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PEDRO ITURRALDE CUARTETO
Madrid

  • Fecha: 16 de febrero de 2007.
  • Lugar: Sala Clamores.
  • Componentes:
    Pedro Iturralde: saxo tenor, saxo soprano, clarinete y piano.
    Mariano Díaz: piano
    Miguel Ángel Chastang: contrabajo
    Carlos Carli: batería
  • Comentario: Joachim E. Berendt advertía al comienzo de su monumental Das Jazzbuch: “el idioma no alcanza para diferenciar a tantos músicos y formas de tocar. La música está más diferenciada que el idioma”. El gran musicólogo alemán se refería allí a la creciente ventaja del lenguaje musical jazzístico, cada vez más diverso e inclasificable, con respecto al discurso crítico y la taxonomía, lo cual complicaba la tarea del estudioso que trataba de dar cuenta de tantos estilos y tendencias. Pero ¿qué decir entonces de alguien como Pedro Iturralde, cuya música, aun felizmente instalada en la mejor tradición del jazz, explora incansablemente los cuatro puntos cardinales y supone por sí sola una ingente labor enciclopédica? Durante tres días y sin moverse de la calle Alburquerque, de ese estupendo garito que es Clamores, el Maestro Iturralde y su cuarteto recorrieron un mapamundi sonoro que abarca los modos orientales, los estándares de Broadway y la Era del Swing, el melancólico fado, la voz desgarrada de la Piaf, el previsto pero siempre imprevisible Coltrane, Turina, Falla y hasta un chotis. Todo, sin salir del frondoso ámbito del jazz.

    No es Iturralde uno de esos multiinstrumentistas que nos hacen temblar cada vez que llegamos a una sala de conciertos y encontramos el escenario repleto de cachivaches. Con ello no queremos decir que el exotismo no pueda dar excelentes resultados; ha dado obras maestras y las seguirá dando, sin duda, pero siempre que no se reduzca a la mistificación y lo meramente pintoresco. Cultivado y audaz, transita múltiples paisajes musicales y cambia de aires con la naturalidad y el aplomo con que cambia de instrumento: del clarinete al piano, del saxo soprano al tenor... La fusión de elementos, en principio ajenos al jazz, se obra en Iturralde de modo natural, como en todos los grandes jazzmen desde que el jazz es jazz, como plasmación de su riquísimo bagaje musical y su dominio total de la armonía. Pero vayamos al concierto.

    A eso de las diez de la noche, el tenor comenzó a perfilar “On green dolphin street”, con una sinuosa exposición del tema, al modo de Sonny Rollins en On impulse!. Como segundo plato, un hermoso medley en homenaje a Gershwin, Ellington, Benny Goodman, Artie Shaw y Rollins: Iturralde nos deleitó con “Summertime” y “Sophisticated lady”, al clarinete y sin acompañamiento del grupo, que entraría a renglón seguido con “I got rhythm”. El maestro tomó el saxo tenor para culminar con “Oleo”, el clásico de Sonny Rollins que tan bien conoce y toca mejor.

    El cuarteto ofreció un par de piezas incluidas en Etnofonías, la que es hasta la fecha, su última grabación: el fado “Solidao” y la “Suite Helénica”, una verdadera joya que nos encandiló, desde la introducción al clarinete –una de esas melodías características de la música tradicional griega y de la música klezmer que se entretejen como arabescos– a la improvisación al soprano y al tenor, que asumió tintes de jazz modal y funky. Espléndidos solos de Chastang y de Carli, una base rítmica portentosa. Iturralde, magnífico, retomó el clarinete para la coda, que vino a cerrar el círculo perfecto de la cautivadora melodía.

    Mientras interpreta una canción de Edith Piaf al clarinete, acompañado magistralmente por Carli a las escobillas, Iturralde recuerda, por momentos, a Pee Wee Russell con ese aparente desenfado que encierra tanta melancolía. Zanjan con una cita de “La vie en rose” que dibuja una sonrisa en el público.

    El segundo pase, tan generoso como el primero, dio comienzo con una bellísima ofrenda musical: “Mr. P.C.”, tema clásico de Coltrane que forma parte del repertorio habitual de nuestro saxofonista, y “Tribute to Trane”, compuesto por Iturralde al saber, en 1967, que el saxofonista recién había fallecido. El estilo ya de por sí enérgico de Mariano Díaz cobró en estas piezas aún más vigor, casi percusivo, recordando en sus solos a McCoy Tyner.

    No podía faltar un paseo por el Sur, tan querido por el Maestro Iturralde. Tras sus soberbios arreglos de Falla (“Nana/Fuego fatuo”) y de Turina (“Orgía”, “Recordando a Turina”), el resto del cuarteto abandonó el escenario –“fuga” que el saxofonista comentó con guasa: “Es que los jóvenes se cansan...”–, e Iturralde, cómodo y entregado a su público, se sentó al piano para tocar el tradicional “Zorongo gitano” y su bellísima “Balada”.

    El cuarteto todoterreno de Iturralde se atrevió, por último, con el chotis “Madrid, Madrid, Madrid”, del que la banda se sirvió para dar una lección magistral sobre improvisación, y que venía a ser el cierre perfecto como homenaje a la ciudad que tantas noches ha pasado en vela con Pedro Iturralde, el Maestro Iturralde, en el mítico Whisky Jazz o donde se terciara. Por último, ¿podía faltar “Autumn Leaves” (“Les feuilles mortes”) en una noche grande como la del sábado, en Clamores? A hombros del gigante Iturralde, entrevimos a los dioses de otro tiempo: Stan Getz, Coltrane, Dexter Gordon...

    Una nota algo disgustada:

    No deja de asombrarnos, a quienes habitamos el extrarradio jazzístico que es Andalucía, que esta tierra, tan dada a la celebración de las más variopintas efemérides, no haya correspondido a la dedicación de este músico enorme que tan generosa y revolucionariamente ha interpretado su legado musical. El hecho de que Iturralde sea el creador de ese género que llena teatros y clubes en todo el mundo y que es conocido por el título de uno de sus discos más reputados, Flamenco-Jazz, no parece representar un motivo suficiente para rendirle homenaje. Con todo, Iturralde está por encima de provincianos reduccionismos, pues su música, de aliento universalista, cumple el adagio juanramoniano: “Raíces y alas. Pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen”.

    © 2007 Alberto Marina Castillo