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ORNETTE COLEMAN
Galapajazz 2006

  • Fecha: 29 de junio de 2006.
  • Lugar: Teatro Jacinto Benavente (Galapagar, Madrid).
  • Componentes:
    Ornette Coleman: saxo alto, trompeta, violín.
    Tony Falanga: contrabajo.
    Al Macdowell: bajo eléctrico.
    Denardo Coleman: batería.

  • Comentario: Ver en directo a una leyenda siempre reporta buenas sensaciones.  Si, además, la calidad del espectáculo está a la altura de su legado musical, el sentimiento que atrapa al aficionado es sencillamente impagable. El pasado jueves ambos acontecimientos se dieron cita en el Teatro Jacinto Benavente de Galapagar.   Embutido en un espectacular traje azul turquesa, Ornette Coleman comenzó recibiendo aplausos de respeto y emoción, y acabó arrancando más aplausos como justo premio a una velada inolvidable.

    Ornette está mayor.  Es mayor.  Le cuesta moverse, tarda en cambiar de instrumento, no puede prolongar sus solos excesivamente, pero cada nota que sale de su saxo alto destila sabiduría y estilo, lo cual, unido a su carisma y a la importancia histórica del concepto musical que abandera, provoca el deleite en el oyente.  El saxofonista, portaestandarte por excelencia del free jazz, estuvo fielmente secundado por su hijo Denardo, esta noche relegado a un discretísimo segundo plano (apenas se le escuchaba, deliberadamente bajo en la mezcla final, y apenas se le veía, parapetado tras dos planchas de metacrilato) y por dos bajistas que alternaban funciones y provocaban una curiosa sonoridad.  Tony Falanga demostró una técnica exquisita (especialmente reseñable en sus pasajes con arco) basada en su bagaje clásico, y una enorme capacidad de adaptación al discurso improvisatorio del líder, demostrando su sobrado conocimiento del contexto jazzístico.  Al Macdowell a veces utilizaba su bajo eléctrico sin clavijero para arpegiar, otras para hacer acordes, en otras ocasiones servía de contrapunto melódico, y alguna vez incluso desempeñaba la función del bajo, generalmente para dar soporte a las atrevidas exploraciones de Falanga en el registro agudo de su contrabajo (allá donde no llega el mástil), consistentes en simples chirridos, lamentos guturales que buscan la expresividad sin límite.  Cuando ambos interpretaban en pizzicato se fundían cual acelerado diálogo entre abejas, repartiéndose equitativamente la labor de charlar con Ornette.

    Entregados a la libre improvisación, englobados en un concepto al que la tradicional visión estructural de la forma no se ajusta con facilidad, los cuatro miembros del grupo no sólo fueron capaces de ofrecer un discurso completamente coherente, sino que llegaron a confluir en puntos concretos, límites de intensidad y obligados rítmicos de imposible localización temporal para el común de los mortales.  Tanto atrevimiento entraña riesgos, y hubo momentos no muy finos hacia la mitad del concierto (especialmente en "Turnaround", donde Falanga y Macdowell no advirtieron las intenciones del maestro Coleman).   El final de concierto, no obstante, trajo momentos memorables, especialmente en la recreación de "Lonely Woman" donde la solemnidad y la curiosa idea de belleza que se evocaba fueron capaces de emocionar al menos pintado. "Song X" puso la guinda a un pastel aún no completado, pues los incesantes aplausos del respetable obligaron al visiblemente cansado Ornette a conceder un bis en el que poder disfrutar de su intransferible sonido de saxo alto, de su fraseo inconfundible, de sus progresos con la trompeta y de ese aura de energía que sólo él es capaz de transmitir.

    Texto © 2006 
    Fotos © 2006 Felipe García