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LEM – 16º FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA EXPERIMENTAL

  • Fecha: 19 a 29 de octubre de 2011.
  • Lugar: Varios espacios: Circuit Torçat, Espai E art , Galería Eat Meat, La Fontana de Gràcia, Caixafòrum, MACBA, Casa Almirall, Elèctric Bar, Centro Cívico El Coll-La Bruguera. Barcelona
  • Formaciones: La mosca; Duot; Mireia Tejero & Adele Madau; Libas Traum Trio; Residual Gurus; Chupaconcha; Murcof  & Philippe Petit feat. Mark Cunningham; Ted Daniel & Charlie Collins; Impronit #33 (Carlos Zíngaro, Nuno Rebelo, Liba Villavecchia y Joan Saura); Sin Anestesia; Jaqui Detraz & Carola Ortíz feat. Bernard Donzel-Gargand.
  • Comentario:

    Mi primer encuentro con el LEM de este año bien podría resumir las virtudes y dolencias que han articulado este dispositivo otoñal de Gràcia Territori Sonor (GTS). El jueves 20 de octubre tuvieron lugar en el espacio La Fontana tres propuestas variopintas, diríase que irreconciliables. Y allí reside un gran qué del LEM: servir de aglutinador de lo aparentemente opuesto, ser un muestrario de lo desacomplejado de las formas y tener la gracia de presentarlo todo en un mismo y “definitivo paquete costero” para solaz de los amantes de propuestas sorprendentes. Y, sin embargo, he echado de menos lo sorprendente en el LEM de este año. Y no por la calidad de las bandas, sino por la capacidad de sorpresa de la programación. He tenido la impresión de pasearme por un compendio de lo que otras programaciones arriesgadas –y más modestas– de la ciudad han ofrecido en lo que llevamos de año. Un desfile de las mismas caras de siempre y la repetición de fórmulas que, por muy bien que funcionen, tal vez necesitan de un soplo de aire fresco. Y eso, ¿cabe esperar del LEM que funcione como caja de resonancia de otras programaciones? O por el contario, ¿deberíamos esperar y hasta exigir al LEM su papel de descubridores, su lugar en la punta de la pirámide en el ecosistema de las programaciones arriesgadas, en tanto que plataforma que vive exclusivamente para ello y además durante todo el año? Cierto es que GTS no es sólo el LEM, y que su trabajo se reparte durante todo el curso en diferentes y variados proyectos, pero el LEM de este otoño, que es lo que nos atañe, ha perdido fuelle. Se dirá que han sufrido unos recortes sustanciales en materia económica y que eso se nota. Cierto es, porque este ha sido el LEM más corto que recuerdo en años. Y, sin embargo, no creo que esto tenga que afectar a la idea sustancial de su propuesta, esto es, la sorpresa.



    Libas Traum Trio no es lo que parece. Ni Liba Villavecchia es un saxofonista de jazz al uso, ni Caspar Hodgkinson un baterista de maneras académicas, ni el instrumento que manipulan las gigantes manos de Paul Stouthamer un violín (cosa que podría parecer por razones de proporciones). Nada de eso. Stouthamer resulta tocar un finísimo violonchelo que es a la vez un arrollador contrabajo; los saxos tenor y soprano de Villavecchia desgranan fraseos con sabor clásico pero como acentuados en nuevos y sugerentes lugares; y Hodgkinson, conciso y elegante, hace andar los temas con un “hablar” claro y con un vocabulario rico y complejo. El trío fue perpetrando los diversos temas de su reciente trabajo discográfico ( Libas Traum Trio , Agarthamusic, 2010). Temas que basculan entre lo frenético, la música de cámara contemporánea, los fraseos de un jazz como de novela negra, para volver a lo convulso y mantenerse siempre en un estado luminoso, que podría muy bien resumirse con lo que exhala el tema “Mas Falgars”, de Stouthamer: una deliciosa e insistente melodía rasgada de violonchelo sobre la que se suman el conciso ritmo de la batería y los libres vaivenes del soprano en una deriva sutil e hipnótica, que muy bien podría no terminar nunca. Como lo expectorante de un gran caramelo de eucalipto, pero con efecto sobre oídos y espíritu.



    Por su parte, Residual Gurus , una especie de clan articulado alrededor de unos instrumentos de percusión construidos a partir de desechos, hicieron una entrada triunfal colándose por entre el respetable disfrazados de espeluznantes hombres de negocios discutiendo con unos celulares. Un frenético e insistente taca-ti-ta-tá que iba extendiéndose por toda la sala culminó con la toma de posesión de unos cacharros que, ya desde un principio dispuestos por todo el espacio, muchos habíamos tomado por desperdicios de una central atómica. Resultaron ser, pues eso, bidones con ruedas, hierros torcidos con un “dring” brillante, superficies de lata y otros well tempered cachivaches, además de un ingenioso juego de tubos que tocados con maestría hacían a la vez de línea de bajo. Lo demás fue una energética descarga a base de trompazos y ritmos tecno-primitivos –felizmente alejados de batucadas a la brasileña y otras reuniones dominicales de tambores–, acompañada por un espíritu performático con mucho de clown . Intensos, divertidos e incombustibles; uno podía salir a fumarse un cigarro a sabiendas que tardase lo que tardase se los encontraría allí mismo dale-que-te-pego, más descamisados y con la gomina chorreándoles por los maltrechos trajes de yupi.



    Ese mismo día 20 lo cerraron Chupaconcha , dúo de batería y trompeta multi modificada. Lo suyo es el funk en tanto que cadena de ritmos sincopados y una potente línea de bajo –dibujada en este caso con la trompeta y un muy vacilón pedal octavador–. Combinación musical muy física que casi desprende sudor corporal. Sin embargo la cosa no va mucho más allá, porque a pesar del arsenal sónico que usa la trompeta, o precisamente por ello, les resulta difícil despegar de esa base apabullante y plana con la que empezaron y terminaron. Me los imagino prisioneros de su propia receta. Y aunque la trompeta se eleve –enmascarada por uno u otro efecto– con pequeños destellos de fraseos simples pero efectivos, queda todo ahogado, sepultado por el arrojo casi grosero en el que se envuelven (o enredan). Y es que más allá del funk a lo salvaje existe ese colorido cambio, ese giro casi mágico y lleno de humor, sutil introducción de la melodía pizpireta, que convierte el tosco sudor del funk en la transpiración sexy y almizclada del funky . Chupaconcha insistió en la gimnasia y se olvidó del baile.

    El viernes 21, en el Caixafòrum, asistimos al encuentro de tres músicos que provienen de esferas muy diferentes unidos bajo el nombre de Murcof & Philippe Petit featuring Mark Cunningham : Javier Corona, aka Murcof, de la música electrónica de corte minimalista, Philippe Petit, de la electroacústica y el apropiacionismo, y Mark Cunningham, que desde hace varios años le da a la trompeta en un contexto ruidista y ambiental. La cosa prometía, ya que son caminos que invitan a cruzarse y son lo suficientemente porosos como para absorberse, alimentarse y generar algo interesante. Eso sí, dependiendo siempre del momento, pues lo suyo es el encuentro y la deriva improvisada. Y aquí fue donde el asunto naufragó. Hubo problemas técnicos que no sólo incomodaron a los músicos sino que hasta el mismo público los acabó sufriendo. Resultaba casi angustiante ver como Petit insistía en utilizar su laptop que no llegó a arrancar en ningún momento. Me pareció que el incidente rompió el ritmo de la sesión y que Petit deambulaba, ahora scratcheando , después percutiendo por aquí y por allá, un poco a ciegas. Y más allá, aunque tal vez condicionados por todo ello, las intervenciones de Murcof y la breve aparición de los resoplidos de Cunningham no consiguieron hacer despegar un desconcierto aburrido y falto de chispa.



    Justo al contrario del miércoles 26, donde se dieron cita, en el marco de las ya veteranas Impronits del bar Elèctric, cuatro paladines de la improvisación. Volvíamos a encontrarnos con los saxos de Liba Villavecchia, el sampler de Joan Saura, y los lusos Carlos Zíngaro y Nuno Rebelo al violín y la guitarra, respectivamente. Encuentro fascinante, sin más. Encontraron rápida y fácilmente las coordenadas sobre las que moverse con soltura y tendieron puentes sobre los que intercambiar ideas, gruñidos y otras fantasías sonoras. Saura ejerció de maestro conductor, de forma sutil y casi sin proponérselo, durante la mayoría de la velada, usando a placer y como quien no quiere la cosa su amplio muestrario samplerístico . Nuno Rebelo estuvo genial, comedido e inteligente manipulando los pedales y maltratando su guitarra, de la que surgieron rocambolescos y desconcertantes loops sobre los que se articulaba rítmicamente el cuarteto. Y por otra parte el frenesí del violín de Zíngaro, que no dejaba lugar para el respiro, lanzaba otras no menos rocambolescas líneas melódicas que Villavecchia pillaba al vuelo, elaborando unos diálogos densos y juguetones de alta volada. Una trepidante velada.




    Uno de los grandes aciertos de GTS es el de crear unas residencias anuales en las que involucran a un músico de su especial interés. Dicha ayuda permite al músico entrar en contacto con redes musicales de otros países, favoreciendo encuentros e intercambios. El concierto del día 27 en el Centre Cívic del Coll se debió a una de estas posibilidades y dio lugar al encuentro de Jacqui Detraz & Carola Ortiz featuring Bernard Donzel-Gargand . Carola Ortiz, residente de GTS durante este 2011, clarinetista y vocalista, tocó junto al percusionista francés Jacqui Detraz y el músico electroacústico Bernard Donzel-Gargand, que manipulaba a tiempo real el producto sonoro de ambos. Ortiz es muy buena. La habíamos visto el pasado año con el dúo Lummm, y en trío y a sus anchas en una de las Impronits. Y no es solo que Ortiz sea una más que buena intérprete de clarinete bajo y que sepa jugar con los variados y juguetones registros de su voz, sino que desprende un saber estar sobre el escenario desprovisto de cualquier complejo y, sobretodo, contagioso, que motiva a sus compañeros y al público a entregarse. Y así fue: encantados como un puñado de culebras ante un faquir, Ortiz nos llevó de la mano por una sesión de sabor onírico: ritmos del lejano oriente y envolventes y misteriosos delays que nos sumieron en un estado de “alegro hipnótico”, ideal para bajar xino xano desde las Tierras Altas del Coll.

    El LEM 2011 se desperezó el día 19 con sonidos electrónicos un tanto manidos. La mosca , proyecto tras el cual se halla el manipulador electrónico Jordi Contreras, presentó un set envolvente en el que el cuerpo sonoro, algo más grueso que en otros conciertos de las mismas características, evolucionaba lentamente. Los sonidos, generados en vivo y reciclados de otras fuentes, estuvieron acompañados por unas filmaciones de gran tamaño proyectadas sobre el pequeño escenario en el que se hallaba el músico. Dichas filmaciones mostraban breves secuencias de elementos y objetos cotidianos que, también, avanzaban con lentitud e iban repitiéndose. Poco a poco, imagen y sonido fueron integrándose en una especie de obra continua en movimiento. El planteamiento general, interesante a priori, pecó sin embargo de transmitir una sensación de déjà vu que no era nada estimulante en este caso.





    En un giro que por la diferencia estilística podríamos calificar de copernicano, el Duot se presentaba un rato después en el recoleto patio del Espai E art para continuar la andadura de esta jornada inaugural. Por la música que realizan y por la experiencia que representa (tanto el tocar como el escuchar a Duot) se sitúan en las antípodas del primer concierto. El Duot, integrado por el saxofonista Albert Cirera y el baterista Ramon Prats, lleva ya unos años tocando en este singular proyecto. Hay que decir que practican la improvisación libre o un free jazz total. Es decir, nunca hay nada previsto. Cada concierto es único y distinto. Les he visto varias veces en directo en los últimos dos años, y nunca ha sido igual. Es más, ni remotamente igual. Lo asombroso en su caso no es tanto este punto de partida per se, sino el hecho de que siempre salgan airosos del lance. Siempre logran hacer de cada concierto una experiencia musical intensa y llena de valor. Y, quiero subrayar, también distinta. El del otro día dentro del LEM no fue una excepción, y con tan sólo un par de largas improvisaciones lograron dejar pasmado al poco público que acudió a la cita. Hacia tiempo que el Duot no actuaba, desde principios de verano. Venían, además, de un período de varios meses en el que lo habían estado haciendo semanalmente en el club 23 Robadors, habiendo obtenido al final del periplo una compenetración envidiable. Así que había una cierta expectación por ver si el largo break estival habría afectado de algún modo al dúo o al buen interplay que Albert y Ramon habían logrado. Pero, como demostraron, la preocupación era totalmente infundada. Sigue siendo el Duot de siempre, una mini formación con carácter, imprevisible y con dos músicos solventes que son incapaces de estropear nada.


    El primer día concluyó con el dúo de Mireia Tejero & Adele Madau , un dúo que lleva como nombre el del espectáculo que presentan, “Si no fossis tu, seria jo” (traducido: si no fueras tu, sería yo). En la galería Eat Meat, a una hora ya más canalla, el lleno fue absoluto. Este nuevo proyecto tiene el sello inconfundible de todo lo que hace o en lo que participa Tejero, ya sea Alius, Las Gambas o Disolvente Tejero. Se trata de proyectos escénicos que se encuentran a caballo de la música, el teatro, la performance , la danza y la palabra. Las ideas motrices, que siempre las hay en el trabajo de esta autora y saxofonista, se van materializando de diversas maneras: bien en una lectura actuada; bien en unos movimientos entre el público; bien en unas partes musicales especialmente cuidadas, y que en el caso de este proyecto se mueven entre varias influencias sin ser ninguna de ellas en concreto (repetitiva, experimental, rock , algo de jazz también). La “soledad de las mujeres” era el leit motif temático de este espectáculo y lo arrojaron con todas sus fuerzas a la cara del respetable. Durante su concierto- performance se mecieron entre el humor, el descaro, el histrionismo y algunos puntos dramáticos muy logrados. Desde la óptica musical, el saxo de Tejero y el violín de Adele Madau bastaron para proyectar una música deudora del cabaret, el rock más fuerte y el minimalismo.



    El primer sábado de este LEM 2011 iba a tener lugar, al menos sobre el menú, uno de los platos fuertes de esta edición, el dúo de Ted Daniel & Charlie Collins . Había una gran expectación por ver al viejo trompetista Ted Daniel, un hombre que participó en su momento en algunos discos importantes del free jazz norteamericano ( Black Woman de Sonny Sharrock, Things Have Got To Change de Archie Shepp, Ear Of The Behearer de Dewey Redman, Crystals de Sam Rivers). Esta vez, y en el marco de una mini gira por tierras españolas, venía acompañado del veterano improvisador británico Charlie Collins a las baquetas. El LEM los pilló al vuelo y los acercó al frío auditorio subterráneo del MACBA. En este caso, empero, la expectación se vio defraudada. Es difícil decir qué pasó o las razones de ello, si es que realmente pasó algo; aunque lo más probable es que no pasara nada; y de ahí el problema tratándose de un concierto de libreimprovisación: que no pase nada. Lo que puedo hacer es contar la sensación que tuve, y que es lo que me parece que hizo fracasar el encuentro. Daniel estuvo muy poco participativo, y cuando digo poco me refiero a que no tocó más de un 20% de todo el concierto. Entró a los 10 minutos de solo de Collins, tocó un poco y después se retiró fuera del alcance de los spotlights . De vez en cuando volvía a entrar, un par de veces más solamente, y ahí terminó todo. Hizo unas cosas resultonas con un cuerno, con el que elaboró un sencillo blues , y no recuerdo mucho más de su actuación. El peso del concierto, por tanto, se lo cargó enteramente Collins. Y, según lo visto, me queda la duda de por qué no resultó: no sé si porque el percusionista no estaba por la labor (mi teoría es que Daniel estaba enfermo o en baja forma y él se vio obligado a cubrir el concierto con precipitación), o bien porque simplemente no es capaz de hacerlo (lo de llevar un concierto solo). Razones, varias: no dejó de martillear ni un momento, desconocía el silencio, la pausa, su despliegue de recursos estuvo falto de lógica y se asemejo más a una retahíla de trucos…

    El concierto de Sin Anestesia , esta vez convertidos en noneto (2 saxos sopranos, 2 altos, 2 tenores, 2 barítonos y 1 bajo) fue, junto con el de Duot, lo mejor que presenció quien esto escribe. Apenas unas semanas antes, Sin Anestesia había ofrecido un concierto en formato de quinteto de saxos (más dos drum-sets ) en otro centro cívico de Barcelona, apuntando algunas de las cosas que en el LEM concretarían magistralmente. Esta formación, que nació a principios de año y un poco en plan de cachondeo, ha ido perfilándose y tomando un camino que tiene muchas posibilidades. En primer lugar, hay que destacar que es un grupo variable, que puede estar formado por más o menos saxos, y que hay una pequeña bolsa de intérpretes que pueden cubrir eventuales bajas. Esto es interesante y muy moderno. Los saxofonistas del otro día fueron Tom Chant y Liba Villavecchia (sopranos), Agustí Martínez y El Pricto (altos), Pep Pascual y Miguel “Pintxo” Villar (tenores), Don Malfon y Lluís Vallès (barítonos) y Ferran Besalduch (bajo). Es decir, buenos saxofonistas, muy solventes. La siguiente cuestión que permite albergar esperanzas sobre su futuro es el punto en el que ahora están trabajando, y lo del LEM fue una buena muestra. Y dicho punto son unas semi composiciones, o bien unas estructuras escritas, ad hoc por El Pricto, atendiendo a factores variables como puedan ser los miembros de la banda o el espacio en el que se vaya a trabajar. El otro día presentaron una pieza de treina y tantos minutos que se desarrolló en largas secciones que eran trabajadas mediante técnicas distintas. No obstante, la improvisación juega un papel muy importante en tanto en cuanto los papeles mínimos del Pricto están concebidos también teniendo en cuenta las aportaciones de cada improvisador. El juego general tiene gran dinamismo: así, las partes obligadas pueden dar paso a momentos caóticos; o bien, algunas formas repetitivas acaban por disolverse, perdiéndose en la lejanía; o se buscan efectos acústicos insólitos en la superposición de todos los instrumentos; y, también, todo el grupo puede dedicarse a realzar la intervención de un solista. Dicho de otro modo, el abanico de posibilidades con las que puede jugar Sin Anestesia es muy amplio, y el concierto en el LEM fue una buena muestra de ello incluso cuando, como les pasó, tuvieron que cambiar de sala en el último momento y, por tanto, de caja de resonancia.

    Y el LEM 2011 acabó como empezó, un día como otro. No sé bien qué valoración hacer de esta pasada edición. Sólo sé que año tras año cada vez son menos días, hay menos conciertos, y cada vez es todo más local. ¿Por qué? Obviamente por los recortes en las subvenciones que las instituciones infligen a GTS, como a tantas otras asociaciones. Por eso cada vez hay menos propuestas y las que hay son cada vez más de gente de aquí, que siempre es más económico. Lo cual no es malo en modo alguno, lo de la gente de aquí, pero quizá haya llegado el momento de pasar a denominarse, aunque sea temporalmente, “festival nacional de música experimental”.

    Texto © 2011E. Pacheco / Jack Torrance
    Fotos © 2011Cecilia Vázquez