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THE TOUGH TENORS
CompluJazz '05

  • Fecha: 25 de Junio de 2005.
  • Lugar: Jardín Botánico de la Ciudad Universitaria (Madrid)
  • Hora: 22:00
  • Asistencia: Media entrada
  • Componentes:
    Eric Alexander, saxo tenor;
    Grant Stewart, saxo tenor;
    Mike Ledone, órgano hammond;
    Alvin Quenn, batería
  • Comentario: El cierre del CompluJazz 2005 estuvo a cargo de una formación que auguraba una buena ración de jazz añejo cargado con todos los ingredientes para disfrutar de una buena noche en la Ciudad Universitaria. Un concierto que, dadas las características de los músicos, iba a retrotraernos, como así sucedió, a los años dorados del hard bop.
    Cielo despejado, noche muy agradable y sobre el escenario: dos saxos tenores, Eric Alexander y Grant Stewart, estadounidense de Illinois el primero y canadiense de Toronto el segundo; a las baquetas, nada menos que Alvin Queen, nacido en el Bronx, Nueva York, un ilustre cuya dilatada carrera musical está enriquecida por infinidad de colaboraciones con los músicos más laureados de la historia del jazz. El contratiempo de la noche lo protagonizó el cuarto componente anunciado, Alberto Marsico, en el órgano hammond, quien a causa de una enfermedad hubo de ser sustituido por Mike Ledone, que anduvo un poco perdido a lo largo del concierto, que se justifica por su falta de rodaje con el resto de los músicos.

    La propuesta se presentaba, por tanto, muy interesante, porque suponía disfrutar de una vieja fórmula inventada por los padres del jazz en Estados Unidos como son los duelos de saxofonistas tenores. Hay magníficos ejemplos de parejas de saxos tenores exhibiendo sus habilidades, entre ellas cabe recordar a la formada por Johnny Griffin y Eddie “Lockjaw” Davis, que editaron un disco llamado precisamente “Tough Tenors”, y también ese otro dúo de blancos procedentes de la Costa Oeste, Al Cohn y Zoot Sims, que hacían auténticas maravillas. Todos ellos elevaron a la máxima categoría esta manera de interpretar el jazz, donde los vientos se erigen en protagonistas, tanto en los momentos álgidos, en los que el músico demuestra hasta donde es capaz de llegar, o en los más tranquilos, donde la fuerza se transforma en balada.

    Con estos referentes sin duda presentes en el bagaje musical de Alexander y Stewart, el concierto fue una auténtica lección de bop del bueno, sin adulteraciones, encadenando distintas piezas que dejaron patente la calidad atesorada por cada uno de los músicos. Con un desarrollo similar en la mayoría de los temas: apertura de los dos saxos, seguido de los sucesivos solos, la aportación del organista y culminación a cargo de un Alvin Queen brillante y magnífico en los cambios de ritmo y en el acompañamiento. Discreto, pero siempre presente, recordó en muchos momentos a históricos como Philly Jo Jones o Art Blakey. Mike Ledone fue un correcto acompañante en el hammond, pero su actuación apenas tuvo algún que otro destello.

    La noche resultó divertida y en algunos momentos hasta espectacular, y no defraudó a los que les gusta el “jazz de verdad”, sin ningún “ismo”, ni complicación moderna. Un jazz que suena limpio, con fraseos espectaculares, sin estridencias, y que recuerda que ambos saxofonistas han bebido de los padres: Hank Mobley, Dexter Gordon, George Coleman, John Coltrane, Sonny Rollins......Todo el legado de estos músicos está en Alexander y Stewart y así se pudo apreciar a lo largo de la sesión. El concierto arrancó con la misma fuerza como terminó. Entre medias, distintos momentos brillantes en los que el cuarteto se explayó interpretando blues, baladas o música brasileña con el tema “Desafinado” de Joao Gilberto.
    Siguió un solo de Alexander que puso los pelos de punta y una soberbia interpretación de Grant Stewart en el clásico “Born to be blue”. Para culminar la actuación, una pieza de Miles Davis llamada “Pfrancing”, interpretada con frescura y con toda limpieza en los sucesivos fraseos. Como no podía ser de otra manera, el público quiso seguir disfrutando y la actuación culminó con “Summertime”, que fue un buen broche de oro a una noche veraniega mágica en la que por un momento todos nos vimos trasladados hasta un club de los años cincuenta en Nueva York o San Francisco

    Carlos Lara