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..: ABELARDO RÁBADE: GALICIA CALIDADE

   
 


Abe Rábade no es una promesa. Ya es una desafiante realidad del Jazz nacional que cuenta ya con tres trabajos discográficos: “Babel de Sons” (Xingra, 2001), “Simetrías” (Xingra, 2002) y el recientemente publicado “GHU! Project Vol. 1” (Nuba/Karonte, 2004), un magnífico trabajo a quinteto que añade al trío base el color de dos solistas de primera línea, como son Chris Kase y Jesús Santandreu. En sus dos primeros trabajos sorprendía el pianista desbordante de técnica asombrosamente rotunda, el compositor sin miedo al riesgo y mente abierta y una base rítmica contundente y arrolladora con Paco Charlín al contrabajo y Ramón Angel Rey a la batería que convierten a este trío estable en una formación única en nuestro país. “GHU! Project Vol.1” revela además al arreglista meticuloso que ha templado su alarde virtuoso en beneficio de su concepto musical a quinteto. En esta entrevista descubrimos en Abe Rábade al gran conversador de charla amena y agradable que desnuda para nosotros su personalidad musical y humana, un descubrimiento tan fascinante como lo es su música.

Tertulia con Abe Rábade por Sergio Cabanillas, Enrique Farelo y Carlos Lara (24 de Junio de 2004, 17’00 h., emisión en directo del programa “Universos Paralelos”, Onda Verde Madrid 107.9 FM.)


   


De izda a dcha: Enrique Farelo, Carlos Lara, Sergio Cabanillas
y Abelardo Rábade
© Miguel Porras, 2004

Enrique Farelo: Cuéntanos un poco tus comienzos, la etapa en la Berklee de Boston y el arranque del proyecto inicial a trío.

Abelardo Rábade:
El proyecto a trío se materializó con el primer disco, “Babel de sons”, grabado en directo durante la gira del INJUVE, pero nace cuando Ramón Ángel, Paco Charlín y yo nos vamos a estudiar a Berklee. Antes de la partida, allá por el ’95, teníamos una vaga idea de qué era esto del Jazz, pero al irte a los E.E.U.U. realmente empiezas a ponerte las pilas, y al darte clases gente especializada, te están enseñando el Jazz de primerísima mano, y estás 24 horas al día relacionado con el Jazz y con la música, en mi caso particular nace la voluntad de estudiar composición de Jazz, de estudiar piano y la idea de montar el trío. También tienes oportunidad de relacionarte y compartir experiencias con mucha gente, como Miguel Zenón, con quien grabamos varias cosas en los estudios de Berklee; eso es lo bueno que tiene estar en un centro especializado de altos estudios en Jazz, algo que ojalá consigamos algún día en España.

Carlos Lara.Tener la oportunidad de estudiar en E.E.U.U. con grandes profesionales de todas las tendencias como Barry Harris, más tradicional, y otros maestros más vanguardistas; allí tocas todas las posibilidades que ofrece el Jazz...

Abelardo Rábade: Claro, se te abre un abanico de posibilidades, desde lo más vanguardista, como mi mejor profesora, Joanne Brackeen, excelente pianista y sobre todo excelente profesora por su metodología, muy esquemática, y otros más tradicionales, como Barry Harris, de la escuela más bebop. Siempre es conveniente en un lugar como este abrirte a cuantas más opciones, mejor para poder disponer de multitud de opciones para asimilarlas y después desarrollarlas en discos y en directo.

Enrique Farelo.: Respecto a tu viaje a Berklee, me ha parecido entender, entre líneas, que ibas no un poco dubitativo, sino por otro lado distinto en el mundo de la música y al llegar allí – que desonozco la motivación del viaje – pues te dedicas al Jazz ¿cómo es eso?

Abelardo Rábade.: Para responder a eso, tendríamos que retrotraernos algo más en el tiempo. Yo empecé como tanta gente estudiando música en un conservatorio en Santiago, y pasado un tiempo te da la impresión de que esto de la música no te gusta porque también en aquel momento el conservatorio de Santiago no tenía un programa muy bien planteado, y cuando mi hermana y yo - que empezamos a estudiar música juntos - teníamos 8 y 9 años, prácticamente íbamos a dejar la música. Entonces abrieron un centro de música creativa en Santiago de Compostela, Estudio Escola de Música, que ofrecía otras posibilidades; se estudiaba solfeo con estándares de Jazz y era gente relacionada con el Taller de Músicos de Barcelona y allí surgió esa afición, casi sin darme cuenta compaginando diez años el instituto con esta enseñanza más orientada al Jazz. Cuando cumplí 17 años tenía dos opciones: decantarme por el Jazz o hacer una carrera universitaria. Mis padres son escritores, y quizás por eso entendieron la opción artística, me dieron todo su apoyo para que fuera a estudiar Jazz. De manera que, contestando a tu pregunta, el hecho de marcharme a Berklee fue porque ya había probado algo del caramelo y decidí dar otro paso más para aprender esa tradición en un centro especializado.

Enrique Farelo.: Eso me lleva a otra pregunta – maliciosa, evidentemente -...

Abelardo Rábade: Pues ¡dale!

Enrique Farelo: Me embarga la duda. Dejas el conservatorio de Santiago: a) porque la música que te enseñan no te gusta. b) El método no es interesante ni la motivación.

Abelardo Rábade: Claramente porque el método no es interesante ni la motivación. La música clásica es impresionante, claro que me gusta. De hecho, este último año lo que más he estudiado ha sido a Johann Sebastian Bach, las variaciones, las invenciones... y la tirria que tuve bastante tiempo a la música clásica se ha ido. Me decanto claramente por la opción b), por un mal sistema, porque el sistema educativo no es capaz de transmitirlo adecuadamente, y la música clásica no tiene la culpa.

Sergio Cabanillas.: ¿Qué conclusiones sacas del método de enseñanza de la Berklee a un nivel más espiritual? Lo digo porque hay una opinión bastante extendida sobre Berklee como “fábrica de clones” que tiende a descuidar la motivación creativa de sus estudiantes.

Abelardo Rábade: Ciertamente ese es un pero que se le pone a Berklee habitualmente, aunque yo no tengo esa impresión de la escuela. Quizás sea porque al ir allí aproveché precisamente el material que tienen de “Jazz Composition”, para mí lo más potente que tiene esa escuela. Después, evidentemente, en el campo instrumental, depende de con quién estudies. Por ejemplo, si estudias, como fue mi caso, con Hal Crook, realmente te abre la mente a posibilidades infinitas en lo que es la improvisación. Evidentemente durante el tiempo que estás allí recibes muchísima información de gente que le da mucha importancia a transcribir música, a ahondar en lo más tradicional o lo más vanguardista, pero yo creo que un instrumento nunca se acaba de estudiar. El aspecto humanístico lo va adquiriendo cada uno a su manera después de terminar en la escuela, aunque sí es una crítica que se la pueda hacer a la escuela, y la he escuchado muchas veces.

Enrique Farelo: ¿Qué opinas de esa rigidez académica a la hora de interpretar la música libre improvisada?

Abelardo Rábade.:
Uf, es una pregunta difícil de contestar. Por una parte están los elementos de la tradición jazzística, algo que Berklee ofrece, la línea dura de lo que es esta música, el Jazz académico, y por otro lado está el factor más espontáneo, más creativo, que llevado al extremo es lo que sería la música libre improvisada. En Berklee prima más la tradición, lo académico, el sistema de trabajo.

Enrique Farelo: ¿Qué crees que opinarían los profesores que imparten esas enseñanzas de que uno de sus alumnos se dedicara a la libre improvisación?

Abelardo Rábade: Yo creo que lo verían bien, De hecho, en Berklee hay ensembles de música libre improvisada. Hal Crook, el trombonista, tenía uno de free jazz y George Garzone, el saxofonista tenor, tenía otro. El trío de George Garzone con Bob Gullotti, The Fringe, lleva tocando 20 años free jazz en The Lizard’s Lounge, que es un local de Boston. Dentro de las diferentes estéticas del Jazz, también en Berklee está contemplado.

Enrique Farelo:
No obstante, queda en el aire una duda, para los oyentes y lectores: ¿tiene que ver la libre improvisada con el Jazz?


Abelardo Rábade: ¡Uf!¡con la iglesia hemos topado...! Es difícil de contestar, y además es una de las paradojas más grandes, que puede avivar aquí el debate. Fijaos que el Free Jazz es una corriente que nace en los años ’60 fundamentalmente como protesta de los afroamericanos, un punto de renuncia a todo lo que sea tradición blanca, y fijaos dónde tiene más calado el Free Jazz hoy en día: en Europa, es una paradoja curiosísima. ¿Qué entendemos por Free Jazz y qué entendemos por Música Libre Improvisada? Ésta última puede ser una entelequia, que cada uno haga lo que le salga, mientras que el Free Jazz supuestamente tiene algún retazo de Jazz por alguna parte, no sé cuál es vuestra opinión al respecto, si trazáis una línea divisoria...

Carlos Lara: Yo creo que la música libre improvisada simplemente se crea mientras que se toca, en el transcurso de la interpretación, y que puede tener relación con el Jazz o no tenerla.

Abelardo Rábade:
Yo creo que podría entroncar más con la música contemporánea de algún modo, más que con una tradición jazzística, de todas formas tengo curiosidad, es un tema que me interesa...

Enrique Farelo: Yo coincido en parte con lo que váis diciendo. Tal y como interpreto la libre improvisada, que tal vez algún especialista no esté de acuerdo...

Carlos Lara:
...en clara alusión, saludamos a nuestro compañero Chema Chacón, una autoridad en la materia, que nos estará vigilando desde alguna parte...

Enrique Farelo: ...y cuyo espíritu está revoloteando por el estudio, seguro. Para mí la Música Libre Improvisada nace del Free Jazz. Otra cosa es que luego se vaya deformando y efectivamente tenga que ver con aspectos de la música contemporánea y electrónica incluso. En el extremo, el instrumento mismo deja de ser tal.

Sergio Cabanillas:
Yo esa frontera la definiría con las palabras que me pasaron por la cabeza la primera vez que escuché en directo a Cecyl Taylor a piano solo: locura con método. Porque tiene su parte de locura, pero tiene método, hay una repetición de estructuras, frases definidas. Cuando ese método desaparece, ya es terreno de la libre improvisada, ahí encuentro la frontera, por difusa que sea.


Abelardo Rábade: Yo soy partidario de la forma, aunque sea difusa y haya momentos en los que se pueda ser espontáneo y creativo, yo soy partidario de que haya unas formas y unas reglas de juego.

Sergio Cabanillas: En “Simetrías” ya se dejaba ver plenamente tu carácter como compositor y como intérprete, además de una cierta afición por el riesgo, ¿quiénes constituyen tus influencias?

Abelardo Rábade:
Pues mis dos admiradísimos pianistas son Keith Jarrett y Herbie Hancock. Los admirados son Corea, McCoy (Tyner) y de los tradicionales Thelonious Monk y Wynton Kelly.

Enrique Farelo: El primer tema de “Babel de sons” a mí me suena a Thelonious, donde el piano se convierte más en un instrumento de percusión que de teclado...

Sergio Cabanillas: También se nota el apoyo que haces con la mano izquierda a Paco Charlín, lo que hace ganar en contundencia a la base.

Abelardo Rábade: Efectivamente. De hecho es un recurso muy efectivo, apoyar con el piano los graves del contrabajo. Hay un tema del último disco el “203” que destacabas en tu reseña que incluso parecía tener retazos del rock, con esos graves afilados, y como digo es un recurso muy efectivo.

Sergio Cabanillas: Dependiendo de con quién hables de esto, te pueden decir que el contrabajista llegará a odiarte por meterte en su terreno...

Abelardo Rábade:
Claro, pero se trata más que nada de un refuerzo, y sólo se hace en la exposición del tema, no en la sección de solos. En el cuarteto clásico de Coltrane, McCoy se inventó de repente lo de las quintas en el bajo con Jimmy Garrison. Antes de McCoy, parece que la sección grave del piano ni se tocaba durante un solo, y McCoy, con el recurso de hacer quintas en el bajo y apoyar con acordes en el registro tenor del piano después, abrió ese filón. Son diferentes opciones de orquestación y todas valen para componer temas.

Enrique Farelo: Ya que hablamos de él. McCoy Tyner grabó en 1975 uno de los discos más impresionantes de la historia del Jazz, a mi modo de ver, “Trident”, con Elvin Jones y Ron Carter en el que Mcoy hizo algo que hasta la fecha yo no he escuchado a nadie: incluír en el trío para piano una celesta y un clavicordio ¿cómo lo aprecias, serías capaz de hacer algo similar en el futuro?

Abelardo Rábade:
Vaya, la verdad es que sería impresionante. Es interesante de cara a innovar, y desconozco esa grabación, pero de momento me centro en el piano. Tomo nota de la idea.

Sergio Cabanillas: Hablando de tu segundo trabajo, en mi opinión infravalorado por la crítica y tildado por algunos de “frío” o “poco musical” ¿Cómo se concibió “Simetrías”, cómo viviste los sudores de la segunda edición?

Abelardo Rábade:
Sí, es cierto, con ese disco hubo sus más y sus menos. Fue el resultado del trabajo del trío haciendo giras por festivales y locales del país, y a mí lo que realmente me sorprendió fue que lo que yo veo como una virtud en el disco, parte de la crítica lo vio como un defecto: yo creo que es una muestra muy ecléctica de distintas maneras de ver el Jazz, con temas como “Simetría”, que tiene un aire más a Chick Corea...

Sergio Cabanillas: ...además en este tema se utilizan recursos como las cuerdas del piano al aire, disonancias, percusiones, y temas más hard bop, como “Hotel Minerva”...

Abelardo Rábade:
Exacto, es mucho más tradicional, con escobillas, hay un bolero al final... para mí, en el momento de  hacer el disco, piensas en que tenga un equilibrio, con un espectro amplio de lo que el Jazz puede ser, y mucha gente vio en eso “...que este chaval se defina, se decante”, y pedirle eso a alguien con 24 años es un poco una locura, que tengas tu propio estilo definido y depurado a esa edad...

Carlos Lara: Además, este disco también está grabado a modo de directo.

Abelardo Rábade:
Sí, en el Teatro Principal de Pontevedra, pero sin público. Más que nada por el pedazo de Steinway gran cola que tienen allí, es una delicia. Nos encerramos allí tres días, hicimos las tomas en directo, y disco va.

Sergio Cabanillas: ¿Qué balance hacéis de “Simetrías” en cuanto a ventas, difusión, crítica, público?

Abelardo Rábade: En principio bueno, aunque siempre te sorprende – esto de las estrellitas de las publicaciones – llevarte dos estrellitas en alguna publicación y cuatro en una revista japonesa, que te dan palos fuertes en casa. De todos modos estas cosas ayudan a asumir que esto no es un camino de rosas, y mucho menos en España y tocando Jazz, y darte cuenta de que tu trabajo es opinable, criticable, y esos comentarios hacen que uno espabile, se replantee cosas y pensar que aparte de que para gustos se pintan colores, pues algo de razón puede tener el que opina así. En líneas generales, bien, nosotros en el grupo vivimos la segunda experiencia discográfica, creo que es un disco más maduro que “Babel de Sons”, mejor producción, y muy variado de estéticas, lo que algún crítico vio como censurable, para mí es una de sus virtudes.

Sergio Cabanillas: Antes hablábamos a micrófono cerrado, entre bromas, de aquello de “Galicia calidade”, pero aplicado a los buenos músicos de Jazz que están saliendo de allí, cuéntanos cómo está el panorama.

Abelardo Rábade:
Pues la cosa va subiendo. Por ejemplo, el guitarrista Michel González, que está en el “GHU!” en un par de temas, ahora está en Berklee, en Boston, estudiando. El año pasado estuvo por Galicia con su trío dando conciertos por allá, está tocando muy bien. Hay gente en el Seminario Permanente de Jazz de Pontevedra, que es una actividad que hacemos todos los sábados allí con unos 25 o 30 estidiantes, que están empezando a despuntar, como Pablo Castaño, un saxofonista alto del que yo creo que oiréis hablar pronto, a ver si graba. Aparte, evidentemente, de Baldo Martínez, que sigue haciendo discos, el nuevo disco de Alberto Conde del que hablábamos antes a micro cerrado... yo creo que por Galicia se está cociendo la cosa, y está empezando a dar sus frutos, hay mucha energía.

Enrique Farelo: Con este disco, “Simetrías”, ¿a nadie se le ha ocurrido decirte que eres el hijo negro de Tete?

Abelardo Rábade:
Sí, bueno, lo de Tete, sí que es cierto que la gente quiere buscarte padre, y lo he oído varias veces, “estamos ante el nuevo Tete”o “el heredero de Tete” y tal; no sólo por el disco, sino también por el hecho de recibir el Premio Tete Montoliú, uno se dice, caray, ahora tengo una responsabilidad aquí. Además tengo colgado el cuadro que te dan frente a la cama en mi cuarto, en Santiago, y cada vez que me levanto, veo el conmemorativo de la Bienal SGAE Tete Montoliú y piensas: tengo esa responsabilidad a mi espalda y tengo que dar la talla. Tete me encanta como pianista, discos como “Body and Soul”, el que más me he estudiado de Tete, es impresionante como utiliza los “Coltrane changes” – una de las innovaciones armónicas más interesantes que se hicieron en Jazz - muy poco después de que Coltrane empezara a utilizarlos, desde aquí, desde España, utilizando esas técnicas, improvisando, con un fraseo de muerte...

Sergio Cabanillas: Además, aparte del premio, un servidor tuvo la suerte de conocer a Abe Rábade en un concierto de homenaje a Tete, presentado por Montserrat, viuda del maestro, que se celebró en la E.T.S. de Ingenieros de Telecomunicación, en Madrid, fantástico concierto a piano solo.

Enrique Farelo: Siempre se ha dicho que Tete tocaba como un negro, ¿Abe Rábade piensa como tal cuando toca?

Abelardo Rábade:
Pues creo que hay cosas que tienes que pensar obligatoriamente como un negro cuando tocas; cuando tocas un tema hard bop, como el tema “N.Y. Dilemma”, el fraseo hardbopero tiene que ser así, es negro, y el color se lleva dentro, aunque uno sea blanquito de piel – y yo lo soy bastante -  siempre tienes que tener esa referencia, y en ese sentido, el fraseo a corcheas de Tete era totalmente negro, y creo que cuando tocas un tema swing tienes que tener eso en mente.

Carlos Lara:Tete solía tocar casi siempre con tríos estables, algo que tenéis en común y que a mi modo de ver es una ventaja en España, donde no hay apenas precedentes y hay que mirar hacia fuera para encontrarlos, caso del trío de Esbjörn Svensson, Bobo Stenson... ahora mismo parece ser el único trío estable de piano con el que contamos en España.

Abelardo Rábade:
Cierto, esa es un poco mi filosofía de trabajo, que haya una evolución a través de los años y a través de los discos que uno puede sacar, y poder contar con la misma gente permite ver la evolución personal a través de los años de convivencia, y por otro lado profesional y artística; para mí de momento el ideal es mantener ese trío de forma estable, que Ramón y Paco aporten sus ideas; yo sobre todo aporto temas y la dirección musical; es extraño que en España no haya otro trío estable.

Carlos Lara: Eso me da pie para enlazar con el nuevo trabajo, ¿cómo llegas a la necesiad de trabajar en cuarteto o quinteto?

Abelardo Rábade:
Los temas que conforman el “GHU! Project Vol. 1” son temas trabajados a trío en giras, en diferentes locales y festivales, y al tener tantos detalles de composición, se quedaba pequeña la orquestación a trío y pensamos: ¿y si incluímos dos solistas?, es más: ¿incluímos dos solistas tan brillantes y tan diferentes entre sí como son Chris Kase y Jesús Santandreu, que son casi dos polos opuestos estilísticamente hablando?; Chris es mucho más lírico y Jesús es muchísimo más visceral - al menos esa es la opinión que tengo cuando toco con ellos y cuando escribí para ellos -. Todo parte del trío, es un incremento de la orquestación, pero la idea de partida es la misma; también es el reto de someter el trío a una prueba: acompañar a solistas, lo que también supone madurar, porque tocar con Jesús requiere una forma especial de acompañar, que es totalmente diferente a la que exige Chris, así que nos enfrentamos a un disco y una forma de trabajar más compleja, donde hay más arreglo, donde hay más interludios, hay más partes escritas y al crecer la orquestación hay mayor complejidad, sin que ello le quite protagonismo a las secciones de solos y al factor más espontáneo, que también está presente en el disco.

Enrique Farelo: A la hora de crear el disco ¿qué ha sido más importante: la composición, la técnica individual o el sentimiento?

Abelardo Rábade:
Vaya, buena pregunta. Yo creo que me quedaría con el sentimiento, pero hay que equilibrar las tres cosas. Por una parte tienes el trío, que es estable y sabes cómo te responde, pero por otra parte trabajas con dos solistas que tienen sus ideas y su fraseo, y tienes que conseguir un equilibrio. Por ejemplo, tienes el tema “203”, donde hay una parte obligada, que es la exposición del tema, y una improvisación colectiva durante la sección de solos, que depende muchísimo del momento, se crea un clima distinto cada vez que lo tocas, de forma que el resultado que salió en Boadilla, cuando lo tocamos en directo, es totalmente distinta a la que hay en el disco; es hacer un poco de equilibrista, pero siempre el sentimiento por encima de todo.

Enrique Farelo: ¿Tienes algún tipo de ritual particular a la hora de escribir?

Abelardo Rábade:
Pues mira, interviene la inspiración, y hay momentos en los que sientes que tienes que ir al piano a hacer un tema. Es empezar a tirar de un hilo. A veces es una melodía, a veces es un ritmo y a veces – dejando musas y meigas aparte – te lo tomas más como un ejercicio planificado, hay un poco de todo pero mayoritariamente es sentarse al piano y buscar, buscar y buscar una determinada sonoridad, dejando que el oído y la intuición te guíen por aquí y por allá, y después llegas a una conclusión que evidentemente tiene que pasar el examen de un ensayo para ver si el tema vale la pena, y en el proceso se arrugan muchos papeles, pero casi siempre partiendo de un motivo que haya provocado una emoción en tí que te lleve a escribir una composición; de ahí sale un sentimiento especial que ojalá llegue a la gente cuando lo tocas, que es a lo que uno aspira como compositor.

Carlos Lara: Uno de los temas del disco es el “Trinkle tinkle” de Monk, ¿por qué ese tema en particular entre todo su repertorio?

Abelardo Rábade:
Os cuento la anécdota. El disco estaba cerrado con “Praça da alegría”, temas interludios... y sobraba tiempo en el estudio, y dijimos: ¿nos vamos, lo dejamos aquí?. En aquellos días – 16 o 17 de Septiembre de 2002 – y Paco, Ramón y yo aprovechamos ese tiempo para grabar algunos temas a trío; yo estaba muy metido en la música de Monk, repasando temas y ahí lo grabamos. Como quedó bien, sin arreglar ni nada, nos pareció un buen tema como fin de fiesta, algo opuesto a todo lo anterior en el disco, donde prima el arreglo y la composición; esto fue totalmente espontáneo, ya da la sensación de estar en un local, dentro de una jam session y esa es la razón para incluír ese tema.

Sergio Cabanillas: Cómo ha surgido el cambio de sello y a qué se debe que entre las fechas de grabación de “Simetrías” y las de “GHU! Project Vol.1” haya una semana de diferencia y éste último haya visto la luz dos años después.

Abelardo Rábade:
El cambio de sello se ha debido a que uno busca medrar en lo que se refiere a distribución y difusión de la música, y Karonte es un sello que tiene más potencia en eso de lo que tenía Xingra, y es una apuesta para aumentar la capacidad de difusión de tu trabajo, aunque es complejo, como bien sabéis, que salga a la luz toda la música que uno quiere que salga, y a veces se hace cuesta arriba tener una idea, un proyecto musical montado e ir con tanto retraso en la edición de los trabajos; también habrá influído que el sector discográfico esté atravesando esa crisis. Yo estoy contento con la nueva discográfica, con el trabajo que están haciendo de promoción del disco, y espero que todas esas ideas que tengo en mente cristalicen en disco y reducir ese retraso acumulado en la edición; si no es así, siempre está el directo para compensar estas cosas, y ya sea a trío o a quinteto ir madurando el material que tienes más fresco y con el que quieres avanzar y mirar hacia el futuro. Es un tema peliagudo.

Sergio Cabanillas: Hablando de temas peliagudos, ¿conoces las actividades de la Plataforma de Apoyo a Nuestro Jazz?¿qué opinas, cuál es tu posición al respecto?

Abelardo Rábade:
Pues la reivindicación del 50% de programación de Jazz nacional es absolutamente necesaria, y es algo en lo que, por ejemplo, Portugal nos da mil vueltas, y en Francia igual o más aún. Es alucinante que habiendo la cantidad de bandas y de talento que tenemos en España en cuestión de Jazz, me han llegado muchos correos de la Plataforma diciendo que la razón de algunas organizaciones era “la falta de calidad” del Jazz español, y entonces ya te tiras de los pelos. Mi nombre aparece como firmante del manifiesto reivindicando esa igualdad y yo creo que tiene que cambiar la situación porque aquí hay calidad y se tiene que contar con el músico nacional para las programaciones de festivales, y no simplemente como meros teloneros de estrellas internacionales, debería ser la prioridad de todas las instituciones y los patrocinadores tirar para el producto de aquí.

Sergio Cabanillas: Y demostración de peso la hemos tenido este fin de semana en el V Festival de Boadilla del Monte, cuyo responsable, nuestro compañero Pablo Sanz ha tenido la suficiente osadía como para plantear un programa íntegro de músicos nacionales de altísimo nivel, que se ha saldado con más difusión que otros años. En otro orden de cosas, nos has contado que se te mezclan unos proyectos con otros, y por lo que dices, hay para dar y tomar, así que cuéntanos cuáles son tus proyectos de presente y futuro.

Abelardo Rábade:
Ahora mismo estamos a trío montando temas para un proyecto que consiste en poner música a siete fotografías, si se puede hacer esa traslación de un arte a otro, algo subjetivo, pero la idea es esa, y en la edición del futurible disco estarían esas fotografías, muy distintas entre sí y sacan a colación temas muy distintos; hay una fotografía de una avalancha, y el tema es muy agresivo, hay otra que consiste en dos niños medio perdidos en una carretera y el tema se llama “Nómadas”... esa es la idea, y estamos madurando esos temas para poder editar un disco. Además, el pasado 28 de Mayo, como este año es Xacobeo en Galicia, la Xunta nos ofreció la posibilidad de montar un espectáculo, e hicimos una suite de nueve cantigas medievales adaptadas al Jazz en contexto de sexteto, con Pablo Castaño al alto, Chris Kase a la trompeta, Jesús Santandreu al tenor y el trío, y es algo bastante especial, es jugar con música medieval, utilizar armonía y ritmo de Jazz y la mezcla resultante es bastante explosiva. Por otra parte tengo arreglos a septeto con trompeta, alto, tenor y trombón (Toni Belenguer) más la sección rítmica, así que material hay de sobra para discos o, como mínimo para directos futuros.

Sergio Cabanillas: ¿Podríamos estar hablando de un “GHU! Project Vol. 2”?

Abelardo Rábade:
Pues uno de esos trabajos será el volumen 2, sean cantigas o a septeto.

Sergio Cabanillas: Aún tenemos pendiente hablar ineludiblemente del tema “Bártok”, si tenéis algo que añadir...

Enrique Farelo: Pues precisamente quería preguntar si el protagonista considera a Bela Bártok un genio.

Abelardo Rábade:
Me parece un tremendo innovador, que ya utilizó el piano como instrumento de percusión y es el creador de una nueva armonía, a veces muy críptica, muy encerrada en sí misma, utilizando intervalos muy agresivos y mucha disonancia; es un compositor muy interesante porque hizo una recontrucción de la música tradicional de su país, donde hay una hibridación con la música clásica y desde luego es un gran innovador de la música para piano del siglo XX. En cuanto al tema del disco, lleva su nombre porque la melodía del tema es muy, muy enrevesada, y se toca utilizando una técnica de polirritmias – esto es algo complejo de explicar sin un piano delante – que tiene esa sonoridad peliaguda, Bartokiana; después, la sección de solos es un blues up-tempo muy rápido, a toda velocidad y la exposición del tema tiene esa reminiscencia de Bártok. Es curioso cuando lo tocamos en directo, porque en las paradas que tiene el tema la gente se queda sorprendida, pensando ¿qué va a pasar aquí?, y de repente entra un golpe en el cuarto tiempo y... es el típico tema que descoloca un poco a la gente por la forma en la que está hecho el arreglo.

Enrique Farelo: La pregunta también buscaba indagar sobre si el genio nace, se hace...

Abelardo Rábade:
Vaya, esa es la pregunta del millón...

Enrique Farelo: Visto de otro modo: ¿Con trabajo se puede llegar a ser un genio?

Abelardo Rábade:
Yo creo en el trabajo. También creo que tiene que haber ciertas cualidades innatas en un músico, pero sin trabajo, no se llega a ninguna parte, pero trabajando creo que uno puede llegar a ser algo muy cercano a un genio sin tener gran talento previamente, pero la pregunta es casi imposible de contestar...

Enrique Farelo: Pues la cambio de nuevo: ¿Con trabajo se puede llegar a ser Mozart, a ser Miles, a ser Duke?

Abelardo Rábade:
Hecha de ese modo, no.

Sergio Cabanillas: Yo creo que para llegar a la genialidad hace falta la sal de la locura, ¿no crees?

Abelardo Rábade:
Sí yo creo que algo loco hay que estar, y más para meterse en esto del Jazz (risas).

© Sergio Cabanillas, Tomajazz 2004