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..: JUAN CLAUDIO CIFUENTES, CIFU: 25 AÑOS DE JAZZ ENTRE AMIGOS

   
 


Por Pachi Tapiz. Ilustración por Naiel Ibarrola. Fotografías por Pachi Tapiz.

Juan Claudio Cifuentes, Cifu para los amigos como insiste una y otra vez en que le llamemos desde siempre (o al menos desde que mi memoria como aficionado me lo permite), es uno de los personajes relacionados con el jazz más conocido en este país. Creo que no es arriesgado afirmar que ahora mismo su popularidad superaría incluso a la de Tete Montoliú, el músico de jazz más internacional que ha dado España. Una parte importantísima de esa popularidad, aparte de sus programas de radio que han ido de cadena en cadena y que siguen en activo en estos momentos en Radio Nacional, le viene dada por presentar el programa Jazz entre amigos. Este programa se mantuvo en antena en la Segunda Cadena de Televisión Española entre 1984 y 1991, justo antes de que se instaurasen en nuestro país las televisiones privadas. El 3 de octubre de 2009, si no fallan nuestras informaciones, se cumple el 25 aniversario de este programa mítico, cuya cabecera y sintonía pertenecen al imaginario colectivo de los aficionados al jazz de nuestro país.

La presente entrevista, de la que publicamos la primera entrega, tuvo lugar el 6 de septiembre de 2009 en la casa que el periodista tiene en la Rioja Alavesa, y en la que suele pasar el verano alejado de los agobios de Madrid. En una sala con varias estanterías con cientos de vinilos (una impresionante colección de Impulse! con sus lomos anaranjados y negros) y CD, así como una impresionante biblioteca familiar, tuvo lugar la presente charla. Un diálogo distendido y sumamente expansivo. Tal y como me ha dicho en más de una ocasión en la que he intentado que colaborase con Tomajazz, al Cifu (permítaseme la licencia) mejor que darle un folio en blanco, lo que hay que hacer es ponerle un micrófono delante y dejarle hablar. Es la mejor forma para que los temas vayan surgiendo uno tras otro, ramificándose en mil historias, anécdotas y opiniones, para posteriormente volver a retornar a la pregunta original.

Con motivo de una ocasión muy especial, una entrevista a una personalidad imprescindible en el jazz de este país. Con todos vosotros, la primera parte de la entrevista a Juan Claudio Cifuentes, Cifu para los amigos.

Pachi Tapiz
Pamplona, a 1 de octubre de 2009


   

© Naiel Ibarrola , 2009

PACHI TAPIZ: En octubre es el 25 aniversario de jazz entre amigos…

JUAN CLAUDIO CIFUENTES "CIFU": Jazz entre amigos surgió a finales del 84, efectivamente. Lo que no sé es si empezamos a emitir a finales de ese año o a principios del 85. No lo sé. En el 84 es cuando me contactaron antes del verano, estuvimos grabando cosas y posiblemente el primer programa fue en octubre...

PACHI TAPIZ: Yo tengo anotado que el primer programa es en octubre de 1984.

CIFU: Efectivamente, 25 años.

PACHI TAPIZ: ¿Cómo surgió lo de hacer Jazz entre amigos? ¿Fue algo que propusiste tú?

CIFU: No. Yo siempre digo que hay que darle la medalla a Clara Isabel Francia que en esos momentos era la directora de la Segunda Cadena de Televisión Española. Ella  inició lo que a partir de entonces y durante varios años se conoció como La buena música. Todas las noches en la Segunda Cadena había flamenco, cantautores, folk y también jazz. Le propuso a Javier Díez Moro, joven director entonces y un profesional de la casa que ha estado trabajando allí hasta que se ha prejubilado, que preparase un programa de jazz. Javier había leído algunas cosas que yo había escrito en algunos discos que había comprado, se informó, le dijeron que el Cifu tenía alguna idea sobre el jazz y me llamó. Un día recibí una llamada de un señor que me dijo: “Me llamo Javier Díez Moro, soy de Televisión Española y me gustaría hablar contigo para proponerte hacer un programa de jazz en televisión en la Segunda Cadena". ¡Te puedes imaginar la ilusión! Yo ya llevaba años con mi programa de radio, pero la televisión me parecía un medio espléndido.

     Yo entonces trabajaba en la industria del disco. Llevaba 19 años trabajando en Hispavox, Movieplay y Discos Acción. En aquella época la industria del disco nacional, quiero decir esas compañías nacionales como Zafiro, Hispavox y Movieplay estaban ahogándose poco a poco porque las multinacionales se estaban quedando con todo. Yo era director internacional de Movieplay y veía cómo me iban cerrando las espitas de oxígeno. Mi trabajo consistía en descubrir discos para lanzarlos en España. Veía en el Melody Maker tal disco que la semana pasada estaba en el puesto 40 y a la siguiente estaba en el 15. Así que si era una pequeña marca independiente cogía un avión a Londres. Iba a ver al artista y le decía que queríamos comprar los derechos para editar su disco en España. Negociabas por el anticipo que supusiese sobre los royalties, te llevabas el master, lo lanzabas, lo publicabas, hacías tu promoción y vendías. Así me pasó con UB40, Rocky Sharpe And The Replays, o con Eddie Grant a quien nosotros lanzamos cuando tenía su propia marca. En 1984 hacías un viaje a Londres y la mayor parte de las veces te decían: “ah, sí, yo tengo los derechos para el Reino Unido, pero los derechos para el mercado internacional se los he vendido a Polygram”. Muchas veces Polygram no lo lanzaba, sino que compraba los derechos, metía el disco en un cajón y san se acabó. Total, que ser director internacional en una empresa española, no en una multinacional en las que no he trabajado en mi vida, era como enfrentarte a la travesía del desierto. Yo ya se lo había dicho al director de la compañía: “soy una especie en vías de extinción. Y al director internacional de Zafiro y de Hispavox les pasa igual”. En ese momento llegó la propuesta de televisión y mi director Juan Santabarea me dijo “si yo fuera tú, yo cogería esto“. Así que plegué y de momento, de un día para otro, dejé de ser un trabajador asalariado con mis 14 pagas, y me transformé en autónomo, que es pasar a ser lo último del escalafón laboral. Pero dije: “me arriesgo”. Mi familia me apoyó en mi decisión, así que me lancé, con la suerte de que en aquella época todavía no había más que dos cadenas de televisión.

     Por eso y por las razones que sean fuimos renovados durante siete años. Aquello se terminó a finales del 91. El año 92 se acercaba: salían las privadas que eran la gran competencia; estaban la Expo y las Olimpiadas. Había que cambiar la programación y de repente la programación musical de la Segunda Cadena se fue a la mierda. Todo: flamenco, folk, ballet, todo… y el jazz, evidentemente. Por unos motivos que nadie nos explicó nunca. En octubre del año 1991, a la vuelta de las vacaciones que me había cogido en septiembre me dijeron: “se acaba el programa. Tenéis hasta noviembre”. Así que en noviembre hice el último programa, pasé por caja, cobré lo que me debían y a tomar por el saco señor Cifuentes. Con una mano delante y otra mano detrás. Así terminó. Tras siete años, por razones que nadie nos explicó exactamente, aunque todos sospechamos que era efectivamente por el hecho de que se acercaba la gran competencia de las privadas y algunos miembros de Televisión Española ya tenían montadas sus productoras independientes. La producción propia se fue a la porra, y en vez de producir un programa por una cantidad equis, incluyendo lo que podía rebañar cualquier productor que era algo que sabíamos que se hacía, resultó que un programa que podía costar cinco millones de pelas, se compraba a la productora por diez. Para gran beneficio del de la productora, que era un señor de Televisión Española que había puesto la productora a nombre de su esposa. Esa es más o menos la explicación que tengo off the record. De las oficiales, nos dieron cinco explicaciones distintas en cinco despachos y ninguna de ellas fue la que sospechábamos.

     Yo creo que hicimos un trabajo bastante meritorio con un presupuesto absolutamente ridículo. Teníamos el presupuesto más bajo de todo Televisión Española. Siempre lo digo porque la comparación es muy fácil. Nosotros teníamos un presupuesto por programa de un millón cien mil pelas. La santa misa dominical costaba tres millones entre dietas, unidad móvil y pagar al señor cura. En total tres kilos. Nosotros con un millón cien pagábamos los cachés de artistas, que evidentemente había que negociar de forma salvaje, pero que se negociaba. También a los colaboradores, entre otros a mí. Porque yo era un colaborador más; nunca he pertenecido a la casa. Me pagaban por guión y por presentar. Total que los artistas, los colaboradores, los gastos de producción general, el estudio… un millón cien mil con encaje de bolillos. Y durante esos siete años se hizo un trabajo yo creo que bastante simpático. Es más, han pasado la tontería de casi veinte años desde que nos fuimos, y todavía la gente cuando te los encuentras en un festival te preguntan que cuándo vamos a volver a televisión… ¡Veinte años después! No pudimos hacer todo lo que queríamos hacer. Teníamos muchos proyectos como hacer programas especiales sobre determinadas figuras que nunca hicimos. Una de mis grandes asignaturas pendientes fue Charles Mingus, del que sabíamos que había películas y conciertos grabados para emitir y hablar de Mingus. Fue uno de los mil. A pesar de todo ahí están más de 350 programas.

     De lo que me he dado cuenta es de una cosa curiosa, y es que televisión practica la teoría esa de "todo lo mío es mío... y lo tuyo también". Todos los programas son suyos y de nadie más. Ellos tienen todos los derechos y los que los hicimos no tenemos ninguno. Yo tengo un gran interrogante respecto a eso porque me han dicho que últimamente en Canal Plus Digital en el Canal Clásico se emiten de vez en cuando programas de Jazz entre amigos de los que ellos todavía pueden emitir. Allí no meten la pata porque hay programas que no se pueden tocar; aquellos para los que nosotros adquiríamos el material en el extranjero se pueden emitir una vez y  punto. Si quieres volver a emitirlo tienes que volver a negociar los derechos. Pero los programas producidos por nosotros con grupos españoles y los que grabamos en Vitoria y San Sebastián, todo eso se puede volver emitir. El otro día estaban emitiendo, según me comentó un amigo, una actuación de Ronnie Matthews en el Birdland de Nueva York, adonde fuimos a grabar en el año 90. Ahí yo salía con 19 años menos. Yo me pregunto si televisión… A mí me han vuelto a repetir que televisión tiene todos los derechos y que puede vender los programas a terceros, a quien quieran, y que esos terceros no tienen ningún problema porque se los han vendido con todos los derechos. Pero hay una cosa que me pregunto y es si es posible ceder algo tan inalienable como es el derecho a la imagen. Me gustaría que me lo explicasen bien explicado. No por nada en especial, pero me gustaría que alguien me llamase y me dijese: "oye, vamos a emitir un programa donde sales tú con veinte años menos, ¿te importa?". A lo mejor no me importa, ¡pero a lo mejor sí! Imagina que yo de pronto decido que quiero hacer una carrera política y que no me interesa que salga mi cara de hace veinte años en televisión presentando un programa de jazz. Oiga, miren: pídanme permiso y negociamos lo que sea. Pues parece ser que no, que Televisión Española tiene todos los derechos, ¡hasta ese! No lo entiendo. No sé si es algo normal o anormal, no tengo ni idea. Es una cosa muy rara. Me gustaría saber si pueden emitir esos programas con mi cara, con mi barba, sin gafas y con mucho más pelo. Que me llamara alguien para que les diera mi consentimiento. Que a lo mejor se lo daba por que sí y encantado. Pero por lo menos que hubieran tenido la decencia de llamar. Que tengan la mínima educación de pedir permiso a una persona: "oiga, usted va a salir de nuevo en la tele. Le parece bien, le parece mal… ¿quiere usted firmar aquí y dar su consentimiento?… ". No estoy ducho en el tema pero me parece extraño que se puedan hacer las cosas así, pasando de uno olímpicamente y por encima de lo que sea.


© Pachi Tapiz, 2009

PACHI TAPIZ: ¿Vas a mirar algo más sobre el tema?

CIFU: Creo que le voy a preguntar a algún amigo abogado sobre lo del derecho a la imagen para que me lo explique. Más que nada por saber si alguien tendría que pedirme permiso o si es mejor que me olvide, porque a lo mejor resulta que ellos lo tienen todo registrado, incluído el derecho a mi imagen. Pues muy bien, si cuando firmé cedí todos mis derechos… pero no me cuadra. A mí me parece un derecho inalienable. Es más, durante un tiempo sé que había programas que se enviaban a Sudamérica y en los que quitaban las presentaciones. Mandaban solo la música. No es algo que me quite el sueño, pero ahí está la duda. Es sólo un detalle. Es como el vecino ese que te lo encuentras veintidós veces cada día, al que saludas y no te contesta. Al final le dices: "oye, por lo menos contesta. Di algo. Ten un mínimo de educación". Algún día se aclarará, aunque de momento ahí tengo esa pequeña duda.

PACHI TAPIZ: Ese tema tiene que ser una espinita clavada… ¿Qué audiencia pudo tener el programa?

CIFU: Ahí no había datos de audiencia, y si los hubo nadie nos los dió. La audiencia no debía ser mala porque nos renovaron durante siete años y eso supone efectivamente que la audiencia era mínimamente aceptable a esas horas de la madrugada, porque si no nos hubieran dicho: "¡fuera!". Ahora es mucho peor. En aquella época no sé si el share interesaba tanto como ahora o no. Tal y como sucede ahora había un estudio general de audiencia y si los resultados hubieran sido muy malos hubiesen dicho que olvídate del jazz. A lo mejor había programas de otras músicas que funcionaban peor, pero no lo sé. Nadie nos quiso decir nunca nada, aunque a veces nos dieron cifras no muy exactas, pero que eran bastante satisfactorias para un programa de música especializada. Quizás se las dieron a mi director, pero no a nosotros porque no éramos de la casa. Pero sé que por lo menos tuvimos una audiencia y una prueba es que veinte años después la gente se acuerda del programa. Así que hubo audiencia: eso está claro.

PACHI TAPIZ: El programa es un clásico entre los aficionados con un poco de edad…

CIFU: Había aficionados suficientes para mantener esa audiencia. La radio tiene mucha más cobertura. Desde hace años mi programa de radio se emite de costa a costa.  Incluso antes de venir a Radio Nacional, en Cadena 100 teníamos 50 emisoras que cubrían de Canarias a Baleares. Sé que había una buena audiencia porque Rafael Revert, director de Cadena 100 y amigo mío, me mantuvo durante unos ocho años o más, todas las semanas con dos o tres horas de programa. Con lo cual se supone que aunque Rafael Revert fuese mi amigo, también era el director de la cadena y tenía que justificar sus decisiones. Así que si la cosa no hubiese ido bien hubiesen quitado el programa de radio. En la televisión es lo mismo.

     Estoy hablando de una audiencia lo medianamente consistente y fija, y sobre todo que va aumentando tacita a tacita. Cuando abres el micrófono sabes que hay no sé cuántos oyentes fijos mínimos ahí, que están de siempre. Y luego están los oyentes que se van añadiendo. Como el típico chaval que te escribe una carta en la que te dice: "soy de Pontevedra, tengo catorce años y estoy estudiando trompeta, y el otro día escuché su programa y me gustó mucho el trompetista que puso. ¿Dónde puedo conseguir más discos?". Cartas así hay a montones. Críos, chavales, muchachos jóvenes de los que dices: ¡otro que se acaba de enganchar! Eso evidentemente es muy gratificante.

PACHI TAPIZ: ¿Recibíais mucha correspondencia en televisión?

CIFU: Sí. Teníamos un equipo en el que había una secretaria que se encargaba de contestar y a la que le decíamos dile tal cosa o tal otra. Hubo muchas cartas y yo creo que salvo un par de ellas, salvo tres o cuatro de algún aficionado a la música clásica que escribía diciendo: “quién demonios es ese Charlie Parker, eso es una porquería”, el resto de cartas eran todas de apoyo. "Me ha encantado el programa de Billie Holiday"... En la radio pasa igual. Te escriben para decirte: “me ha encantado el programa sobre Fats Waller que me ha parecido una cosa genial, ¿dónde puedo conseguir los discos?". Sobre todo cuando hago programas de jazz antiguo escriben señores mayores. Te llaman de usted y te dicen cosas como: “me ha encantado el programa sobre Fletcher Henderson; qué bien. ¡Eso sí que era música!”. Y cosas así. Y luego están los chavales que escriben y dicen que les ha encantado West Montgomery. Están todos como locos con la guitarra, y dicen ¡qué guitarrista! y cosas así… y luego está la pregunta de siempre: ¿dónde puedo conseguir los discos? Recomiéndeme discos… Lo de "recomiéndeme discos" es otra. Te dicen: "me gusta el jazz, pero no sé nada de jazz. ¿Qué discos podría comprarme?". A ver, de los ochocientos mil discos que te podría recomendar, por cuáles empiezo… Es el cuento de nunca acabar, sobre todo si, como me pasa a mí, que no me gusta una sola cosa, sino que me gustan desde Jelly Roll Morton hasta los Marsalis y lo que hay hoy. No sé ni si pueden llegar a una docena los músicos de jazz que, con todos mis respetos, son muy majos pero que no soporto. Sencillamente puede ser un problema mío, que es que no consigo encontrar la sintonía de onda con ellos. Oigo esa melodía y digo: "esto no me entra". Y resulta que el tipo toca un montón pero no. O lo que toca es muy bonito pero me aburre soberanamente. Por ejemplo Jan Garbarek. Que toca muy bonito y tiene un sonido, y una técnica y... En el último concierto de Garbarek que presencié me dormí en el hombro de Javier Rekalde, que en paz descanse. ¡Un aburrimiento! Eso sí: una música bella, bonita, con esa especie de… de… de melancolía nórdica. Ohhhh… no sé, es algo que me puede pasar con más de un músico de Escandinavia. No con todos, pero Garbarek es uno de ellos. A mí me dicen: “no pones nunca discos de Garbarek”. Y yo les digo: “es que no compro nunca discos de Garbarek”, “¿no te los mandan?”; “no, no me mandan discos de Garbarek”. Yo no compro un disco de un músico que no me gusta. Me parece tirar en dinero. Y además, si lo pondría por la radio, ¿qué iba a decir?: ¡Muy bonito pero me aburre! Pues no, para eso no lo pongo. Habrá media docena de músicos cuya valía reconozco, pero que no soy capaz de escuchar sin quitarlo a los tres minutos porque su música no me entra. Pero eso es muy muy muy relativo.

     Mi abanico del jazz creo que tiene muchos palos. En principio todos, menos los experimentos que se hacen con gaseosa mezclando no se sabe muy bien qué. Yo nunca he sido un gran enamorado de las fusiones, entre otras cosas porque el agua y el aceite no se pueden mezclar. Ese es el problema. Hay cosas que funcionan. El afrocubano por ejemplo. Efectivamente, las dos músicas son de la misma familia y funcionan perfectamente. El jazz rock es una fusión que me cansa pero que puede funcionar porque van los dos estilos sobre la misma base. Ahora bien, hay otras cosas que yo no consigo ver cómo pueden mezclarse de verdad. Sobre todo cuando alguien quiere mezclar dos culturas musicales que históricamente no han contactado jamás. Cuando de pronto alguien las coge y las pone juntas y empiezan a hacer experimentos con ellas de un modo forzoso. ¡Culturas distantes por miles de kilómetros que nunca jamás se han encontrado y que de pronto un tío decide que las va a mezclar! En cocina también te ponen pepinillos con nata montada. ¡Pero yo los pepinillos con nata montada no consigo comérmelos! No quiero parecer fundamentalista en esto, pero hay cosas que se pueden hacer y otras que no. Hasta ahí en ese tema.

     Aunque también te puedo decir que si hay dos personas en este país que saben más o menos por donde van los tiros para hacer algo comprensible con el jazz y el flamenco estos son Chano Domínguez y Jorge Pardo. Jorge... ¡si después de estar 25 años con Paco de Lucía no se ha enterado cómo va eso del flamenco!… Jorge sabe. Es un gran jazzman y encima sabe de flamenco lo que no está escrito, así que sabe por dónde hay que cogerlo. Y Chano porque como es de allí y además es un gran jazzman, hace esas cosas aparte de su propia música e improvisa de una manera absolutamente maravillosa. Sabe lo que es coger un tema de Monk y tocarlo por bulerías. Estoy seguro de que a Thelonious Monk le hubiera encantado. Pero no hay tanta gente. Hay otros que siguen intentando mezclar el agua con el aceite y eso es… de pronto oyes jazz, o lo que sea, y luego oyes flamenco aparte y están pegados pero no. Con Chano y con Jorge pasa lo que suele pasar siempre, y es que el jazz, no lo olvidemos, es caníbal: todo lo que se le pone a tiro se lo come, lo digiere y lo que sale, ¡a partir de ahí es jazz! Eso me lo dijo textualmente, aunque yo ya tenía esa idea, Sean Levitt.

     Sketches Of Spain es jazz puro y duro. Esa trompeta de Miles es puro jazz, la resultante es jazz. Ya puedes coger armonías flamencas, acordes, ritmos, todo lo que quieras, pero el tío coge la trompeta y se pone a improvisar y eso es jazz. Punto. No tiene otra definición. No es fusión "no sé qué". Entre otras cosas porque cuando Miles hizo Sketches Of Spain no había estado en Andalucía, había escuchado dos discos de flamenco, le gustaban las armonías y se puso a improvisar sobre ellas. Pero era Miles, el resultante era jazz. Con las fusiones tengo más que reservas, la teoría de que hay dos personas en este país y algunos allegados a ellos como McGill y Colina que pueden hacerlas. Colina es otro genio. Estamos hablando de un genio auténtico. Que sabe lo que se puede hacer con ello, y el resultante sigue siendo jazz aunque tenga ese sonido flamenco, o ese sonido de acordes nuestros, o ese ritmo tan típico. Pero al final a eso no lo puedes llamar flamenco realmente, lo tienes que llamar jazz.

    Colina aprendió a tocar flamenco yendo a tocar con músicos flamencos. No fue a un conservatorio o una escuela porque no las hay… Le pasa igual que a Antonio Serrano, que puede hacer lo que quiera. Estamos hablando de otro superdotado al que casi le podríamos aplicar la palabra genio. Lo que hace Antonio no está en los libros. Pero hay que encontrar gente con esa capacidad. Ahora bien, hay tantos experimentos que se han hecho de intentar fusionar lo que sea con no sé qué, y uno oye el resultado y dice: mira, no sé por dónde vas, pero por ahí no es.

 


© Pachi Tapiz, 2009

PACHI TAPIZ: Hablabas de McGill, de Colina y de Chano. ¿Qué te parece el disco de Martirio Coplas de madrugá en el que participaban los tres?

CIFU: Yo a Maribel la quiero mucho, pero no. No he conseguido entusiasmarme con nada de lo que me ha presentado, incluso cuando ha cantado copla. Para cantar copla hay que cantarla de otra manera. Estamos hablando de otras músicas que no son jazz, como la copla o el bolero, y cantarlas es un arte. Es como cuando Mayte Martín se pone a cantar Boleros: Mayte Martín no sabe cantar boleros. Los canta, pero no los canta como se tiene que cantar un bolero. Los canta bien, pero lo suyo es el flamenco. Y Martirio vende otra cosa. Vende una personalidad muy estrafalaria, muy lo que tu quieras. Em pezó con unas cosas muy histriónicas y muy divertidas. Cuando salió al principio a todos nos cayó genial. Pero las coplas se cantan de otra manera. Es otra historia. El resultado es audible, pero si te pones a cantar copla… Mi mujer, que está muy metida en la música de toda la vida, la primera vez que la escuchó dijo: “esto no es copla. Esto es otra historia. Aquí no están rindiéndole homenaje a la copla como hay que rendírselo”. Y yo en eso sí que tengo que reconocer que me fío mucho más de mi mujer en todo lo que es la canción popular española o pop extranjera, porque en su juventud grabó discos. En la canción española le tiene un respeto infinito a la copla y al bolero, ya que hay que tener un toque especial para hacerlo según los cánones. Tienen una fórmula que no todo el mundo posee. Dyango cantaba boleros como nadie, tenía arte para cantarlos como nadie. El disco de Martirio que decías para mí pasó sin más. No con un suspenso, sino que no me enganchó. Le pasa como a Ana Belén. Mira que la quiero mucho, pero lo que hizo con Chano pues no… Ahora Chano está haciendo otras cosas mucho mejores. Está tocando… bufff… Creo, incluso, que en estos últimos años ha pegado un subidón, y mira que estaba alto. Se está cuidando mucho y está demostrando que tiene un arte y unas cualidades absolutamente excelentes.

PACHI TAPIZ: ¿Has visto el tributo al Flamenco que ha hecho con Saura?

CIFU: No. Estamos hablando de personas que no sólo valen para todo, sino que son capaces de hacerlo todo y además de hacerlo bonito. Chano ha ido a Estados Unidos invitado por Wynton Marsalis, y Wynton no lleva a cualquiera. Puede venir aquí y tocar con muchos para darse un toque de relaciones públicas y lo que sea… Pero cuando le dice tú te vienes a Nueva York a tocar conmigo en el Lincoln Center, si lo va a presentar en el Lincoln Center no se arriesga a presentar a cualquier invitado. Tiene que ser alguien muy bueno, no puede ser un músico de tercera. Tiene que ser alguien que él sabe que tiene algo especial y que no tienen en Estados Unidos. Si no, se quedaría con cualquier otro americano.

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Texto: © 2009 Pachi Tapiz
Ilustración: © 2009 Naiel Ibarrola
Fotos: © 2009 Pachi Tapiz
Agradecimientos a Arturo Mora