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KENNY BARRON TRIO
43 Heineken Jazzaldia

  • Fecha: 26 de julio de 2008.
  • Lugar: Sala de Cámara del Kursaal (San Sebastián (Guipúzcoa)).
  • Componentes:
    Kenny Barron: piano.
    Kiyoshi Kitagawa: contrabajo.
    Francisco Mela: batería.
     
  • Comentario:
    Kenny Barron es uno de los grandes en lo suyo. Técnicamente impresionante, suele ser competente casi siempre y en ocasiones sobresaliente e incluso brillante. Su camino, herencia directa de Hank Jones, Tommy Flanagan y en menor medida, de su admirado Barry Harris, se sustenta en el bop, aunque puede tocar casi en cualquier estilo con facilidad. Al mismo tiempo, esta flexibilidad va acompañada de una absoluta falta de personalidad, probablemente buscada, que hace de Barron un gran acompañante, pero que puede diluir algunos de sus esfuerzos como líder.
     
    Siendo capaz de lo mejor, el pianista desembarcó en los escenarios de San Sebastian con la tranquilidad de quien los había pisado en numerosas ocasiones. Vino a cumplir, y eso hizo, pero a un nivel muy por debajo de su capacidad. Lo que podría haber sido una gran sesión del tradicional trío de piano, resultó un concierto rutinario y aburrido.
     
    Acompañado de Kiyoshi Kitagawa y Francisco Mela, Barron abrió con un “Softly As In A Morning Sunrise” que traía a la memoria el glorioso comienzo de su disco Green Chimneys (criss cross, 1983). Desgraciadamente, Kitagawa y Mela no son Buster Williams y Ben Riley, y definitivamente, Barron no estaba en tan buena forma como entonces. En cualquier caso, la banda “caminaba” y todo iba según lo esperado; a medio pistón, pero en su sitio. Entonces llegó el segundo tema, un original que da nombre al último disco del pianista, The Traveler, y la cosa se fue a pique. Barron no es un mal compositor, pero aparte de su multi-versionado “Voyage” y alguna que otra pieza aquí y allá, sus temas no son particularmente memorables. “Ask Me Now” fue un soplo de aire fresco, recuperando la atención perdida en el soporífero tema que la precedió. Barron es un maestro reinterpretando a Monk, e incluso en sus horas mas bajas lo hace con una capacidad pasmosa.
     
    “New York Attitude”, otro original de Barron mas cercano al post-bop tradicional (y por lo tanto mas digerible) hizo embarcarse al líder en un largo solo que trajo el aburrimiento una vez más. No es que estuviese mal, pero las improvisaciones de Barron estaban oídas mil veces, y tocadas de manera desganada, en piloto automático.
     
    Francisco Mela, que saca un sonido precioso a su batería (cuya configuración es algo extraña: caja, un timbal, dos bases, bombo, charles y tres raids), tuvo aquí la oportunidad de desarrollar un extenso solo. La verdad es que no se estaba luciendo demasiado durante el concierto, pero hubiese sido mejor que se mantuviese acompañando. Su intervención fue torpe y carente de forma, como si no supiese bien que hacer ante semejante papeleta. Llegó a perder el control de una baqueta (y la propia baqueta en realidad) tres veces en menos de 40 segundos, y a partir de ahí su desorientación fue aún mas evidente. Me consta que Mela es un buen batería y hay que decir (aparte de lo de su sonido) que tiene un enfoque bastante original de los acompañamientos y que intenta empujar al solista sin avasallarle, pero un mal día lo tiene cualquiera.
     
    El momento realmente fantástico del concierto llegó de mano de una de las facetas menos cultivadas por Barron: el piano solo. El clásico de Eubie Blake, “Memories Of You”, fue delicioso de principio a fin, con el pianista dándolo todo en una gran interpretación, en la que se explayó a gusto con un estilo denso, pero controlado. De hecho, uno de los principales problemas del concierto fue la aproximación del pianista a su instrumento, sobrecargada e invasiva durante gran parte de las piezas en trío. Esa aproximación era fantástica en piano solo, pero entorpecía la comunicación entre sus acompañantes y daba una sensación de descontrol que no ayudaba a la música, de por si monótona y rutinaria.
     
    La preciosa melodía de “You’ve Changed” fue interpretada por Kitagawa, principal solista de la pieza, que se defendió todo el concierto con solvencia y corrección. El japonés tiene una fuerte conexión con su jefe, con quien colabora desde hace años, y su dominio del instrumento es innegable.
     
    A estas alturas el concierto estaba claro. Siguieron con una bossa, un “cooker” rapidito para ir terminando… Todo según el guión. Planeado hasta el último minuto. Un concierto seguramente muy parecido a los que dio en días anteriores y posteriores a su actuación de San Sebastian. Un repertorio y formato adaptado a los festivales veraniegos de la vieja Europa, que poco le va a cuestionar a estas alturas.
     
    No fue un mal concierto, propiamente dicho; fue simplemente una muesca más en la larga lista de conciertos rutinarios e intranscendentes de Kenny Barron. Peor no lo puede hacer, porque el tipo es un gran pianista y un gran músico de jazz. Pero puede hacerlo muchísimo mejor, de eso no hay duda.

    © 2008  Yahvé M. de la Cavada