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..: THE BLUE SERIES: NUEVAS FORMAS DEL PORVENIR

   
 


Qué sera, será
Sly Stone

Espoleado por un sentimiento de frustración ante el hecho de que la música actual, sin distinción de género, presenta una complacencia extrema que desemboca en convencionalismos insufribles, el editor independiente Peter Gordon creó un proyecto que hermanara los distintos lenguajes del jazz, con la esperanza de que algo nuevo surgiera de todo ello. Las Blue Series son la respuesta de un empresario inquieto que no se ha conformado con lo que ofrece la industria discográfica contemporánea, y que desea alterar con bravura y entusiasmo las convenciones musicales actuales desde una alternativa que tiene en la revolución rítmica y armónica de finales del siglo XX el aliado más fiel a sus propósitos. El tiempo habrá de decir si la propuesta que acoge el sello Thirsty Ear (distribuído por Resistencia) obtendrá reconocimiento en los anales. De lo que no hay duda hoy es de que la ambición y solidez del proyecto que dirige el pianista Mathew Shipp desde el simbólico año 2000 todavía no conoce límites.

   



Discografía de Matthew Shipp

 

Ha habido suerte. Cuando el futuro del jazz pasa por la asunción de proyectos dispares en dispares sellos discográficos —algunos incluso con aura ciertamente clandestina—, uno de esos sellos ha tomado las riendas de la industria en beneficio común del jazz verdadero. La cosa llama a la incredulidad, y sin embargo, ha dado lugar a un catálogo con una propuesta global que sólo puede ser entendida desde el orgullo. Se trata de ese extraño orgullo por las cosas hechas con esmero, a las que un poco de buena suerte las hace redondas. Las más de treinta referencias que configuran las Blue Series dibujan el que acaso sea el mejor proyecto musical que haya surgido en el último lustro. La culpa la tiene el inquieto Peter Gordon, que ha logrado articular con un planteamiento repleto de serena ambición lo que parecía imposible a estas alturas de la industria discográfica: ofrecer un producto sólido, coherente e interesante, y convertirlo en referencia obligada para el porvenir de la música improvisada. La necesidad de una figura que manejara con solvencia las altas dosis de riesgo que imponía la empresa dio como resultado el reclutamiento de Matthew Shipp en labores de director musical. El pianista del Lower East Side newyorkino ha convertido el despacho de Thirsty Ear en su segundo hogar. Su inteligencia mercurial obliga a pensar en una larga vida para el proyecto, una vez se ha visto consolidada la propuesta diferenciadora. Shipp ha delegado en Cynthia Fetty (dahliadigital.com) el diseño de la colección, cuyo estudio se ha propuesto actualizar el legado del mismísimo Reid Miles, asimilando hallazgos precedentes y asumiendo la revisión global del producto, desde el color plástico de las carátulas (azul, por supuesto) a la fotografía y trabajo tipográfico de créditos, todos personalizados dentro de un ámbito común. En este sentido, cabe catalogar el trabajo llevado a cabo por Matthew Shipp bajo las premisas de un humanismo puesto al día. En ninguna major se observa el triple grado de compromiso, coherencia y valentía que se aprecia en Thristy Ear, como tampoco es fácil encontrar sellos indies que aglutinen la materia prima de la que se nutre el sello que tutela Shipp. La nómina de colaboradores resulta pavorosa, en su mayoría líderes de algunos de los trabajos más sobresalientes de los últimos años. Las semejanzas con sellos de hondo calado como fueron Prestige, Blue Note, Impulse! o CTI, no estriba únicamente en el esfuerzo colectivo ni en la simple endogamia bien entendida; no, lo que evidencian las Blue Series es el retorno al proyecto global, que abarcaría todas las facetas en las que pudiera estar implicada la creación artística. Ajenos a cualquier disputa que no genere fricciones productivas, los artífices del proyecto viven casi en exclusiva por y para la música. Entienden que sólo desde la implicación absoluta se lograrán resultados memorables, el objetivo último que debiera presidir toda empresa artística. A tal fin, Matthew Shipp ha conseguido aunar una formación que actúa a un mismo tiempo como crisol y pulsímetro para la recontextualización permanente de las propuestas musicales más osadas del panorama improvisatorio. Se trata del Blue Series Continuum, una formación abierta en la que sobresale con firmeza la sección rítmica formada por el propio Matthew Shipp, el bajista William Parker y los bateristas Guillermo E. Brown y Gerald Cleaver. La nómina del Continuum se altera según sea la naturaleza del proyecto que lo aliente en cada momento, aunque algunos asiduos son el trombonista Josh Roseman, el trompetista Roy Campbell, los multiinstrumentistas Joe McPhee y Daniel Carter, el violinista Daniel Bernard Roumain, e incluso cooperativas sónicas como FLAM o GoodandEvil.


Blue Series Continuum

Las Blue Series son una apuesta firme en dirección hacia la vertebración de un nuevo lenguaje musical que revista la contemporaneidad. Al igual que la teoría de la relatividad fija su atención en leyes inmutables -es decir, que nada es relativo-, también la música improvisada rinde cuentas a unos códigos permanentes. Para Shipp, uno de esos códigos incuestionables es la presencia del ritmo. Parafraseando un consabido lema, podría decirse que para el pianista, en la variación está el ritmo. Del mismo modo en que lo hace su director musical, las Series beben de diversas fuentes primarias y se nutren en su recorrido por manantiales tanto o más nobles que las fuentes de origen: la fusión de free jazz y vanguardia con producciones y beats provenientes del mundo del hip-hop ofrecen una resultante acorde con los tiempos de gran atractivo y solidez. Tampoco olvida Shipp las enseñanzas eléctricas del jazz post-Woodstock, ni mucho menos los hallazgos constructivos del hard-bop o las programaciones electrónicas del techno. Y es la contemplación de esa resultante la que obliga a hablar de síntesis idiomática cuando uno quiere referirse al proyecto que acoge Thirsty Ear. El camino, una vez más, se ve jalonado por jazz corporativo, electrónica densa, electroacústica clásica, dance de vanguardia y hip-hop periférico, a los que se unen conceptos como el apropiacionismo y hasta técnicas del turntablismo, de cuya mezcolanza habrán de surgir los logros más excitantes de los años venideros. Igualmente productiva parece la alianza entre el spoken-word y la electrónica, o la fusión del hip-hop alternativo con el depósito artístico de raigambre beatnik, todo ello condimentado con tramas cinemáticas que confieren esa textura etérea tan característica al conjunto de producciones del proyecto. Acaso sea este alejamiento premeditado de la calidez sonora que envolvía las ingenierías de Rudy Van Gelder lo que otorga uno de los matices diferenciadores de mayor potencia en las Blue Series frente al resto de producciones que nutren la reciente historia del jazz.


Mat Maneri, William Parker

Ya desde un primer momento, la idea de Matthew Shipp fue la de dirigir —a petición de Peter Gordon, quien venía del punk y rock alternativos— una serie de grabaciones que absorbieran la energía que se acumulaba en el entorno inmediato del pianista. Shipp andaba frustrado con la industria en general y necesitaba orientar su proyecto humano, tanto en lo personal como en lo musical. Reclutó a tal fin un grupo heterogéneo de colaboradores habituales, en su gran mayoría de la escena downtown newyorkina, que pronto respondieron a la llamada de socorro con destacado alborozo. Esto se concretó en la aparición de los primeros trabajos de las Series, en plena perturbación milenarista: en ese arranque inquietante, Matthew Shipp firmaba Pastoral Composure (2000), junto a Roy Campbell, William Parker y Gerald Cleaver; el violinista Mat Maneri lideraba en Blue Deco (2000) un cuarteto en el que militaban Craig Taborn al piano, y de nuevo William Parker y Gerald Cleaver como sección rítmica; por su parte, el poderoso William Parker presentaba a su trío con Painter’s Spring (2000), junto a Daniel Carter a los vientos y Hamid Drake en labores de batería. Es ésta la primera de las etapas que han vivido las Series, en la que ya emergía un sentido compromiso con el hecho artístico, al tiempo que lo hacía también una concienciación de lo que empezaba a gestarse y de los objetivos y retos que el colectivo se marcaba como músicos. Todas ellas eran obras de hondo calado, totalmente acústicas, que dialogaban con las más dispares tradiciones musicales del último siglo: del impresionismo clásico a la abstracción de vanguardia, del bebop al free, del hardbop al hip-hop. Las hermanaba, sin embargo, una consciente accesibilidad y una capacidad de evocación lírica que aspiraba a ofrecer belleza e innovación a partes iguales. Pese a la persistencia de un lenguaje free, estos músicos con Shipp al frente persiguen sus metas con un lenguaje contemporáneo que llega a romper algunos de los férreos códigos de sus tradiciones, lo que les ha permitido entroncar con otras propuestas que ayudaron a forjar la leyenda de las Blue Series. Claridad, sustantivación, accesibilidad: tres términos que definen el paso del torrencial fluír improvisador del maestro de ceremonias y sus allegados hacia territorios esencializados. Matthew Shipp había quedado traspasado de pasión por el trabajo de Cecil Taylor, Herbie Hancock, Keith Jarret, Thelonious Monk, Scriabin, Bártok, Randy Weston, Bud Powell, Lennie Tristano, pero también por el boxeo y las estrategias de la música rap (el hip-hop es un movimiento cultural, no sólo una música). El pianista sigue viendo tanto en ese deporte asilvestrado como en la última revolución de la música negra una alternancia creativa inmediata, basada en llamadas y respuestas como ocurre con el gospel, en acciones y reacciones, en combates dialécticos y retos intercambiados tan en la línea del lenguaje jazzístico. Se trata, como dice abigarradamente el mismo Shipp, de una liturgia de contemplación sonora, un patrón de flow —el recitado rapero, el fraseo torrencial de los vientos— activado por la improvisión del pianista, que adquiere conciencia cósmica durante el desarrollo de sus ideas. He aquí el primer escollo. No podía ser todo perfecto. La jerga posmoderna empleada en los primeros pasos de las Series no tiene desperdicio, ya sean las reflexiones manuscritas de Shipp como las impresiones poéticas de Parker, e incluso las más cercanas en el tiempo digresiones de DJ Spooky que, aunque interesantes, quedan sembradas de criptogramas deleuzianos, derridarianos y hasta freudianos. La cosa, por suerte, no va a mayores y el artefacto lingüístico se expresa con total independencia del discurso sonoro. Matthew Shipp recuerda aquel primer paso como un avance decisivo hacia la exploración de un área en la que el jazz ortodoxo se metamorfosea en un nuevo territorio musical, que se verá refrendado en posteriores trabajos del pianista y será pieza angular de la poética que seguirán las Series desde entonces.


Spring Heel Jack: Masses - Amassed

Un paso decisivo hacia la exploración de nuevos universos sonoros es la incorporación de los ingleses Spring Heel Jack, o lo que es lo mismo, el cambio de la mera distribución de su música al de la creación dentro del sello por parte de John Coxon y Ashley Wales, muy conocidos en la cultura dance, pero de escaso eco en otros ámbitos. Sorprendentemente, los miembros de Spring Heel Jack optaron por vías de investigación sonora alternativa a la hora de afrontar el reto que suponía interactuar con músicos de vanguardia jazzística. La respuesta fue Masses (2001), una colaboración prácticamente inédita entre el free y la producción electrónica. En Masses dejaban su impronta músicos de la talla de Tim Berne, Mat Maneri o Evan Parker, además de la rítmica habitual del sello. Por supuesto, Matthew Shipp volvía a tomar las riendas del piano, al tiempo que Coxon y Wales texturizaban los temas con efectos heterogéneos, muy alejados de algunas de sus producciones más celebradas (artífices sin ir más lejos de la transformación musical sufrida por Everything But the Girl). Sorprendentemente no optaron por los ritmos drum’n’bass tan recurrentes en su repertorio. Presentaron fondos abstractos sobre los que improvisar, y el resultado fue de una estimulación atroz. Marcó un hito desde el que acometer toda suerte de empresas.

Con Spring Heel Jack surge un modo indiscutiblemente solvente de llevar a cabo los más dispares proyectos por parte del director musical. Shipp vislumbra los derroteros que habrán de seguir las Series, convirtiéndose éstas en abanderadas de la new thing, aunque lo de menos son las etiquetas. Quienes deseen entender el salto abismal que protagoniza Masses sólo tiene que compararlo con la New Conception of Jazz de Bugge Wesseltoft o con los experimentos de Johannes Enders. Más cerca, en cambio, puede situarse de los inquietantes Matmos, pieza clave de la última Bjork. Así, tras el bautismo americano de la pareja, el grupo propone una relectura de su trabajo iniciático a algunos de los grandes imprivisadores europeos, esta vez desde su cuna británica. Se da forma así a Amassed (2002). Evan Parker y Han Bennink encabezan el cartel, aunque es la experimentación del grupo junto al fiscornio de Kenny Weller y la absorbente saturación eléctrica de Jason Pierce, guitarrista y líder de Spiritualized (recuérdese a los lisérgicos Spacemen 3), aquí rebautizado como J Spaceman, los que fraguan uno de los discos de referencia del nuevo siglo por lo que respecta al modo de aproximarse a un género que ya había traspasado la centuria.


Spring Heel Jack: Live - The Sweetness of the Water

Se ha dicho que el lecho de teclados electrónicos —Shipp esta vez desde el Fender Rhodes— y el crujir de papeles arrugados iguala en belleza al In a Silent Way de Miles Davis, y el juicio se acerca a la verdad. No es ociosa la relación que se puede establecer entre el periodo de experimentación eléctrica de Miles y la opción sonora de Spring Heel Jack. El díptico formado por Masses/Amassed vio su expresión más fiel en el directo que hacía posible participar del milagro más allá de la atmósfera doméstica. Grabado en el Corn Exchange de Brington el 25 de enero de 2003, Live (2003) se vertebra en dos partes de algo más de media hora cada una, cuyo colofón se escapa de los confines de la sala y tiene su continuación natural en el definitivo y desde ahora clásico The Sweetnes of Water (2004). Si en la puesta de largo en directo, el dúo había contado con un quinteto de lujo, destilado de la nómina originaria, en este último trabajo buscan la complicidad del trompetista Wadada Leo Smith. La escucha se hace entonces imprescindible, sobre todo porque fusiona su saber improvisatorio con el del legendario Evan Parker, John Edwars y Mark Sanders. Detenerse en la labor de Spring Heel Jack es hacerlo en medio de la historia inmediata del jazz más aventajado. Y atreverse a ver alterada la estructura cerebral del oyente con estas composiciones tiene recompensa, por fortuna.


Roy Campbell - The Shell Game - Craig Taborn


Dj Spooky


Guillermo E.Brown - William Parker

Con los ingleses se salta al vacío, dando paso a la primera etapa de innovación del sello. Aparecen entonces esfuerzos tan proteicos como New Orbit, segundo firmado por Shipp junto al propio Wadada Leo Smith, William Parker y Gerald Cleaver, todavía en formato acústico; asimismo los de Tim Berne, The Shell Game, Roy Campbell Quartet, It’s Kruch Time y Craig Taborn, Light Made Lighter, todos ellos fechados en 2001. El año siguiente empezaba con otra sorpresa, aún más destacada que las anteriores: las Series entroncan con las maneras de herencia hiphopera. Dj Spooky, alias del multifacético Paul D. Miller, produce un disco de su autoría que fusiona sin malas artes las dos revoluciones musicales de la música negra más distanciadas en el tiempo surgidas en la historia de Norteamérica, el jazz y el hip-hop, este último género entendido como un continuum de la música popular. Recluta para la ocasión al omnipresente Shipp, al que se añaden los vientos de Joe McPhee y la rítmica de la casa. DJ Spooky se encarga del laptop, las percusiones, los giradiscos y un segundo contrabajo, además del de Parker. Pero, sin duda, la aportación sustancial de Optometry (2003) es la incorporación de varios raperos alternativos y el contraste con la aparición por vez primera del violinista clásico Daniel Bernard Roumain. Los desdobles de personalidad de Carl Hancock Rux, ya presentes en sus intervenciones junto al groovemaster David Holmes (conocido entre otras cosas por las atmósferas cinemáticas de sus sesiones y por firmar bandas sonoras para Steven Soderbergh); el desquicio expresivo de High Priest, alma de los marcianos Anti-Pop Consortium… Todo ello —incluso el percusionismo de Billy Martin, de MM&W— reconduce de nuevo las Series hacia aventuras profundamente estimulantes. Tanto es así que Shipp se enrola en una recontextualización de la herencia bopper, hasta el punto de liderar un proyecto a su nombre bajo el título de Nu Bop (2002). La cosecha anual también dejaría en los estantes las aportaciones de Guillermo E. Brown, Soul to the Hands of the Machine y de William Parker Quartet, Raining on the Moon, en el que participa la vocalista Leena Conquest.

La pandemia rítmica que Dj Spooky impone en Optometry, unida a un sentido de la melodía que hace memorables muchos de los temas, tiene en Dubtometry (2003) una vuelta de tuerca, otra cara de la moneda que convierte la mesa de mezclas y al ingeniero de sonido en dos partes fundamentales del proceso de producción. Con buen tino, se ofrece a una nómina curiosísima de productores la posibilidad de mezclar los temas contenidos en el disco matriz. Entre los muchos profesionales que se apuntan al carro están el visionario remezclador de Kingston Lee “Scratch” Perry (padre del concepto maxi), luminarias como Mad Professor y la leyenda oculta del rap de Philadelphia J-Live. A pesar del resultado desigual de este último trabajo, Dj Spooky insiste en su particular reinvención del género y produce lo que será el primer MasterMix de las Blue Series, el doble cedé que lleva por título Celestial Mechanix (2004), quizá la mejor elección para acercarse al universo del proyecto conjunto que acoge Thisty Ear (más incluso que la antología oficial The Shape of Jazz to Come (2003).



el-p y Anti-Pop Consortium vs. Matthew Shipp

La técnica del cut’n’paste (corta y pega) tan extendida en el mundo de las mezclas, así como en los recientes procesos de producción musical ha fructificado con enorme osadía en el trabajo paradigmático de El-P, también él rapero y productor independiente de hip-hop. Después de firmar Fantastic Damage (2002), una de las piezas de referencia en el género del que provenía, opta por plasmar sus ideas para las Series en High Water (2004). Para ello, propone a una conocida nómina de improvisadores de la casa que toquen con directrices mínimas, para luego él recomponer en el estudio los pasajes surgidos tras las sesiones. El resultado se ha convertido en referencia obligada para proyectos futuros y ha sido considerado una de las más valiosas aportaciones musicales del este último año. Si se recuerda, algo semejante proponía la Matthew Herbert Big Band en Goodbye Swing (2003), aunque en aquella ocasión sin la presencia de ritmos pregrabados, pero con semejante juego reconstructivo (se graba la pieza original, se desmonta para armarse en un continuo que funde los fragmentos resultantes en una nueva pieza que no tiene apenas contactos con la inicial). La semilla, no obstante, había sido lanzada de nuevo por Shipp cuando propuso un mano a mano entre Anti-Pop Consortium, hoy tristemente disuelto, y un quinteto de su elección. La forma que adquiere es la de free hop (así se llama uno de los temas) tremendamente urbano. Una pieza de gran intensidad emocional con la que alumbrar el signo de los tiempos. En el recuerdo estaba la reconstrucción de la música eléctrica de Miles Davis que dio lugar al Panthalassa (1998) Bill Laswell.


William Parker, David S. Ware, Mat Maneri

Si el oblicuo Dj Spooky fragua sus mixtapes con una extensísima diversidad de fuentes —desde recitados de Marcel Duchamp a James Joyce, o de E.E. Cummings y Apollinaire a grabaciones originales de Claude Debussy, con Trilok Gurtu y Bill Laswell por medio—, Matthew Shipp oscila en un balancín que va de lo acústico a lo electrónico, del Steinway al Korg. Su obra Equilibrium (2003) reubicaba lo andado hasta el momento en pos del mencionado balance; añadía, sin embargo, nuevos matices con la inclusión del virtuoso vibrafonista Khan Jamal en su investigación sonora a partir del vamp. Ritmo minimalista que todavía resiste el avance del bit en el teclado de Shipp, quien ya no duda en incorporar la producción de FLAM en la programación y sintetizadores electrónicos. Sin solución de continuidad, las Series entregan un par de trabajos del Continuum, en los que se deja clara la aspiración del director: ofrecer ejemplos de lo que debiera ser la música del futuro, no sólo del jazz en particular. Por eso Josh Roseman comparte cartel con Goodand Evil y el clarinetista Evan Ziporyn con los anteriores FLAM. De esa experiencia surgen las Sorcerer Sessions y las GoodandEvil Sessions, que toman el nombre de los estudios en que son grabadas y están fechadas en 2003, año del desarrollo del sello, como el año 2002 lo fue de su extensión y el 2004 de su consolidación como apuesta y reconocimiento por parte de la crítica y públicos más despiertos. En esa etapa de extensión firmarán nuevos trabajos del espectral Mat Maneri, con el inclasificable y enorme Sustain; un trío con violín de la mano de William Parker y su Scrapbook; y, por supuesto, el regreso a entornos de mayor naturalidad del saxofonista David S. Ware, que monta un deseado ensemble para Threads mientras bebe tanto de la cultura sufí como de la experiencia clásica. Algunos de los temas juegan a mezclar Kraftwerk con Terry Riley, aunque la atmósfera general proclama esencialidad y contemplación espiritual.


Craig Taborn, Mike Ladd y David S. Ware

DJ Spooky & Dave Lombardo, DJ Wally

El simbolismo hizo del azul algo más que un color, era la expresión de un estado emocional codificado por el efecto artístico audiovisual (pintura, poesía, música). Y el azul de estas Series no sería igual sin la aportación de quien ha sido considerado “el futuro del jazz”, el pianista Craig Taborn (1972). Este teclista del proyecto más jazz que ha dado el techno de Chicago, la Innerzone Orchestra de Carl Craig, ya se había encargado de los sonidos sintéticos para The Shell Game de Tim Berne, aunque en Light Made Me Lighter (2001), su primera incursión como líder para el subsello, usara todavía el piano acústico. El año pasado, no obstante, ya formalizó su poética personal en el ilusionante Junk Mail, donde figuraban compañeros de viaje de la envergadura de Mat Maneri, Aaron Stewart y David King (The Bad Plus). Como otros tantos proyectos, el del joven Taborn remueve los cimientos de la música popular de raíces negras y lo que encuentra es el humus que alimenta su propia tradición. El apego al vinilo es tal que hasta sus discos están pensados para que duren el tiempo de los discos de doce pulgadas. Ello conduce a la conexión natural con el turntablismo, esa gestación al vuelo de música a partir de la técnica del scratching y la manipulación del surco (motivo fundacional en los dj’s de hip-hop, a pesar de que el primero en contradecir la funcionalidad del tocadiscos fuera John Cage, cuando en 1939 recurrió a dos platos para recrear Imaginary Landscape Nº 1, con la ayuda de dos músicos que alteraban a su antojo la velocidad del plato de 33 1/3 a 78 rpm. para alterar la obra). Tanto para Matthew Shipp como para Craig Taborn y buena parte de la plantilla de Thirsty Ear, la instrumentalización del vinilo forma parte de sus bagajes culturales, no sólo musicales. El beat, el loop o bucle, el sampler, el repetitivo break, son términos naturales en la experiencia vital de estos jóvenes músicos de la costa Este norteamericana. El discurso musical resultante es indisoluble de la propia marca de fábrica de estas Blue Series. La misma naturaleza de la música electrónica, donde el sonido prevalece sobre la partitura, no siempre auxilia en el entendimiento con los artífices de música clásica contemporánea, pero la tenacidad e inquietud de hombres como Peter Gordon y Matthew Shipp obligan a imaginar un futuro alentador para la música en general y para el jazz en particular. Prueba de ello es la inmediata recepción de las últimas apuestas de las Series: un compendio conceptual de Mike Ladd, titulado explícitamente Negrophilia; un multicedé de David S. Ware grabado en directo con diferentes formaciones, Live in the World; Y cómo no, las nuevas muestras de ingeniería sónica imaginadas por Dj Spooky —esta vez con el percusionista de Death Metal Dave Lombardo—, Drums of Death, así como el fichaje de Dj Wally con Nothing Stays the Same. Todos ellos conmemoran el primer lustro de la discográfica dedicado a un proyecto con las que sondear el jazz del porvernir. Pese a todo, la prospección sólo llega a confirmar que lo que será, será.

© Enrique Turpin, Tomajazz 2005

Thirsty Ear Records (http://www.thirstyear.com)

DISCOGRAFÍA ALFABÉTICA

Antipop Consortium, Antipop vs. Matthew Shipp (2003)

Tim Berne, The Shell Game (2001)
Tim Berne’s Big Satan, Souls Saved Hear (2004)

Guillermo E. Brown, Soul to the Hands of the Machine (2002)

El-P, High Water (2004)

The Blue Series Continuum, Sorcerer Sessions (2003)
The Blue Series Continuum, GoodandEvil Sessions (2003)
The Blue Series Sampler, The Shape of Jazz to Come (2004)

Roy Campbell Quartet, It’s Kruch Time (2001)

Charlie Hunter & Bobby Previte, Latitude (2004)

Mike Ladd, Negrophilia (2005)

Mat Maneri Quartet, Blue Deco (2000)
Mat Maneri, Sustain (2003)

William Parker Trio, Painter’s Spring (2000)
William Parker Violin Trio, Scrapbook (2003)
William Parker Quartet, Raining on the Moon (2002)

Matthew Shipp, Pastoral Composure (2000)
Matthew Shipp, New Orbits (2001)
Matthew Shipp, Nu Bop (2002)
Matthew Shipp, Equilibrium (2003)
Matthew Shipp, Harmony and Abyss (2004)

Dj Spooky, Optometry (2002)
Dj Spooky, Dubtometry (2003)
Dj Spooky, Celestial Mechanix: The Blue Series Mastermix (2004)
Dj Spooky, w/ Dave Lombardo, Drums of Death (2005)

Dj Wally, Nothing stays the Same (2005)

Spring Heel Jack, Masses (2001)
Spring Heel Jack, Amassed (2002)
Spring Heel Jack, Live (2003)
Spring Heel Jack, The Sweetness of Water (2004)

Craig Taborn, Light Made Lighter (2001)
Craig Taborn, Junk Mail (2004)

David S. Ware String Ensemble, Threads (2003)
David S. Ware, w/ Brown, Ibarra & Drake, Live in the World (2005)


DISCOGRAFÍA CRONOLÓGICA
2000: arranque
Matthew Shipp, Pastoral Composure (2000)
Mat Maneri Quartet, Blue Deco (2000)
William Parker Trio, Painter’s Spring (2000)

2001: innovación
Matthew Shipp, New Orbits (2001)
Spring Heel Jack, Masses (2001)
Tim Berne, The Shell Game (2001)
Roy Campbell Quartet, It’s Kruch Time (2001)
Craig Taborn, Light Made Lighter (2001)

2002: ampliación
Guillermo E. Brown, Soul to the Hands of the Machine (2002)
Dj Spooky, Optometry (2002)
Spring Heel Jack, Amassed (2002)
Matthew Shipp, Nu Bop (2002)
William Parker Quartet, Raining on the Moon (2002)

2003: desarrollo
Matthew Shipp, Equilibrium (2003)
Dj Spooky, Dubtometry (2003)
Antipop Consortium, Antipop vs. Matthew Shipp (2003)
Mat Maneri, Sustain (2003)
The Blue Series Continuum, Sorcerer Sessions (2003)
The Blue Series Continuum, GoodandEvil Sessions (2003)
William Parker Violin Trio, Scrapbook (2003)
David S. Ware String Ensemble, Threads (2003)
Spring Heel Jack, Live (2003)

2004: consolidación
The Blue Series Sampler, The Shape of Jazz to Come (2004)
El-P, High Water (2004)
Dj Spooky, Celestial Mechanix: The Blue Series Mastermix (2004)
Craig Taborn, Junk Mail (2004)
Spring Heel Jack, The Sweetness of Water (2004)
Tim Berne’s Big Satan, Souls Saved Hear (2004)
Charlie Hunter & Bobby Previte, Latitude (2004)

2005: el deseo
Mike Ladd, Negrophilia (2005)
Dj Spooky, w/ Dave Lombardo, Drums of Death (2005)
Dj Wally, Nothing Stays the Same (2005)
David S. Ware, Live in the World (2005)


Algunos títulos transversales:

Matthew Shipp Trio, Prism (Hat Hut, 2000), firmado junto a William Parker y Whit Dickey.
Gerald Cleaver, Veil of Names (FSNT, 2001), con Mat Maneri, Ben Monder, Craig Taborn, Reid Anderson y Andrew Bishop.
Eivind Opsvik, Overseas (FSNT, 2002), con Craig Taborn y Gerald Cleaver, Tony Malaby y otros.
Roscoe Mitchell, Nine To Get Ready (ECM, 1999), donde Matthew Shipp, William Parker, y Gerald Cleaver unen esfuerzos pre-Thirsty Ear.
DJ Spooky That Subliminal Kid, Rhythm Science (Sub Rosa, 2004), en el que el teórico de la remezcla reinventa el archivo de audio del sello Sub Rosa
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