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GARY BURTON & RICHARD GALLIANO Quartet
DEE DEE BRIDGEWATER J'ai deux amours

Ciclo Jazz en el Barrio Latino de París

  • Fecha: 26 de marzo de 2006.
  • Lugar: Teatro Real (Madrid).
  • Componentes:

    Gary Burton & Richard Galliano Quartet
    Gary Burton: vibráfono.
    Richard Galliano: acordeón.
    James Genus: contrabajo.
    Clarence Penn: batería.

    Dee Dee Bridgewater “J'ai Deux Amours”
    Dee Dee Bridgewater: voz.
    Louis Winsberg: guitarra.
    Minino Garay: batería y percusión.
    Marc Berthoumieux: acordeón.
    Ira Coleman: contrabajo.

    Comentario:

    Gran expectativa en la segunda jornada del ciclo Jazz en el Barrio Latino de París tras el buen sabor de boca que había dejado el trío de Ron Carter.  Esta vez los decorados de Giancarlo del Monaco para La Bohème parecían haber sido erigidos ex profeso para el acordeón de Richard Galliano y la posterior presentación de J’ai deux amours de Dee Dee Bridgewater.

    Dada la trayectoria de Galliano y de Gary Burton no era difícil que viniera a la memoria la figura de otro músico que residió durante mucho tiempo en la capital francesa: Astor Piazzolla.

    En un año que para Burton parece marcado por la reedición de viejos proyectos (volverá a reunirse con Pat Metheny y con Steve Swalow, a formar dúo con Chick Corea y a compartir cartel con Makoto Ozone), su asociación con Richard Galliano no podía dejar de traernos a la memoria sus proyectos con Piazzolla cuando precisamente se cumplen 20 años de aquel The New Tango registrado en el Festival de Montreux.  Por otra parte, el bandoneonista marcó de un modo decisivo la carrera de Galliano, con sus consejos (cuando éste trabajaba como compositor y arreglista para el cantante Claude Nougaro) y mediante la influencia de su obra.

    Tras la muerte del gran compositor de tangos, tanto el vibrafonista como el acordeonista registraron por separado tres discos con temas de aquél: Astor Piazzolla Reunion: A Tango Excursion y Libertango: The Music of Astor Piazzolla, firmados por Gary Burton, y Piazzolla Forever, de Richard Galliano, además de incluir, ambos, temas del argentino en otros álbumes.  Así que no fue precisamente una sorpresa que la actuación del cuarteto estuviese muy influida por los acentos del bandoneonista, a quien Burton recordó como uno de sus compositores favoritos.

    James Genus (que ha participado en discos de músicos como Konitz, Pullen, Golson, Dave Douglas, Osby, McLaughlin, o el propio Galliano) y Clarence Penn (que ha tocado con Betty Carter, Cyrus Chesnut, Wynton Marsalis, Joshua Redman o David Sánchez) ya habían trabajado con el vibrafonista: en 2004 participaron en la grabación de Generations.  En esta propuesta vuelven a enseñar su buen nivel, aunque sin llegar a tener un gran peso en la personalidad del cuarteto (que, por cierto, se está presentando en otros puntos de la gira como Richard Galliano New York Trio & Gary Burton).

    Tras un comienzo con aires de tango, pudimos disfrutar de la hermosa “Laurita”, posiblemente la más bella composición de Galliano, en la que destacó la ágil elegancia del vibrafonista y un solo de James Genus preciosamente apoyado por pequeños toques del francés.

    Continuaron con “Milonga is coming”, la pieza con la que Piazzolla y Burton abrían aquella “Suite for vibraphone and new tango”, que encontró una versión más ligera con esta nueva instrumentación, en la que el vibráfono nos regaló unos momentos muy inspirados.

    Burton, que últimamente está visitando a los compositores de música clásica (ahí está, por ejemplo, su “Virtuosi” junto a Ozone), abrió en solitario la interesante versión que el cuarteto hizo de la Sinfonía en sol menor de Bach.

    “Waltz for Debby” de Bill Evans (músico que influyó a Galliano y, especialmente, a Gary Burton) comenzó con un delicada conversación entre ambos líderes, y su famosa melodía sonó graciosamente afrancesada al ser evocada por el acordeón.

    Con “Operación Tango” (Piazzolla), otra pieza de la ya mencionada suite, la agrupación alcanzó uno de los puntos más altos de su actuación obteniendo los mayores aplausos de la noche.

    Burton, Genus y Penn se retiraron del escenario para dejar que Galliano dibujara una serie de improvisaciones que fueron pasando de unas delicadas miniaturas a unas apasionadas descargas en las que no faltaron las citas piazzolleanas, brillando especialmente la emblemática “Libertango”.

    Tras los cálidos aplausos de la sala, llegó el turno del músico de Indiana, que tras volver al escenario apartó los atriles como diciéndonos “ahora voy a improvisar”.  Como no podía ser de otra manera, Burton estuvo brillante y no fueron pocos los que dirigieron su vista hacia las pantallas laterales para no perder detalle de su exquisito manejo de los cuatro mazos.

    Los músicos volvieron a reunirse en un clásico de Edith Piaf, “L'hymne à l'amour” (conocido en su versión en inglés como “If you love me”), en el que el de Le Cannet se movió como pez en el agua.

    Antes del final, Clarence Penn se lució con un buen solo y, ya en el bis, la actuación del cuarteto se cerró con un soberbio tango en ese París de Musetta y de Mimí. Ovación, bravos y telón.

    El público se fue al descanso entusiasmado con el despliegue de estos músicos estupendos, que dejaron momentos de gran jazz y de tangos que, si bien no alcanzaron la altura de los registrados en los discos de Burton, sí consiguieron conmover al auditorio.

    El segundo acto comenzó con los cuatro instrumentistas de Dee Dee en escena. Mientras se alzaba el telón, el acordeón de Marc Berthoumieux tejía un solo intimista y poco después se sumaba el resto de los músicos. Por una de esas escalinatas que nos recordaban a Montmartre descendió, felina como una diva, la Bridgewater haciendo gala de su habitual simpatía.

    El proyecto que se disponía a presentar tuvo su origen en una invitación del Kennedy Center de Washington D. C. que en 2004 programó para San Valentín un concierto dedicado a la chanson francesa.  Unos meses después la cantante estaba en un estudio grabando J'ai Deux Amours con los mismos músicos que se presentaba en el Real y con los que ya el año pasado había estado en otros puntos de España como Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria y Oropesa del Mar.

    Los primeros cinco temas interpretados siguieron fielmente el orden del disco: el concierto abrió con “J'ai Deux Amours”, en homenaje a Josephine Baker, cantante con la que Bridgewater comparte país de origen y tierra de adopción (Dee Dee reside en París desde hace casi veinte años), y continuó nada menos que con “La Mer”, “Ne me quite pas”, “Mon homme” y “Et maintenant” para ya finalizar con “Dances sur moi” y la inevitable “La vie en rose”.

    La cantante, con influencias de Lena Horne, Nina Simone, Nancy Wilson y Betty Carter, que en los setenta colaboró, entre otros, con Max Roach, Sonny Rollins, Dexter Gordon y Dizzy Gillespie, mostró poseer un impresionante chorro de voz y un scat prodigioso cuando improvisa.  Mención especial merece su voluntad de presentar versiones muy personales y más actuales de temas que han permanecido casi inamovibles ante el respeto que imponen las míticas versiones de referencia, atreviéndose a desplazar muchas veces los acentos en los fraseos, enfatizando otras palabras, imprimiéndoles ritmos diferentes y, por supuesto, regándolo todo con unas pocas gotas de auténtico jazz… aunque en ciertas ocasiones las buenas intenciones no llegaron a producir un resultado redondo.  Para empezar Dee Dee es un poco dada al exceso y sus interpretaciones por momentos resbalaban peligrosamente hacia el histrionismo, dejando que en más de una oportunidad la showwoman le jugara malas pasadas a la cantante.  Por otra parte, quedó claro que, pese a su amor por Edith Piaf, Jacques Brel, Gilbert Bécaud, Sacha Distel o Yves Montand, ella da lo mejor de sí cuando se acerca a los ritmos de su país natal.  Pudimos verlo cuando interpretó “Girl talk” (de Bobby Troup y Neal Hefti, único tema de su disco que no tuvo su origen en Francia), conocida en el país galo como “Dances sur moi”, lástima que cuando se llevó la composición al terreno del blues en lugar de contar con un señor pianista, la acompañaban dos franceses que parecían a punto de ser devorados por la voz aguardentosa de Dee Dee. Afortunadamente contó con el apoyo de las improvisaciones vocales de Garay, consiguiendo uno de los momentos más celebrados de su presentación. Especialmente bueno fue, también, el fragmento de “Ne me quite pas” cantado de un modo desgarrado con el único apoyo de los platos del percusionista.

    En cuanto a los arreglos, esa intención de plasmar el carácter cosmopolita del París actual introduciendo ligeras referencias musicales de medio mundo, creo que jugó un poco en contra del resultado final.

    Marc Berthoumieux, fue el encargado de guiar en buena medida el desarrollo de las canciones, el más familiarizado al fin y al cabo con la chanson y el jazz, aunque sus intervenciones no pusieron en evidencia ese talento superlativo por el que suspiran unos cuantos medios parisinos.

    A Minino Garay (director de Los Tambores del Sur y “el percusionista más energúmeno de la plaza de París”, según Francis Marmande de Le Monde) la cantante le cedió un gran protagonismo y el batería respondió bien, convirtiéndose en el miembro más aplaudido del grupo, aunque su introducción a “La vie en rose” –siguiendo los planteamientos generales de este proyecto– fue algo excesiva en sus referencias y su unión con el tema bastante forzada.

    Louis Winsberg (a quien algunos recordarán por Jaleo, aquel disco hecho con músicos flamencos y percusiones de la India) dio muestras de sus dotes técnicas y de su amor por lo español con algunos fraseos que recordaban… a Chick Corea.

    Ira Coleman probablemente fuera el que menos conocía los vericuetos de la chanson francaise, pero en ningún momento se le vio perdido en esos rincones de París (recordemos que el contrabajista ha tenido como compañeros de viaje a gente como Betty Carter, Lee Konitz, Joe Henderson, Tony Williams o Branford Marsalis).  El solo exquisito con el que abrió “Mon homme” sonó gratamente acogido por la acústica del Real.

    Dee Dee, tras haber puesto al público a hacer palmas al compás de “We will rock you” de Queen, en su versión de “La vie en Rose”, fue saludada con alegría, fuertes aplausos y una buena parte del público en pie gritando “¡Bravo, guapa, bravo!”.  Los que la preferimos haciendo jazz, ya estábamos pensando en la próxima y muy interesante escala del festival: Shakti.

    Sergio Zeni.