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..:: IMPRESSIONS SOBRE ELVIN JONES

   
 



Foto actuación Jazz Room
© Carmen Llussà, 2004

   

En recientes fechas hemos tenido conocimiento de la muerte de uno de los mejores baterías de toda la historia del jazz. Se trataba nada más ni nada menos que de Elvin Jones. Su sola mención hace recordar a todos los aficionados de jazz su presencia en el famoso cuarteto de John Coltrane, aparte de una infinidad de otros proyectos llevados a cabo a lo largo de su trayectoria profesional. Pero es sin duda la participación en el mencionado grupo de Coltrane, la faceta musical que ha dejado una huella más profunda en la historia de jazz, hasta el punto de ser un puntal del citado cuarteto como consecuencia de llevar a su máxima expresión la dimensión rítmica de la batería.

A lo largo de los años he tenido la suerte de poder apreciar su arte, al haber aparecido con asiduidad por los clubes de la capital catalana. En su última gira por nuestro país, a finales del año 2003, volvió a actuar por dos noches en la Cova del Drac/Jazz ROOM de Barcelona. Ante su nueva visita y a raíz de los rumores de un estado de salud cada vez más delicado, tuve la oportunidad de poder entrevistarlo para la revista Cuadernos de Jazz. La entrevista se llevó a cabo en el hall del hotel donde se hospedaba, y la misma se realizó gracias a la colaboración de los hermanos Mas y de su encargada de prensa. La sola idea de poder entrevistar a un músico que convivió intensamente con John Coltrane, sin duda alguna gran protagonista de la historia del jazz, confería al evento un significado especial.

El momento de presentación y encuentro con Elvin Jones se llevó a cabo tras la comida, y lo primero que llamó la atención de él, fue su predisposición para la sesión de fotos y la entrevista. La sesión fotográfica fue breve pero intensa, accediendo a los ofrecimientos de la fotógrafa y con una gran disposición de ánimo y con una siempre imborrable sonrisa en su rostro. La sesión de fotos se llevo a escasos metros de la omnipresente mujer del batería, Keiko Jones, que con atenta mirada controlaba cada uno de los movimientos; era bien conocida la faceta protectora que la mujer de Elvin Jones había desarrollado en los últimos años. Tras las rigurosas fotos procedimos a sentarnos en una pequeña mesa en donde conversamos alrededor de media hora; muy próxima a nosotros se encontraba Keiko, que no cejó de observarnos en todo momento, atenta a cualquier petición de su marido. La conversación fue agradable, a pesar de los problemas de dicción que presentaba el músico, y de ella se pudo desprender el profundo amor que profesaba al jazz. El jazz era su vida, y su vida era el jazz; vida y jazz eran sinónimos en la existencia de Elvin Jones. La entrevista no se desarrolló durante más tiempo a consecuencia de que Keiko Jones me advirtió que el maestro debía retirarse a descansar para estar en plena disposición para los dos pases de la actuación de la noche.

Tras la conversación con Elvin Jones faltaba verlo de nuevo sobre el escenario. El primer pase de su actuación comenzó a las nueve de la noche, y como era de suponer el club JazzROOM se encontraba completamente abarrotado de público, expectativa que más de un aficionado comentaba que se podría tratar de su última visita, como así fue. La llegada del músico al club causó gran sensación entre los aficionados, al tener tan cerca a uno de los músicos más importantes de la historia del jazz y de la batería. Los problemas de movimiento de Elvin Jones una vez sentado delante de batería desparecieron por arte de magia, parecía como si reservase fuerzas para tocar su instrumento. A lo largo de la actuación nos encontramos con un músico con una gran sensibilidad musical, desplegando un arsenal de polirritmia, y a pesar de la pérdida de fuerza seguía desplegando una enorme potencia en la ejecución de sus golpes, todo ello combinado con secuencias enteras tocadas en diversos tiempos o en su caso combinaciones de tiempos. Donde continuaba siendo un consumado especialista era en la utilización de las mazas, las cuales las repartía a lo largo de todos los elementos de su batería, desde los platos, la caja o los bombos; su ejecución era rápida y precisa, lo que confería una sensación de gran carga sonora y musicalidad. El primer pase acabo con un gran entusiasmo por parte de todos los aficionados que se encontraban congregados. Pero sin duda, lo mejor estaba por llegar. Entre el primer y el segundo pase se rumoreó que Chick Corea acudiría al club para ver la actuación de Elvin Jones (por esas fechas se estaba desarrollando el Festival de Jazz de Barcelona, y en concreto se encontraba en la ciudad condal Chick Corea junto a su nuevo cuarteto, formación que tenía que tocar al día siguiente). Empezando el segundo pase, ya de madrugada, hicieron acto de presencia en el club Chick Corea junto con su mujer, Gayle Moran, el hijo de ambos, y la formación que le acompaña en las actuaciones, Avishai Cohen, Jeff Ballard y Steve Wilson. La presencia de todos estos músicos causó un gran revuelo dentro de la sala (que de nuevo estuvo abarrotada) y más de un aficionado se preguntaba si Chick Corea subiría al escenario a tocar el piano. Tuvimos que esperar a bien entrada la madrugada para poder comprobar que ello se cumpliera. Elvin Jones invitó a Corea a subir al escenario para acompañarlo, en un principio el pianista no quiso hacerlo para no robar protagonismo al batería, pero ante la insistencia del propio Elvin Jones y ante todo el público que no dejaba de insistir en que Corea acompañará al batería, al final accedió a tocar. Ambos músicos tocaron dos temas, ante el asombro y la fascinación por parte de los asistentes de estar en un momento único e irrepetible. Tras la finalización de los temas, la ovación del público se tornó estruendosa para los dos músicos, que se fundieron en un emotivo abrazo, para acabar despidiéndose del público asistente. La actuación se dio por concluida y Elvin Jones se retiró a los camerinos, con un gran cansancio, pero ante todo con una sensación de haber dado lo mejor de si mismo, circunstancia esta que se podía apreciar en su rostro.

Tras los magníficos dos pases que tuvimos la oportunidad de ver y escuchar a Elvin Jones, la sensación que estábamos ante una de las últimas visitas, fue sin duda el comentario que más se pudo escuchar, aparte de las evidentes opiniones sobre la actuación.

La pérdida de Elvin Jones ha sido para muchos aficionados una pérdida significativa para el Jazz, pero a un buen seguro que el discípulo se habrá reencontrado con un su gran valedor y jefe de filas, John Coltrane.

Juan Carlos Abelenda.


   
   
© Juan Carlos Abelenda, Tomajazz, 2004