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TORTOISE
41º Festival de Jazz de Barcelona 2009

  • Fecha: 18 de noviembre 2009.
  • Lugar: Palau de la Música (Barcelona).
  • Componentes:
    John Herdon: batería, vibráfono, teclado y efectos
    Jeff Parker: guitarra eléctrica, teclados
    John McEntire: batería, teclados, efectos
    Doug McCombs: bajo eléctrico
    Dan Bitney: vibráfono, guitarra eléctrica, teclados

  • Comentario: Cuando Tortoise aparecieron de nuevo en un escenario en Barcelona, de algún modo parecía que el tiempo no hubiese pasado. Todo emanaba una cierta cotidianidad: la distribución de los instrumentos sobre el escenario era la misma –con las ya clásicas dos baterías enfrentadas y los dos vibráfonos por detrás–, los componentes eran los mismos, la música no había cambiado, el público parecía el mismo, las mismas caras. Barcelona es una ciudad pequeña. Tan sólo algunos detalles en el físico de los músicos, como las canas del batería John McEntire o la papada del bajista Doug McCombs, delataban que habían pasado casi cinco años desde la última visita del grupo a Barcelona. La media de edad de la audiencia también había subido. Los veinteañeros que descubrieron a Tortoise durante su esplendor en la segunda mitad de los 90 se han hecho mayores y han ido acumulando anécdotas de bolos pasados y expectativas distintas, las que se puede tener cuando se vuelve a ver en directo a un grupo que parece que ya ha ofrecido lo mejor de sí en el pasado. “Ojalá que toquen tal o cual...”, se podía oír entre los aficionados subiendo las escaleras del Palau de la Música... Las quinielas sobre el repertorio se cumplieron casi al pleno. Al final del concierto, la sensación no será la de haber asistido a un concierto de presentación de un nuevo disco –aunque la excusa fuera su reciente Beacons Of Ancersorship (Thrill Jockey, 2009)–, sino a un concierto de grandes éxitos.

    Pero a pesar de los pesares, Tortoise siguen siendo poderosos sobre un escenario. Dominan la comunicación musical con su público que, a pesar de los pesares, les perdona todo. Hubo algunos errores menores de ejecución y volvieron a tocar las composiciones que les auparon como una de las figuras claves para entender el fenómeno del postrock hace ya más de diez años, pero el público, fiel, les aplaudió fervorosamente. No era para menos, siguen estando en plena forma. Como es habitual, todos los músicos acabaron tocando casi todos los instrumentos en su particular baile rotatorio. Empezaron incisivos, graves, usando los sintetizadores, con uno de los mejores cortes de su último disco, “High Class Slim Came Floatin'”. Fue un gran inicio para un concierto en el que también sonaron “Seneca”, “”Eros, “In Sarah”, “Mencken”, “Christ And Beethoven There Were Women And Men”, “I Set My Face To The Hillside”, “The Suspension Bridge At Iguazú Falls”, “Benway”, “Dot/Eyes”, “Crest”, “Salt The Skies”, y “Monica”. La gran mayoría del repertorio que interpretaron perteneció a discos como TNT , It's All Around You  y Standards. En medio tan solo intercalaron otros tres temas nuevos: “Prepare Your Coffin'” –quizá lo mejor de su último trabajo– “Gigantes” y “Yinxianghechengqi”, con el que empezaron el primero de los dos bises que hicieron.

    En las nuevas piezas se ve claramente cómo el sonido de los sintetizadores ocupa ahora un lugar central de las composiciones, cosa que les proporciona una agresividad y contundencia que nunca hasta ahora habían tenido –enfatizada en directo por la actitud chulesca y casi lasciva con la que McEntire tocaba las teclas, como cowboy sin caballo–, pero que por momentos llega a ensuciar tanto las melodías que las afea. Afortunadamente, en la puesta en directo, las guitarras y las baterías ganan la partida a los sonidos marcianos de los sintetizadores analógicos por los que ya empezaron a apostar en trabajos anteriores y hacen que los nuevos temas se integren a la perfección en el repertorio. Dicho de otro modo, si alguien del público no hubiese conocido previamente a la banda no hubiera podido distinguir qué temas han sido compuestos en el presente y cuáles lo fueron hace más de una década. Tortoise ha unificado y patentado ya su propio sonido, para lo bueno y para lo malo. 

    Conciertos como este permiten tomar una perspectiva muy interesante de cómo lo que se llamó “música independiente” ha evolucionado en los últimos quince años. Le ayudan a uno a preguntarse qué es lo que aportaron Tortoise en su momento y hasta dónde ha avanzando la música indie en el presente. Quedó evidente que la banda sigue a lo suyo, quizá de una forma romántica, quizá porque si no tendrían que renunciar a lo que musicalmente “Tortoise” significa, quizá porque no pueden dejar morir a un grupo que les proporciona el éxito y reconocimiento que ninguno de sus miembros ha conseguido con proyectos propios, quizá porque ahora pueden tocar sin presión sabiendo que lo mejor y lo peor ya lo han pasado y lo que quieren tocar es precisamente eso, lo suyo. Sea como sea, los de Chicago son los representantes vivos de la época brillante de la música independiente y el rock de vanguardia que hizo evolucionar el mathrock y el krautrock hacia otros lares; son hijos de una época que aún hace sonar sus ecos en el presente pero que ya empieza a quedar mucho más lejos de lo que parecía. Quizá el postrock tenga un mal envejecer, quizá su fórmula musical ya empieza a estar más que superada...

    Reflexiones aparte, hay otra realidad más cercana... Después del bolo, cerveza en mano y tomando el aire, el batería John Herdon hablaba con los aficionados apoyado en una de las paredes de nueva construcción del Palau de la Música. Estaba impresionado por el marco modernista en el que habían tocado hacía un rato. Se mostraba muy ilusionado por volver a salir de gira con el grupo por Europa. El recibimiento en Barcelona, la primera ciudad que visitaban en su tour por el viejo continente, no pudo ser mejor. No fue para menos: hicieron el concierto que todo buen aficionado al grupo hubiera querido oír. Aunque a unos músicos de su bagaje creo que hay que pedirles algo más.

    Texto © 2009 Olga Àbalos