OMAR SOSA: LA VERDAD DE LOS ANCESTROS A TRAVÉS DE LA MÚSICA

Por Carlos Lara

El compositor y pianista, Omar Sosa (1965, Camagüey, Cuba), con una dilatada carrera a sus espaldas desde que apareciera el disco “Omar Omar" en 1997, acaba de publicar un nuevo trabajo que lleva por título “Mulatos” (Karonte). Ya lleva trece como líder y creador de una manera peculiar de entender la música afro-cubana. Es un maestro de la fusión, que se inspira en las raíces africanas y en sus ancestros para llenar de colorido su música, que suele pintar con elementos del folclore cubano, del jazz, y de los rítmos africanos, recurriendo incluso a elementos de la electrónica como samplers o sonidos de hip hop en sus grabaciones y actuaciones en directo. Por primera vez, Omar Sosa ha dejado de producir sus discos, labor ésta que ha llevado a cabo el británico Steve Argüelles.

En “Mulatos”, Omar Sosa sigue contando con la colaboración de diferentes músicos procedentes de distintas culturas, entre los que destaca el tunecino Dhafer Youssef, en un nuevo proyecto que vuelve a enriquecer su trayectoria musical. En este disco su música se ha tornado más pausada, más minimalista y los silencios han pasado a jugar también su función en las composiciones de este virtuoso pianista.

 

“Mulatos” hace el disco número trece de tu carrera como líder....

En realidad son 14. Lo que sucede que uno apareció a nombre de John Santos, editado en Machete Records. Pero a mi nombre son doce más uno.

No parece que seas supersticioso, ¿Verdad?

Soy cien por cien religioso, lo que quiere decir que soy supersticioso un doscientos por ciento (risas).

¿Qué supone “Mulatos” dentro de tu discografía? ¿Es quizá una síntesis de todos tus trabajos anteriores?

Es curioso que muchos periodistas me hayan preguntado básicamente lo mismo, y ya estoy a punto de decir que si se ve así, es genial. De tanto repetírmelo me puse a escuchar el disco desde ese punto de vista y me he dado cuenta de que efectivamente, parece una síntesis de mis discos anteriores. Al principio no me lo planteé de esa manera. Siempre que haces un trabajo discográfico nuevo reflejas lo que estás viviendo y de alguna manera, lo que llevas en la java (bolso). En esos doce discos anteriores está todo lo que he vivido, las influencias de diferentes culturas y raíces, las diferentes verdades que vas experimentando. Pero hay algo muy importante en este disco y es que por primera vez he podido trabajar con un productor, ya que en los discos anteriores la producción era mía.

¿Qué diferencias has notado entre producir tú mismo y ponerte en manos de otra persona?

Es la primera vez que hay una persona que me marca un camino de una manera u otra. Es duro decirlo, porque en el fondo es chocante. Pero es una verdad más grande que un templo. Tener a una persona que es capaz de traducir el mensaje que llega a través de ti. En el disco se encuentra lo que él y yo pensamos y lo que pudo haber pasado por la mente de los otros músicos que estaban grabando. Con Steve Argüelles creo que he hecho una combinación casi perfecta, basada en lo que sentimos haciendo este material, y en el tiempo que empleamos en realizar el disco. Antes de entrar en el estudio estuvimos 6 meses conociéndonos y otros 6 intentando sentirnos, y al final grabamos el disco en dos días (risas).

La fusión, la mezcla, la integración y combinación de culturas está en la esencia de tu música y eso también se refleja en “Mulatos”

Las cosas se enriquecen con las colaboraciones de unos u otros y esta es la esencia de la vida. Es muy importante dejar que las voces de la gente que está a tu alrededor se puedan oír y esto fue lo que pasó con “Mulatos”. Con los discos anteriores también, pero muchas veces hay cosas que están muy marcadas de antemano. Cuando escribes un disco por partes te das cuenta que suena bien porque se corresponde con lo que imaginaste. En mi música no se trata de que suene bien, se trata de que todos sintamos algo y que cada nota sea parte de un mundo ancestral y eso lo siento así con el nuevo disco.

En “Mulatos” se nota como si hubiera bajado un pistón en su música, parece más sosegada e incluso más elaborada que en trabajos anteriores

A veces noto que en el disco quizá falte un poco más de agresividad que había en los discos anteriores. Pero este es el acuerdo al que llegamos Steve y yo. Si busqué a Steve como productor fue porque asumí su forma de trabajar y por la afinidad espiritual que tenía conmigo. Steve me dijo una cosa muy bonita que ahora la tengo mucho más presente. Me indicó que tenía que intentar conseguir el lado dulce de mí y dejar que saliera a flote todo el camino del silencio. Un término que queda muchas veces fuera de juego a consecuencia de esta sociedad convulsa en la que vivimos y donde no hay espacio para el silencio. Parece que el silencio fuera algo prohibido. Y encontrar un productor para el que el silencio forma parte de su vida ha sido muy importante para mí. Él me ha hecho ver un montón de cosas. Y eso es lo que he sentido con este disco.

Hay un periodista inglés que dijo en su momento que “Mulatos” es un disco femenino. Y yo digo que si el alma, si la pasión, si el amor, si el espacio y el silencio son femeninos, yo quisiera que el mundo entero fuera femenino, porque me parece que estamos necesitados de eso.

¿Te refieres a que el disco es más sensible que los anteriores?

Esto es muy complejo, porque si vamos a mi discografía anterior, te encuentras con trabajos como “Prietos” que es frenético. Refleja enteramente África, la agresividad con amor, a diferencia de la agresividad que tiene una connotación de guerra y violencia. Por su parte, “Mulatos” refleja todo lo que soy y estoy viviendo actualmente: el nacimiento de mis dos hijos y otras cosas agradables. Siento que es un disco más melódico, muy tranquilo, pero que te da la posibilidad de escucharlo una y otra vez.

¿En todo ello cómo han contribuido los músicos que has elegido para tu disco? (Dhafer Youssef, Dieter Ilg, Philippe Foch, Steve Argüelles, Renaud Pion y la colaboración de Paquito D´Rivera).

Voy a empezar por el maestro Paquito D´Rivera, porque para mí merece un lugar especial. Trabajar con él ha sido una de las cosas más bonitas que me ha sucedido en mi vida, porque no hay nada mejor que tener a uno de tus ídolos colaborando en tu propio trabajo. En este caso el resultado final ha sido fruto de la suma del trabajo de todos los músicos que han participado. Recuerdo que cuando llegué a Nueva York a grabar con Paquito, me mostró todo su afecto y me dijo que estaba para interpretar lo que yo quisiera. Y me costó trabajo decírselo. Me dijo que no tuviera reparo y le indicara lo que pretendía de él. Hizo los tracks en el tiempo que duraban los temas, 10 ó 15 minutos, casi sin segundas tomas. De Paquito me impresionó su humildad ante la vida y comprendí que ese es el camino, que no importa donde estés y lo que hayas conseguido, lo importante es entregar tu corazón. Con esa humildad salieron los tres temas que interpreta en el disco.

¿Cómo se decidió a incluir a Dhafer Youssef y a los otros músicos?

Con Dhafer Youssef tengo una comunicación bastante cercana, porque creo que de ese entendimiento nos retroalimentamos el uno del otro. Cuando le planteé a Steve los músicos que quería para mi disco, éste me dijo, con buen criterio, que debíamos estudiar la forma de emplear a estos músicos. Al hablar de Dhafer, rápidamente pensé en su voz y quise que cantara en mi disco, pero Steve me puso en mi sitio y me dijo que Dhafer es primero un intérprete de oud, además de ser un buen cantante. Yo ya había colaborado anteriormente con Dhafer y considero que su voz es la voz de Dios, pero hay que ponerla en el contexto adecuado y en “Mulatos” no era el sitio adecuado. Me encanta el trabajo de Dhafer porque sabe encauzar con sentido espiritual todo lo que transmite.

La sintonía con Philippe Foch (tabla) fue similar. En principio buscamos un músico de la India, pero es muy difícil encontrar uno que domine los conceptos occidentales y sobre todo los conceptos tradicionales afrocubanos. Los conceptos musicales indios están unidos a la matemática.

A la hora de preparar un disco me gusta llamar a los espíritus y ponerlos encima de la mesa y preguntarles si es o no el momento. En un trabajo colectivo siempre hay que buscar la luz que traspase la pared y con Philippe Foch pasó lo mismo. Es un músico francés que ha vivido en la India y domina los conceptos occidentales. Establecimos una buena comunicación y nos debemos un concierto a dúo. Desde un principio tuve claro que no incorporaría un saxofón, sino un clarinetista bajo que aportara espacios, melodías y silencios. Quería un músico que toque una nota y no toque en toda la noche, pero que esa nota que toque la sienta y así fue como se incorporó Renaud Pion al grupo.

Todos estos ingredientes eran los que le hacían falta al proyecto, personas procedentes de diferentes mundos y culturas. Esto es lo que encierra el concepto de “Mulatos”. Todos somos mezclas, todos somos mulatos. Y esto es lo que siento que hay que buscar y desarrollar en la música. La esencia del universo hoy es la mezcla, la unidad de culturas y de raíces.

¿Cómo se mantiene la capacidad de sorprender?

Siendo honesto con uno mismo, humilde y sencillo. No se necesita nada más.

¿Quién es para ti Thelonious Monk?

Es mi gurú, es el que ha hecho posible que no le tenga miedo a nada. Y es la primera vez que digo esto. No tuve la suerte de ver tocar a Monk en directo, pero quizá lo haya visto en sueños. Haber visto a Monk en grabaciones me ha convencido de que podemos ser nosotros mismos. Aunque mucha gente quizá lo haya tildado de loco.

¿Cómo te ha influido?

En todo. Hasta en mi vida privada. Monk decía que el jazz es libertad y yo pienso que la vida es la libertad. Cada vez es más difícil ser libre porque estamos presos de todo lo que nos rodea. Si tenemos la oportunidad de poder crear, hay que dejar volar a la paloma de la creación, que nos va a llevar hacia un lugar que no conocemos. Muchas veces tenemos miedo de llegar a un sitio que no conocemos, porque como esta sociedad está creada para saberlo todo, ello acarrea un problema muy grande. Y aquí nadie sabe nada, porque cada día descubrimos que somos tan ignorantes y que no nos conocemos como seres humanos y me parece que tenemos que luchar por eso. Y la forma de hacerlo es ser libre. La libertad cuesta mucho, no es tener dinero para comprar lo que quieras. Esa es la nueva esclavitud. Estoy leyendo un libro que se llama “Las Voces del desierto”, de Marlo Morgan. Cuando lees ese libro te das cuenta de lo podridos que estamos en esta sociedad. Muchas veces no podemos evitarla, pero si al menos nos diésemos cuenta que hay otra forma de vida.

Otro músico que también se planteó su vida como pura creación y libertad fue Don Pullen..

Extraordinario músico que también ha influido en mi música. No recuerdo cuando vi una imagen de Don Pullen, pero se me quedó grabada y nunca más la pude borrar de mi mente. Fue una persona honesta, sencilla, abierta, y tocaba con su alma, con su espíritu. El que vivamos en una sociedad como esta no quiere decir que no podamos encontrar ese camino de libertad y de conexión ancestral. Porque todos esos maestros, como Monk o Pullen, vivieron momentos duros y fueron capaces de expresarse con libertad. Hoy en día no sabemos cómo llegar a ella, porque hay muchas cosa a nuestro alrededor que forman una gran puerta de metal que es muy difícil abrir. Hay personas que consiguen abrirla dos días antes de morir, cuando ya son viejos y han hecho fortuna y se dan cuenta de que no han vivido esa libertad de espíritu para poder conectarse con verdades que son más reales que las cosas tangibles.

En este empeño me dan fuerzas músicos como Monk, Don Pullen, Eric Satie, Rubén González, Lenny Martínez, Peruchin... . También Bebo Valdés al que no he visto nunca en directo y sólo me basta con sentirlo, porque no hace falta ver a una persona para sentirla. Las cosas vuelan al infinito y este es el aire y la energía que vivimos, y cada nota que toca Bebo, está en la vida, no es espíritu ni ancestro; vuela, como volaron las últimas notas que dio Rubén González. Hay que beber de los maestros no tocar como ellos. Sentirlos y estudiar su camino espiritual. y porqué llegaron a ello. Esta es mi lucha y mi camino.

Toda tu concepción musical y vital tiene su origen en el continente africano, ¿Qué significa para ti África?

Afrecha somos todos nosotros, porque es la madre de este Mundo. No viviría en África. Sería muy duro. Pero una cosa es vivir en el sitio y otra sentir la esencia central de ese sitio. África es quizá como la tierra prometida. Es como ir a Cuba donde hay sitios que recuerdan totalmente a África. Salvador de Bahía es África. Hay que darle gracias al legado de la madre África y en lo personal, le doy gracias cada segundo de mi vida, porque sin ese legado no sería lo que soy.

¿Toda tu música respira espiritualidad y religiosidad?

Estoy aquí para transmitir una historia que llega a través de mí y de la cual no tengo ni control. Una multinacional conocida me propuso hacer un disco con una serie de condiciones. A mi no me molesta, pero debíamos esperar a que los espíritus y los ancestros marquen el camino. Nunca se grabó ese disco. Esa compañía se planteaba la música como una forma cualquiera de vender un producto. Yo no tengo control sobre esas cosas y los proyectos llegan cuando tienen que llegar.

Muchos músicos de jazz han vivido buscando la armonía del universo, han vivido la espiritualidad de la música, como por ejemplo Randy Weston, Abdullah Ibrahim, o Art Ensemble de Chicago, ¿Cuál era el mensaje que pretendían dar?

La música es un elemento catalizador de una manera u otra. Pero tenemos que pensar que, para que esa música salga, tiene que haber una tercera persona que la exprese hacia fuera. Cuando esa tercera persona es dominada por alguien que lo que quiere vender es productos de consumo, el mensaje no llega. Porque siempre nuestros espíritus y nuestros ancestros van en camino de unidad. El mensaje espiritual es el que llega, y estos creadores siguen estando ahí. Esta gente que ha hecho arte no sólo de la música sino también en la plástica como Basquiat, Van Gogh, el mismo Picasso o Dalí, mandaron cosas, que no pudieron ser controladas por la materia. Hay quienes no ven esa espiritualidad pero ven la fuerza de algo que se carga a través de una materia, que es lo que pasa con Randy Weston, con Andrew Hill, con Cecil Taylor, con Art Ensemble. Este grupo llegó a tocar en sitios con 20.000 personas, pero era un momento en el que las cosas eran más naturales. No olvidemos que este mundo está dominado por cinco o seis personas. A esta gente no le interesa la fe, y hay gente que abraza la fe machacando a otros. Eso no es fe, es poder. La iglesia es poder, no es fe. El mensaje de los espíritus no lo puede amarrar nadie, ni con todo el oro del mundo.

El mensaje de Randy Weston no se lo puede amarrar nadie. Como tampoco el mensaje de una ceremonia donde se tocan los tambores batá. Los mensajes políticos no cuentan en la vida. Estamos haciendo que cuenten para, de una manera o de otra, tener a la gente en una posición como el ganado, pero las fuerzas ancestrales y espirituales no las puede parar nadie. Al perder parte de nuestra esencia no podemos dedicarle el tiempo suficiente a nuestro mundo interior.

Hubo una época en la que el jazz jugó un papel como música rebelde y contestataria, fue caso del free-jazz, que surgió en un momento de reivindicación de los derechos de los negros. En definitiva una música transgresora y revolucionaria. ¿ Ahora mismo dónde ves tú esa música de subversión contra el sistema?

Quizá se encuentre en el hip hop y en el rap. Las nuevas generaciones de jóvenes no tienen voz. La voz se la están imponiendo los estrategas del mercado, esos títeres creados para estereotipar a la juventud hasta en la forma que tienen de vestirse, de proyectarse, de escuchar música y sus aspiraciones ante la vida. Un individuo como Michael Jackson cumplió sus roles y revolucionó una era, pero hoy es basura. No fue capaz de asumirse como una verdad. Renegó de su negritud y de sí mismo. Pongo este ejemplo porque no le estamos dando a nuestra juventud la oportunidad de poder encontrarse ellos mismos, sino que están mediatizados.

Muchas son las músicas de las que has bebido, entre ellas el jazz, ¿Qué papel juega el jazz en tu vida?

El jazz para mí no es una música, es una filosofía de vida. La libertad por encima de todas las cosas. Todos queremos ser jazzistas en el concepto filosófico de la palabra. Muy pocos lo consiguen. Yo no lo he conseguido, estoy trabajando para lograrlo y quizá nunca lo consiga. Creo que Monk lo logró, Chet Baker, Don Pullen, Miles con sus cuartos oscuros, también lo lograron. Ser genial no siempre determina ser una buena persona. Dizzy también lo consiguió, como Joe Henderson, Yussef Latef, incluso Jerry González lo consiguió, porque es un espíritu libre. Jaco Pastorius también, pero muchas veces la materia no es lo suficientemente potente para asumir toda esa fuerza ancestral y eso fue lo que le sucedió a Jaco. Demasiada genialidad para insuficiente materia, te vuelve loco. Elvin Jones y muchos músicos de jazz lo han conseguido. Han vivido y sentido la necesidad de conocer la verdad. Empiezo a sentir esa necesidad, pero de ahí a que la lleve a cabo es otra historia. Estoy trabajando en ello y esa es mi lucha. La libertad de poder transmitir lo que llegue a mí.

Uno de los miembros de tu grupo Miguel “Angá” Díaz ha colaborado como percusionista de Steve Coleman, ¿para cuándo puede haber una colaboración con Steve Coleman?

Steve es un músico al que admiro muchísimo. Es muy peculiar, pero lo que es capaz de transmitir con su música tiene mucha fuerza. Me encanta lo que hace. Él tiene su camino espiritual, trata con los astros y sus posiciones. Y voy a contestar lo mismo que dije antes, sólo los espíritus y los ancestros sabrán el momento en que las cosas deben pasar. Muchas personas desde afuera ven la música de dos personas y se la imaginan juntos y no necesariamente tienen que funcionar como personas. Porque, a lo mejor el mundo espiritual no es el mismo. Son dos caminos opuestos con el mismo fin.

Mucha gente se une por su calidad como músicos. Cuando me uno a un músico lo hago por lo que lleva consigo, no sólo por lo que pueda tocar. Personalmente me interesa más la persona que el músico. Músico puede ser cualquiera, pero alma sólo pueden tenerla pocos. El vocabulario de expresar la música está muy trillado. Hay muchos libros con todos los solos de Coltrane, con la vida de Coltrane, con todo lo que tocó Miles y desgraciadamente seguimos patrones y es muy difícil salirse de ellos, pero es posible. Volviendo a tu pregunta sería un sueño tocar con Steve Coleman (risas).

Para finalizar, ¿En qué proyectos estás trabajando ahora?

Mi próximo trabajo será con un percusionista al que admiro y adoro profundamente: Mino Cinelu. Se trata de un concierto en directo que hicimos y decidimos grabarlo. Ya lo tenemos mezclado y si todo sale bien saldrá próximamente. Me parece que las cosas pasan porque hay un camino. Quien iba a pensar que otro de mis ídolos, Mino Cinelu, al que escuché con Weather Report o con Miles, iba a tocar conmigo. Tocamos una noche con pura improvisación y los dos estamos de acuerdo en que tenemos que sacar ese disco. Porque más que la música, lo que importa es el mensaje que llega a través de ella. Un mensaje de paz, de unidad y de amor.

© Carlos Lara, Tomajazz, 2005

   
   
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