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JOHN PINONE
  • Fecha: 9 de junio de 2004
  • Lugar: Estación de Metro "Francos Rodríguez" (Madrid)
  • Ciclo: Music&Den

  • Componentes:
    Javier Adán (guitarra)
    Carlos Pérez (trompeta)
    Javier Gallego (batería)


    Fotografía: Sergio Cabanillas

  • Comentario: He escuchado jazz en teatros y clubes, en recintos históricos y en charcas infectas; jazz andando la calle y en el sex-shop, también en el Metropolitano, en un pasillo de la estación de Manuel Becerra, en Madrid, donde un miembro del Workshop de Lyon, el saxofonista Dante Feijoo, tocaba a Ornette. Aquel Dante terminó sus días madrileños en casa de quien suscribe comiendo lentejas y, gracias a él, pudimos escuchar por vez primera a Louis Sclavis en este país. 

    Que el jazz vuelva al tubo al cabo de los años (veinte, veinticinco...) no es ninguna novedad, sí que le pongan un escenario; sí, que quien toque sea John Pinone, que no es alguien sino un trío de altos vuelos que se bajó al subsuelo para dase a conocer. Sus fans, que ya los tienen, aún sin haber tocado nunca, se juntaron para escucharles, lo que es un decir, dado que apenas se les escuchó, si es que esto tiene alguna importancia. Más bien se diría que la música de J.P. se integró en el entorno caótico, lo que parece propio a su esencia, y acabó por fundirse en el devenir de rostros y cuerpos fugaces entrándose en la estación y saliendo de ella y encontrándose, en su entrar y en su salir, con el espectáculo que se abría a sus ojos y oídos, estos menos. Hubo un ciego, al que la música de JP desconcertó hasta hacerle perder sus referencias, lo que se entiende, y una turbamulta de pequeñines de todas las razas que aprovecharon la ocasión para revolcarse en la mugre del suelo. 

    Por lo que a uno alcanzó, la música de JP se aparenta a un collage en el que entra casi de todo. Uno pudo oír a Ornette (de nuevo él) y a los Sex Pistols, que tocaban free jazz aún sin saberlo; no sé si a Albert Ayler, desde luego a Don Cherry y a Hendrix y a... “The Star-Spangled Banner” sonó en la versión alucinada “hendrixiana” que el trío hiló con nuestro himno nacional y con el de Riego republicano, tan poco explotados ambos en jazz. Con lo que, si John Pinone reproducen lo que otros han hecho, es porque no les queda más remedio: lo hacen con gracia y consiguen que no se note demasiado, que es lo máximo a lo que puede aspirarse en los tiempos que corren (Santiago Segura “dixit”).  Hay en J.P. un sentido de grupo y un desparpajo y una contundencia; son tres -Carlos Pérez, trompetista serio, muy serio; Javier Adán, guitarrista mefistofélico y orbifónico; y Javier Gallego, el tipo de batería dinámico y contumaz-, saben lo que se traen entre manos y terminan sonando como si llevaran una vida tocando entre ellos, y puede que sea así, aunque uno lo duda. 

    Finalmente, la sensación de lo que ya es y de lo que podrá ser, de dárseles a los Pinone más oportunidad de tocar su música. Así sea.