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MARTIAL SOLAL
XII Jornadas de Jazz de la Universidad Politécnica de Madrid

  • Fecha: sábado, 19 de mayo de 2007.
  • Lugar: Auditorio del INEF (Madrid).
  • Componentes:
    Martial Solal: piano.

  • Comentario: El jazz, como forma de arte, ha guardado desde sus comienzos una estrecha relación con la vida del hombre moderno. Si bien se asienta sobre una robusta base tradicional, su capacidad de adaptación y evolución ha asegurado su permanencia a lo largo de las últimas décadas. En esa flexible paradoja (evolucionar para permanecer, adaptarse para respetar la tradición) se encuentra el Santo Grial cuya conquista debe ser objetivo prioritario para cualquier intérprete de jazz.

    Y en ese punto nos debemos referir al pianista Martial Solal, un maestro cuya capacidad artística parece crecer sin límites y que el pasado sábado ofreció un recital inolvidable. El francés, que cumplirá ochenta años el próximo agosto, abordó la interpretación de standards clásicos desde una perspectiva tan crítica e intelectual como fresca y apasionada. Las infinitas exploraciones armónicas a que sometió las estructuras de manidas composiciones del cancionero americano dibujaron abiertos paisajes para deleite de los presentes. Las disposiciones de acordes y los intervalos utilizados en sus dos primeros números, "Tea for Two" y "On a Clear Day", parecían extraídos de la paleta del mismísimo Claude Debussy, si bien aderezada con un innegable sabor jazzístico. Solal ampliaba o modificaba la estructura cordal de los temas añadiendo complejidad, pero sin dejar de preocuparse del oyente. El pianista utilizaba tensiones y acordes suspendidos que aportaban dramatismo, humor o simple contraste, pero nunca abusaba de ellos, de modo que la escucha era más que agradable. Fue capaz de abandonar por un momento el guión preestablecido en "Have You Met Miss Jones?" para citar con ambas manos el blues parkeriano "Now's the Time", de sobrecoger al auditorio con su revisión de "Solitude" o de asombrar a propios y extraños con su deconstrucción de otra pieza de Duke Ellington, "Caravan".

    El discurso de Solal no sólo cumplía estrictamente los cánones más estrictos del jazz, también incorporaba elementos rítmicos del folclore y armónicos de la música clásica. Todo sirve cuando de crear belleza se trata. Un original oscuro y sobrecogedor ("lo compuse en el avión, viniendo hacia Madrid", dijo) destilaba solemnidad en sus cambios de tonalidad, para contrastar con la dulzura de "Corcovado" y "Body and Soul". Sin dejar de ejecutar su función característica, ambas manos entablaban un continuo diálogo cuyo seguimiento dotaba de interés a la escucha del concierto.

    A partir de ese instante se sucedieron una serie de bises que abarcaron un amplio rango estilístico, desde Mozart hasta la música descriptiva de los dibujos animados de Tex Avery (no en vano Solal ya compuso alguna que otra banda sonora). De esta última fase de la actuación cabe destacar el medley dedicado a Gershwin ("Oh, Lady Be Good", "The Man I Love", "Summertime") y el que conformaron "Stompin' at the Savoy", "What Is This Thing Called Love?" y "I Can't Get Started". Un nuevo apunte de Ellington, "Take the A Train", puso el punto y final a un espectáculo de generosa duración cuyo público acabó encantado.

    No sabemos si Solal habrá encontrado ya el Grial, pero su búsqueda se augura fructífera. El pianista de Argel demostró que el respeto a la tradición consiste en renovarla, que la imaginación y el conocimiento son más poderosos que la falta de instrumentación, y que esa permanencia basada en la evolución disfruta de una salud excelente. ¡Chapeau!

    © 2007