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Jazz en España: A vueltas con la polémica
(por Mario Benso*)

Una de las novedades más relevantes de nuestra alicaída escena del jazz en los últimos tiempos ha sido la iniciativa de Apoyo a Nuestro Jazz que intenta llamar la atención sobre las circunstancias – siempre difíciles - que padecen nuestros músicos a la hora de sacar adelante sus proyectos jazzísticos en EspañaVaBien. La Plataforma se ha movido mucho en los últimos meses, incluídos contactos con responsables políticos de la Comunidad de Madrid y otras muchas iniciativas, una de las últimas la comvocatoria de un ciclo de conciertos dedicados a jazzmen patrios. Chapeau.

El punto de partida de la plataforma es el trato desigual que los promotores de conciertos festivales ofrecen a los músicos de aquí y los de fuera de nuestras fronteras, amparados en un extendido snobismo –lo de fuera es, forzosamente, mejor y más güay- e ignorancia. Algo que no se puede negar, como el hecho de que buena parte de las programaciones –especialmente de festivales- se dedican al jazz de procedencia americana, dejando para el hecho aquí o en Europa las migajas del pastel, y a veces ni eso. Se pretende decir muy alto que en España también hay muy buenos músicos de jazz, y proyectos que merecen un mayor reconocimiento. Chapeau again.

Lamento sin embargo no poder quitarme el sombrero ante otras iniciativas de la Plataforma que me parecen al menos discutibles: proponer, por ejemplo, un sistema de cuotas que poco más o menos obligue a los festivales o ciclos de jazz a programar un tanto por ciento de jazz patrio me parece indefendible: primero porque cualquier programador, sea ignorante o sabio, tiene derecho a programar lo que le salga de... Segundo, porque –aún reconociendo ese snobismo e ignorancia que es incuestionable-, las programaciones de jazz de los festivales suelen ser un reflejo de una escena global donde el jazz americano sigue siendo la referencia fundamental, en calidad y cantidad. El Japón puede haber buenos artistas flamencos, pero, ay amigo, en cuestión de flamenco la voz cantante sigue estando aquí. Y en España hay estupendos músicos de jazz, muchos de ellos muy jóvenes, pero aún no tenemos un Joe Lovano, un John Scofield o un Brad Mehldau, por ejemplo. Que además de grandes estrellas, no lo olvidemos, son grandes músicos.

Lo que sí tenemos es gente que trabaja cada día por tocar mejor y por buscar dar forma a un jazz enraizado, que no se limite a copiar el modelo americano de standards tan extendido hasta hace muy poco. Y nos sobra tanta medianía que viene de fuera con el único atractivo de ser moreno y encorbatado. Es cierto que en Italia, Francia o Dinamarca se apoya más a los músicos de allí, aunque también lo es que allí hay un número impresionante de grandes músicos y una trayectoria de apoyo al jazz en general –venga de donde venga- mucho más larga.

En suma: ¿Apoyo al jazz hecho en España? Por supuesto que sí, siempre. Hace falta mayor sensibilidad y mojarse. ¿Cuotas de participación? Simplemente, no. En los festivales debe haber escpacio para todo: jazz local, europeo, marciano... Sin otro condicionante que un criterio recto de programación. Pero se empieza poniendo cuotas y se termina exigiendo visados de entrada y acusando a los extranjeros de “venir a quitarnos el trabajo”. Defendamos a nuestros músicos porque son buenos, no porque sean nuestros.


*Mario Benso es crítico de jazz además de encargado de la programación del Café España de Valladolid (www.cafespa.net) en cuya página web se publicó originalmente este artículo de opinión.