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RON CARTER FOURSIGHT “Dear Miles”
28º Festival de jazz San Juan Evangelista - El legado musical de Miles Davis & Kind Of Blue

  • Fecha: 24 de octubre de 2009.
  • Lugar: C.M.U. San Juan Evangelista (Madrid).
  • Componentes:
    Ron Carter: contrabajo
    Stephen Scott: piano
    Payton Crossley: batería
    Rolando Morales Matos: percusión

  • Comentario:
     
    Ron Carter Foursight. Foto: Sergio Cabanillas

    ¡Qué gusto ver el Johnny destilando buena música y lleno hasta los topes! Si algún despistado no hubiera estado al corriente de la historia, podría pensar que aquí no ha pasado nada, que el San Juan Evangelista sigue ofreciendo jazz de altura como siempre. Pero los recientes acontecimientos que abocaban al club a su cierre y la intensa acción popular en contra del mismo otorgan aún más importancia a este ciclo de otoño dedicado a Miles Davis y al 50 aniversario de la grabación de Kind Of Blue, el disco más cacareado (en el buen sentido) de la historia del jazz.

    Y qué mejor que rememorar al trompetista de San Luis con la actuación de uno de los puntales de su segundo gran quinteto, el de los años sesenta. Ron Carter fue contrabajista de Miles entre 1963 y 1968, apareciendo en algunos de los discos más memorables de la época (Seven Steps To Heaven, E.S.P., Miles Smiles, Nefertiti, Filles De Kilimanjaro). Desde hace ya varios años comanda su cuarteto Foursight, un trío de piano ampliado por un percusionista, y su último trabajo discográfico lleva el oportuno título de Dear Miles (“Querido Miles”).

    Ron Carter. Foto: Sergio Cabanillas

    El concierto fue impecable de inicio a fin. Antes de tocar una sola nota, la mera presencia de los trajeados músicos (idéntica camisa y corbata, idéntico traje excepto en el caso del líder, con chaqueta cruzada) aportaba un toque de distinción, correspondiendo debidamente a los vítores del público. Como viene siendo habitual en los conciertos del cuarteto, comenzaron abordando una interpretación de una hora de duración en la que fueron combinando temas y distintas secciones de forma orgánica, enlazando swing, funk y ritmos latinos con suavidad, buena sincronización y naturalidad. Ni una partitura sobre el escenario.

    A veces Stephen Scott (¡vaya calcetines!) improvisaba sobre la sección rítmica cantando con la voz sus frases pianísticas, a veces era Ron Carter quien ejercía de protagonista, y en otras ocasiones los cuatro músicos cubrían todos los planos de la interpretación, no a modo de improvisación colectiva, sino más bien aportando pinceladas a una línea discursiva común. La figura de Carter aparecía majestuosa en el centro del escenario, siempre concentrado y apoyado en un taburete alto. Sus tres compañeros de aventura se mostraban sonrientes, intercambiando continuamente miradas de complicidad. Durante el primer bloque de temas se hizo especial hincapié en “Joshua”, renovado mediante un cuidado arreglo con obligados rítmicos y cambios de métrica, y en el relajado “Flamenco Sketches”, donde reinó el espacio. Es de agreceder que Carter no cayera en el revisionismo plano, aportando nuevos arreglos al material de Davis.

    Las citas de mayor o menor tamaño jugaron un papel importante a lo largo de toda la noche. La banda se refirió a “So What” y a “All Blues”, el contrabajista esbozó A Love Supreme… Pero todo tenía cabida y sonaba cohesionado. La afinación de Ron Carter nunca ha sido perfecta (especialmente esta noche, donde parecía no estar familiarizado con el instrumento), y a veces desplaza el ritmo en exceso en su continua búsqueda musical; pero no deja de inventar, de probar, de sentir y de vivir la construcción del arte en tiempo real. Y, claro, casi siempre obtiene premio. Encomiable en alguien con tantos años de profesión a sus espaldas.

    El grupo manejaba las dinámicas a la perfección, especialmente las bajas, y eso permitió un momento de lucimiento (uno de tantos) por parte del percusionista Rolando Morales Matos (que actuó en vez del inicialmente anunciado, Roger Squitero). Armado tan sólo de un triángulo, Morales hizo las delicias de unos asistentes que, por unos segundos, ni siquiera respiraron para poder apreciar el timbre del instrumento. Original y efectivo. El batería Payton Crossley, viva imagen de la moderación, abordaba solos comedidos, siempre sacando el máximo partido de ideas rítmicas concretas.

    Carter seguía haciendo gala de los recursos que más le gusta utilizar: glissandos, acordes, notas ligadas, armónicos… Otro de los momentos mágicos de la noche fue su dúo con Morales Matos. Versiones bien arregladas de “My Funny Valentine” (con Scott citando “Cheek To Cheek”) y “You And The Night And The Music” cerraron la actuación. Tras los insistentes aplausos del respetable, y sin abandonar el escenario, la banda ofreció un bis de corte latino tras larga introducción de percusión. Una hora y tres cuartos. El público siguió aplaudiendo, pero tan sólo para que Carter saliera a devolver el saludo. La música ya había sido suficiente.

    Excelente concierto, excelentes músicos, excelente público y excelente auditorio. La vida sigue y la música en el San Juan Evangelista también. ¿Cómo iban a acabar con esto? ¿En qué cabeza cabe? Larga vida a Ron Carter. Larga vida al jazz. Y larga vida al Johnny.

    Texto © 2009 Arturo Mora Rioja
    Fotos © 2009 Sergio Cabanillas