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..:: KENNY WERNER

   
 


A sus 51 años Kenny Werner es todo un histórico viviente del piano. Durante cinco noches tuvimos la oportunidad de disfrutar (¡y de qué manera!) de su música en las medianoches del Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz. Con él mantuvimos una larga conversación acompañados de Guillermo Bazzola (guitarrista y periodista) y Sergio Cabanillas (periodista). Aquí tienes la transcripción de una conversación que también puedes escuchar en audio. Gracias Radio Jazz Gasteiz - EITB por los medios puestos a nuestra disposición.

Por Carlos Pérez Cruz (Julio 2003)

At 51, Kenny Werner is an historic legend of the piano. During five nights, we could enjoy (a lot!) his music in the midnight sessions of Vitoria-Gasteiz’s Jazz Festival. We had a long conversation with him, with the company of Guillermo Bazzola (guitar player and journalist) and Sergio Cabanillas (journalist). Here is the transcription of that conversation that you can also hear in audio. Thanks to Radio Jazz Gasteiz - EITB for his help.

By Carlos Pérez Cruz (July 2003)

   

 



Kenny Werner, Guillermo Bazzola y Carlos Pérez

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En estos días hemos tenido la oportunidad de escuchar a tu trío con Ari Hoenig y Johannes Weidenmueller Y las conversaciones giraban en torno a la calidad del mismo. Nos comentabas que vuestra música es una música para escuchar. ¿Qué características tiene esa música?

En primer lugar trato de no pensar en una música para trío de piano porque en realidad no me gustan muchos tríos de piano. No suelen ser buenas bandas. El pianista puede ser muy bueno pero el contrabajista y el batería no están implicados. Simplemente acompañan al pianista. Así que aunque pueda admirar el virtuosismo del pianista no me siento arrebatado por la banda. El siguiente nivel es tener un grupo en el que todos puedan reaccionar a lo que hacen los demás y realizar una contribución personal. De esa manera yo reacciono ante sus ideas y eso hace que yo toque de diferente manera. Y el nivel siguiente es una banda que suena tan bien junta que suena como una orquesta tocando ideas concretas. Yo creo que este grupo ha alcanzado ese nivel. Y lo último sería, que esto no quiere decir nada si no consigues llegar al corazón de la gente para que pueda sentir tu música aunque no sepan nada del jazz.

Quizá el trío de piano, contrabajo y batería vive un momento en el que, por influencia del mundo del pop, hay más de solista y acompañantes que de interacción.

El problema con el jazz hoy en día es que está tratando de imitar el mundo del pop. Y eso es muy triste porque el jazz representaba en el pasado la auténtica verdad. Esa es la razón por la que el jazz es respetado y admirado en todo el mundo. No es como el McDonald´s. La gente lo odia pero es adicta a él. Estados Unidos es muy buena a la hora de lograr que la gente se vuelva adicta a algo. Pero el jazz es el único producto de calidad, aunque quizá ya no tanto, su filosofía era la propia del ser humano. Es realmente una música americana. No estás tocando música española, no estás tocando música cubana... estás tocando desde la mente de un improvisador. Y éste puede usar y sintetizar las ideas de todo el mundo en ese momento.

El jazz me recuerda un lugar en Estados Unidos donde solía haber grandes tribus indias, su tierra sagrada. Si ahora vas allí sólo verás una tienda de tabaco, una gasolinera y ¡un McDonald´s!

No sé si realmente este concepto actual de trío de solista más acompañantes se puede trasladar al resto de la historia. De cualquier manera, ¿qué tríos de esa historia consideras verdaderos referentes?

Creo que Bill Evans es el mejor ejemplo de trío con músicos que tocan y crean junto. Art Tatum es el mejor ejemplo de un trío en el que ni siquiera adviertes la presencia de sus acompañantes. Es todo Art Tatum. Ambos han hecho historia pero yo prefiero grandes bandas. Yo no quiero oír a un individuo. Quiero que ese sonido venga a mí y que me hipnotice. Yo cree mi banda para eso, para lograr aquello que a mí me gusta escuchar. 

Vivimos días de un cierto revisionismo con ejemplos muy claros en algunos de los conciertos que hemos vivido estos días en el festival de Vitoria. El ejemplo de Marcus Miller y su banda, donde el trompetista quería sonar a Miles. Hay mil y un ejemplos. ¿Vive el jazz, fundamentalmente norteamericano, un exceso revisionista?

No es un exceso, es lo que está pasando. El problema es este: el jazz se desarrollo por el deseo sincero del ser humano humano de estar en contacto con su propia voz. Cuando alguien lo hace, cuando está en contacto con su voz, se pone en contacto con todo aquel que está a su alrededor. Es como un rapero: cando un rapero encuentra su verdadero mensaje cientos de personas dicen; “sí, sí, eso es lo que yo siento”. En ese sentido, un rapero, un poeta o un músico pueden hablar en nombre de muchas otras almas. Eso lo vuelve algo importante, se convierte en historia de la música. Pero la próxima generación y generaciones posteriores no contactan con su ser interior. Piensan que el mensaje es esos músicos que contactaban con su interior. En otras palabras, podemos pensar que un trompetista es bueno porque el modo en que busca la verdad es tocar como Miles Davis. Ese trompetista nunca tendrá el poder de Miles Davis. Vuelvo a la idea de las tribus indias o africanos. El poder está en estar en presencia de ellos, no tenerlos en una fotografía. Y la mayor parte del jazz de hoy es una fotografía. Y eso es muy bueno para los medios porque los medios muestran fotografías. Pero todo esto oscurece la verdad. Y por eso escuchas músicos estúpidos e insignificantes en los medios.

Sin embargo imagino que en una música con tanta historia como el jazz es difícil abstraerse de todo el legado del pasado y hacer cosas nuevas, tener una voz propia.

Eso es lo crees si no te valoras a ti mismo como lo valoras a Miles Davis. El gran secreto de Miles Davis o de Thelonious Monk es que tenían el mayor respeto por sus propias ideas. Puedes alcanzar ese respeto, ese amor a través de la práctica. El mismo trabajo que el sacerdote que lee la biblia una y otra vez. Practicas el ritmo, la armonía y la melodía pero luego entregas todo eso al espíritu que está en tu interior. Este es el juego de la vida: alcanzar la maestría. Ocurre lo mismo con las artes marciales, la pintura, en cualquier cosa. Es la combinación de la práctica, para alcanzar el nivel más alto de habilidad, con los más altos niveles de inspiración.

Podemos hacer un viaje cronológico por tu biografía. Háblanos de tus primeros contactos con la música.

Mi primer contacto con el jazz fue en la escuela secundaria. Fue a través de un saxofonista amigo mío, Sammy Marshall, que tocó brevemente en la banda de Miles Davis. Vivíamos en el mismo bloque y me hizo escuchar el “My Favorite Things” de John Coltrane. Y entonces lo odié porque yo estaba en la música pop y me pareció muy largo, todo el rato lo mismo... Mi verdadero contacto con el jazz se produjo cuando fui a la universidad. Ahí fue donde escuché jazz en serio. Mi compañero de habitación era un saxo alto fanático de Charlie Parker. Yo todavía no estaba realmente enamorado del jazz pero era un improvisador y el jazz era la manera más evolucionada de improvisación. Y entonces alguien me puso una grabación de Miles Davis que acababa de salir, In a Silent Way. Y entonces ocurrió: quedé atrapado. Ese sigue siendo mi modelo de grupo. Si escuchas esa grabación u otras de Miles no sientes una sola persona, sientes la vibración que viene de todo el grupo. De alguna manera eso es lo que trato con mi trío.

Tu biografía es realmente extensa. ¿Qué nos puedes destacar tu mismo de ella?

Grabé un disco cuando tenía once años. Una especie de disco pop con piano. Se vendieron unas cinco copias. Mi primer disco de verdad fue uno que me pidieron, con música de Bix Beiderbecke, James P. Johnson, Duke Ellington y George Gershwin. Música totalmente compuesta. Mi siguiente grabación fue en el disco de Charles Mingus “Something Like a Bird”. Después no sucedió nada durante unos años. A principio de los ochenta fundé mi trío que duró catorce años. En esa misma época, también comencé a viajar a Europa y toqué durante unos años con Archie Shepp. Después estuve en la orquesta de Mel Lewis con la que toqué diez años. También he tocado esporádicamente con gente como Dizzy Gillespie o Stan Getz, una vez, Eddie Gómez, Ron Carter, Tom Harrell... Y durante todo ese tiempo he seguido con mi trío y componiendo. Durante ese tiempo he compuesto para la Orquesta de la Radio Danesa, para la WDR, para diferentes orquestas europeas y para la orquesta de Mel Lewis. He ganado diversos premios de composición en América y becas.

Una de mis últimas pasiones es intentar escribir para orquesta e incluso componer bandas sonoras. Me encantaría hacerlo.

¿A qué películas has puesto banda sonora?

Pequeños documentales que posiblemente no hayas visto. Creo que realmente antes de llegar al jazz estaba mucho más interesado en las películas. Y si no hubiera estado interesado en ello no habría llegado a Berklee. Pero como todos mis amigos iban a ser músicos de jazz yo también lo hice.

Ahora que mencionas Berklee. Hay siempre una gran polémica en torno a la calidad de su enseñanza, a su academicismo... ¿no salen un tanto clonados los músicos?

Yo estuve como compositor en residencia en Berklee hace unos años, pero como hace tiempo que no estoy por allí no tengo mucho que decirte al respecto. Pero estoy seguro de que la educación es de buen nivel. Recientemente tuvieron Joe Lovano. Joe Lovano dio clases allí. La calidad de la enseñanza es buena en muchas partes. Pero cuando yo empecé allí no sabían exactamente cómo enseñar jazz. Es posible que exista un modelo Berklee pero si miras a algunos de los músicos que se han graduado allí suenan muy diferentes unos y otros. Pat Metheny estuvo allí pero también estuvo Joe Lovano y tienen dos voces totalmente diferentes.

El problema de Berklee y de otras muchas escuelas no es que no sepan enseñar cómo tocar, realmente lo hacen. Para mí hay dos problemas y ambos son grandes problemas: uno es que las escuelas siguen un sistema de créditos y tienen que cubrir ciertas materias. Eso permite que gente que no tiene talento suficiente estén ahí y te hacen perder el tiempo. Esas personas podrían llegar a ser músicos o mejores músicos si tuvieran a alguien que encontrase su ritmo de aprendizaje y les enseñaran partiendo de ahí. Eso sucede con el 90% de la gente en las escuelas. Lo que esta gente paga financia a los pocos músicos que realmente tienen talento y que la escuela quiere destacar.

El otro gran problema es que puedes enseñar a la gente cómo tocar pero no puedes enseñarles por qué tocar. Y el resultado es que tienes gente que toca sus instrumentos muy, muy bien pero nadie necesita escucharlos. No tocan ese elemento espiritual, que es el que hace a la música importante.


¿Es un ejemplo Wynton Marsalis?

(Sonrisa) Bueno, Wynton es un caso inhabitual. Tengo respeto por lo que ha hecho. Al principio yo estaba resentido con lo que hacía porque cuando apareció en escena echó por tierra los aspectos místicos y creativos en los que yo veneraba. Él daba más énfasis la tradición y la historia. Y ahora empiezo a creer que fue el momento oportuno en el que tuvo que suceder, una especia de ley natural que se produjo para corregir la música. Siempre se produce una corrección. El problema es que diez años después de eso necesitan corregir de otra manera. Tenemos todos esos robots del jazz por ahí. Tocan, suenan y se visten de la misma manera. Eso necesita ser corregido. Creo que se están corrigiendo ciertas cosas en estos momentos. Incluso los músicos que vienen a las “jam sessions” y ven lo que los músicos creativos hacen, ahora están preparados para oírlo. Incluso Wynton está preparado para oírlo, lo he podido comprobar. Cuando Wynton estaba en su momento más reaccionario yo veía que algún día él diría “No, no, tienes que explorar más, ser más libre”, porque la improvisación es como el universo, siempre está expandiéndose. No puedes permanecer cerrado siempre. Así que, a pesar de sus creencias iniciales, creo que Wynton se está “expandiendo”.

Pero tengo que decir algo. Yo soy mejor músico hoy y mejor pianista gracias a Wynton Marsalis, porque él encontró una gran debilidad en la música que se estaba haciendo antes de que él llegara. La gente no practicaba lo suficiente y no estaba enraizada en la tradición. La gente hoy toca con un ritmo más marcado porque miran hacia el origen de la música: el ritmo. Quizá en los setenta yo era sólo un espíritu volando en el aire, pero cuando Wynton extendió su movimiento me obligó a tocar con los pies en la tierra. El resultado es que hoy soy un músico más capaz. Esto es porque cada movimiento corrige al anterior. Yo debo estar aquí por ser una corrección de los movimientos más recientes (risas). Eso espero.

El jazz se ha caracterizado siempre por su evolución, por su ruptura... eso supone en mucho casos el distanciamiento con el público. A pesar de eso, ¿debe ser así?

El jazz empezó siendo la música pop de su época, la música de baile, de prostíbulo y su desarrollo, como forma de arte, se alejó de la gente. Eso pasa siempre. Puedes decir que el jazz se separó de la gente a partir del be bop. Cuando Charlie Parker o Dizzy Gillespie empezaron a tocar esa música nadie les entendió. Incluso Louis Armstrong dijo que esa música no tenía sentido.

Esta música ha dejado de ser música de la calle de armonías y melodías sencillas desde el  be bop. Pero la vanguardia fue mucho más allá. Tienes que entender también que cada música está influida por otras músicas. Los músicos de vanguardia trataban de imitar lo que hacía el quinteto de Miles Davis pero más rápido y, como no podían, lo llamaban vanguardia. Se puede discutir que con John Cage, la música aleatoria y el minimalismo -por cierto me gusta lo que Keith Jarrett dice sobre el minimalismo. Dice que está cansado del minimalismo al que se le agotan las ideas-. Pero hay músicos de vanguardia que interesan a muy poca gente pero que no buscan ganarse una audiencia. Tratan de demostrar una filosofía. Si hacemos una analogía podemos decir que son más científicos que gente que busca a entretener.

Lo que dices me confirma de alguna manera la creencia de que en la vanguardia hay mucha mentira. Músicos que esconden sus carencias melódicas con un lenguaje que en el fondo poco o nada tiene que ver con la vanguardia.

Eso sucedió mucho a finales de los setenta. Y eso provocó un vacío que favoreció el ascenso de gente como Wynton  Marsalis. Vino y dijo de forma bastante acertada: “Estos tíos no pueden tocar”.  Pero también dijo: “Miles no puede tocar”, así que también puso a parir a músicos más veteranos.

PREGUNTAS DE SERGIO CABANILLAS

En esos dos extremos que planteabas del trío de piano entre Art Tatum y Bill Evans hay un gran olvidado que me gustaría colocaras en medio o uno de esos extremos: Oscar Peterson Trío.

Yo lo coloco muy cerca del trío de Art Tatum. Por supuesto que Ray Brown hizo grandes contribuciones con Joe Pass o con otros, pero la gente no lo advertía. Siempre es Oscar Peterson. No hay nada malo en ello, sólo hablo de mis gustos. Me interesa mucho más el grupo que suena como un conjunto y no como un grupo de individuos. Incluso en los discos: puedes escuchar los solos de un tipo una y otra vez, esas notas, pero para mí, hay que escuchar algo en conjunto. Yo soy una persona un tanto psicodélica, quiero recibir un sentimiento místico.

Estos días has tenido la oportunidad de tocar con algunos grandes músicos españoles (Perico Sambeat, Marc Miralta). ¿Qué pensaba del jazz español antes y ahora, después de haber tocado con ellos?

Creo que no puedo hablar sobre el jazz español. Se solía pensar que los músicos de jazz europeos no tenían swing y que no podía tocar como los americanos. Pero eso ya no es así.  Los dos músicos que has mencionado tocan como los mejores que yo haya podido escuchar , y  me lo he pasado muy bien tocando con ellos. Pero no pienso en el hecho de que sean españoles. No me gustan ese tipo de ideas nacionalistas sobre la música. La música está por encima de las naciones y cuando miro al músico no pienso “es español”. Pienso “¿eres creativo o no?”. Eso es todo lo que quiero saber. También si puede “swinguear”, tocar, si está bien preparado. Las dos preguntas. ¿Eres creativo, tienes corazón, tienes alma, tienes motivación y estás bien preparado? Esas son las dos preguntas.

PREGUNTAS DE GUILLERMO BAZZOLA

Más que una pregunta lo que quiero es transmitir algo que me ha llamado la atención. El absoluto respeto y cariño que le profesan todos los músicos que han pasado estos días por aquí y que desde luego no es nada usual.

Yo lo aprecio, pero no necesito reverencias. El respeto está muy bien. No sé qué decir. Quizás lo que soy les inspire a ser como son. Si les influyo a ser así, me siento feliz.  La otra cuestión es que en esta música estamos peleando contra los medios que tratan de imitar al mundo pop.  En el jazz el oro no tiene el precio del oro, es decir que el oro vale lo que el cobre y el cobre lo que el oro, ¿me entiendes? En otras palabras, el jazz no sigue el patrón oro [no se mueve por los mismos parámetros], tiene grandes músicos que no aparecen necesariamente en las portadas de las revistas. Y los medios no se preocupan de los grandes músicos. Cubren a aquellos músicos que creen les van a reportar dinero de publicidad.

Yo me considero a mi mismo una especie de soldado en el ejército de la gente creativa. Tenemos una responsabilidad. Tenemos que emocionar a la gente. No sólo puedes tocar el estilo de moda, tienes que conmover a la gente. La gente tiene que decir: “No se nada sobre esta música pero mi vida ha cambiado”. Esa es mi único arma, mi única defensa. Si creyera lo que los medios hacen estaría en Berklee enseñando a los chavales a lograr diplomas y contratos con Blue Note.

Los medios no pueden creer que la música nueva venga de alguien que tiene 51 años, se está quedando calvo y no es un sex-symbol.

Los medios son como Matrix. Matrix lo define todo y yo me considero un tipo que no está en Matrix. Y yo ataco eso. Digo: “Di la verdad aunque sea de vez en cuando”. Matrix lo destruye todo. La primera vez que fui a Estambul quería escuchar la música de allí. Caminé por las calles y ¿qué crees que oí? The Backstreet Boys. Eso es Matrix. Lo mata todo tras su paso.


Gracias a Diego Sánchez Cascado por sus traducciones.

© Carlos Pérez Cruz, Tomajazz 2003