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ARTHUR KELL 4TET

  • Fecha: 23 de noviembre de 2006.
  • Lugar: Bilbaína Jazz Club
  • Componentes:
    Gorka Benítez: saxo tenor y flauta.
    Brad Shepik: guitarra.
    Arthur Kell: contrabajo.
    Joe Smith: bateria.
  • Comentario: Arthur Kell es uno de esos nombres poco conocidos cuya lista de colaboraciones apabulla y sorprende. No es ningún novato y no ha tocado precisamente con desconocidos o mancos, es más, puede presumir de tener un gran curriculum.

    Al mismo tiempo, es justo decir que no es un bajista excepcional, ni puede presumir de una personalidad arrolladora, lo que probablemente tiene que ver con su relativo desconocimiento entre un cierto número de aficionados.

    El año pasado Fresh Sound, dentro de su sello New Talent, sacó su segundo CD, llamado Traveller. Título muy adecuado para su creador, un reconocido viajero que bebe de ciertas fuentes durante esos viajes que, posteriormente, se ven reflejados en su música, aunque sea como leves apuntes.

    El pasado 23 de noviembre se presentó este CD en la Bilbaína Jazz Club, con el cuarteto responsable de la grabación casi al completo. Al líder se unían el batería Joe Smith, el saxofonista bilbaíno Gorka Benítez y, en lugar de Steve Cardenas, el excepcional guitarrista Brad Shepik. Este pequeño cambio de formación resultó más decisivo de lo que podía parecer en un principio, pues hablamos de uno de los guitarristas más interesantes de los últimos años al que –a falta de otras referencias menos célebres– muchos recordarán por su imprescindible rol en el Tiny Bell Trio de Dave Douglas. Shepik aporto el lirismo y la polivalencia que le falta a Cardenas, al que podríamos considerar mas “guitarrista”, en el sentido estricto de la palabra, y menos “músico”. Y esto lo dice un guitarrista que, como tal, presta especial atención a estos detalles.

    El cuarteto tocó el disco enterito en un concierto sin sorpresas, con un nivel bastante alto y demostrando bastante empatía y compenetración. Los que habíamos escuchado atentamente el CD estábamos pendientes desde el primer acorde del papel y la implicación de Shepik en el cuarteto, y cuando abrieron con el tema “Djailo Feast”, quedó más que claro. A pesar de estar aún con la rigidez propia de los primeros minutos de una actuación, el guitarrista hizo gala de su dominio del instrumento con un acompañamiento inteligente y sofisticado, arropando a un Gorka Benítez que evocaba a Getz, con ese pálido toque que le caracteriza. Shepik llegó a jugar con varios fraseos más propios de un pianista que de un guitarrista, sin perder la identidad en ningún momento. Siguió el tema que abre el CD, “I Believe Ya’”, en el que Kell tejió un pesado ritmo con Joe Smith que daba mucha libertad a los solistas. Benítez aprovechó esta circunstancia y que el grupo se iba soltando para desarrollar un solo fantástico, frágil y al mismo tiempo con un swing imparable.

    Con el siguiente tema, “Pisciotta Blue”, prácticamente el único original que no aparece en Traveller, llegó uno de los momentos álgidos del concierto. Gorka Benítez cogió la flauta, instrumento al que cada vez se dedica más, y presentó el tema a dúo con el contrabajo. Al entrar el resto del grupo, al bilbaíno le salieron alas y nos obsequió con el que fue, probablemente, el solo más memorable de la noche. Sin dar mucho respiro comenzó “Crinkum Crankum”, tema escueto y nervioso planteado como vehículo para una doble improvisación continua que entrelazaron el saxo y la guitarra. En el disco, Cardenas y Benítez mantienen un dialogo medido, contenido a pesar de la libertad del planteamiento, pero en directo las cosas sonaron mucho menos encajonadas. Benítez se lanzo inconscientemente a una improvisación mas libre, o quizá al contrario, totalmente consciente de con quién estaba tocando, un Shepik magistral que persiguió al saxofonista por cada rincón de su solo sin darle cuartel.

    Kell se mantenía todo el tiempo como un líder inteligente y humilde. Sus composiciones, como su forma de tocar, son sencillas y se apoyan en un importante sentido de la melodía. Esto no es ninguna tontería y menos en un panorama, el actual, en el que demasiados jazzmen se empeñan en demostrar algo, o en compensar su falta de ideas a la hora de improvisar, con composiciones pretenciosas e interminables con constantes e inservibles cambios de ritmo. El contrabajista, en cambio, cerro el primer pase con “A Hand For Santiago”, una bellísima composición sobre un ritmo de 4/4, que abrió con un exquisito solo que anticipaba el carácter dulce y melódico del tema. La técnica de Kell es limitada pero segura, y su forma de tocar, tremendamente consciente y adecuada, le da exactamente lo que la música le pide. En pocas palabras, más con menos.

    “Hermeto”, dedicada a Hermeto Pascoal, fue el tema con el que abrieron tras el descanso. Lamentablemente, en directo Benítez no podía conversar consigo mismo como en el disco, en el que había sobre grabado saxo y flauta en un doble solo muy interesante. En cambio, Brad Shepik se mostró mas relajado que en el primer pase, en el que se le veía desconcentrado en algunos momentos, alargando innecesariamente algún solo en el que se estaba quedando sin ideas. Aquí brilló especialmente, como en el siguiente tema, la balada “Mary Louise”, una de las mejores interpretaciones del concierto, en la que Benítez y Kell también se lucieron especialmente. El bilbaíno demostró que es dueño de un sonido personal en un mundo de saxofonistas clónicos. Un sonido etéreo que sobrevuela por encima del resto de la música como un espectro, como venido de otro sitio.

    Después, “Can Festis”, sobre un ritmo latino, que nos brindo un solo polifónico de saxo y guitarra improvisando conjuntamente y que puso de manifiesto lo bien que se entendían los músicos.

    “Ijinna”, con sus aires arábigos, es una de las composiciones de Kell que más me gustan, pero pareció pillar desprevenido a Shepik, que se mantuvo demasiado pegado al tema durante gran parte de su solo. En cambio, “Lucy’s Back” dio rienda suelta a su vena mas groovy y bluesy, y cerró el concierto con mención especial en este último tema.

    El bis de rigor, una lánguida composición, en la que una vez mas destacó el guitarrista con un solo meditabundo, cita al Concierto de Aranjuez incluida.

    El cuarteto de Arthur Kell presentó sus interesantes composiciones y los solistas estuvieron a la altura con varios momentos brillantes. El único pero fue un Joe Smith que durante todo el concierto resulto un batería ruidoso e invasivo, no sé si sólo por su forma de tocar, que en muchas ocasiones es fantástica, o porque los platos de su batería sonaban bastante mal.

    En conclusión, un concierto interesante de un grupo que es el fiel reflejo de la personalidad y sensibilidad de su líder, que parece tener mucho que decir todavía.

    © Yahvé Mediavilla 2006