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KENNY BARRON - MULGREW MILLER DUO

Galapajazz 2004


  • Fecha: 29 Junio 2004
  • Lugar: Velódromo de Galapagar (Madrid).
  • Hora: 22:30 horas
  • Asistencia: tres cuartos
  • Componentes:
    Kenny Barron (piano)
    Mulgrew Miller (piano)

    

  • Comentario: Hablando de expresión artística todo es relativo. Lo que bajo un prisma concreto puede apasionar desde otra postura resultará vacío y aburrido. Pasión y crítica pueden coexistir sin provocar contradicción alguna, y eso fue precisamente lo que ocurrió en el primer concierto de la agradable noche serrana.

    La luz natural dio paso a los focos del amplio escenario, primeros testigos de la aparición de los dos trajeados pianistas. A la izquierda el pequeño Kenny Barron, a la derecha el voluminoso Mulgrew Miller. Una breve introducción y los primeros acordes del Yesterdays de Jerome Kern, You Don't Know What Love Is, etcétera. Estándar tras estándar el dúo hacía patente un dominio técnico apabullante, un profundo conocimiento de las raíces del jazz, un tiempo perfecto. La interpretación recordaba en muchos momentos al disco Confirmation, que el propio Kenny Barron grabara hace algo más de una década también a dos pianos, pero en este caso con Barry Harris. Sólo que, a pesar de la inestimable presencia de sección rítmica, Confirmation era más incendiario y decidido (siendo un disco de concepto clásico). Y ahí fue donde radicó lo objetable de la actuación: la falta de riesgo.

    Tras el derroche de swing de los primeros temas el concierto se sumió en una fase de repetición y convencionalismo revisionista que pesó en exceso sobre la elegancia y delicadeza de los ejecutantes, el inteligente uso de dinámicas en la exposición de las melodías y el enorme entendimiento entre los dos maestros. Técnicamente rozaron la perfección en varios momentos. Alternaban acompañamiento en acordes con líneas de bajo con gran naturalidad, y el uso de un lenguaje tan común a ambos provocó que los dos pianos se convirtieran en una sola entidad llena de expresividad. Pero, avanzado el espectáculo, en ciertos momentos la música parecía más una brillante amenización que un intencionado concierto de jazz.

    Mientras curiosamente el veterano Barron ofrecía algo más de atrevimiento, Mulgrew Miller llevó sus improvisaciones por un camino puramente académico, abusando en exceso de progresiones y otros recursos habituales. No obstante el público presente pareció disfrutar de lo lindo, aplaudiendo con bastante entrega las evoluciones de ambos músicos. El punto álgido, en el monkiano bis, aderezado poco antes de llegar a la melodía final con un patrón latino que hizo las delicias de los asistentes.

    Arriesgado o no, no cabe duda que el concierto derrochó calidad y, sobre todo, preparó los ánimos para las barbaridades que llegarían tan sólo unos minutos más tarde por obra y gracia de Michael Brecker y su Quindectet.

    Arturo Mora Rioja