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ORNETTE COLEMAN
31º Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz.

  • Fecha: 20 de julio de 2007.
  • Hora: 21:00.
  • Lugar: Polideportivo de Mendizorroza (Vitoria).
  • Componentes:
    Ornette Coleman: saxo alto, trompeta y violín.
    Tony Falanga: contrabajo.
    Charnett Moffett: contrabajo.
    Al MacDowell: bajo eléctrico.
    Denardo Coleman: batería.
  • Comentario (José Francisco Tapiz):
    A estas alturas del partido no parece lógico pensar en un aficionado al jazz mínimamente coherente con su desarrollo histórico que niegue a Ornette Coleman una importancia capital entre las figuras más relevantes de este movimiento musical. Casi ha pasado medio siglo desde que el 1 de diciembre de 1960 el grupo encabezado por Ornette Coleman al saxo alto, Eric Dolphy, Don Cherry, Freddie Hubbard, Scott LaFaro, Charlie Haden, Billy Higgins y Ed Blackwell grabase un tema de 37 minutos y 3 segundos de duración. Editado en el sello Atlantic y acompañado en su carpeta doble por una pintura de Jackson Pollock titulada “White Light”, daría con su título el nombre a uno de los últimos movimientos con nombre propio en la historia de esta música: el free jazz.

    A pesar de sus casi ochenta años de edad y de ser el padre de un estilo que apenas tiene cabida en festivales como el de Vitoria, en 2007 se ha hecho un hueco en su programación para recibir y homenajear a este veterano saxofonista que ha regresado al mercado discográfico en 2006 con Sound Grammar tras más de diez años de ausencia. Esta obra, que inaugura el catálogo del sello del mismo nombre, fue merecedora del premio Pulitzer en la categoría de música, estuvo nominada a los premios Grammy y permaneció como un nombre constante en los primeros puestos de las listas de los mejores discos de 2006 para la prensa especializada en el jazz.

    Su concierto en Vitoria presentó dos novedades: la ausencia del contrabajista Greg Cohen fue suplida por el bajo eléctrico de Al MacDowell, y al dúo de contrabajistas inicial formado por éste y Tony Falanga se unió el tercer contrabajo de Charnett Moffett, hijo del batería Charles Moffett, compañero de andanzas de Coleman hace unas cuantas décadas. Así pues el cuarteto anunciado inicialmente se transformó en un quinteto completado por Denardo Coleman a la batería.

    Ornette Coleman demostró en Vitoria que aunque los años no pasan en balde, su sonido al saxo alto va mucho más allá de ser un mero hilo de sonido o la esquelética sombra de lo que fue en el pasado. El público de Vitoria, que casi llenaba el recinto, recibió calurosamente a un músico que merece el respeto de los mitos para escuchar su música. Ésta abarcó prácticamente toda su carrera ya que en el recital incluyó tanto temas de su época inicial como "Turnaround" (incluido en Tomorrow Is The Question, 1959) o "Lonely Woman" (The Shape Of Jazz To Come, 1959), como otros actuales (los compuestos para Sound Grammar), sin dejar de pasar por otros bien conocidos de su discografía como "Song X" de la grabación del mismo nombre junto a Pat Metheny del año 1985.

    Los tres contrabajistas sirvieron como colchón perfecto para que Coleman desarrollase su música con el saxo alto, la trompeta o el violín. Ésta se pudo disfrutar de un modo conjunto o en cuatro niveles musicales independientes pudiendo obviar las malas maneras de un plano, anodino y vulgar Denardo Coleman a la batería. Por fortuna los otros cuatro músicos se revelaron como una máquina sonora perfectamente engrasada que se permitió lujos como que Tony Falanga (soberbio al arco) iniciase en solitario un tema de Johann Sebastian Bach (el preludio de la “Suite número 1 para chelo en Sol mayor”) para que posteriormente se fuesen incorporando el resto de músicos y llevasen a esa música al terreno de la harmolodía, haciendo que su ejecución estuviese perfectamente encajada en el resto del concierto. Quizás no sea otra cosa que la magia de los genios, la magia de la gran música.

    © 2007 

  • Comentario (Arturo Mora Rioja):
    La verdad no es absoluta. Incluso en muchas ocasiones debemos cuestionar su existencia. Si el arte es un paradigma de controversia y la música es, quizás, la disciplina artística más compleja de enjuiciar, el jazz se encuentra en el furgón de cabeza, y el free jazz se lleva la palma. Si somos, además, espectadores de una figura histórica del estilo en el marco de uno de los festivales de jazz más importantes de Europa y si, encima, un análisis técnico de lo presenciado sugiere altibajos, la controversia se apodera del ambiente por completo. Intentemos arrojar algo de luz (o, al menos, buscarla).

    Ornette Coleman revolucionó el mundo del jazz entre finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Su búsqueda de alternativas al jazz ortodoxo encontró premio en el movimiento del free jazz, música improvisada con libertad rítmica, armónica y, aparentemente, formal. Para algunos el free fue la última evolución del tronco central del jazz. Con este bagaje, la presencia del veterano saxofonista en el pabellón vitoriano suponía una oportunidad única de tomar contacto con una leyenda viva. Coleman está muy mayor, pero su sonido de saxo alto sigue siendo inconfundible y, aunque no se excede en sus improvisaciones, continúa demostrando un ataque feroz. Desde este ángulo no exento de cierta dosis de fetichismo, el concierto fue emocionante. Muchos veían a Ornette por primera vez y coleccionaron uno de sus cromos más valiosos.

    Por otro lado la propuesta colemaniana era más que interesante. Avalado por su reciente Sound Grammar (premio Pulitzer de la Música 2007 y nominado al Grammy de Mejor Disco de Jazz Instrumental), el tejano se presentaba con el inusual acompañamiento de batería y tres bajos: el contrabajista clásico Tony Falanga, el bajista eléctrico Al MacDowell (que sustituía al inicialmente anunciado Greg Cohen) y una incorporación de última hora: Charnett Moffett, hijo del batería Charles Moffett (habitual en varias grabaciones de Coleman en los sesenta). El concepto del quinteto no era en absoluto revolucionario, presentando una clara continuidad con el trabajo anterior de Ornette, si bien tampoco reivindicaba un revisionismo hueco. El timbre formado por los tres bajos y la función de cada uno de ellos en la música sustentó la curiosidad.

    Metidos en harina, la calurosa acogida del público alavés devino en desinterés a mitad del concierto, para repuntar hacia el final de éste, cuando Coleman recuperó sus conocidos "Song X" y, a modo de bis, "Lonely Woman". Tony Falanga, sobrado de técnica, solía lanzar líneas contrapuntísticas con arco, destacando especialmente en su interpretación del preludio de la “Suite número 1 para chelo en Sol mayor” de Johann Sebastian Bach, posteriormente pasada por el tamiz de Ornette. La misión del frenético Charnett Moffett guardaba similitudes con la que Charlie Haden o Scott LaFaro llevaran a cabo en los primeros grupos del líder, incorporando su peculiar técnica de slap al contrabajo y el sonido de wah-wah cuando utilizaba el arco. Al MacDowell a veces tocaba líneas en primer plano, otras veces contrapunto, otras arpegiaba en busca de esbozos armónicos. Especialmente interesantes fueron los momentos en que cada miembro del grupo tocaba a un pulso distinto.

    Todo podía haber sido bastante bonito, pero un elemento se encargó de arruinar la noche: Denardo Coleman. El hijo del padre del free jazz fue incapaz de tocar con coherencia, no digamos con gusto. Negado para llevar los tempos más sencillos, su hi-hat excesivamente abierto y su enorme bombo estuvieron tapando continuamente al resto de músicos, en un despropósito de dimensiones colosales. Su falta de sentido rítmico invitaba a imaginarse cómo podría sonar esta banda con un Jack DeJohnette. Haciendo gala de un sonido tosco, en claro contraste con el tejido sonoro cuidadosamente engarzado por su padre y los tres bajistas, Denardo se aceleraba y tropezaba, flexibilizando el tiempo en exceso. Fijar la vista en cualquiera de sus extremidades descubría todo tipo de asimetrías y descoordinaciones.

    Una pena. Casi cincuenta años después de la revolución de Ornette, su música es hoy parte indiscutible del legado jazzístico. Arte en estado puro, lirismo dentro de un aparente caos, el trabajo melódico del saxofonista hace bueno el título de su recopilación del sello Atlantic Beauty Is a Rare Thing ("La belleza es algo escaso"). Qué lástima que no elija mejores compañeros de viaje. La confianza da asco, y más confianza que en la familia…

    © 2007