Comentario: Lizz Wright regresó a España en gira de Otoño tras un delicioso debut en Vitoria. La cantante, natural de Hahira, Georgia, retornó con algunos cambios en su grupo, relativos no a la instrumentación en sí, sino a los nombres. Sin embargo, este cambio acarrea repercusiones inequívocas en el sonido de la banda.

El espectáculo visto en Vitoria, aunque pudiese pecar de cool, tuvo, gracias a los músicos de soporte de aquella ocasión el necesario ingrediente de sosiego para que la voz de la protagonista brillara especialmente, llegando a hacer las delicias del que suscribe en un repertorio que, aunque idéntico al de esta ocasión (su primer trabajo, “Salt”), se inclinó más hacia un envoltorio jazzístico – aunque en esencia no deje de ser una eficaz muestra de pop, R&B y soul, simple y llanamente – que en ésta, su segunda visita.

En esta ocasión, el grupo imprimió más energía a la interpretación, abundando en el ingrediente soul y acelerando algo el ritmo. Especialmente Strickland, el batería en esta visita, algo estridente, forzó un tanto la dinámica del grupo, obligando a Wright a llegar al límite para no quedar sepultada, lo que deslució ligeramente la actuación en sus momentos más álgidos. De cualquier modo, en los medios tiempos la protagonista hizo gala de una voz sin duda diferente, acariciadora, aterciopelada, que envuelve y eleva al oyente, cautivando al instante hasta al más integrista de los aficionados al Jazz.

Sergio Cabanillas González