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Atomic
© Pablo Neustadt 2006

ATOMIC
14º Ciclo Jazz es Primavera

  • Fecha: 3 de Marzo de 2006.
  • Hora: 22:00 h.
  • Lugar: Colegio Mayor Universitario San Juan Evangelista (Madrid)
  • Entrada: Lleno
  • Componentes:
    Fredrik Ljungkvist, saxo tenor y clarinete;
    Magnus Broo, trompeta;
    Havard Wiik, piano;
    Ingebrigt Haker Flaten, contrabajo;
    Paal Nilssen-Love, batería
  • Comentario (Pachi Tapiz): El quinteto nórdico Atomic fue el encargado de inaugurar el ciclo Jazz Es Primavera en el mítico Johnny. Su concierto madrileño sirvió a su vez para abrir una pequeña gira española realizada con motivo de la edición de su último trabajo Happy New Ears.

    En las casi dos horas de concierto el grupo trabajó con un repertorio en donde convivieron sin problema piezas de su nuevo trabajo junto con algunos de sus temas más conocidos. Su continúa trabajando a partir de los parámetros que caracterizan a todos sus trabajos. Su música es una sabia mezcla de distintas influencias, vengan estas del free, el bop, la libre improvisación o la clásica contemporánea. Estas dan lugar a un resultado en donde conviven alegremente y sin problema elementos aparentemente tan dispares como la melodía, los arreglos y la improvisación más libre. Si todo ello lo presentan ejecutado con una pericia instrumental y una coordinación más que notables: ahí están los más de cincuenta conciertos que el grupo llegó a dar en 2005 o los múltiples proyectos en que sus integrantes están involucrados. El resultado final es capaz de enganchar a sus audiencias, tal y como ha sucedido habitualmente en sus frecuentes visitas (esta era la quinta) a España. Tal y como ocurrió en el concierto del pasado viernes. Y es que por fortuna los conciertos y la música de Atomic, ahí están los dos bises que el grupo tuvo que dar, tienen la calidad de una música para mayorías en expansión, capaz de superar prejuicios sin base ni fundamento.
  • Comentario (Arturo Mora): ¿Quién dijo que el free jazz carece de estructura? ¿quién dijo que los europeos son malos improvisadores? Más aún, ¿quién dijo que la libre improvisación no tenía sentido en el siglo XXI? Quien quiera que fuera, seguro que no había escuchado con atención a los Atomic. El quinteto noruego llenó el San Juan Evangelista (el popular Johnny), arrancó emocionados aplausos de un público entregado y demostró que, si existen, los límites de la imaginación aún nos quedan muy, muy lejos.

    Y es que Atomic es un grupo sorprendente, un proyecto muy consolidado donde no hay espacio para el aburrimiento, y donde los contrastes juegan el papel más importante, hasta el punto de convertirse en bellas paradojas musicales. Así, las lentas improvisaciones del trompetista Magnus Broo, basadas en frases largas, discurren sobre frenético acompañamiento percusivo. El walking bass cromático de Ingebrigt Haker Flaten es combinado con un agresivo pizzicato donde el espectador sufre por la integridad de las cuerdas del contrabajo, y su interpretación clásica camina entre la suave perfección y la fiereza más animal, destrozando literalmente las cerdas de su arco alemán. Temas como "Geometrical Restlessness" sacaban partido al increíble arsenal del grupo, en el que emergía con especial relevancia el batería Paal Nilssen-Love, el Gran Hermano que todo lo controla en Atomic, capaz de reaccionar instantáneamente a las ideas de sus compañeros, con el desparpajo suficiente como para huir de ellos, dando el soporte rítmico opuesto al que cabría esperar, pero siempre sin caer en la pirotecnia vacía de contenido.

    La naturalidad con que los escandinavos afrontaban difíciles cambios de contexto tenía mucho que ver con la dirección musical del grupo, por momentos ejercida por el fino pianista Havard Wiik, pero generalmente centrada en Fredrik Ljungkvist, jazzman de interesante discurso que conseguía, cuando cambiaba el metal de su saxo tenor por la madera de su clarinete, una divertida sonoridad en conjunción con la trompeta, casi cercana a algunos trabajos de música clásica contemporánea. Wiik, por su parte, aportaba variados colores, aprovechando ambiguos acompañamientos de contrabajo basados en simples riffs para dar rienda suelta a sus ideas solistas.

    El obsesivo "Boom Boom" quiso poner el punto final, pero no contó con el consentimiento del respetable, que obligó al quinteto a regalar un par de bises. Curiosa, cuando menos, la excelente entrada del San Juan para un concierto de jazz europeo y centrado en la libre improvisación. Esperemos que no sea una experiencia aislada, sino el síntoma de un estado de buena salud por parte de la escena. Por los músicos, desde luego, no quedó, el espectáculo ofrecido fue ciertamente... ¡Atómico!