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HIROMI NEW TRIO / AVISHAI COHEN TRIO / CASSANDRA WILSON / JAN GARBAREK & THE HILLIARD ENSEMBLE
46 Festival de Jazz de San Sebastián

  • Fecha: 24 de julio de 2011.
  • Lugar: Teatro Kursaal, Plaza de la Trinidad y Museo San Telmo (San Sebastián).
  • Componentes:

    Hiromi New Trio:
    Hiromi: piano y teclados.
    Anthony Jackson: bajo eléctrico.
    Simon Phillips: batería.

    Avishai Cohen Trio:
    Avishai Cohen: contrabajo y voz.
    Omri Mor: piano.
    Amir Bresler: batería.

    Cassandra Wilson:
    Cassandra Wilson: voz y guitarra eléctrica.
    Gregoire Maret: armónica.
    John Cowherd: piano.
    Martin Sewell: guitarra eléctrica y acústica.
    Reginald Veal: contrabajo y bajo eléctrico.
    John Davis: batería.
    Lekan Babalola: percusión.

    Jan Garbarek & the Hilliard Ensemble:
    Jan Garbarek: saxo soprano.
    David James: voz (contratenor).
    Rogers Covey-Crump: voz (tenor).
    Steven Harrold: voz (tenor).
    Gordon Jones: voz (bajo).

  • Comentario:

    Intensa y lluviosa jornada jazzística en esta cuadragesimosexta edición del Festival de Jazz de San Sebastián. En el abarrotado auditorio del Teatro Kursaal la pianista japonesa Hiromi Uehara ofreció un concierto aplastante al mando de su nuevo y multicultural trío (el londinense Simon Phillips y el neoyorquino Anthony Jackson completaban el reparto). Hiromi triunfó al superar el reto de ofrecer jazz moderno (navegando entre el jazz fusion y la música clásica en momentos concretos) sin copiar a su propio proyecto Sonicbloom. Aunque parezca increíble, cada día toca mejor. Hablemos de precisión, dinámicas, velocidad o expresividad, la de Hamamatsu continúa una evolución que no parece tener fin. En Donosti encandiló al público desde los primeros compases, mostrando una divertida complicidad con Anthony Jackson, todo un maestro del bajo eléctrico. Jackson huía constantemente de su zona de confort, buscando frases imposibles que combinaran con los reclamos de la líder. Ésta se movía como pez en el agua en las complejas métricas de sus temas; sobre ellas citaba standards con facilidad (“You And The Night And The Music”, “Softly, As In A Morning Sunrise”, “My Favorite Things”). Simon Phillips es una excelente elección para este trío. Su contundencia roquera (espectacular al doble bombo) combinaba muy bien con el contexto musical. El repertorio incluyó, fundamentalmente, temas del nuevo trabajo Voice, como “Voice”, “Now Or Never”, “Labyrinth” (el que más aplausos arrancó) o su versión de la sonata patética de Beethoven. También abordó una pieza a piano solo. El auditorio, en pie, reconoció la labor de la joven pianista.

    Rumbo a la Plaza de la Trinidad con apenas unos minutos de margen. Difícil encontrar sitio, a pesar de la lluvia que no cesó de caer en toda la noche. Por fortuna la organización había puesto chubasqueros de plástico a disposición de los asistentes. Asombrado ante tanta pasión, Avishai Cohen comentó que iban a tocar mejor que nunca para ese público pasado por agua. Ni mejor ni peor, el concierto del contrabajista israelí fue una pequeña copia del que ofreciera hace menos de tres meses en el San Juan Evangelista madrileño. No solo por el repertorio, los arreglos y las presentaciones; también por la intención y el contorno de las improvisaciones. Cohen es un superdotado del contrabajo, y tanto el batería Amir Bresler como el pianista Omri Mor (en lugar de Shai Maestro, que actuó en la cita capitalina) estuvieron muy bien; pero la obligada comparación entre ambos conciertos nos hace replantearnos qué deberíamos entender por jazz.

    Tras Cohen apareció la consagrada Cassandra Wilson con una banda de lujo a la que ofreció muchísimo espacio. Tan a gusto debía estar escuchándoles que pasó parte del concierto sentada en una silla en mitad del escenario. El armonicista Gregoire Maret y el guitarrista Martin Sewell (con un sonido muy bluesero) destacaron especialmente en un concierto donde se echó de menos una mayor presencia de la cantante. “The Man I Love”, “Red Guitar” o el “Blackbird” de los Beatles ofrecían diversidad, que no disparidad (el grupo hacía suyo cada uno de los temas). Extraordinaria sección rítmica.

    Confieso que no pude quedarme a ver el final del concierto de la Wilson: tuve que salir escopeteado hacia el Museo de San Telmo para llegar a tiempo de ver a Jan Garbarek y el Hilliard Ensemble. Difícil, muy difícil ver todos los conciertos del día sin perderse algo. Al final la carrera fue en balde, pues la actuación empezó veinte minutos tarde (a las doce y veinte de la madrugada). El espacio era impresionante. Techos altos, abovedados, presagiaban una noche de sensaciones. Así fue. Garbarek, que solo utilizó el saxo soprano, comenzó buscando fraseos con esa tenacidad de buen artesano que le caracteriza. Los miembros del Hilliard Ensemble entraron al auditorio por detrás y por pasillos distintos, envolviendo al público con sus voces envidiables. Tras publicar recientemente Officium Novum, el noruego y los británicos mostraron una excelente comunión, enlazando pieza tras pieza sin interrupción. Fueron momentos de paz, de sosiego, de reflexión. A veces caminaban por el escenario, a ratos volvían a los pasillos. Garbarek supo aparecer y desaparecer para no cargar demasiado el ambiente, y para no restar protagonismo a los cantantes. No solo tuvieron que salir a saludar, también se les obligó a interpretar un bis. Inolvidable.

    De vuelta a la ciudad ya había dejado de llover; hora de dormir. Hasta el año que viene.

    Texto y fotos © 2011 Arturo Mora Rioja