AGUSTÍ FERNÁNDEZ: SOBRE AURORA

En 2006 el pianista Agustí Fernández publicaba Aurora, su obra más personal hasta la fecha. Un disco en trío en el que predominaban la melodía, el silencio y los espacios, frente a la intensidad de sus grabaciones anteriores. Estas son sus reflexiones. Por José Francisco "Pachi" Tapiz


Agustí Fernández / Barry Guy / Ramón López
Aurora
Maya Recordings. MCD0601

Antes del alba

La génesis de Aurora viene de bastante atrás: en total han sido dos años y pico. Yo creo que empecé a pensar en Aurora o lo que luego ha sido Aurora a principios de 2004. El disco ha salido a finales de 2006 y empezamos a grabar a finales de 2004. Dos años completos para grabar el disco. Ha sido básicamente un trabajo de descarte de material y de refinamiento del poco que iba quedando. En la segunda sesión que hicimos básicamente lo que les dije, lo que les pedí, era que refináramos lo que habíamos hecho, ya que como se habían metido en el concepto y estaban dentro de lo que yo buscaba, que afinaran un poquito más. Este afinar los temas, afinar más, afinar las posibilidades interpretativas que aportaba o que ofrecía cada tema ha sido el trabajo que yo creo que se ve en Aurora. Hay unos temas que yo creía que funcionarían muy bien y que se han caído por el camino. Temas que compuse específicamente para este proyecto y que al final no han cuajado. Temas con los que intentábamos otra manera de trabajar y de pensar y discutir e intentar darles la vuelta y que no han cuajado y que no están en el disco. En cambio otros temas que no estaban previstos se han incorporado casi sin querer. En este sentido también es cuando pienso que yo no he hecho un disco, sino que se ha hecho solo. Que el disco se ha hecho a sí mismo a través de los músicos, a través de nosotros. Hay una idea, una dirección (no me refiero a que yo dirija, sino una dirección de trabajo), una sensibilidad, una manera de pensar, de escuchar y de tocar. Y esto ha sido y lo que hemos publicado en Aurora.

Como sabes, trabajo desde hace bastante tiempo tanto con Ramón (López) como con Barry (Guy) en distintas formaciones. Con los dos me llevo muy bien a nivel personal y quería hacer un proyecto especial. Es de alguna manera poco lo que sorprende a todo el mundo. Un disco con Agustí Fernández, con Ramón López y con Barry Guy tiene que ser una explosión de energía. Pues no. Es lo que no quería hacer. Lo otro hubiera sido lo obvio, lo evidente, lo más fácil. Yo quería salirme de esa tesitura en la que nos movemos los improvisadores para explorar otras texturas que están por desgracia marginadas dentro de la improvisación. Evidentemente hay una historia, una estética, unas maneras, unos grupos, una tradición a la hora de improvisar. Yo quería reunir a unos cuantos improvisadores (que al principio no sabía que serían Barry y Ramón), para colocarnos en otro lugar diferente al que estamos acostumbrados a trabajar y ver que podíamos aportar y a su vez aprender de todo ello. Cuando pensé en esto era al principio de 2004. Este escenario que tenía ganas de explorar consistía en volver la atención a unos materiales musicales más sencillos y podríamos decir que más tradicionales. Quería tener en cuenta el ritmo, la armonía, la melodía, todas esas cosas. Con esto no quiero decir que los improvisadores no tengamos en cuenta esto cuando desarrollamos la improvisación libre: simplemente estamos con otro tipo de lenguaje y otro tipo de desarrollos. Hay mucha más libertad que lo que tenemos en Aurora, aunque en Aurora también hay mucha libertad pero de otra manera.

Cuando hablamos de tradición está la cuestión de a qué tradición nos referimos. Yo me refiero, de alguna manera, a la tradición como clásica. No referido a la música clásica, sino lo que se entiende así tanto en el jazz, como en la música tradicional, como en la música clásica contemporánea. Materiales más clásicos, más de base. Quería ver lo que estos materiales, lo que esta manera de enfocar la improvisación podía aportarnos a nosotros como músicos. A su vez quería averiguar lo que nosotros con nuestro bagaje y nuestra experiencia en el mundo de la improvisación libre, en ese mundo del "no hay límites", del "no hay marco que nos encierre", podíamos aportar a esos materiales. También quería con la ayuda de mis compañeros expresar esa música con mucha simplicidad y con mucha sinceridad.


De izda. a dcha.: Ramón López, Agustí Fernández y Barry Guy
© Carmen Llussà

Simplicidad, sinceridad, ternura

Hablando de simplicidad, tanto Barry como Ramón tienen una gran capacidad de síntesis. Conocen muy bien su instrumento y su lenguaje. Sabía que eran capaces de depurar al máximo, de hacer su lenguaje más conciso, más limitado, más minimal de alguna manera, para meterse en otro terreno. A la vez buscaba la sinceridad: intentar no adoptar ninguna postura, ninguna impostura. He intentado simplemente explicar una cosa muy sencilla (o aparentemente sencilla de base), pero que tuviera detrás una gran carga musical. Yo creo que al final lo he conseguido. En Aurora hay una música tierna de alguna manera, pero que a la vez tiene una gran fuerza. Esta es una fuerza subterránea: no es algo explícito, pero sin embargo está ahí detrás. Es, de algún modo, la fuerza que nos da la experiencia de haber improvisado tanto, en tantas ocasiones diferentes y con tanta gente diferente. Ese bagaje lo hemos vertido en Aurora de alguna manera.

Aurora tiene una ternura, una parte más tierna, pero no como se entiende habitualmente, sino que es una sencillez que reflexiona sobre sí misma. Esta sencillez contrasta con la fuerza, con la high energy que dicen que yo muestro o despliego en otros proyectos en los que estoy involucrado.

Al hablar de esa sencillez o de esa ternura enseguida uno se encuentra con una parte que comparte con la tradición, que es el lirismo, y sin querer te metes en ese terreno. Yo me metí y también les metí a ellos de una manera muy consciente. Quizás no sabía muy bien cuál sería el resultado final, pero sabía muy bien que era la dirección en la que quería trabajar. Quería simplificar, reducir. La sencillez la estaba buscando y a la vez también quería dejar aparte lo más fácil de hacer. En mi caso hablo de mi pianismo. Siempre que se refieren a mi forma de tocar se habla de mi fuerza, de la velocidad, del ataque, del malabarismo al piano. Ese digamos, virtuosismo a la hora de tocar, es algo que comparto con Barry y con Ramón. Ellos dos también son unos grandes virtuosos. Pero yo lo que quería hacer era más que trabajar con el virtuosismo deslumbrante del "¡mira lo que podemos hacer!", trabajar con lo que yo llamo el virtuosismo de la escucha. Escuchar atentamente, escuchar de un modo muy fino. Cortar el tiempo en rodajas muy cortas pero sin dejar de tocar a la vez. Hacer que el tiempo se alargara, que se esponjara al tocar. Yo personalmente cuando empezamos a tocar me propuse ser el pianista más lento del mundo. Paul Bley me gana, pero lo que quería buscar era la lentitud en el desarrollo de la música, de las líneas sobre las que trabajas y también la concisión. La lentitud te lleva a que tienes que pensar mucho y mucho más rápido que cuando tocas rápido. Es una paradoja pero es así. Quería ser lento, conciso, directo: ir al grano. Dejarme de malabarismos o rodeos para explicar lo que quería explicar directamente. Pensaba y pienso que con estas condiciones la música podría ser mucho más profunda sin ser apabullante.

La música que los tres hacemos normalmente es muy profunda, aunque a la gente esa parte del virtuosismo, del volumen, de la velocidad, le desborda y le cansa porque no están habituados a este tipo de manifestaciones, y la música se le hace un poco incomprensible. Yo lo entiendo. Lo entiendo pero no lo comparto, evidentemente. Entiendo que para alguien que no esta acostumbrado de repente es un shock encontrarse con un trío de improvisación que podría ser el de Barry, Ramón y yo tocando como caballos desatados y a toda pastilla. El volumen, la velocidad, la velocidad de interplay entre nosotros… es como meterse en un coche de carreras. Algo donde todo pasa a toda velocidad, donde estás tomando decisiones continuamente y si alguien te sigue o intenta seguirte, al final lo que consigue es cansarse. Si no estás acostumbrado a esta carrera al final acabas cansado, como acabamos nosotros, los músicos, por otro lado.

Cuando pensé en Aurora quería mantener el espíritu que te comentaba, pero agudizar la escucha e intentar ser más calmado. Es lo mismo, aunque en Aurora toco tres de las 100 notas que haría en otras situaciones. Tras una nota hay tiempo para pensar en cuál será la siguiente. Y cuál será la siguiente. Y cuál será la siguiente… Y los tres tenemos tiempo de pensar. Entonces el tiempo se esponja y lo llenas de cosas. Con tu pensamiento, tu vida, las decisiones que tomas. En Aurora se nota que los tres músicos, más que tocar, estamos escuchando. Eso era lo que me interesaba.

Hay otro aspecto de este disco, que es el que mucha gente me haya insinuado de alguna manera que lo hiciera. Cosas como la típica broma que me hace la gente que me conoce cuando estoy con mis proyectos mas salvajes y me dicen "joder, con lo bien que tocas el piano, nos das unas tabarras con esto…". Cuando dicen esto me lo tomo de una manera cariñosa y positiva. Ellos quieren decir "con lo bien que tocas el piano a la manera tradicional". Yo quería hacer un disco tocando así y que Ramón y Barry también tocaran de esa manera. Por eso hablaba de volver a la tradición de esta manera, de pescar en la tradición.


Agustí Fernández
© Carmen Llussà

Aurora llega a su hora

También es cierto que este proyecto no podía haberlo hecho antes. No estaba maduro. Es un proyecto que podría haber hecho hace 20 años, pero no habría salido como ha salido. Yo necesitaba hacer el recorrido que he realizado durante estos 20 años para llegar a Aurora. No por la música, sino porque era muy difícil que hubiera alcanzado antes la profundidad que hemos alcanzado con este trío, porque yo no la tenía dentro de mí. Difícilmente podría haber hecho este disco sin tener todas esas cualidades que estaba buscando o que quería proyectar. Cómo vas a ser más lento o más conciso si no sabes lo que es la concisión, el intentar desbrozar tu lenguaje de parásitos y de malos hábitos adquiridos. No lo podría haber hecho antes. En este sentido es un proyecto adulto para mí, es una música adulta. Habla, o expone, o explica, o muestra, una serie de estados emocionales muy profundos que sólo puedes explicar cuando has estado ahí. Si lo haces de más jovencito no lo puedes explicar porque estarías hablando de algo que no te ha pasado aún. Es difícil porque no es lo mismo hablar de oídas, que de una experiencia que has vivido. Esa serie de estados emocionales que tienen muchas connotaciones personales no los podría haber explicado antes. Por eso Aurora ha llegado cuando ha llegado. En un momento de mi vida donde me creo con un cierto control de mi lenguaje, de mi técnica, de mi expresión y todo eso lo he podido volcar en Aurora.

Ahora soy más maduro que hace veinte años y esta madurez se evidencia en este contenido emocional del que hablaba, y en la profundidad del sentimiento que está en Aurora. Antes no podía llegar a estas capas a las que he llegado con Ramón y Barry. Capas de profundidad que atraviesas para proyectar unos sentimientos de una manera controlada y con convicción. Tienes que dejar que estos sentimientos, esa vida que has vivido, se exprese por sí misma. Yo creo que éste es el valor de Aurora. Aurora es simplemente una expresión. ¿Qué música es Aurora? Es una música expresionista. Una música que expresa algo o que intenta expresar algo que está ahí y que hemos vivido, de la que podemos hablar muy bien y con cierta propiedad. En este sentido estoy muy contento. Cuando me puse a hacerlo no sabía... tenía algo así como un instinto pero no sabía que al final Aurora saldría como ha salido. No tenía ni idea. Tenía ganas de ir hacia allí. Es como cuando te echas a la mar con un barco y quieres ir en una dirección. No sabes qué te encontrarás, no sabes si llegarás ni a dónde llegarás. Pues Aurora ha sido un proyecto así. Ha sido una aventura que ha tardado mucho en hacerse y en la que ha costado mucho llegar a este punto que está en el disco. Pero finalmente ha llegado.


Barry Guy
© Carmen Llussà

 

Despunta el alba

Ha habido muchos momentos en que tomaba por mi parte decisiones quizás erróneas y tenía que rectificar o modular un poco o afinar la puntería. Evidentemente escribí más temas que los que hay en el disco, aunque más que temas eran posibilidades de interpretación. Algunos no terminaban de convencerme, no acababan de cuajar por las razones que sean y se han quedado fuera de la grabación. En cambio hay otros que no esperaba que funcionasen, que eran temas alternativos y al final ha resultado que alguno de ellos ha dado más juego del que inicialmente pensaba que darían. Por eso digo que cuando me puse a pensar Aurora no tenía idea de cuál sería el resultado final. Era una línea de investigación, una línea de trabajo, una línea de cooperación con Barry y Ramón en la que intentamos no perder la dirección. Esto ha sido quizás lo más importante durante todo el proceso de grabación: no perder la dirección hacia donde íbamos, hacia donde quería llegar, que es lo que explicaba al principio.

Al principio recuerdo que costaba, porque Barry y Ramón no se esperaban eso cuando los convoqué para la primera sesión de grabación. Evidentemente ya les había dicho que quería trabajar con materiales más tradicionales, abolir el tempo, trabajar en la improvisación con muy pocas notas, con mucho silencio, con mucho espacio. Y ellos decían "sí, sí, OK, vale"… pero de repente llegamos al estudio. Ellos me daban pocas notas, silencio, espacio. Pero yo quería una de cada mil notas que me hacían. Fue un periodo de ajuste, éste de:

– ¿Todavía quieres que toquemos menos?
– Sí, menos. Vamos a hacer otra toma y tocad solo la mitad.

La hacemos, la escuchamos...

– Ahora vamos a hacer otra toma y tocad la mitad de lo que habéis tocado.

Y así sucesivamente. Fue un proceso de reducción muy claro. Barry estaba en algún momento alucinado y me decía "¿aún toco demasiado? ¡Porque no he tocado nada!" y yo le contestaba "aún tocas demasiado, toca menos por favor". Y el me decía "¿qué hago mientras, entre una nota y la otra?", y yo le decía "nada, escucha a ver que pasa". Fue un proceso muy divertido pero también duro y largo.

Como te contaba, empecé a pensar en esto a principios de 2004. La primera grabación la hicimos en diciembre de ese año y grabamos otra vez en julio de 2005. Fue una actuación en directo y al día siguiente fuimos al estudio a completar. Yo tenía tres grabaciones con las cuales he tenido mucho trabajo para editar y sacar lo que yo creía que tenía una unidad. Esa unidad que comentaba de sentimiento, también de concepto, de manera de tocar. Me encontré con que tenía muchos temas y muchas tomas de todos los temas. Tuve que escuchar todo muchas veces, seguir pensando, seguir tomando decisiones junto con Ferrán (Conangla), el técnico de sonido, para llegar a Aurora. No fue fácil. Si con la grabación de esos tres días tuvimos varias horas de material, una vez acabado me tocaron muchas horas más de escucha, de editar, de mezclar, de volver a mezclar, de volver a editar, de volver a escuchar, de descartar, de volver a incorporar, de darle mil vueltas hasta encontrar la unidad que estaba buscando. En este sentido cuando me preguntan "¿qué es Aurora para ti?", digo que Aurora es básicamente un estado de ánimo. Es como me siento yo en este proceso, que es lo que buscaba, que es lo que quería. Yo buscaba Aurora sin saber que lo encontraría. Yo buscaba ese estado de ánimo que me produce ahora la escucha de Aurora, pero sin saber que los temas o las versiones o lo que hay en el disco sería lo que es. Podría haber sido otra cosa si la historia me hubiera llevado por otro lado, pero al final ha salido así.


Ramón López
© Carmen Llussà

Imposible sin ellos: Barry Guy y Ramón López

No sé muy bien qué contestar. No lo tengo muy claro. Elegí en primer lugar a ambos porque son grandes músicos y grandes amigos míos y sabía que podían acompañarme en esta aventura.

¿Por qué Barry Guy? Porque es un gran músico. Un gran compositor, un gran intérprete y tiene un sonido precioso al contrabajo. Un sonido que no he escuchado en ningún otro contrabajista. Este sonido que tiene le viene de todo lo que ha hecho en toda su vida. Es un sonido muy depurado, muy limpio, muy claro. Tiene unos elementos, o una combinación de elementos, que me gustan mucho. Tiene este sonido limpio, clásico, clásico-moderno que sabe en qué momento lo puede ensuciar, llenarlo de armónicos que no son los límpidos que se piden en las orquestas. Él tiene mucha experiencia en música barroca y esto le da una sensibilidad especial. Yo no podría haber hecho Aurora con un contrabajista de jazz puro y duro, porque no quería hacer un disco de jazz. Estaba buscando materiales más tradicionales, no de jazz, sino más tradicionales en general. Unas armonías, unos temas, unas cosas sencillitas. Quería a alguien que pudiese expresarse dentro de esta sencillez con una gran libertad, pero que a la vez fuera muy sólido. Y sólo si tienes un bagaje diferente al del jazz tradicional puedes llegar a algo así. Al ser una cosa tan delicada, tan transparente de alguna manera, necesitaba a alguien que supiera afinar muy bien. No puedes coger a cualquier bajista de jazz, y menos de free-jazz, que no domine de una manera muy meticulosa lo que es la afinación, que tenga muy claro el concepto de afinación. Al estar tan desnudos, al estar tocando cosas tan básicas, si no está perfectamente afinado no funciona. Es así de sencillo. Barry tiene esto. Tiene un color de sonido fantástico, una afinación perfecta, un gran oído para lo que está pasando, evidentemente toda la experiencia de la improvisación y toda la paleta de la gama de sonidos alternativos que él ha inventado de alguna manera y que sabe y puede aplicarlos dentro de un contexto más tradicional como el que hemos encontrado en Aurora.

De algún modo lo mismo que he comentado sobre Barry lo podría decir sobre Ramón. Ramón es un músico supersensible, un gran virtuoso. También tiene lo que comentaba de que no sólo es un músico de jazz, es percusionista y domina la música hindú (toca las tablas como un gran maestro). Esto a la hora de tocar la batería se le nota mucho. Esta sensibilidad tan especial, no es simplemente la sensibilidad de un batería, ni tampoco la de un percusionista: es la de un músico completo. No buscaba un simple batería. Buscaba algo más. Alguien que supiera escuchar, entender y poder hacer más cosas que esto. Ramón tiene una gran sensibilidad, una gama dinámica brutal, que a veces era difícil captarla y pasarla a disco. Puede tocar de lo más piano hasta el golpe más brutal (bueno, ya lo conoces). Yo quería hacer que toda esa gama de volumen, de dinámica, entrase en el disco y en Aurora. Por eso es por lo que los escogí a ellos dos.

En todos los proyectos que hago una de las partes más importantes, si no la que más, es el casting. Cuando estás pensando en algo y pensando en quién puede estar, aun sin saber qué, como en el caso de Aurora, pero sabes hacia dónde vas a trabajar y sabes cómo vas a trabajar, con qué materiales, y con qué tipo de sensibilidad, el casting es básico. Para Aurora tenía que tener gente muy maleable, muy rica, con muchos recursos, con una gran musicalidad, con disposición… Músicos con muchas cualidades que ellos dos tienen. Por eso los escogí. Porque no hay otro Barry Guy, u otro como Barry Guy, y no hay otro percusionista como Ramón López. Además son mis amigos. Nos lo hemos pasado muy bien tanto en el estudio como en los restaurantes o riéndonos un rato en el taxi.

También tenía claro desde el principio que el proyecto lo quería hacer en trío. En formato clásico de trío de jazz. Quería concentrarme en el sonido y necesitaba poca gente. Para mí el formato ideal hoy en día es el trío de piano jazz.


De izda. a dcha.: Barry Guy, Agustí Fernández y Ramón López
© Carmen Llussà

Todos para uno...

Una cosa que también me interesaba mucho con ellos es que en esta música no quería explicar historias personales. No quería egos brillando o intentando sobresalir de la música. Quería que la historia, si es que había alguna historia que explicar, fuera colectiva. Tenía que ser de los tres a la vez. Tres personas en una: como la Santísima Trinidad. Para esto necesitas a alguien que comprenda este concepto, que esté dispuesto y que sea capaz de hacerlo. Yo con ellos he conseguido un gran nivel de comunicación y una interacción que creo que es brutalmente sutil. A veces lo escucho y me asombro con lo que llegamos a hacer o a dejar de hacer. Como nos estamos escuchando los unos a los otros.

Cuando estuvo acabado el disco y le envié a Ramón la primera copia del máster, lo escuchó en París y me llamó y me dijo: "oye, Agustín, me encanta esta música porque es como si fuera de los músicos que tanto me gustan y que tanto quiero, pero lo único que pasa es que el batería soy yo". Esto lo explica un poco todo. De alguna manera los tres estamos así. Hemos hecho un disco que ha salido muy bien y que cuando lo escuchas no te cansas porque tiene capas, niveles y sucede lo que dice Ramón. Somos nosotros. No es el ídolo aquél en el que piensas de vez en cuando, sino que somos nosotros.

En cuanto a la comunicación ya te lo he comentado antes. Lo bueno de este trío es que se escucha mucho. Entre nosotros tenemos un nivel de escucha muy profundo y esta escucha está basada en el respeto mutuo del uno con el otro, con lo cual es un respeto total. Por eso decía que tienes que buscar un músico que es capaz de respetar a los demás cuando haces un proyecto así. Que no quiera pisar a los demás, que no quiera brillar él. A la vez lo que les pedí a los músicos, que también lo hemos conseguido, es un gran nivel de control, de autocontrol. De saber cuándo puedes hablar, cuándo tienes permiso para entrar y cuándo no tienes permiso para entrar. Un permiso que te da la misma música, ya que no me estoy refiriendo a ningún tipo de instrucciones. Y claro, con músicos como Barry y Ramón logramos que cada uno fuese encontrando la puerta para entrar en la música cuando ésta lo pedía, y también la puerta de salida para que cuando tenías que salir de la música, supieras salir con toda la elegancia del mundo. Esto ha sido posible con ellos por este tipo de autocontrol y por la concentración. Esto se nota en la música: la concentración en la grabación. También el compromiso que tenían, que hemos tenido todos con el sentimiento de las piezas, con la gestación del sentimiento de las piezas. Las partituras, que son casi inexistentes, son cuatro notitas. No todo lo que hay en el disco está en la partitura. Éstas son simplemente un apunte, un "podemos ir por allí". ¿Cómo sacas el sentimiento a partir de cuatro notitas? Eso lo han puesto los músicos. Éstos se iban adaptando al sentimiento que la pieza iba tomando, a su carácter. Fuimos profundizando en este sentido. Cuando el sentimiento se consigue, cuando se unifica el de los tres, entonces es cuando la música vuela. La música va sola. Nosotros volamos pero la música va sola. Nosotros vamos volando con una libertad total porque ya entiendes, ya has asumido en cada una de las partes qué es la música: la libertad de poder entrar, de poder salir, de poder tocar lo que te dé la gana porque ya estás dentro del sentimiento de la música y cuando estás dentro del sentimiento de la música no te puedes perder. Nunca habrá una nota errónea ni una nota fuera de tiempo. Ya estás ahí. Entonces es muy fácil. Lo difícil es todo el proceso anterior para llegar a este punto en el que dices "¡ah!, ya estamos".

Yo creo que… hay poco más que decir. Los elegí porque son fantásticos, extraordinarios. Estoy muy orgulloso de ser su amigo, de que hayan participado en este proyecto, de que me hayan ayudado en Aurora. Sin ellos Aurora simplemente no existiría. Sería otra cosa. Con otra gente serían otros temas. Si Aurora existe es gracias a que Barry y Ramón han puesto toda su sensibilidad, todo su cariño, todo su amor en esta música y que desde el principio creyeron en mí y bueno… ¡gracias Barry, gracias Ramón! Es lo único que se me ocurre más sobre ellos.


De izda. a dcha.: Barry Guy, Agustí Fernández y Ramón López
© Carmen Llussà

Retrato del compositor. La aportación del oyente

La mayoría de los temas son baladas o temas lentos, lo cual significa que hay un montón de espacio entre las notas. Son temas que realzan el valor del silencio. Precisamente quería hacer un disco donde más importante que las notas fuera qué pasa entre nota y nota. Qué hay entre nota y nota. Creo que ahí es donde está la música. Evidentemente las notas y los sonidos son importantes. Pero los "no sonidos", los silencios, las esperas, son tanto o más importantes. Cuando estaba componiendo y grabando quería estar muy atento a los silencios. Lo que son las canciones o temas, no son canciones porque no tienen esa forma. Son esbozos de temas. Casi no tienen ni estructura. Son esbozos que se llenan de improvisación. Estos esbozos son unas melodías que están muy desnudas. Son cuatro o cinco notas en un papel, pero muy afinadas, muy concisas. Serían como haikus. Son lo mínimo. Lo que tiene que hacer el músico es vestir esta desnudez, aportar la carne a las cuatro notas que no son nada. Esta selección de notas es intencionadamente así. Tan simple, tan minimalista. Lo que quería en el disco es que fuera más importante lo que se sugiere que lo que se dice. Cuando lo haces todo explícito hay poco más que puedas decir. No dejas espacio para que la gente participe. En cambio cuando sólo sugieres, la gente puede llenar esos espacios con su imaginación, con sus recuerdos, con su memoria, con sus deseos. Allí es donde juegan estos esbozos. Que el oyente también pudiera participar. Cada tema es diferente; para mí son evocaciones. Sugieren un clima determinado con muy pocas notas, son una evocación de un clima, un estado, un paisaje, una sensación. Es como si cada tema fuera una ventana que se abre hacia una dimensión concreta. Los temas tienen tiempos, texturas y climas diferentes, pero a la vez –es algo que intentaba cuando hacíamos el disco–, pertenecen al mismo universo. El disco es un paisaje sonoro que tiene varias dimensiones o colores. Estás dentro de la misma tesitura, del mismo cuadro, pero cambian los colores, cambian las dimensiones, cambia lo que dice del estado de ánimo. Son como formas diferentes de afinar el estado de ánimo o de explicarlo desde otro punto de vista. Cada tema explica el estado de ánimo, que es Aurora, desde un punto de vista diferente.

También lo que buscaba en los temas era que los músicos pudieran aportar. Había temas en que me comentaban qué era lo que podían aportar. Algunos de los temas se han caído del disco porque no eran lo suficientemente evocadores para ellos, porque no les decían nada y no había manera de afinar o desarrollar algo.

Para mí cada uno de los temas es un vehículo para que viajen los sentimientos. Viajan los míos, los de los músicos y los de los oyentes. Cada tema explica una historia. Son temas narrativos. Cada tema es una historia de amor diferente. Pero el amor no es el adolescente o del enamoramiento. Es básicamente un amor a la plenitud de la vida. Un amor al "estamos vivos", al "nos encanta vivir". Es así de sencillo.


De izda. a dcha.: Barry Guy, Agustí Fernández y Ramón López
© Carmen Llussà

El nuevo folclore español

Desde un punto de vista más técnico, Aurora sería un simple disco de melodías. Melodías muy sencillas, muy básicas, que podrían cantar los niños, que podrían haber salido de melodías infantiles. Muchas de ellas están teñidas por lo que yo llamo el lamento español, un deje español. No sé por qué cuando hago este tipo de melodías me recuerdan el lamento español, que es diferente del inglés o del portugués. Es un tipo de lamento o de canto que tiene un tinte español. Esto también lo decía Barry. Decía que tenía unos colores que él nunca habría puesto. ¿Qué quiero decir con esto de lo español? Que es música española y que no podría ser francesa o alemana. Español de hoy en día, con sonidos clásicos.

Dentro de cada tema hay sonido clásico, jazz, improvisación... todo dentro de cada tema, todo unido y casi sin querer. Otra cosa que quería decir es que Aurora no es un disco de jazz. Esto lo dije desde el principio. Si no, habría hecho otro casting y escrito otra música. Tampoco es un disco de improvisación. Tampoco es un disco de composición. No es ni jazz ni composición ni improvisación. Es Aurora, un punto en el que hay un poco de todo. Toda la música tiene un punto folkie y voluntario. No folkie de un folclore concreto sino de un folclore soñado. Son sueños traducidos en notas o, quizás, más que soñados son recordados de algo que nunca has vivido sino imaginado. Estoy de algún modo inventándome este nuevo folclore español. Esto es sobre lo que habían trabajado los músicos de ARFI desde hace 30 años.

Aurora está en esa tesitura de folclore imaginario español, si es que alguna vez pudiera existir algo así. Luego los temas tienen una forma y una lógica interna. Esta lógica se basa en la improvisación y la composición colectiva instantánea. A la vez estamos tocando, interpretando y componiendo. Esta lógica no es abstracta a priori ni caprichosa. Es una lógica en la que les pedía que en cada tema fuera muy fluida, muy natural, muy cantable de alguna manera. Que tuviera mucho sentido del espacio y de la respiración y de las frases y de la música. Que la música respirase.

Como ves, estos conceptos que te estoy contando no tienen nada de composición clásica o de jazz. Estoy hablando de algo fluido, natural, del espacio. Cuando grabas con gente que no conoces es difícil que tengan un sentido del espacio y que coincida con el tuyo o que entiendan el tuyo y puedan compartirlo. Esta era la manera en que quería que la lógica de los temas siempre fuese la suya propia y que la descubriesen en las cuatro notitas que yo les daba.

Personalmente buscaba en el piano un ritmo interior. El sonido del piano, el toque, los colores que encontraba, era lo que buscaba. Lo que quería es que no hubiese mucha diferencia entre composición e improvisación. Quería que no quedase claro. A veces no queda claro qué partes son improvisadas y cuáles compuestas. Así que con eso estoy contento. Básicamente quería dar unos marcos de trabajo, pero que fuesen unos marcos de libertad: "vamos a trabajar aquí dentro". Aquí hay unas notas que pueden ser un tema, pero más que un tema pueden sugerir un espacio, un clima, un sentimiento: "vamos a trabajar a partir de aquí", a dejar que la música fluya, que se explique a sí misma.

Música flotante

En cuanto a lo técnico, voluntariamente casi no hay ritmos, sobre todo ritmos reconocibles. Esta ausencia es deliberada. No quería marcar ritmos. Quería que la música flotara y que lo hiciera más allá del tema, más allá del ritmo. Precisamente porque el ritmo afinca y porque remite a una cultura, quería que Aurora fuera universal, que no se pudiera identificar como música ni europea, ni africana, ni americana. Una música que está ahí y sale por sí misma. Al quitarle esa base rítmica –que es la base étnica, ya que cada país o continente tiene sus ritmos–, accedíamos a esa otra dimensión de la música, casi sin procedencia, que no se puede decir muy bien de dónde sale. En cuanto a la armonía, podría decir que el color armónico de algunos de los temas es también voluntariamente ambiguo. También lo he querido así. No quería definir muy bien el color armónico. Qué armonía, qué acordes o qué escala tenía que ir allí. Quería que el color pudiera definirse en la grabación en el momento de tocar. Tal y como digo que cuando escribía ponía las cuatro notas, que sirven como base para la improvisación, con la armonía era lo mismo. A veces cuatro notas, a veces tres, a veces dos, a veces ninguna. Barry a veces me preguntaba: "¿aquí qué acorde pongo?"... "Pues no sé, ya veremos. El que salga en el momento". Esta ambigüedad es querida. Cuando buscaba este espacio, el espacio Aurora, éste apuntaba hacia aquí. Esto que te estoy diciendo del ritmo, la armonía, las melodías es lo que yo trabajé en mi cabeza, mentalmente, ya que era lo que quería que fuera Aurora. Una música sin ritmos reconocibles, una armonía ambigua, unas melodías que apuntan a veces hacia un imaginario español que no existe porque te lo acabas de inventar. Esto era Aurora cuando estaba en mi cabeza. Todo lo demás, la interacción, la improvisación, la fluidez de los tempos, el tempo lento..., todo esto era el sentimiento o las ideas que tenía en la cabeza cuando quería hacer Aurora o cuando se me estaba dibujando en la cabeza y no sabía hacia dónde saldría. Básicamente quería hacer una música muy sencilla, sin ninguna complicación y sin ningún abarrocamiento excesivo ni innecesario. Una cosa muy sencilla y que fluyese por sí misma. Y todo está basado en intuiciones. Básicamente el proyecto –cuando lo tenía en mi cabeza y antes de trabajar con Barry y Ramón– era esencialmente ir descartando: "esto no lo quiero, esto no me gusta". Al final me quedaban muy pocas cosas en las manos. Es como si tienes un ramo de flores enorme y dices "éstas no, éstas tampoco…" al final te quedan tres flores y hay que trabajar con esas tres porque las otras 80, 90 o 1000 las has tirado, porque has dicho que no en algún momento del proceso. Porque has dicho así no lo quiero, así tampoco, esto no me queda bien, este color no me gusta. Y vas un día, y otro día, y otro día... y al final lo que te queda es lo que tenía en Aurora. Cuatro esbozos de melodías, cuatro acordes mal dibujados, no quería ritmo y quería que los tres músicos improvisásemos a partir de ese casi nada.


De izda. a dcha.: Agustí Fernández y Ramón López

Un trío de cuatro: Ferrán Conangla

También quería hablar del proceso técnico de la grabación, el estudio, la mezcla, que para mí es indisociable del proceso musical, del proceso previo y de la relación con Ramón y Barry, es decir, la relación que tengo con Ferrán Conangla, que es el técnico que me ha asistido en Aurora. Es un técnico con el que trabajo desde hace años en distintos proyectos y con diferentes acompañantes. Conoce muy bien mi sensibilidad, mis historias y sabe traducir estas cosas que explico. Él lo sabe aplicar al proceso de grabación, a la mezcla, a la edición, al mastering. Él es la única persona que podía hacer este trabajo. Yo creo que ha realizado una labor extraordinaria. A nivel técnico no ha sido fácil, porque para empezar partimos de tres grabaciones en tres auditorios diferentes, con tres pianos diferentes, en tres fechas diferentes. Para que, con tres pianos diferentes, suene un mismo piano de un modo consistente a lo largo del disco tienes que tener un técnico muy bueno que sepa hacer eso. Mantener el clima, los colores, el espacio, todo esto a lo largo del disco y tema a tema... sólo lo podía hacer con una persona como él. Los conceptos básicos que trabajé con él fueron los de la claridad: yo quería un sonido muy claro y muy definido, transparente, cristalino... que se entendiera todo, que se oyera todo. No quería ningún "marrullerismo"... un reverb excesivo. Las ecualizaciones tenían que ser siempre transparentes, que no se notase que hay nada. Como si estuviera el público ahí. Como si los músicos estuvieran en tu casa. Ferrán sabía como afrontar la grabación: con qué micros, la manera en que lo iba a grabar y cómo mezclarlo. Hemos hecho muchas mezclas y finalmente no se nota nada. No siempre, pero hay algunos temas que tienen mucha mezcla detrás. Temas que mezclé una vez, los mezclé otra vez... al cabo de tres meses volví a mezclarlos... cambiamos el concepto, volvimos otra vez, había demasiadas cosas, las quitamos… ha sido un proceso muy largo técnicamente. Por eso ha tardado tanto tiempo desde que se grabó hasta que ha salido. Durante este tiempo yo estaba ahí, yendo al estudio casi cada mes. "Vamos a hacer este tema otra vez". Quita esto, pon lo otro, probamos de esta manera, probamos de la otra. Y así una y otra vez. En este sentido Ferrán es una persona muy encantadora, muy paciente y muy comprometida con lo que estábamos haciendo. Siempre me daba soluciones para todos mis requerimientos. En este sentido yo me siento muy afortunado, porque creo que la grabación es exquisita. El sonido del disco es un lujo y esto sin Ferrán no sería así. Esto es algo que se ha reconocido en todas partes, tanto aquí como fuera. Mucha gente ha dicho que este es un disco que por la calidad del sonido podría estar en ECM o en cualquier sello exquisito. Eso es algo que a mí me halaga, porque nos ha costado mucho tener ese sonido. Ha sido muy difícil. Ha sido un proceso que sin otra persona no habría sido posible. No habría sido capaz de llegar a esos niveles de sutileza y de claridad que hemos logrado. Quería mencionar a Ferrán porque es un genio, sobre todo de la mezcla. La grabación no tiene tanto misterio, porque al final es tenerla bien preparada. Pero la mezcla… Ferrán oye lo que nadie puede oír. Ahí es donde él es excelente.

Yo le pedía que se percibiera siempre muy claramente el color y la presencia de cada instrumento. El equilibrio entre los instrumentos. Que ninguno sobresaliera por encima del otro. Lo que decía antes de Ramón y de las sutilezas. No solo de Ramón sino del contrabajo, del piano.

Recuerdo que en una de las mezclas que hice, debía ser abril o mayo del 2006, envié un tema en concreto a Barry. Dijo que le parecía bien pero que a la mezcla le faltaba un poco de bajo. Y entonces Ferrán y yo intentamos poner un poco más de contrabajo. ¿Qué sucedía? Que al poner un poco más de bajo se iba al garete el equilibrio entre los tres instrumentos. Un equilibrio al que nos había costado meses llegar, encontrar el equilibrio en cada frase, en cada parte del tema. O sea, que cada tema respirara por sí mismo. Finalmente se lo envié y el mismo Barry me dijo "oye, no funciona, no sé que ha pasado que se ha perdido la magia". Esa magia que se había perdido cuando hicimos un retoque es la magia que conseguimos con Ferrán. Podría decir que Aurora somos cuatro: los tres músicos y el técnico de sonido. Él siempre viene con nosotros porque considero que somos un cuarteto. Él ha estado en la gestación de la música e incluso ha estado más que los músicos. Estos han estado tocando y luego cada uno ha vuelto a su vida. Sin embargo Ferrán y yo hemos seguido y seguido y seguido... Meses y meses escuchando y mejorando el sonido y haciendo que esto suene al final como suena. Por eso digo que en el proyecto hemos sido cuatro personas.

 Aurora, tema a tema

 "Can Ram"

Es el lugar donde vivo. Yo vivo en Sant Pere de Vilamajor, que está en la provincia de Barcelona, en el macizo de Montseny. Yo estoy en la falda de este macizo y Can Ram es la zona. Can Ram significa en catalán "casa de los Ramos", algo así… "Casa Ramos". En la zona donde vivo hay una masía que se llama Can Ram y a partir de ésta se construyó toda la urbanización donde vivimos los de Can Ram. Cuando hice este tema, que fue uno de los primeros, estaba mirando por la ventana. Como tengo una vista preciosa, lo que veo es lo que suena y lo que veo es Can Ram.

"David M"

Es un tema dedicado a David Mengual, contrabajista catalán y amigo mío. Es un tema que hice en un proyecto que teníamos que se llamaba Slow. Era con dos baterías, él y yo. Los baterías eran David Xirgu y Dani Domínguez. Habíamos escrito temas originales para este grupo y uno de ellos era "David M". Es un tema que me gusta mucho. Es muy clásico, la secuencia armónica es muy clásica, pero muy redonda. David lo toca muy bien pero también lo toca muy bien Baldo [Martínez] y también lo toca estupendamente Barry.

"Don Miquel"

Es un tema que yo hice en recuerdo de don Miquel Segura y Aguiló. Fue mi profesor de piano y música en Palma de Mallorca. Desde mis nueve años hasta los dieciocho o diecinueve. Iba a decir que en el periodo importante de formación don Miquel fue mi profesor de cabecera, pero fue mucho más que eso. Yo iba a clase con él cada semana. Primero daba clase en La Salle (que era el colegio donde yo estudiaba) y luego fui como alumno particular a su casa. Hice toda la carrera con él. Yo creo que todo lo que sé, lo sé gracias a don Miquel. Era una gran persona, un gran músico, un gran pianista, una persona muy abierta de cabeza. Era músico clásico pero tocaba en night-clubs en Mallorca y estaba muy abierto a todo lo que pasaba. Recuerdo anécdotas de él en la que una noche había tocado Duke Ellington con su orquesta. Estoy hablando de los años 60. Entre los años 60 y 70, que era cuando yo estudiaba con él. Él, siendo un muy buen pianista y músico clásico, en lugar de despotricar contra lo que hacían éstos o cualquiera de los músicos que pasaban por allá, decía "mira, pues ayer vino una orquesta de músicos norteamericanos y es curioso porque tocaban así, hacían una cosa como esto …" y él sin saberlo imitaba la manera de tocar de Duke Ellington o de otros músicos. Eso ilustra lo abierto que era. En lugar de decir "han venido unos negros que no sabían tocar, menos mal que ya se han ido", que podría haber sido una reacción muy lógica en otro músico con su misma formación, él era todo lo contrario. Estaba muy abierto y era muy curioso con la música. Era la época en que se hizo famoso Walter Carlos tocando música de Bach con sintetizadores. Él me hacía trabajar Bach como un condenado, pero en vez de despotricar de estas versiones modernas, modernizadas o electrificadas, él decía "está muy bien porque puedes oír las cuatro voces de las fugas y puedes concentrarte para luego hacerlo en el piano con los cuatro dedos". Quiero decir que era una persona muy abierta. Para mí ha sido el gran profesor que he tenido en mi vida. Quería hacerle un tema dedicado y me salió "Don Miquel".

"Aurora"

Es el amanecer. No hay más que decir. Es un tema que está en Camallera, el disco que es un resumen de un concierto de quince horas que di en Camallera. "Aurora" es una de las improvisaciones que me salieron en ese momento y quería repescarla. He hecho dos versiones con Ramón, aumentado con la percusión. Partí de lo que hice en Camallera y he llegado a este espacio con Ramón.

"Rosalía"

Es un nombre de mujer y el nombre de una figura retórica musical. Consiste en un motivo que se va repitiendo cambiando el grado. Quiero decir subiendo o bajando la tesitura. "Rosalía" se llama así porque es esto. Es una melodía que va bajando, bajando y bajando hasta que resuelve. "Rosalía" es… "Rosalía".

"Please let me sleep"

Es una frase un poco ambivalente. Significa "por favor déjame dormir". La primera vez que pensé cuando hacía la música me vino a la cabeza esta frase. Se me ocurría la siguiente idea: una pareja. El chico sale por la noche. La chica se queda en casa y se va a dormir. El chico llega tarde. Entra en casa, se mete en la cama, empieza a achucharla y ella le dice "por favor, déjame dormir". Esta es una situación. Esta sensación de la chica de estar flotando y decir "déjame dormir". Era la sensación que me daba a mí cuando escribía la melodía. Pero también al revés. El chico que sale hasta tarde y llega a casa bastante cargadito y se encuentra que su compañera está despierta y le empieza a montar la bronca. Y él le dice "por favor, déjame dormir" porque está destrozado. Esta situación de ambivalencia de la frase, que la pueden decir los dos miembros de la pareja, que denota muy bien el momento en que el otro te está requiriendo para algo y tu estás en otra dimensión en la que lo único que necesitas es dormir, porque tienes mucho sueño y solo quieres dormir. Este es el título. Se puede tomar como se quiera en uno u otro sentido.

"Odissey"

Es un tema de Barry Guy que forma parte de una de las piezas que tocamos en su orquesta. Tampoco tengo mucho más que decir. Es un tema que me gusta mucho y que hemos tocado con su orquesta. Él lo ha tocado también con Marylin Crispell. Es un tema muy bonito, muy sencillo, que cumplía los requisitos de lo que yo quería cuando hacíamos la música. Yo no quería componerlo todo, así que le dije a Barry que compusiera algo. Y él me dijo que no, pero que pensase si de lo que había tocado con él habría algo que funcionaría. Como yo había tocado esta pieza y era muy bonita le dije "vamos a arreglarla, vamos a darle un punto para ver si la podemos hacer entre los tres". Tuvimos que trabajarla bastante porque no fue fácil. Cuando la tocamos con la orquesta está arreglada para un desarrollo muy importante. En Aurora teníamos que reducirlo, simplificarlo mucho más. No fue fácil, pero estoy muy contento con el resultado final. Está muy bien. Además le da otro color. Me salgo del lamento español y le da otro color. Para el futuro quiero que escriba un poco más. Ya se lo he pedido a Barry.

"Umaneta"

Es una palabra inventada. Muchos de los títulos que les doy a los temas son palabras inventadas en un supuesto catalán. No significa nada. Tiene resonancias de otras palabras. Es un tema que yo había escrito hará diez años. Una pequeña melodía que he tocado alguna vez en solo. Pero como no tenía mucho recorrido tampoco sabía qué hacer con ella en solitario. En cambio es un tema ideal para el proyecto Aurora. Estoy encantado de cómo ha salido en el disco.


De izda. a dcha.: Agustí Fernández y Ramón López

Ha amanecido: el éxito de Aurora

Estoy encantado con la recepción que ha tenido el disco en todo el mundo. He recibido críticas inmejorables de gente, de medios, de periodistas muy importantes. La verdad es que no me lo esperaba. Yo sabía que estaba haciendo algo muy importante para mí, ya que era lo que quería hacer. Básicamente cuando lo hice era algo así como "yo quiero hacer este proyecto con Barry y Ramón y vamos a ir por aquí y pase lo que pase lo voy hacer". Y después resulta que la gente ha recibido muy bien este "pase lo que pase". Tengo muy buenas críticas de los periodistas. Unas críticas increíbles, como nunca me habían hecho. Y sobre todo de los amigos. Aquí en Barcelona y a todas las partes donde voy, la gente me habla de Aurora. Estoy muy satisfecho del proceso, desde que empezamos hasta que hemos acabado y cómo ha reaccionado la gente. Ha sido estupendo. Tampoco me proponía yo tener mucho éxito. Tenía ganas de sacarme este proyecto de encima, sacarme de encima esa idea que tenía. Esa manera de tocar, esa manera de trabajar con materiales más sencillos y buscar esa dimensión o estado de ánimo que es Aurora, investigar en él y ver qué daba. Pero no me hubiera imaginado nunca que esto fuera a gustar como ha gustado. Estoy encantado. No puedo decir nada más.

Yo creo que también ha contado mucho que este proyecto es un proyecto autofinanciado. Yo ahorraba para hacer éste y otros proyectos, pero básicamente éste, por su extensión. Ha sido una inversión económica muy fuerte durante tanto tiempo en tantas grabaciones, tanta mezcla. Ha sido un proceso larguísimo y costosísimo. Como era una cosa que se me había metido en la cabeza que la quería hacer, pensaba haber hecho una autoedición de quinientos ejemplares, repartirlos y se acabó. No tenía ninguna intención crematística ni de recuperar la inversión. Quería sacar el proyecto artístico que tenía en la cabeza y punto. Sin embargo una vez estuvo terminado Barry me dijo "esto es precioso, a mí me encanta, a Maya también" (Maya es su mujer, la de Maya Recordings) "nos encantaría sacarlo en nuestro sello". Y claro, para mí fue… no me lo esperaba, pero estaba encantado. Maya Recordings se distribuye a través del sello suizo Intakt por todo el mundo, algo que yo jamás habría podido hacer porque no tengo distribución. Lo más que pensaba era enviarlo a los amigos y que lo disfrutaran los que les gustara y los que no pues que lo tiraran por la ventana, pero al hacerse cargo Maya el proyecto cambió de dimensión.

Con Aurora estoy muy contento. Muy contento de que lo haya sacado Maya, porque lo han hecho con mucho cariño. Le han puesto muchas ganas. Patrick lo ha distribuido por todo el mundo. Por eso he tenido estas críticas en Estados Unidos, en Japón, en toda Europa. Críticas inmejorables. Y claro, para mí ya está acabado. Aurora se ha acabado y es un sueño hecho realidad. Un sueño en el sentido de que yo soñaba con una música así, que ha salido, ha funcionado y ha gustado. Pues estupendo, estoy encantado.


De izda. a dcha.: Barry Guy, Agustí Fernández y Ramón López
© Carmen Llussà

¿Y ahora?

De cara al futuro no sé. La verdad es que no lo sé. Tengo intención de seguir con Barry y Ramón en esta dirección, porque tras la publicación de Aurora tenemos una serie de conciertos. Hemos tocado en Barcelona, hemos tocado en Zurich, tocaremos en Francia, en Portugal, en España si dios quiere. Hay también solicitud de conciertos en Alemania, en Inglaterra… Aurora se va a mover pero yo quisiera seguir trabajando en esta dirección y hacer un nuevo disco. Es un proceso muy largo. Espero que el siguiente no sea tan largo. Quiero empezar a componer, de hecho ya estoy empezando a pensar nuevos temas, nuevas situaciones, esos nuevos marcos de libertad, que digo yo. Está en la misma onda del que hemos hecho. Enraizado en la tradición musical clásica diríamos, pero no sé… tengo ganas de dar un paso más, pero no sé exactamente a dónde va. Sé que no me quiero apartar del camino que ha abierto Aurora, porque a la vista están los resultados. Yo estoy muy satisfecho y quiero seguir en ello. Ya veremos qué nos depara el futuro. Yo quiero seguir grabando y en este momento no tengo nada previsto. Tengo previsto escribir, tomar apuntes, hablar con Barry, hablar con Ramón y ver cuáles son las sensaciones, cuál es el siguiente paso. Tampoco tengo prisa, pero sí que estoy en ello. Yo creo que en un plazo razonable tendremos la continuación: Aurora, la secuela.

© 2007, Pachi Tapiz, Tomajazz (de la transcripción)
© 2007, Fernando Ortiz de Urbina, Tomajazz (de la edición)
© 2006, Carmen Llussà (de las fotografías)

 

   
   
© 2009 Tomajazz