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DAVE HOLLAND QUINTET
XXVII Festival Internacional de Jazz de Granada

  • Fecha: 17 de noviembre de 2006.
  • Lugar: Teatro Isabel La Católica. Granada.
  • Componentes:
    Jason Moran: Piano.
    Chris Potter: Saxos.
    Robin Eubanks: Trombón.
    Dave Holland: Contrabajo.
    Nate Smith: Batería.

 

  • Comentario: Tal vez el concierto más esperado de todo el festival, al menos el que a priori causaba más expectación por la calidad de los músicos y la del proyecto que traían, era la presentación de Critical Mass, el último álbum del quinteto de Dave Holland para su propio sello, Dare2. La caída por enfermedad del vibrafonista de la banda, Steve Nelson, de la cual tuvimos noticia tras el concierto del día anterior en Albacete, supuso un punto de inflexión quizás demasiado precipitado como para valorar con firmeza la aportación del sustituto de Nelson, Jason Moran, que hoy por hoy se encuentra pletórico de facultades musicales, y que por ende, no hacía sino hinchar el deseo de ver actuar al quinteto y así saber cuál sería su aportación al mismo.

    La puesta en escena de este grupo dice mucho del estilo de su música, pues la elegancia al vestir y las formas de todos y cada uno de sus miembros se mostraba como el preludio de lo que sería la demostración de elegancia musical que destilaban con sus respectivos instrumentos.

    El tema con el que abrieron la noche, “Prime Directive”, se concibió de un modo muy original, tanto que era casi irreconocible. Jason Moran lo utilizó como carta de presentación inmejorable, con un torrente de notas al piano que encontraba su parangón en los también torrenciales Holland y especialmente en Smith, quien sin duda fue uno de los principales protagonistas de la noche, junto con el aún no mencionado Chris Potter.

    Jason Moran se rodeaba de un piano y un órgano con un efecto sonoro que imitaba el sonido de una marimba y que, como si de Steve Nelson se tratase, procuraba tocar con esas formas austeras que caracterizan al vibrafonista y marimbista de Pittsburg. Quizá los pasajes en los que tocaba el órgano fuesen la aportación menos llamativa de Moran durante todo el concierto, pues resultaba mucho más interesante comprobar lo bien que le puede sentar a la música del grupo de Holland el sonido tan fresco del piano de Moran.

    La siguiente composición, “The Leak”, de Nate Smith, nos metió de lleno en Critical Mass y en un universo sonoro monofónico por parte del trombón de Eubanks. Hay que ver cuánto se puede hacer jugando con una sola nota y cuánto se puede llegar a gozar del sentido rítmico de un músico absoluto. Jason Moran se ciñe a los patrones frecuentemente utilizados por Nelson, pero aportando un toque mucho más groove que colorea el conjunto musical. A este respecto, la pareja que forma junto con Nate Smith resulta decisiva, pues los dos se complementan mútuamente.

    Chris Potter comenzaba a sobresalir con improvisaciones fabulosas sobre los entrecortados ritmos impuestos por Holland y Smith, y en los que Eubanks se amoldaba perfectamente para alcanzar cotas de compenetración con su compañero en la sección de vientos que pocos grupos son capaces de divisar siquiera a lo lejos.

    En los pasajes musicales más tranquilos, cabe más aún destacar el protagonismo novedoso que alcanza el piano, antítesis del sonido de Nelson, que no por ello deja de ser brillante. El sonido que Moran exprime a su instrumento dignifica la melodía conjunta hasta cotas antes nunca sospechadas.

    Sin embargo, también hay que decir que en ocasiones se echaba de menos a Nelson, como sucedió en la posterior composición, “Lucky Seven”, sin querer decir con esto que el pianista lo hiciera mal, ni mucho menos. Simplemente, se notaba que los arreglos del tema estaban claramente planteados para el músico que faltaba.

    Aun así, el quinteto logró de nuevo una densidad musical impresionante; Nate Smith seguía el paso a Moran y ambos se perdían adrede de la melodía y volvían a encontrarse una y otra vez a su antojo; Holland disfrutaba como un chiquillo de las fechorías de sus músicos y dirigía como sólo él y un puñado de maestros en la historia de esta hermosa música han sabido dirigir; el saxo de Potter sonaba más torrencial que nunca y alcanzaba cotas de virtuosismo que un servidor no conocía en él, y que desembocaron en un bis de los que se piden con tantas ganas que arden las manos de aplaudir, en un concierto que no debería haber terminado nunca.

    © 2006 Texto: Diego Ortega Alonso. Fotografías: Juan Jesús García