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ESTORIL JAZZ 2005

  • Fecha: 1/3 Y 8/10 de julio de 2005
  • Lugar:Parque Palmela, Cascais, Portugal
  • Comentario:
    Jazz en un día de verano (1ª parte)
    01/02/03_07_2005
    Estoril Jazz está de vuelta. Siguiendo una tradición muy propia, presenta una vez más el jazz puro, ese jazz que no es dado a muchas contaminaciones. La acusación de tradicionalista, conservador y clásico está completamente justificada, pero no nos podemos quejar cuando lo clásico también es un sinónimo de clase. Evidentemente, de otro modo no estaríamos en Cascais, este acontecimiento reviste un inconfundible carácter social. Pero afortunadamente la música sigue siendo lo que más interesa.

    Von Freeman
    En el bonito y ventoso auditorio del Parque Palmela, bordeado de palmeras y pinos, Von Freeman fue un héroe. Cuando, al comienzo de la noche, aparecieron sobre el escenario sus acompañantes, tres jóvenes blancos elegantemente vestidos, se percibió el contrate con el viejo hombre negro que lucía una camiseta amarilla, chaqueta de revisor de tren y gafas de sol, caminando lentamente, arrastrando el peso de sus 80 años. Pero desde luego el anciano músico demostró que la edad no es un obstáculo. Como en una transfiguración, cuando tomó el saxo tenor lo hizo con una energía que dejó al público boquiabierto. Von Freeman tocó con una fuerza increíble, agarrando cada tema y llevándolo hasta el límite, con un saber acumulado tras muchos conciertos, muchas músicas, muchos años. Experiencia, conocimiento y sabiduría. Fueron estos los adjetivos que llenaron la noche del viernes. Al lado del maestro Freeman, un trío de músicos blancos de Chicago lo acompañó con competencia y discreción, porque los focos son sólo para los grandes señores. El momento en que el trío acompañante atrajo más atención fue cuando, tras el descanso, interpretó el tema “Speak Like a Child” sin Von Freeman, que solicitó un aplauso para su autor: Herbie Hancock. También recibió un saludo especial Miles Davis, cuando Von dio voz a un tema popularizado por el hombre de trompeta (“All for You”). El veteranísimo tenor ofreció sonidos con la confianza de quien conoce toda la música del mundo y no tiene miedo de la aventura. En las baladas exprimió toda la melancolía que uno puede llevar en el pecho: es imposible que esos escalofríos fuesen causados sólo por la baja temperatura. Mostrando un extraordinario sentido del humor durante todo el concierto, Freeman también quiso dedicar un tema a las “ladies”, aunque respeto a esta cuestión pareció tener un problema ya que tocó “I Can’t Get Started”. El concierto terminó con unos temas bebop, primero la gillespiana “A Night in Tunisia” y, finalmente, a modo de bis, la parkeriana “Yardbird Suite”. Fue un concierto fulgurante, intenso, inmenso de energía y alma. De entre lo que mejor en toda la historia de este festival.

    Houston Person
    Cancelada la actuación de Joey De Francesco, notable seguidor del groove de Jimmy Smith, la noche del sábado tuvo como atracción de reemplazo el cuarteto del saxofonista Houston Person. Y, al igual que en la noche anterior, Person se reveló como un ejemplo más del evidente mal gusto a nivel del vestuario: chaqueta azul chillón sobre una camisa roja, lo que contrastaba con la vestimenta sobria del resto del grupo. Pero en aquello que nos interesa –la música- Person reveló toda su competencia. Este estadounidense sexagenario cumplió todas las expectativas del público. Presentó con una gran seguridad su jazz clásico, hecho a base de lecturas de standards, siempre técnicamente irreprochable. ¿Qué faltó entonces? Para quedar en la memoria del futuro faltó esa pizca de sorpresa, el arrojo para ir más allá de lo elemental, esa marca de clase (precisamente lo que hubo la noche anterior). Con todo, fue un buen concierto, con mucha clase y categoría, pero en el que a veces se notaba que podrían tocar nueve o diez músicos diferentes sin que hubiera una gran diferencia. El trío que acompañó a Person mostró una gran consistencia y equilibrio, pero entre ellos destacó el veterano pianista Stan Hope. Este anciano pianista, siempre con una sonrisa en la boca, consiguió sorprender al público en cada nota martilleada en el Steinway & Sons, cada nota escogida con una extrema delicadeza. Casi sin dar tiempo para los aplausos, los temas se seguían; destacaron en especial “When I Fall in Love”, “It Had To Be You”, “My Romance“ y, nuevamente Miles, con “So What”. El concierto concluyo con la composición popularizada por la película Casablanca: “As Time Goes By” fue el bis de una actuación muy aplaudida. Típico del festival en el que estaba integrado, este concierto fue un elogio de la técnica, y en él faltó tan sólo esa pizca de osadía para poder ser considerado como realmente memorable.

    Peter Cincotti
    Peter Cincotti es un fenómeno popular. Para atestiguar esta afirmación el recinto del Parque Palmela se llenó por completo al final de la tarde del domingo, algo que no había ocurrido en esta edición del festival. ¿Y cuál es esta música que arrastra a tanta gente? El joven Cincotti (22 años) es un notable talento que canta, toca el piano y compone, hace pop con ropajes de jazz –o viceversa, es irrelevante- y se ajusta al gusto popular. En este concierto para después de la playa, Peter Cincotti navegó entre el material de sus discos y algunos temas nuevos. El público, formado en su mayoría por admiradoras, estaba rendido desde el principio y el cantante/pianista no tuvo que esforzarse mucho. Desfilaron sus éxitos, casi todos compuestos por él, entremezclados con dos o tres standards, siempre confiado y bien apoyado por el grupo. El público se dejó arrullar, especialmente por la baladas, casi siempre con una intensidad dramática comparable a los momentos más blandengues de Manowar. El delirio (moderado) llegó con el bis: “I Love You, Paris” (aunque esta canción tiene más sentido con la presencia de Paris Hilton). Fue una pena la breve duración del concierto: poco más de una hora, muy escaso para quien pagó 25 euros por la entrada. Al final hubo mucho aplausos, fue un éxito de público, pero tuvo poco que ver con el jazz.

    Jazz en un día de verano (2ª Parte)
    08/09/10_07_2005
    Tras un primer fin de semana con la actuaciones de Von Freeman, Houston Person y Peter Cincotti, la 24ª edición de Estoril Jazz prosiguió con el trío de Lynne Arriale. La pianista actuó durante esta semana en cuatro espacios diferentes: en el Centro Cultural de Belém acompañada de Marta Hugon (lunes), en el Centro Cultural de Cascais con João Moreira como invitado (martes), en el “Du Arte Garden” del Casino de Estoril (miércoles) y también tocó en la sala más célebre de Portugal, el Hot Club de Portugal (jueves). El jazz volvió a reinar en el Parque Palmela, confirmando la calidad del festival.


    Charlie Parker Legacy Band

    En el 50º aniversario de la muerte de Charlie Parker, se presentó sobre el escenario de Estoril Jazz un sexteto que homenajea la música del héroe más genial de Kansas City. Formado por tres saxos altos (el instrumento de Parker) y una sección rítmica veteranísima, este grupo fue responsable, la noche del viernes, del lleno del recinto, lo que hasta entonces sólo el poppy Peter Cincotti había conseguido. Enseguida se vio que la velada iba a merecer la pena. A medida que recorrieron el cancionero parkeriano, también se vio que, a pesar de la unidad del grupo, su éxito dependía de la eficacia de los tres solistas. Jesse Davis, el saxofonista que por momentos recordaba a Charlie Parker con su físico fuerte, exhibió un sonido sólido y calentó la noche. Wes Anderson, con un sonido más áspero, fue el menos inspirado (tal vez por ser el más joven de los tres). El tercer saxo alto, Vincent Herring, destacó completamente y dominó. Con su sonido pleno, segurísimo y original, y superó a sus dos compañeros con claridad, en especial cuando se acordaba de llevar su saxo hasta el límite. Además de hacer las veces de presentador, siempre con buen humor, encarnó el papel de John Coltrane en la noche que debía ser de Parker (el físico de Herring, además de su maestría técnica, recuerda al gran maestro del tren azul). La sección rítmica estuvo bien, a pesar de su veteranía: Ronnie Matthews (piano) y Ray Drummond (contrabajo) estuvieron a buen nivel. Jimmy Cobb, el superviviente de las sesiones de grabación del celestial Kind of Blue (Miles Davis, 1959), fue la estrella. Y pese a la edad demostró estar en buena forma. Con o sin Charlie Parker, fue una noche con grandes momentos.


    Roy Haynes

    El histórico batería Roy Haynes presentó el sábado a su cuarteto Fountain of Youth. Una vez más (la tercera en este festival) fue un cuarteto de saxo tenor, piano, contrabajo y batería. Y, una vez más, una vieja gloria se presentó acompañado por músicos noveles. Pero, al contrario de lo que ocurrió en las ocasiones anteriores, los acompañantes ocuparon un lugar destacado, acompañando al líder con clase. Y quien mostró una gran clase fue Marcus Strickland, que realizó una gran actuación a los saxos. Primero al tenor, sin huir de la tradición clásica pero con una enorme desenvoltura, y posteriormente al soprano (una balada, “In a Sentimental Mood”, que dejó a todos fascinados). El contrabajo, tocado por John Sullivan, fue eficiente, marcando siempre el tempo con extrema precisión. Al piano, Martín Bejerano mostró una gran técnica, aunque en ocasiones tardase demasiado en llegar a su destino, perdiéndose en algunas curvas y recodos innecesarios. El líder, Roy Haynes, es un gigante. Y mostró estar en una gran forma. Pese a que en la portada de su último disco quiere transmitir una imagen de modernidad, Haynes sabe que el elixir de la juventud no se encuentra en la ropa de moda, sino en envejecer con clase, y eso es exactamente lo que hace (y hablando de clase, el momento en el que intentó camelarse a una fotógrafa fue delicioso). Así pues fue una música llena de clase, con una calidad garantizada. Pese a no haber prendido fuego, el Parque Palmela vivió una noche de sábado caliente.


    Count Basie Orchestra

    Quien viera la programación del cartel del festival para la última noche de Estoril Jazz podría quedarse sorprendido. Se prometía la presencia de la Count Basie, que por desgracia falleció hace mucho años. Vino su banda, la Count Basie Orchestra, pero la imagen promocional tal vez provocase dudas en algunos. Y desde luego la gran formación, de casi dos docenas de músicos, demostró que es una máquina bien engrasada. Formada por músicos de buena calidad técnica, la música sonó siempre afinadísima, destacando asimismo el equilibrio entre los músicos. De forma democrática, casi todos tuvieron la oportunidad de realizar solos, sin que existieran grandes individualidades. El único que destacó fue el batería Butch Miles, que con su estilo espectacular y aparatoso hizo las delicias del público. La cantante Melba Joyce mostró su voz fuerte, directamente inspirada en la tradición, en algunos temas de en algunos temas a modo de aderezo: “Sweet Georgia Brown”, “All of Me” y “What Are You Doing the Rest of Your Life”, entre otros clásicos. Entre interpretaciones vocales o instrumentales, el público quedó encantado con el sonido lujoso de esta big band, que es una máquina imparable de hacer swing. Se trata, claro está, de un viaje al pasado, pero no es nada malo cuando no nos lo quieren vender como “algo moderno”. Sólo falto ”Jumping at the Woodside”, tal vez la composición más célebre del maestro Basie. Y así, al contrario de lo que suponíamos, no fuimos completamente engañados por el cartel: al menos en espíritu, Count Basie pasó por el Estoril Jazz. ¡Count-Ba-sie!

    Nuno Catarino

    * Reseñas publicadas originalmente en http://www.bodyspace.net/ Traducidas al español por Diego Sánchez Cascado.