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PACO DE LUCÍA

XXI Festival de Jazz de Madrid

  • Fecha: 15 octubre 2004
  • Lugar: Palacio de Congresos del Campo de las Naciones (Madrid).
  • Hora: 21:15
  • Asistencia: lleno
  • Componentes:
    Paco de Lucía (guitarra flamenca)
    Niño Josele (segunda guitarra)
    Antonio Serrano (harmónica, teclado, mandolina, palmas)
    Alain Pérez (bajo eléctrico, palmas)
    El Piraña (percusión)
    Montse Cortés (cante, palmas)
    La Tana (cante, palmas)
    Duquende (cante, palmas)


Paco de Lucía, Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz, 17/07/2004.

  • Comentario: Leyenda. A tal categoría llegó Paco de Lucía hace ya bastante tiempo. Y lo mejor de todo es que no sólo ha conseguido mantenerse en tan loable escalón, sino que el de Algeciras sigue haciendo crecer dicha leyenda. Hasta el punto de llenar el nuevo Palacio de Congresos dos días consecutivos con precios no precisamente populares (45 a 60 euros) y entusiasmar a los asistentes, que aplaudieron a rabiar durante minutos y minutos en busca del merecido bis.

    Aplausos que ya hubo desde el principio. La sola presencia del genio sobre el escenario provoca un reconocimiento que ya quisiera cualquiera para sí mismo después de sus propios conciertos. Camisa blanca, chaleco negro, cejilla al dos. Interpretación sin acompañamiento, introducción al abierto universo flamenco del guitarrista, olés desde la grada. El primero de los dos pases que formaron la actuación fue más intimista, más guitarrero, más flamenco. Cejilla al bolsillo, 3ª y 4ª cuerdas reafinadas. Al De Lucía se suma percusión y cante, ritmos más rápidos y espeluznantes picados de técnica inalcanzable, pero más notables por su resultado, por la música que desprenden, por esa carne de gallina que nos pone, que por la propia técnica. Se van los cantaores, tiempo para la bulería, más guitarra sola y el fin de pase con La Barrosa. Pequeña introducción del grupo, con los instrumentistas dando palmas a compás. En la parte final del tema, cada uno a lo suyo: segunda guitarra, bajo eléctrico y teclado hacen su primera aparición, augurando lo que vendría posteriormente. Un primer pase intenso y sentido, profundo y muy muy flamenco. Muchos ya hubieran quedado contentos sólo con esa hora de música, pero lo mejor estaba por llegar.

    Largo descanso y vuelta al escenario. La segunda parte del concierto iba a estar dedicada al grupo, a los ocho músicos, dispuestos en semiluna con el maestro al centro, como siempre ha sido habitual. Nueva banda, joven camada de intérpretes en lugar de los hermanos Sánchez, Pardo, Benavent, Dantas y demás. Ya desde el principio el octeto quiso dejar claras sus intenciones. Comenzaron con Palenque, intercambiando solos cortos. Alain Pérez, el cubano, dejó claro que ha entendido el vocabulario del flamenco a la perfección. No sólo demostró una perfecta integración, sino una soltura a veces cercana a la insolencia. Magistral. Algo más nervioso se vio al monstruo de la harmónica de jazz Antonio Serrano. No obstante fue de menos a más, llegando a darnos alguno de los mejores momentos de la noche. El Niño Josele fue ejemplo de discreción, la que exigía su labor de segundo guitarra. Fue el escudero ideal del maestro, firmando una actuación técnicamente perfecta. Un intervalo en Palenque sirvió para dar paso a Me Regalé y a los cantaores. Los tres gitanos fueron el contrapunto perfecto a la sofisticación instrumental del resto del grupo. Montse Cortés, con su bonita y potente voz, fue la más lírica. La Tana dejó muestras de cante genuino con su tono más rasgado, más roto. Y Duquende, el término medio, raíz y modernidad todo en uno. Otra mirada atrás con Playa del Carmen, y Antonio Serrano en su nueva faceta de teclista. Larga interpretación con momentos de gloria para todos los músicos, preludio de Cositas Buenas, los tangos que dan título al último trabajo discográfico del gaditano, donde los tres cantaores estuvieron soberbios. Se acercaba el ocaso del concierto, y los momentos álgidos del mismo. Por supuesto el final vino con Zyryab, y solos de todos los músicos. Paco estaba muy caliente y dio una auténtica lección de lo que se puede hacer con una guitarra flamenca. Más es imposible. Antonio Serrano también iba calentándose y nos dejó una improvisación de harmónica que comenzó con un desarrollo motívico partiendo de la melodía, preciosa y difícil interpretación que nos recordaba al mejor Serrano en contexto jazzístico. Y la obra de arte de Alain Pérez. Su solo de bajo eléctrico, original e imaginativo, fue para enmarcarlo, iniciándolo con notas largas, siendo melódico, utilizando acordes, dándole un sentido global. El cubano arrancó un aplauso no programado, muy sincero, de un público favorablemente sorprendido. Turno para el Niño Josele, que se quitó la espina de acompañante y dejó un fraseo muy flamenco, seguido de un pique, habitual al final de este tema, entre primera y segunda guitarra. Antes de acabar, bonito solo de piano de Antonio Serrano, casi obligado por el líder del grupo, e interpretaciones vocales por parte de los cantaores.

    Tras varios minutos solicitando el bis, los músicos volvieron al escenario a ritmo de rumba. El Piraña, que estuvo impresionante durante toda la noche, acaparó protagonismo y aplausos, Alain Pérez volvió a dejar atónita a la audiencia, y Antonio Serrano dio paso al momento nostálgico de la velada: Entre Dos Aguas. La guitarra de Paco interpretaba con sabiduría y frescura a la vez su clásico de los setenta, el público bramaba y las improvisaciones volvían a sucederse. Otro de los momentos álgidos ocurrió en el solo de armónica de Serrano, quien invitó al maestro a un diálogo entre ambos instrumentos. El algecireño aceptó encantado y el resultado fue un bonito intercambio de frases, muy jazzístico.

    Se acabó. Preciosa estampa la de los ocho músicos saludando en conjunto y todo el auditorio en pie, aplaudiendo con el fervor de quien sabe estar presenciando la magistral actuación de una leyenda viva, consciente de que siempre podrá contar que estuvo allí y vio en directo a Paco de Lucía.

    Arturo Mora Rioja