>> VOLVER A TOMAJAZZ

 
 

 

   

JAZZ EM AGOSTO 2006

  • Fecha: Del 3 al 12 de Agosto de 2006.
  • Lugar: Fundación Calouste Gulbenkian. Lisboa. Portugal
  • Grupos:
    Jueves 3 Anfiteatro al Aire Libre 21:30
    ROVA: ORKESTROVA ELECTRIC ASCENSION (EE UU/JAPÓN/REINO UNIDO/ALEMANIA)
    Bruce Ackley (ss), Steve Adams (sa), Larry Ochs (st), Jon Raskin (sb), Natsuki Tamura (tp), Fred Frith (b el), Nels Cline (g el, efectos), Otomo Yoshihide (gira-discos, efectos), Andrea Parkins (teclados, efectos), Thomas Lehn (efectos, elect), Carla Kihlstedt (vln, efectos), Jenny Scheinman (vln), Tom Rainey (bat) y Myles Boisen (ingeriero de sonido)

    Viernes 4 Auditorio 2 18:30
    EVAN PARKER (REINO UNIDO)
    Solo de saxo soprano

    Viernes 4 Anfiteatro al Aire Libre 21:30
    NELS CLINE / ANDREA PARKINS / TOM RAINEY (EE UU)
    Nels Cline (g el, efectos), Andrea Parkins (p el, samples, efectos) y Tom Rainey (bat)

    Sábado 5 Auditorio 2 18:30
    LARRY OCHS / FRED FRITH / LE QUAN NINH (EE UU/REINO UNIDO/FRANIA)
    Larry Ochs (st, ss), Fred Frith (g el, efectos), Le Quan Ninh (perc)

    Sábado 5 Anfiteatro al Aire Libre 21:30
    MANDARIN MOVIE (EE UU)
    Rob Mazurek (corneta, moog, efectos), Steve Swell (tb), Alan Licht (g), Matthew Lux (b el, efectos), Jason Ajemian (cb, efectos) y Frank Rosaly (bat),

    Domingo 6 Auditorio 2 18:30
    LE QUAN NINH (percusión) (FRANCIA)

    Domingo 6 Anfiteatro al Aire Libre 21:30
    CORKESTRA (PAÍSES BAJOS/EE UU/AUSTRALIA/REINO UNIDO)
    Cor Fuhler (órgano, cl, p), Anne La Berge (fl),Ab Baars (st, cl), Tobias Delius (st cl), Andy Moor (g el), Nora Mulder (cimbalón), Clayton Thomas (cb), Tony Buck (bat, perc) y Michael Vatcher (bat, perc)

    Jueves 10 Anfiteatro al Aire Libre 21:30
    CRAIG TABORN’S JUNK MAGIC (EE UU)
    Craig Taborn (p, tecl), Mark Turner (st), Mat Maneri (vln), Erik Fratzke (g, b el) y Dave King (bat & elect)

    Viernes 11 Anfiteatro al Aire Libre 21:30
    THE CLAUDIA QUINTET (EE UU)
    John Hollenbeck (bat, perc, efectos), , Chris Speed (cl, st), Matt Moran (vibr, tecl), Ted Reichman (accordeon, g ac & el, tecl) y Drew Gress (cb)

    Sábado 12 Auditorio 2 18:30
    LISBON IMPROVISATION PLAYERS featuring Dennis González (PORTUGAL/EE UU)
    Rodrigo Amado (st, sb), Denniz González (tp), Pedro Gonçalves (cb) y Bruno Pedroso (bat)

    Sábado 12 Anfieteatro al Aire Libre 21:30
    ANTHONY BRAXTON SEXTET (EE UU)
    Anthony Braxton (saxos y clarinetes), Taylor Ho Bynum (tp), Jay Rozen (tuba), Jessica Pavone (vln, viola), Chris Dahlgren (cb) y Aaron Siegel (perc).

  • Comentario: El programa de Jazz Em Agosto 2006 fue pensado y elaborado como un homenaje a John Coltrane y a la importancia que el músico norteamericano tuvo en el desarrollo del jazz contemporáneo.

    Así, además de los conciertos a los que nos referiremos más adelante, el festival presentó algunas iniciativas paralelas, todas ellas relacionadas con Coltrane.

    El músico inglés Evan Parker (un estudioso de la obra de Coltrane que, como músico, está influido por el legado del maestro) ofreció una conferencia sobre los aspectos de la trayectoria musical de Coltrane, abordando sobre todo temas relacionados con la segunda fase de su cuarteto clásico. Por su parte, el crítico estadounidense Larry Appelbaum, que trabaja en la biblioteca del Congreso, en Washington, habló de su descubrimiento de las grabaciones de 1957 de Thelonious Monk con Coltrane, publicadas por Blue Note en 2005. Se programaron también cuatro proyecciones del documental The Sound of Miles Davis, realizado por Robert Herridge en 1959, que muestra unas sesiones de grabación en las que aparecen Coltrane (tocando el saxo alto, reemplazando a Cannonball Adderley, que estaba indispuesto ese día), Miles Davis y Gil Evans entre otros muchos.

    En términos musicales, el predominio (poco frecuente en Jazz Em Agosto) de las formaciones procedentes de Estados Unidos se explica por el homenaje que Rui Neves quiso dar al gran músico. Lo cierto es que en 2006, los numerosos espectadores que este año acudieron a los auditorios de la Fundación Gulbenkian pudieron asistir a conciertos de muy buena calidad. Ha sido, en mi opinión, una de las mejores ediciones de los últimos años, con una gran variedad de propuestas que pasaron por el free y el rock, por el jazz de cámara, por la electrónica y las nuevas tendencias.

    El primero de los conciertos corrió a cargo del cuarteto Rova, que invitó a una serie de grandes improvisadores a revisitar en directo Ascension, esa monumental obra de Coltrane, reinterpretada (y arreglada) ahora por los cuatro sopladores estadounidenses. En “Rova: Orkestrova Electric Ascension”, John Raskin y Larry Ochs dirigieron a un grupo de excelentes músicos entre los que destacó la fuerza propulsora de Tom Rainey a la batería, que sorprendió por la intensidad con que siempre acompañó al conjunto así como por la sensibilidad ofrecida en los diálogos con la electrónica de Otomo Yoshihide y Thomas Lehn y de los demás instrumentistas. Fue un concierto absolutamente excepcional, que recordaré seguramente durante muchos años.


    Al día siguiente fueron servidos dos platos seguidos. A las 18:30 en el auditorio 2, Evan Parker se presentó en solitario con su saxo soprano y, en contra de lo habitual, que es tocar música totalmente improvisada o de “composición instantánea”, acudió a Lisboa para revisitar el universo de Coltrane, Thelonious Monk y Steve Lacy (o mejor, de Steve Lacy tocando a Monk). Y qué buena actuación ofreció, haciendo uso de una ejemplar técnica de respiración circular que además le permite tocar más de una nota al mismo tiempo, creando con el saxofón unas líneas melódicas superpuestas de gran intensidad emocional. Otra novedad fue escuchar a Parker tocando temas de forma casi convencional, casi siempre interpretados en los momentos más líricos del concierto. Absolutamente extraordinario.

    Por la noche, en el auditorio al aire libre, Nels Cline, Andrea Parkins y Tom Rainey fueron capaces de conquistar al público presente con una actuación en la que mezclaron el rock, el noise y el jazz en un registro experimental y de libre improvisación. Cline, tocando una impresionante guitarra Fender Jaguar, hizo un uso intensivo de los pedales, extrayendo de su guitarra sonidos poderosos que encontraron eco en los acordes disonantes que salían del acordeón (y, en ocasiones, del piano) de Andrea Parkins. Tom Rainey demostró una vez más una clase superior tocando en un contexto diferente al de la noche anterior.

    Para el sábado 5 de agosto estaban reservados dos de los grandes conciertos del festival. Por la tarde, el estreno mundial del trío que reunía en el mismo escenario y sin red a Larry Ochs, Fred Frith y Le Quan Ninh. Este es un ejemplo de concierto casi perfecto. Hubo una gran empatía musical entre los tres, las intervenciones individuales nunca se superpusieron a los intereses del trío y, a partir de lenguajes aparentemente distintos, se creó un sonido lógico y conjuntado. La complejidad de los lenguajes fue la causa de que Larry Ochs tardase en entrar en el sonido del grupo, pero lo hizo en un buen momento, ofreciendo detalles absolutamente excepcionales, sobre todo cuando tocó el sopranino. El elemento aglutinador del sonido del grupo fue, casi siempre, el percusionista Le Quan Nihn, siempre atento a los pormenores, diseñando escenarios con sus percusiones, utilizando sobre todo un timbal como caja de resonancia para explorar los potenciales rítmicos de una serie de platos y artefactos. La única pega fue el volumen excesivo de la guitarra eléctrica de Fred Frith, que se superpuso al sonido del grupo en diversas ocasiones. Un problema que un filtro hubiese resuelto fácilmente.

    Para la noche estaba reservada una de las propuestas más interesantes y arriesgadas del festival. Su nombre, “Mandarin Movie”, no es ingenuo, pues revela una característica esencial de la propuesta de este grupo. La música que crea funciona como una banda sonora aleatoria que suscita en el oyente reminiscencias de los más variados contextos fílmicos. Es más una aventura generada por la fiebre creativa del cornetista Rob Mazurek, llena de elementos experimentales que tanto toman inspiración del rock como de las propuestas más arriesgadas de la nueva música electrónica. A una base rítmica dura, formada de bajo acústico y eléctrico simultáneamente y el batería de Chicago Frank Rosaly (compañero en algunas ocasiones de Ken Vandermark), que marcó el sonido del grupo con una pulsación de rock, Mazurek y Steve Swell respondieron con unos registros delirantes a los vientos, tanto naturales como procesados, que revelaban parcialmente el misterio de la historia que nos iban contando. El suspense fue provocado casi en su totalidad por las intervenciones de Alan Licht, un guitarrista que toca esencialmente con texturas y feed-back, ampliando la música del grupo con registros sonoros que aumentan el misterio y la tensión necesarias en una buena historia. Hay que hacer notar que fue uno de los conciertos más largos del festival, aunque al final se nos pasó volando.

    Domingo día 6: Le Quan Ninh en solitario. El espectáculo dio comienzo con el músico francés haciendo vibrar dos juncos, que percutían en el aire con movimientos circulares rápidos. Fue el motivo para cerca de una hora de pura magia. De nuevo con su timbal proyectó registros tímbricos y texturas envolventes, recorriendo a una panoplia de platos, tazas y varios tipos de maderas que le permitieron crear muy variadas dinámicas que establecieron la velocidad del discurso. Lo que impresiona es que dentro de la aparente simplicidad de estos procesos se percibe una riqueza musical impresionante acompañada de una técnica instrumental indiscutible. Por allí pasó una corriente acústica continua, una música a medio camino entre el jazz y una tierra incógnita. Hay que señalar que Ninh dedicó su concierto a las personas que estaban sufriendo en el Líbano, demostrando, además de una gran sensibilidad musical, un importante sentido del deber cívico que fue muy aplaudido por todos. Gracias.

    Por la noche, le tocó el turno en el auditorio al aire libre a la Corkestra de Cor Fuhler y, a pesar de la calidad de los músicos presentes, fue en mi opinión el concierto menos logrado de esta edición. Y ello se debió a que las composiciones y arreglos nunca dieron libertad a los solistas para realizar unas intervenciones verdaderamente espontáneas. Lo que le faltó a esta Corkestra fue emoción. Las composiciones son buenas, como también los músicos y las ideas, que nos remiten a universos interesantes como la canción popular francesa o la música gitana de los Balcanes. Pero el conjunto estuvo siempre demasiado restringido a los arreglos y ni Ab Baars ni Tobias Delius consiguieron salirse realmente del corsé de los temas. De todos modos, salí contento del concierto por la excelente primera semana del festival y aguardando con ansiedad la continuación de las actuaciones en la siguiente.

    Una semana que comenzó muy bien con el proyecto “Junk Magic” liderado por el teclista Craig Taborn, que acudió a Lisboa a presentar un espectáculo interesante, con unos registros electrónicos similares a lo que ya conocíamos, no solo del disco de la banda, sino sobre todo, por las dos anteriores grabaciones para Thirsty Ear, a su nombre y como acompañante de otros músicos. Aquí la novedad reside en el aprovechamiento más intensivo del potencial creativo de Mat Maneri, siempre en un primerísimo plano, que abre el sonido del grupo o lo enfatiza, en unísonos de gran belleza con el saxofonista Mark Turner. Importante fue también la excelente participación de Dave King, batería de Minneapolis integrante del trío Bad Plus, que aquí siempre estuvo muy metido dentro del sonido del grupo, alternando registros acústicos con otros más electrónicos, marca de la casa en este conjunto.

    Al día siguiente, el batería John Hollenbeck trajo a Lisboa su Claudia Quintet, un grupo interesante y bastante rodado dentro de la escena del Downtown neoyorkino. Me llamó la atención desde el primer momento que en un escenario tan grande los músicos estuviesen situados muy próximos entre sí. Más tarde comprendí que era una consecuencia casi indispensable de la música del conjunto. La música fue siempre muy física y las composiciones de Hollenbeck permitían la interacción espontánea entre los artistas. Lo que se puede decir de este grupo es que presentó una música de gran calidad -aunque no tan rompedora como se anunciaba en el programa- servida por buenos instrumentistas que se conocen desde hace mucho tiempo –a través de esta y de otras experiencias- y que aprovechan este hecho para tocar con alegría registros que se sitúan a veces entre el newjazz, el rock y algunas incursiones dentro del pop. Sobraron las palabras con que Hollenbeck nos brindó la explicación del sentido de su música, en un registro más próximo al de los monólogos cómicos. Hollenbeck es un buen baterista y compositor, pero como Seinfeld deja mucho que desear. Un aspecto que deberá revisar.

    Para el último día del festival se reservaron dos propuestas muy distintas; a las 18:30 subieron al escenario del auditorio 2 de la Fundación los Lisbon Improvisation Players, un grupo de geometría variable liderado por el saxofonista portugués Rodrigo Amado, que esta vez se presentó con el contrabajista Pedro Gonçalves y el batería Bruno Pedroso. Como invitado del trío hasta completar un competente cuarteto figuró el gran trompetista de Dallas Dennis González. Asistimos a una extraordinaria sesión de freebop, que revela el estado artístico de Rodrigo Amado. Como músico crece día a día y me parece hoy una figura ineludible de lo que se está haciendo en este área. No es casualidad que en sus proyectos participen algunos de los mejores músicos portugueses así como grandes figuras del jazz internacional. La improvisación marcó una vez más un concierto en el que abundó el swing, la energía y la complementariedad entre estos cuatros buenos improvisadores, creando composiciones espontáneas comprometidas estéticamente con el jazz más puro. ¿Quién dice que el free es un obstáculo para realizar un jazz vinculado a la tradición?

    Para cerrar Jazz Em Agosto 2006, estaba reservado un regreso. Anthony Braxton, tras haber acudido en 2000 con su Ghost Trance Ensemble Music en un concierto fenomenal que quedó en la memoria de muchos de los asistentes, en un año excepcional que hizo historia. Por eso había grandes expectativas y lo mínimo que se puede decir es que Braxton las cumplió con creces, esta vez encabezando un sexteto en donde además del maestro, tocaron nombres como Chris Dahlgren al contrabajo y Jay Rozen a la tuba. Fue una actuación con un único tema, en el que los músicos alternaron la ejecución del abundante material escrito con momentos libres. La pieza, emotiva a la vez que muy cerebral, mostró un trabajo compositivo con influencias de todas las fases de su carrera, desde los discos conceptuales en que Braxton creó su propia iconografía musical, con composiciones más arraigadas en la tradición, hasta las fases más orgánicas, de los cuartetos y de las revisiones tradicionales. La verdad es que este gran señor volvió a sorprender, innovó y, sobre, todo encantó al numeroso público que acudió al auditorio al aire libre para verlo y darle un merecido homenaje. Un final a lo grande para una de las ediciones más importantes de los últimos años.

    Texto © 2006 João Pedro Viegas