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I FESTIVAL INTERNACIONAL DE IMPROVISACIÓN HURTA CORDEL BCN 2010

  • Fecha: Jueves 11, viernes 12 y sábado 13 de febrero de 2010 .
  • Lugar: Espai Cultural Caja Madrid (Barcelona).
  • Formaciones:
    Fritz Hauser; Pandillismo (Mario de Vega, Rogelio Sosa, Juan Pablo Villa y Julián Bonequi); Baldo Martínez; Marjolaine Charbin, Gail Brand y Maggie Nicols; Cremaster (Alfredo Costa Monteiro y Ferran Fages); Otomo Yoshihide y John Butcher.

  • Comentario:

    Bueno, de entrada, decir que es una estupenda noticia para Barcelona que este festival madrileño que organiza la asociación Músicalibre se instale entre nosotros, a poder ser de una forma definitiva. En algo más de una década ha conseguido hacerse un nombre dentro del panorama internacional de la música improvisada y experimental, así que ojala que haya muchas ediciones más en Barcelona, de tres días, como esta, o de cuatro, cinco, y hasta de un mes. Los aficionados a esta música en Barcelona, fuera de las consabidas iniciativas privadas, lo cierto es que lo tenemos crudillo. He de decir que pensaba lo mismo días antes que una vez finalizado el festival porque, tal y como lo veo, esta cuestión de tener un certamen estable va más allá del éxito puntual o no que pueda tener una edición. Así que, Hurta Cordel, sigueu benvinguts, sed bienvenidos, you’re welcome.


    Fritz Hauser

    La primera de las tres jornadas fue, vista a priori, la más ecléctica. La abrió el percusionista suizo Fritz Hauser, que antes de iniciar su concierto nos advirtió que éste iba a ser una suerte de viaje, como el que él mismo había realizado esa mañana en tren desde Madrid. Un itinerario al que nos ayudaría a imaginarlo con su amalgama de elementos de percusión, pequeños platos y campanas, objetos, gong y un enorme bombo. Hauser se tomó su tiempo, todo hay que decirlo, pero como me dijo alguien a la salida, le sobró algo de catálogo de posibilidades. Es cierto que demostró ser un percusionista exquisito, capaz de generar una riqueza de timbres y ritmos fabulosa, propia de alguien con formación clásica, pero le falló un tanto el aspecto de control general del conjunto, de su construcción. No supo construir bien ese “viaje” que antes de la actuación nos había invitado a hacer con él. O, mejor dicho, tal vez se pasó de estación. Días después, un amigo me comentaba que había sido demasiado “narrativo” para su gusto, pero creo que en realidad lo que quiso decir es que lo que le había resultado es demasiado “descriptivo”, pues de haber hecho una buena narración no estaríamos comentándolo ahora.


    Pandillismo

    Ese primer día se cerró con el que para mí sería el concierto más flojo del festival, el del cuarteto hispano-mexicano Pandillismo, que combinan electrónica, voces y percusiones de un modo, a mí entender, demasiado apresurado. Tal vez les faltó un poco más de interacción, digamos, positiva, o constructiva, entre ellos. La imagen que tengo de su actuación es la de cosas buenas pero aisladas, no relacionadas con el resto. Cosas de alguien, como Mario de Vega, que me gustó como trabajaba la electrónica, o de Juan Pablo Villa, que tuvo intervenciones vocales que me sorprendieron (el único que no procesaba la señal de su micro), o cosas, también, del batería Julián Bonequi, que estuvo contundente pero al mismo tiempo creativo. Así, las dos improvisaciones que realizaron, todo y registrar algunos momentos de interés, me resultaron fallidas, un tanto indolentes. Hay que admitir una cosa, y es que en la actualidad una de las suertes más difíciles es la que combina esa electrónica tan áspera con elementos acústicos tan frágiles como, en este caso, la voz. Así que, si esto es tal y como lo digo, quizá por eso haya que emplearse dos veces más que cualquier otro. No obstante, volveremos a verlos si se da la ocasión.


    Baldo Martínez

    El segundo día fue el día clásico, dicho esto con todos los matices y salvedades y referido, obviamente, al contexto de la improvisación. No estoy diciendo que el solo de contrabajo de Baldo Martínez o el trío de improvisadoras formado por Nicols, Brand y Charbin sean clásicos, es que dentro de la perspectiva de la improvisación libre el formato en que se presentaron lo era más que otros. Pero vayamos a Martínez y a su set de improvisación a medias. ¿Por qué a medias? Pues porque, todo y que nunca se improvisa con la mente en blanco, siempre hay elementos predeterminados en la mente, en este caso esos elementos también eran externos, físicos, provistos por un loopeador que trajo consigo. La disposición del concierto, con 6 o siete improvisaciones cortas, así como el planteamiento de cada una de ellas, también hacía pensar más en temas prefigurados que en improvisaciones propiamente dichas, todo y que había partes improvisadas en su discurrir. En algunos momentos el resultado fue excelente, mostrando una hibridación más propia del jazz. Pero, no obstante esto, en algunas partes me hubiera gustado verlo ensayar más, probar más cosas, tirarse a la piscina. No es que no lo hiciera, o no lo hiciera lo suficientemente, pero se notó que estaba anclado por esas miniestructuras internas y externas, mentales y de loops –las primeras tal vez por el condicionante de llevar los segundos–, y, por tanto, para mi gusto le faltó vuelo en algunos momentos. Y digo esto porque me parece que a Martínez le sobra capacidad para hacerlo y porque ya lo ha hecho en el pasado, y porque en ese registro hubiera sido más novedoso verlo.


    Gail Brand - Marjolaine Charbin

    El concierto de las damas, que si tengo bien entendido se reunieron ex profeso por demanda del Hurta Cordel, contuvo algunas de las cosas más memorables de esta primera edición barcelonesa del festival. La vocalista Maggie Nicols, la trombonista Gail Brand y la pianista Marjolaine Charbin, realizaron una actuación distendida, con elementos humorísticos, con algo de performance (siempre que está Nicols de por medio la cosa es así, pero además Brand se la vio gustosa sumándose a la cosa), y si se me permite, canónica desde el punto de vista de lo que es la improvisación británica. Me sorprendió gratamente Charbin, a la que no conocía, y que realizo un trabajo con el piano, sobre todo preparado, que no adoleció de esa tentación de “muestreo” que había tenido Hauser la noche antes. Además, estuvo contenida pero siempre presente, sosteniendo ese mundo que las otras dos desarrollaban en tiempo real, apartada en su rincón del escenario. A Brand ya la había oído, pero nunca la había visto en directo, y en ese contexto me gusto porque, como he dicho, se mostró como un “animal de escenario” (permítaseme la parábola un tanto excesiva, lo admito), pues supo estar y aplicar en ese contexto distendido, casi cabaretero, su amplia gama de recursos de técnicas extendidas. Brand se movía constantemente, acercándose a una u otra, para secundar los desvaríos de la Nicols, o para tramar nuevos enfoques con la Charbin. De hecho, lo mejor del concierto para mí surgió de esas relaciones que se iban creando entre ambas. Maggie Nicols, por su parte, todo y tener momentos deliciosos, no estuvo tan bien como la anterior vez que la había visto en Barcelona, en el segundo Festivalet de Música Improvisada en 2007.


    Costa Monteiro - Ferrán Fages

    El tercer y último día, dedicado a la electroacústica, fue en conjunto, el mejor. En primer lugar, y sobre todo, por la actuación de Cremaster que, tras un largo tiempo sin actuar en Barcelona, ofrecieron un set muy distinto a lo que habían venido haciendo anteriormente. Mucho más plástico, menos rotundo y epitético. Un buena prueba de esto la encontramos al comparar lo que vimos en el show de Hurta Cordel con el disco que han editado recientemente en el sello polaco Monotype, Noranta graus a l’esquerra, extraído de distintas sesiones realizadas entre 2004 y 2008 en Barcelona, y que muestran a esos otros Cremaster intratables y unívocos. No es que sean ni mejores ni peores, simplemente han tomado un derrotero que puede marcar un cambio (al menos por lo que me han dicho que ocurrió también en una actuación suya posterior a lo de Hurta Cordel). El formato es el mismo, mientras Costa Monteiro aplica objetos sobre el cuerpo de una guitarra eléctrica, como en una mesa de operaciones, Fages trabaja con una miscelánea de pequeños elementos que extrae de aparatos electrónicos y que amplifica y manipula a través de una mesa de mezclas. Sin embargo, insistimos, el resultado fue algo distinto, más abierto, con mayor dinámica así como con un tipo de juego más palpable entre los elementos, alejándolos de esa dureza que los había llevado a ser calificados como hardcore y noise, y hasta como punk.


    Otomo Yoshihide - John Butcher

    La velada y el festival la cerraron el dúo del japonés Otomo Yoshihide y el inglés John Butcher, el primero con guitarra eléctrica preparada, mesa y tocadiscos, y el segundo a los saxos tenor y soprano, con manipulación ocasional de la salida de micro. Fue una actuación dilatada, larga, casi una hora por un recorrido que tuvo sus más y sus menos, aunque en general se trató de un buen set. Una improvisación única, laboriosa, que fue construyéndose palmo a palmo. Una de las mejores cosas que podía extraerse de ella es que permitía recrearse en el hecho en sí de cómo se elabora una pieza de improvisación libre, sus dificultades, sus puntos de inflexión, sus embotellamientos. Una dimensión didáctica que además contó con dos intérpretes de excepción, un Butcher que estuvo muy activo, muy presente, incluso por momentos hasta medio melódico y todo; y un Yoshihide que estuvo a priori, sólo a priori, más discreto, trabajando sobre unas capas sonoras que eran la base del conjunto y también el trampolín desde el que asaltar la escena con sonidos de guitarra eléctrica más reconocibles, sonidos agónicos y retorcidos, con acoples que esculpía y ahogaba. A veces, también, echando acordes plenos y trabajando en el cuerpo de las cuerdas, otras incluso proponiendo pequeñas patrones con ritmos nipones. Para resumirlo, Butcher y Yoshihide ofrecieron una sesión que tal vez pudo salirles mejor pero que, en cualquier caso, fue la sesión de dos experimentados improvisadores, inteligentes y con un buen montón de recursos a cuestas.

    Una último apunte, de todas las formaciones y músicos que actuaron en Barcelona, sólo dos, Baldo Martínez y Cremaster, no lo habían hecho también en la sincrónica edición de Madrid. Fins la propera, Hurta Cordel!

    Texto © 2010 Jack Torrance
    Fotografías © 2010 Joan Cortés