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PAQUITO D'RIVERA "50 años y 200 noches"
Invitada: ROSA PASSOS
XXII Festival de Jazz de Madrid

  • Fecha: 1 de Noviembre de 2005.
  • Lugar: Centro Cultural de la Villa (Madrid)
  • Hora: 19:00
  • Asistencia: Casi lleno
  • Componentes:
    Paquito D'Rivera (saxo, clarinete)
    Alon Yavnai (piano)
    Oscar Stagnaro (bajo eléctrico)
    Mark Walker (batería)
    Rosa Passos (voz, guitarra acústica)
    Víctor Ambroa (violín)
    Vladimir Cruz (narración)
    Brenda Feliciano (voz - soprano)
    "Los chicos del Jazz"
  • Comentario: Según van cumpliendo años, es costumbre entre los grandes irse quitando de enmedio poco a poco, dejando más espacio a sus músicos y dosificando esfuerzos. Este planteamiento puede ser magistral cuando el espectáculo está bien diseñado, cuando el líder sabe cómo y cuándo aparecer, con qué músicos contar y cómo organizar el show. No fue el caso.

    El legendario saxofonista y clarinetista Paquito D'Rivera presentó un concierto en parte calcado al que ya ofreciera hace unos pocos años en el Teatro Albéniz (chistes incluidos), en parte novedoso, pero basado en unos constantes cambios de escenificación que provocaron dos horas de música atropelladas, inconsistentes y con excesivos cortes. Entre los conceptos americanos del "artist" y el "entertainer" Paquito se sitúa claramente en este último, haciendo bromas por doquier y escenificando su trabajo musical; en definitiva, entreteniendo. Hasta doce artistas presentes en cinco formaciones diferentes atacaron catorce interpretaciones distintas, en las que se intentaba recorrer toda la carrera de Paquito D'Rivera sobre las tablas, los 50 años que se celebraban en esta gira. Para la ocasión el cubano contó con una excelente sección rítmica donde destacó, como es habitual, el bajista peruano Oscar Stagnaro, una enciclopedia andante en lo que a música latina se refiere, tan grande como desconocido. Tras el Libertango de Astor Piazzolla donde D'Rivera entró segundos después de que el grupo comenzase a tocar (su ego merecía un aplauso aparte), saxofonista y bajista se fundieron en un homenaje a Ernesto Lecuona donde reinó la exquisitez técnica, con especial mención a la inteligente y discreta forma de utilizar slap y tapping por parte de Stagnaro, así como a la introducción de Paquito haciendo tanto bajos como melodía con la sola ayuda de su clarinete.

    La tarde pintaba francamente bien, pero en el tercer tema comenzó el carrusel de cambios. Entró Rosa Passos, de deslumbrante voz y muy aplaudida por el público, pero el So Danço Samba de Jobim provocó serias indecisiones en la entrada de la sección rítmica, que no llegaba a acoplarse del todo a la guitarra de la brasileña. Mejor suerte en Vivo Sonhando y en un par de temas más en los que D'Rivera abandonó el escenario, dejando a la Passos con sus músicos. Mientras el israelí Alon Yavnai se desesperaba solicitando la atención de unos ausentes técnicos de sonido, desaparecieron bajista y batería y entraron en escena el actor cubano Vladimir Cruz (el de Fresa y Chocolate), la soprano portorriqueña Brenda Feliciano y el violinista Víctor Ambroa para interpretar una versión en castellano de la Historia del Soldado de Igor Stravinsky, curiosa por lo limitado del formato, pero donde la expresividad llegó a sus más altos valores. Otro popurrí, en este caso de obras de George Gershwin, permitió admirar la voz de la Feliciano en un Summertime memorable. Parecía que el grupo volvía a estabilizarse, Yavnai rozaba la perfección en sus acompañamientos, pero nuevamente el escenario cambió de habitantes. Y por completo. Paquito ha recopilado por todo el mundo a los músicos de su generación que tocaban con él por La Habana cuando eran apenas unos adolescentes, "los chicos del jazz" les llamaban. Y los "chicos" (algunos de más edad que el propio D'Rivera) se centraron en el repertorio que hacían décadas atrás, y Paquito volvió a irse y les dejó solos. Y entre el desconcierto estructural y el nivel del grupo (no lo hacían mal los cubanos, pero en ningún caso a la altura de la sección rítmica "oficial") uno no sabía si estaba viendo el Festival de Jazz de Madrid o un programa de Carmen Sevilla.

    El público, mientras tanto, aplaudía hasta al acomodador. Normal, después de pagar 35 euros por semejante espectáculo es duro resistirse a la evidencia. Hasta cuatro temas interpretó el combo cubano, ya con Paquito integrado entre ellos, acabando con una descarga latina para la cuál eligieron el Madrid de Agustín Lara, concesión populachera que el saxofonista ya hiciera en anteriores visitas a la Villa. Un bis entre divertido y esperpéntico ("Descarga para banda militar y combo de jazz") y el saludo de todos los participantes en el evento puso el cierre a una tarde que contentó a la mayoría, pero que también puso de manifiesto lo innecesario de las armas esgrimidas por, por otra parte, uno de los más grandes intérpretes en la historia del latin jazz.