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CECILIA KRULL QUINTET / TARBABY
“La universalidad del jazz fuente de renovación y futuro”
19º Ciclo Jazz es Primavera-II Festival Eurojazz 2011. Ellas crean

  • Fecha: 18 de marzo de 2011.
  • Lugar: C.M.U. San Juan Evangelista (Madrid).
  • Componentes:

    Cecilia Krull Quintet

    Cecilia Krull: voz
    Rafael Pérez: guitarra
    Richard Krull: piano
    Miguel Salís: contrabajo
    Jorge Santana: batería

    Tarbaby

    Oliver Lake: saxo alto
    Ambrose Akinmusire: trompeta
    Orrin Evans: piano
    Eric Revis: contrabajo
    Nasheet Waits: batería

  • Comentario:
     
     

    La cantante madrileña Cecilia Krull forma parte de esa pléyade de voces femeninas que intentan hacerse un hueco en el panorama del jazz nacional. A pesar de su juventud, inició su carrera profesional hace 15 años, aunque no siempre ha estado ligada al jazz. Es evidente que su interés por esta música le ha venido de la mano de su padre, el excelente pianista Richard Krull, con quien ha podido aprender y empaparse de los sonidos del swing.

    Acompañada por un quinteto que se encargó de arroparla en todo momento, Cecilia Krull apenas se salió de los convencionalismos y fue fiel a lo que mandan los cánones para las cantantes de jazz clásicas. Y así fue desgranando los nueve temas que llenaron de contenido el concierto: una colección de standards, la mayoría interpretados con corrección y, por algunos momentos, con gran emoción. Desde baladas como “Lover Man”, cantada con sensualidad y bien arropada por el resto de la banda; suavidad en la rítmica en “Easy Leaving”, hasta piezas con buen estilo como “Smile” o “The Way You Look Tonight”. Todas trabajadas y bien engarzadas de la mano de Richard Krull. Incluso con la socorrida “Bésame mucho” o la preciosa “Lush Life”, mostró también sus buenas maneras. Para terminar, una pincelada de música brasileña con “My Little Boat”, una versión de “O barquinho” de Joao Gilberto, con la que dejó ver que ha trabajado aspectos como la potencia en la voz y la elegancia. A pesar de que el concierto resultó un tanto convencional, no hay que restarte méritos a esta cantante que está en buen camino en la búsqueda de su propio estilo en un terreno donde, para qué engañarnos, resulta muy difícil ser original. De ahí que el esfuerzo para poder destacar tenga que ser mayor en esta faceta del jazz.

    Lo que llegó a continuación fue como un cambio del día a la noche. La inocencia se volvió indecencia. Las buenas maneras y la elegancia dieron paso a la transgresión sonora del grupo Tarbaby: cinco personajes en busca de un objetivo para el cual han de traspasar diferentes laberintos. Con la excusa de la presentación del disco The End Of Fear (“El fin del miedo”), los componentes de Tarbaby no tuvieron ningún recelo en demostrar su solidez, equilibrio y fuerza en cada una de sus composiciones. La rítmica desgrana sonidos con un sentido preciso. Cada músico quiere ser protagonista de este grupo: cuando Orrin Evans acaricia las teclas o cuando batería y contrabajo trabajan al unísono con un gran sentido del ritmo.

    Con el primer solo de la noche a cargo de Oliver Lake, se percibe que este músico de Arkansas y fundador del mítico World Saxophone Quartet sigue estando en plena forma. Su manera de frasear, de incrementar con fuerza y de extraer lo máximo al saxo alto sigue siendo una referencia para la historia del jazz.

    Las combinaciones de saxo, contrabajo y batería dan paso a una serie de interludios del trompetista Ambrose Akinmusire, que transmitió toda la noche punzadas afiladas capaces de expandirse por toda la sala. El pianista, mientras tanto, iba dejando sus pinceladas , siguiendo tanto a Eric Revis como a Nasheet Waits. Con este grupo cualquier momento resulta imprevisible. Su música puede iniciar rutas reconocibles, que al momento se alejan en el espacio y en el tiempo. La música de Tarbaby produce vértigo a borbotones.

    Otra de las facetas del grupo es la provocación de continuos diálogos a dos y a tres. Oliver Lake es la gran referencia en este quinteto con su desbordante expresividad. Por momentos, el grupo consigue crear unos ambientes sonoros casi lúgubres. Lake retoma los solos, que se alternan con el trompetista volviendo a lanzar punzadas. Para rematar, la sección rítmica hace maravillas en una marcha de alta velocidad, ya con los metales concluyendo las piezas. Tarbaby hace una música con muchas aristas y posibilidades. Una labor en la que merece un aparte Nasheet Waits, un batería siempre certero y que, como los buenos, trabaja más la calidad que la cantidad, manteniéndose siempre imperturbable.

    Los solos apabullantes de Oliver Lake suelen dar paso a grandes aportaciones de la sección rítmica, que estuvo impecable durante toda la noche. El trabajo de Eric Revis marcando los rítmos acompasados para dar juego al resto de la banda fue también digno de admiración. Igual de certero se comportó en la utilización del arco en el último tema de la noche. A lo largo de la actuación, la banda se comportó sabiendo ofrecer cada uno de sus miembros su mejor faceta.

    Optimismo, ironía y dramatismo son algunos de los mundos evocadores desde los cuales se enfrenta este grupo al jazz. Una combinación ecléctica, donde no faltan los momentos agresivos, pero donde también se cuidan los tempos medios, siempre creando un cuadro sonoro, en general, elegante y bello. Tarbaby es una pieza más en la colección de tesoros que han dejado huella en la historia del San Juan .


    Texto © 2011 Carlos Lara
    Fotos © 2011 Sergio Cabanillas