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JAVIER VERCHER GROUP
XXII Festival de Jazz de Madrid

  • Fecha: 3 de Noviembre de 2005.
  • Lugar: Centro Cultural de la Villa (Madrid)
  • Hora: 21:00
  • Asistencia: Tres cuartos
  • Componentes:
    Javier Vercher (saxo tenor)
    Lionel Loueke (guitarra, voz)
    Chris Van Boorst (contrabajo)
    Brannen Temple (batería)
  • Comentario: El jazz español está en buen momento. No sólo disponemos de varios músicos consagrados, cuyos proyectos toman excelente forma con el tiempo, sino que además últimamente aparecen propuestas jóvenes con mucho peso. Sin ir más lejos, el madrileño Javier Vercher, quien con sus veintisiete años fue profeta en su tierra, presentándose en el escenario de la Plaza de Colón casi pidiendo perdón, como quien no quiere hacerse notar. Por fortuna no fue así.

    El arranque coltraniano donde la voz del inspirado Lionel Loueke doblaba las frases arrastradas del tenor de Vercher fue tan sólo un anticipo de los derroteros que tomó el concierto. Místico y explorador, Vercher descubría paisajes sonoros a través de las llaves de su saxo, tirando del resto del grupo, buscando continuamente de modo que cada vez que el grupo encontraba, subía un nuevo peldaño desde el que seguir buscando. El contraste entre la rocosidad europea del contrabajo de Chris Van Boorst, perfectamente centrado en su trabajo, y el desparpajo africano de Loueke proporcionó la diferencia de matices adecuada para que la música no resultara plana. Lionel se dedicó durante todo el concierto a los acompañamientos sutiles que no dejaban ver del todo cuál era la armonía, dando pistas sobre ella pero sin llegar a desvelarla. Para ello se aprovechó de arpegios, notas muteadas, juegos en dos cuerdas y mucha, mucha imaginación. Sus improvisaciones también tenían algo de oscuras, rítmicamente atractivas y sobradas de técnica. El batería Brannen Temple aportó mucho color al devenir artístico, alternando entre mazas y baquetas y aportando el toque sosegado en unas ocasiones, el movido en otras. Por momentos el grupo se acercaba a un concepto relajado, cercano al chill-out, y en otras circunstancias se adentraban en el free jazz más innovador, basándose en la creación de texturas más que en el feísmo.

    Propuesta intensa y arriesgada de claro sonido multirracial, misterio y tranquilidad juntas de la mano. Las intensas improvisaciones de Vercher (¡cuánto le debe a Coltrane este hombre!) eran las de un líder sólido, pero para nada arrogante, dejando infinidad de espacio a sus músicos e incluso subrayando los solos de éstos. El público acogió con calor la propuesta del saxofonista para después dirigirse decididamente al puesto de venta de discos. Esperemos que no sea la última vez que podamos disfrutar de Javier Vercher en la ciudad que le vio nacer. De momento, se lo merece.