ADACHI TOMOMI ROYAL CHORUS

Yo

Tzadik 2003

Músicos

  • Adachi Tomomi - voz

  • Egawa Risa - voz

  • Fukunaga Ayako - voz

  • Iwata Chikako - voz

  • Unami Taku - voz

  • Hirata Yuji - voz

  • Furusawa Takeshi - voz

  • Fukui Tomoko: voz

Comentario:

A estas alturas es de dominio público que a los academicistas les encanta la distinción entre la música seria y la que no lo es. Si en alguna ocasión tienen la oportunidad de escuchar Yo, se reafirmarán en tan drástica postura.

Los escasos datos biográficos de Adachi Tomomi nos hablan de un joven compositor, crítico, filósofo y luthier japonés que ha colaborado con artistas de vanguardia como Otomo Yoshihide, Mamoru Fujieda, John Zorn y Butch Morris, además de haber interpretado obras firmadas por John Cage, Cornelius Cardew o Dieter Schnebel, que no es poco. La televisión nipona incluso le dedicó un programa: "El Mundo de Adachi Tomomi", un título que recuerda más a esos programas infantiles de media tarde que al testimonio de un compositor, digamos, ¿serio? Pero hasta eso tiene una explicación.

Tras las primeras estrofas de Yo, todo apunta a que el disco será toda una desfachatez. Por así decirlo, el Hilliard Ensemble se tiraría de los pelos ante tanto despropósito. Y es que el Adachi Tomomi Royal Chorus es punk a cappella, más que otra cosa. "Yumiko" es una especie de chiste hardcore perfectamente estructurado, en el que no resulta difícil imaginarse incluso un solo entre entre versos y estribillos perfectamente amueblados. La ironía lírica y los frenéticos fraseos de "Yoiko" dan paso al infantilismo onomatopéyico de "Kinako", probablemente heredado de la arraigada cultura del cartoon en Japón. Si el tema que da título al álbum nos lo tomáramos en serio, "Yo" sería una pieza trance, pero prefiero pensar que es sencillamente una chorrada entrañable. Y no me sorprendería que, cualquier día, al encender el televisor, "Namahage-Mint" se hubiese convertido en el jingle de un anuncio de compresas, con ese candor que rebasa los límites de lo demencial (los auténticos también lo son, pero no hacen gracia). "Garden Balsam" incide de nuevo en las elucubraciones operísticas y pretende hipnotizarnos a base de cantos (pseudo)tibetanos y unas graves líneas vocales que parecen emular un didjeridoo. El octeto se atreve incluso con el ambient en "Gu", con magníficos efectos de viento que nos llevan in crescendo a un desbarajuste de sonidos guturales. Que nadie se extrañe si escucha a gente hablando hacia dentro, o berridos sin ton ni son, incluso ranas o cerdos. Todo ello forma parte del entrañable e irracional Mundo de Adachi Tomomi.

Efrén del Valle