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TANGO REFLECTIONS TRÍO
XXIII Festival de Jazz de Madrid


Adrían Iaies

  • Fecha: 22 de noviembre de 2006.
  • Lugar: Centro Cultural Nicolás Salmerón (Madrid).
  • Componentes:
    Adrián Iaies: piano.
    Horacio Fumero: contrabajo.
    Matías González: bandoneón.

  • Comentario: Sólo fueron dos actuaciones las que ofreció el Centro Cultural Nicolás Salmerón, dentro del programa de conciertos del XXIII Festival de Jazz de Madrid, pero el nivel de ambas las situó nítidamente entre lo más destacado de un noviembre repleto de jazz. Tras el buen sabor de boca que había dejado el cuarteto de Marc Copland y Tim Hagans, el Tango Reflections Trío cuajó una presentación memorable.

    Con un repertorio mayoritariamente tanguero, Adrián Iaies, Horacio Fumero y Matías González crearon un clima muy cercano, una fiesta en el salón de casa en la que de pronto podías ver a Monk encontrándose con Piazzolla, a Evans conversando con Mores. Todos tan amigos.

    “El Marne”, de Eduardo Arolas (destacado bandoneonista y compositor de vanguardia en los albores del tango) abrió la noche y Adrián Iaies enseñó desde el comienzo su capacidad para dirigir sin imponerse. Tras una bellísima exposición de la melodía a cargo del trío, el pianista realizó unos breves pero vivaces paseos por el teclado para cederle luego el protagonismo a un Fumero inmenso que con su solo avisó del alto vuelo que iba a tener la noche. Después los dos dialogaron suave, calentando el ambiente para que el fuelle del joven Matías González (en reemplazo del gran Pablo Mainetti) entrara seguro a desgranar su historia, con el arco de Horacio apoyándole como un padrazo.

    Continuaron con “La pulpera de Santa Lucía” (música del guitarrista Enrique Maciel), originalmente un vals, en el que el trío mostró un sentido del swing apabullante. El circuito creativo Iaies-Fumero pisó el acelerador en un dúo entusiasta en el que entraron como trallazos unos arrebatadores fraseos de chacarera (un guiño a la letra campera del tema, escrita por el poeta Héctor Pedro Blomberg).

    “What are you doing the rest of your life”, de Michel Legrand, le permitió al trío lucir su perfil más intimista con un Iaies que tocaba muy espaciado. Cada nota del pianista fue el paso justo de un equilibrista que hacía poesía sobre el alambre.

    Casi con el mismo recorrido que se les escucha hacer en su disco Astor Changes, Fumero brilló con su “Chimango”, un tema en solo de contrabajo que desembocó en “Nocturna”, milonga de Julián Plaza, en la que Adrián y Horacio volvieron a trenzarse en un duelo apasionante con un juego de tensiones, quiebros y cambios de ritmo constantes, mientras un atento Matías González avivaba el fuego con los colores que exprimía de su bandoneón.

    El repertorio, dibujado con inteligencia, pedía a continuación un poco de sosiego y llegó la delicada y melodiosa “Mariposita”, de Anselmo Aieta, una exquisita miniatura a cargo de González e Iaies, con unos solos de una sencillez conmovedora, entre los que probablemente estuvieron los puntos álgidos de la actuación del bandoneonista.

    Aplausos encendidos y solo se quedó uno para interpretar “Uno”. Impecable soliloquio de Adrián, improvisando sobre los bordes de la melodía compuesta por Mores y Contursi. Con una gravedad contenida, el piano fue un personaje herido por la soledad, que hiló su discurso con la dignidad y la resignación de un antihéroe. Ni el menor asomo de exhibicionismo, cada pulsación, cada silencio, estuvo siempre al servicio de la historia. En el final, su mano derecha puso un bello y delicado rayo de luz. Alivio tras la confesión.

    El siguiente tema volvió a comenzar con una improvisación en solo piano, a la que poco después se sumó el toque amigable de Fumero. El dúo alzó el vuelo con el ritmo valseado de la melancólica “Pedacito de cielo”, en una versión muy original que Horacio remató luciéndose una vez más con el sonido alucinado de su arco.

    También en piano y contrabajo interpretaron “Silbando”, de Sebastián Plaza y Cátulo Castillo, con una atrevida rearmonización insuflada de swing, que puso una vez más en escena ese entendimiento mágico con el que Iaies y Fumero no dejaban de sorprender. Dos “cracks” tirando paredes, dibujando jugadas imposibles, bajo un sol otoñal y arrabalero.

    Ya cerca del final volvieron a reunirse los tres para despedirse a todo ritmo con “Astor Changes” de Iaies y una elaborada versión de “Decarísimo”, homenaje de Astor Piazzolla a Julio de Caro. Dos platos fuertes en el repertorio del trío que garantizaban un cierre con los aplausos más cálidos de la velada. En el bis, nos regalaron el swing travieso de “Valsesito para una rubia tremenda” de Iaies, sin duda una de las composiciones más queridas de su autor. Un estupendo broche que confirmó el excelente estado de forma de este trío que es en buena medida la depuración del trabajo que ha venido haciendo Iaies en estos últimos años. Un proyecto del que aún cabe esperar grandes momentos.

Texto: © 2006 Sergio Zeni
Fotos: © 2006 Pablo Neustadt