sus puertas en 2005 al Jazz con un concierto para un grupo, Bridge 61, en cuya formación milita una de las figuras más activas en el panorama jazzístico internacional: Ken Vandermark.

    En este su nuevo proyecto le acompañan Nate McBride y Tim Daisy. Estos dos músicos son viejos conocidos para los seguidores de su trayectoria. El primero ha participado en proyectos como Spaceways Inc. o Tripleplay. Por su parte Tim Daisy es un joven batería conocido fundamentalmente por participar en la formación más conocida del saxofonista de Chicago: The Vandermark 5. Completa la formación el joven clarinetista bajo Jason Stein.

    Musicalmente este grupo afronta una cuestión aparentemente sencilla como es acercarse a la música creativa desde una perspectiva actual y fuertemente basada en la composición, con algunas piezas de elaborada escritura como soporte para intensas improvisaciones, en dónde en muchos momentos primó sobre el "swing" o el "groove" la búsqueda de distintos ambientes sonoros. Entre las múltiples influencias que se vislumbraron a lo largo de los diez temas de un generoso concierto dividido en dos partes de unos cincuenta minutos cada una de ellas, hubieron referencias a la música contemporánea, la nueva música, el rock, el funk o "incluso" del jazz, de la mano de un repertorio aportado por cada uno de los integrantes del cuarteto.

    El concierto permitió disfrutar de la potencia de Ken Vandermark tanto al saxo tenor como al barítono. No podría ser de otro modo si estamos hablando del tercero en discordia de ese supergrupo de saxofonistas llamado Sonore en dónde participan sus colegas de aventuras y grandes sopladores Peter Brötzmann (titular del recomendable Chicago Tentet) y el músico nórdico compañero de generación Mats Gustafsson con quien ha coincidido en grupos como Aaly, FJF o el señalado Chicago Tentet. Nate McBride no se quedó detrás. Hizo uso del contrabajo bien con el arco o al pizzicato en siete de los temas, utilizando en los tres restantes el bajo eléctrico, haciendo uso en el último de ellos de los sonidos producidos por una distorsión controlada. Tim Daisy es joven y en su discurso utilizó según fue necesario desde la potencia y la inmediatez de una potente pegada, hasta el trabajo sutil sobre los parches, los platos o las escobillas, baquetas y diversos elementos adicionales como una campanita presente intermitentemente a lo largo del concierto. El músico que menos seguro se mostró con su trabajo fue Jason Stein, quien trabajó todo el concierto con su clarinete bajo. A pesar de lograr un sonido muy bonito, se echó de menos que se soltase un poco más de lo que lo hizo en los terrenos de la improvisación.

    Atención especial merece el público asistente al concierto. A pesar de la premura en la organización del concierto, aprovechando unos días de parón entre su participación en el Festival Internacional de Jazz de Tarrassa y unos conciertos en Polonia, Austria y Alemania, la asistencia rondó las cien personas. Una cifra no muy numerosa ya que se supone que Navarra es una tierra de "saxofonistas", con una cierta afinidad por el Jazz (de aquí han surgido algunas de las pocas big-bands que han conseguido materializar sus aspiraciones en forma de grabación) y de ser la especialidad de Jazz en el conservatorio la más numerosa entre las impartidas para orgullo de sus rectores. A pesar de esto, o quizás precisamente por ello, tanto los músicos locales (salvo alguna excepción) como los estudiantes brillaron por su ausencia entre la audiencia. Ellos se perdieron el poder disfrutar de comprobar que hay vida (con mayor o menor interés, puesto que al final estamos hablando de propuestas artísticas y por tanto de apreciaciones personales) más allá del canonismo académico. ¡Que nos sigan dando la oportunidad de poder elegir!

    José Francisco Tapiz