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JOHN ZORN CARTE BLANCHE
XIII Ciclo de Jazz Fundación Barrié

  • Fecha: 05 de abril de 2008.
  • Lugar: Palacio de la Ópera (La Coruña).
  • Componentes:
    John Zorn: saxo alto y dirección
    Marc Ribot: guitarra eléctrica
    Jaime Saft: piano y teclados
    Trevor Dunn: bajo y contrabajo
    Joey Baron: batería
    Cyro Baptista: percusión
    Kenny Wollessen: vibráfono
    Ikue Mori: electrónica
  • Comentario:
    El saxofonista estadounidense John Zorn presentó en su esperado reencuentro con el público coruñés –sin duda embrujado por el remanente de aquel impactante directo al mando de la Electric Masada en 2004– un espectáculo doble. De un artista tan inquieto, polifacético y ecléctico cabía esperar un proyecto muy diferente a pesar de contar con la misma formación, y en ese sentido el neoyorquino no defraudó. En la primera parte de su carta blanca, con el subtítulo de Essential Cinema, demostró una brillante capacidad para casar imágenes y música al sonorizar diferentes trabajos de celuloide. Antes de su muerte en 1915 el compositor ruso Alexander Scriabin vislumbró, en su viaje del romanticismo chopiniano a la atonalidad, la síntesis multidisciplinar de las artes y, en particular, la asociación de la música con la imagen. Por desgracia, la evolución natural y tecnológica de ese matrimonio derivó en el video clip moderno que –en la mayoría de los casos– ha banalizado esa relación hasta desvirtuar su valor artístico y su potencial. Superando esa tendencia, Zorn ha sabido rescatar con su lectura la nobleza de ese arte mixto para producir una oleada de sensaciones y devolverle su sentido. Especialmente lograda fue la segunda pieza, sobre un sugerente cortometraje titulado Aleph, en la que, en formato de trío y en un ataque desbocado y pasional de su saxo alto, el líder de la banda dejó para el recuerdo una bellísima y sugerente poética de nuestra era. Ya con las luces encendidas, la segunda parte de la velada transcurrió con un recorrido personal por diversos subgéneros musicales, desde la óptica más descriptiva hasta algún corte más cercano a la órbita furibunda de la Electric Masada. Algunas piezas de esa segunda entrega, sin embargo, resultaron un tanto anodinas tanto por la elección de estilos como por echarse en falta un tratamiento jazzístico de mayor calado (la propina fue un claro ejemplo). De todas formas, y teniendo en cuenta la falta de ideas que asola a nuestra cultura, bienvenidos sean a nuestra ciudad los embajadores de la imaginación al poder, entre los que, claro está, Zorn es ya un paradigma.

    © 2008  Quinito L. Mourelle