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CARLOS CARLI QUINTET
Granada

  • Fecha: 14 de julio de 2007.
  • Lugar: Parque El Majuelo. Almuñécar (Granada).
  • Componentes:
    Diego Urcola: trompeta, trombón de pistones.
    Javier Muela: saxos tenor y soprano, flauta.
    José Reinoso: piano.
    Javier Colina: contrabajo.
    Carlos Carli: batería.
  • Comentario:
    La noche dedicada al jazz latino llegaba a Almuñécar de la mano del quinteto de Carlos Carli, un uruguayo de nacimiento, pero madrileño de adopción, tras treinta años viviendo en Madrid. Sus acompañantes, de sobra conocidos en el panorama jazzístico nacional, estuvieron en todo momento perfectamente compenetrados, pese a que Colina tuvo bastantes problemas con la pastilla de su contrabajo, lo que provocó que durante casi todo el concierto su sonido fuese más bajo de lo que debiere, restando la solidez que el contrabajista hubiera podido aportar al sonido general, y quedando éste cojo, como el tango que daba título a una de las composiciones que interpretaron. Una lástima, dicho sea de paso, porque la elegancia con la que Carli se movió en la batería quedaba un tanto escasa de sentido rítmico, o más bien de riqueza armónica en la que apoyarse. Asimismo, Reinoso al piano aportaba un timbre lírico que necesitaba de esa sequedad tímbrica del “sonido Colina”, y sin embargo, y para variar, el músico ofreció un estupendo recital que hizo las delicias del respetable, especialmente de los aficionados al instrumento.

    Carlos Carli Quintet

    La sección de vientos se situaba en primer lugar del escenario y fue la que tuvo que hacer más filigranas musicales, debido al repertorio del quinteto, que navegó por aguas colindantes con los Andes: tangos, zambas, candombés de Montevideo..., eso sí, pasados por el tamiz del jazz. Así, Diego Urcola jugó con su trompeta a recordar sus orígenes argentinos y a mezclarlos con sus influencias neoyorkinas (no en vano el músico tiene la nacionalidad estadounidense y la residencia en la ciudad de los rascacielos), rasgando sonidos de su alma con la sordina, haciendo malabares con los dedos cuando el maestro Carli se decidía a acelerar el ritmo, aunque éste fue, en términos generales, bastante contenido durante todo el concierto. Fue toda una sorpresa verle tocar de manera reposada el trombón de pistones, acompañando a Javier Muela cuando éste tomaba las riendas en las partes dedicas a los solos. El  saxofonista estuvo casi todo el concierto soplando el saxo soprano, y logró melodías preciosistas que buscaban, tal vez, evocar las letras de las canciones en las que estaban basadas, y llegado el momento, divagar libremente sobre ellas como quien se ensimisma con la música. En ocasiones aportaba un enfoque oriental a la melodía, cuando soplaba la flauta y el resto de músicos ralentizaban su sonido para evocar lugares lejanos... Canciones como “Artigas mano izquierda”, “Tango cojo”, la zamba “La arenosa”, o la célebre canción que interpretase como nadie Mercedes Sosa, “Alfonsina y el mar”, que como cabía esperar, fue la más aplaudida por el público sexitano, y que, por fin, nos permitió escuchar el sonido del contrabajo de Javier Colina como se merecía.
     
    El grupo desde un primer momento planteó su música de forma muy correcta, desarrollando el tema, permitiendo el espacio temporal para la fabricación de los solos, y terminando con la exposición final del tema de nuevo. No había sorpresas a ese respecto, y eso era lo que cabía esperar, porque la música que emanaba de sus instrumentos era una música agradable, de agradecer en un festival veraniego al aire libre, en un jardín botánico como el Majuelo.

    Carlos Carli Quintet

    La parte final del concierto estuvo un poco más centrada en términos jazzísticos, aunque la naturaleza de los músicos les llevó a readaptar los temas a sus cometidos, lo cual siempre es de agradecer. Así, sonaron en El Majuelo “Solar”, de Miles Davis, aderezado con un fantástico ritmo de tanguillo que organizó Javier Muela; posteriormente “Blues for Astor”, de Urcola (era lógica la dedicatoria al maestro: no en vano, estuvo prácticamente toda la noche flotando en la atmósfera), y por último una estupenda mezcla de “La Yumba, de Osvaldo Pugliese, con “Caravan”, de Juan Tizol.
     
    Un concierto que, sin llegar a ser espectacular, hizo las delicias de los que gustan de los sonidos de ida y vuelta con ramalazos de jazz.

    Texto © 2007  Diego Ortega Alonso
    Fotos © 2007 Juan Jesús García