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LEM – 12º FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA EXPERIMENTAL

  • Fecha: 2 a 25 de octubre de 2008.
  • Lugar:Varios espacios (Barcelona).
  • Grupos:
    Llorenç Barber, Pacific 231 + Lt. Caramel, Selva de Mar, Alfredo Costa Monteiro, Pocketbook of Lightning, Eduardo Polonio, Impro Nit (Aixònoéspànic + invitados), The Room, Misaluba Septet.
  • Comentario:

    Regresa en ese extraño mes que es octubre un festival que siempre se espera con agrado. El LEM, que ya va por su doceava edición, y que una vez más concita en su programación un espectro lo suficientemente amplio de músicas como para que, sea el día que sea, siempre haya aficionados a una u otra tendencia (más o menos a la electrónica, más o menos a la improvisación, más o menos a las canciones, más o menos a la poesía), cuando no a varias de ellas. Todo un mes de conciertos repartidos básicamente las noches de los jueves, viernes y sábado de cada semana, y en espacios distintos de Barcelona (aunque preponderando los del barrio de Gracia, enclave donde la asociación Gràcia Territori Sonor fundó el festival).



    Llorenç Barber
    © 2008  Aerica

    Uno de los ejes temáticos de esta edición ha sido el de rendir tributo a algunos creadores esenciales de la música de vanguardia y electrónica tanto española como gala. El espacio que ha acogido estos conciertos ha sido el pequeño y funcional auditorio del MACBA. De entrada, tuvimos al insigne pionero Llorenç Barber presentando el espectáculo Barberidades (sic). A este iconoclasta de la música española no hay cuentas que pedirle. Ha sido un elemento básico dentro de nuestra necesitada tradición musical vanguardista. Lo que ocurre es que el resultado de lo del otro día no estuvo a la altura de lo que yo al menos esperaba. Barber realizó una intervención improvisada e improvisadamente fue moviéndose entre los tres dispositivos básicos de los que disponía: unas campanas colgadas del techo, el recitado y un carrillón. Lo de las campanas fue un poco a verlas venir. Las intervenciones vocales, que fueron dos, se hicieron un poco farragosas, especialmente la segunda que versaba, si no recuerdo mal, sobre la “naturaleza del tiempo”. Mientras que los dos momentos en que se sentó al carrillón se me hicieron breves. Lo tocó con delicadeza y estuvo muy sugestivo, pero al parecer no era lo que le interesaba aquella noche. Más parecía que lo usaba como nexo entre todo lo otro. Una pena porque fue lo que me gustó más junto con su dicción del castellano, que fue profunda y nítida. Habrá que esperar a verlo de nuevo.

     


    Lt.Caramel
    © 2008  Aerica


    Pacific 231
    © 2008  Aerica

    En la siguiente de las jornadas consagrada a pioneros les tocó el turno a Philippe Blanchard, de Lt. Caramel, y a Pierre Jolivet, de Pacific 231, miembros ambos del pos industrialismo francés de finales de los 80 y principios de los 90. La sesión tuvo tres partes. Comenzó Blanchard sólo con un set basado en fields recordings que iba manipulando desde un portátil. Fue todo un tanto atropellado. Típica sesión de bloques que van entrechocando pero que al no revelar una dirección clara impedía que se diera la empatía necesaria. Se hizo acompañar de unos visuales muy parcos que teóricamente debían de haber ayudado al sonido pero que finalmente lo ocluyeron, destrozando la sorpresa de algunos choques y revelando que era un mecanismo un tanto básico. En la segunda parte, se sumó Jolivet para hacer una breve improvisación conjunta. Jolivet se hizo cargo del laptop mientras que Blanchard empleó un theremin. Quizá fue lo más interesante de la noche sin ser tampoco nada del otro mundo. La señal producida por Blanchard era procesada y retardada por Jolivet. Se dieron efectos y simetrías inesperados, pero el aburrimiento se obstinaba en no abandonar el lugar. Blanchard parecía más estar jugando que aplicándose a fondo con el theremin. Al final, Jolivet se quedó sólo purgando el ruido y acabando de expulsar las señales que aún quedaban dentro del ordenador. Quizá esto fue lo mejor de todo. En la tercera parte, Jolivet, ya encarnado como Pacific 231, realizó sin duda lo peor de la velada. Si hasta ese momento tan sólo le habíamos visto las orejas al tedio, entonces ya se presento de cuerpo entero. De entrada, perdió un precioso tiempo para colocarse una especie de exoesqueleto a partir del cual, y teóricamente, modulaba las señales que surgían del portátil. Y digo “teóricamente” porque a día de hoy aún no sé exactamente en qué consistía ni cual era la gracia del mecanismo. Para mí fue una prueba palmaria de hasta dónde puede llegar la estupidez de un artista. Infectó toda la actuación con un agente que te distaría de lo importante haciendo que te estuvieras preguntando cosas que no tienen la menor importancia desde la perspectiva del público (nunca he entendido ese tipo de cosas como hacer algo con un brazo atado a la espalda). Encima, se lío a hacer unos movimientos à la tai-chi que eran de reír por no llorar. Pero, el verdadero problema de fondo es que detrás de todo esto no había tela que cortar. No es por comparar, pero ¡cuánto eché de menos la magistral lección de música electrónica que un año antes nos había brindado en el mismo espacio y certamen el norteamericano Gérard Pape!

     

    Eduardo Polonio
    © 2008  Aerica

    Una cosa muy distinta fue el concierto que cerró esta triada dedicada a los pioneros. El maestro Eduardo Polonio sí nos dio esta vez la masterclass que se suponía íbamos a ver. Concebida a partir de los mitos de la caverna de Platón y del minotauro y el laberinto, y empleando con gran sutileza un sistema octofónico, Polonio presentó su obra Lábrys. Al contrario de las otras dos sesiones, Polonio aparcó cualquier consideración accesoria para centrarse en la construcción musical, con arte y oficio. Dividida en cinco secciones, Lábrys se desarrolla con una fuerza expositiva tremenda, llena de detalles gráficos que hacían referencia a los mitos mencionados, con una fuerza de tensión muy dinámica, con un bien dosificado empleo del sistema de amplificación (sin abusar ni dejarse llevar por sus posibilidades), y huyendo de todo efectismo. Polonio pertenece a una generación para la que hacer música electroacústica no era nada fácil, ni por el público ni por las posibilidades técnicas que entonces existían. Y eso se pudo apreciar esa noche muy claramente. Ese rigor a la hora de dar consistencia a la obra y al mismo tiempo una concepción de la electrónica en la que aún cabe esa dimensión artesanal que tenían los pioneros. Hay obras ocurrentes, hábiles, graciosas, pero pocas perduran. Lábrys es de éstas. Al final también recordé a Pape, pero esta vez agradecido, sin echarlo en falta.

     

    Alfredo Costa Monteiro
    © 2008  Aerica

    Una de las características del LEM es que cada año pone el foco en un país programando algunas propuestas y actividades representativas de las distintas escenas experimentales. Este año el país invitado era Portugal. Se programaron varios conciertos de los que sólo pude asistir a dos. El primero de ellos fue el de Alfredo Costa Monteiro. Establecido en Barcelona desde hace bastantes años, Costa Monteiro es bien conocido dentro de la escena europea de improvisación libre. En el renovado recinto del CAT presentó una sesión epitética y severa, apoyándose en una mesa de mezclas con la que manipulaba y retorcía los sonidos que emitía con algunos objetos. Su música me sugirió más la asfixia de las alturas que la de las profundidades. La falta de oxigeno en combinación con ventiscas heladas que dificultan todo movimiento. Esas ráfagas que va modulando y que son tan características al menos de sus últimos trabajos. Tiene también un buen instinto dramático en el sentido de que sabe hacer evolucionar una sesión. Sabe donde puede quedarse y cuando retomar el movimiento. Puede no gustar su trabajo, que hay que admitir que resulta difícil para aquellos que no estén acostumbrados, pero no se le puede negar convicción ni entereza.

     

    Pocketbook of Lightning
    © 2008  Aerica

    Esa misma noche, después, subía al escenario del CAT el dúo portugués Pocketbook of Lightning, con Nuno Rebelo a la guitarra y Marco Franco a la batería. Aunque se trató también de una sesión de improvisación, esta vez entroncaba más con un cierto jazz libre del que hay unos cuantos buenos practicantes en Portugal. Desde el primer momento, los dos demostraron ser unos músicos serios e imaginativos. Me llamó la atención Rebelo, que además de tocar la guitarra de la manera en que se entiende como normal, echo mano de un montón de otros recursos extrayendo los efectos que quería con mucha nitidez. O Franco, que usó cadenillas para golpear parches y platos aunque de un modo más contenido que como lo hace Ramón López. Así que desde el punto de vista instrumental la cosa fue bien. Sin embargo, las cuatro borboteantes improvisaciones que hicieron se parecieron demasiado entre ellas. Esas “iluminaciones” a las que hace referencia el título (extraído de una novela de Jonathan Safran Foer) no brillaron tanto al final. La música contenía algunas ideas sorpresivas pero el resultado global del concierto fue un tanto romo, chato, falto de mordiente. Pocketbook of Lightning es un buen dúo, de eso no me cabe duda, pero esa noche me pareció que estaban poco incisivos, como cansados.

     

    The Room
    © 2008  Aerica

    Una de las propuestas que más me agradaron este año fue el nuevo proyecto del guitarrista e improvisador Jean-Marc Montera The Room, en dúo junto a la guitarrista y cantante Sophie Gonthier. Tal vez porque era una propuesta sencilla y clara, un planteamiento de rock básico al que se añade una capa de experimentalismo sonoro que lo aumenta y disloca. Gonthier tocó y cantó temas de rock casi primitivo en los que se evocaba desde Neil Young a P.J. Harvey, mientras que Montera improvisaba y extraía sonidos imposibles de la guitarra eléctrica, desarrollando una especie de ruidismo ad hoc para propuestas pseudo rockeras, muy a la manera de sus amigos Thurston Moore y Loren Mazzacane Connors. El resultado era muy eficaz pues añadía un extra de dramatismo y extrañeza que potenciaba el tema y el hilo de las canciones. Además, se marcaron una estupenda versión del tema de Blind Faith “Can’t Find My Way Home”: una introducción ruidista, con Gonthier y Montera echados sobre sus guitarras puestas en el suelo, fregándolas y estrangulándolas; para acabar con el tema propiamente dicho, Montera a la guitarra acústica de 12 cuerdas y Gonthier cantando con su característica voz.

     

    Aixònoéspanic + Agustí Martínez + Eli Gras
    © 2008  Aerica

    Como es habitual dentro del LEM, este año también se incluyó alguna propuesta externa, y que normalmente pertenece a un ciclo que funciona aparte. En este caso fue las “impro-nits”, o noches de música improvisada, que son una iniciativa de la asociación Gràcia Territori Sonor. La idea es la siguiente: una noche al mes, el Elèctric Bar acoge al trío Aixònoéspànic (Víctor Nubla, clarinete bajo eléctrico; Albert Guitart, bajo eléctrico; Quicu Samsó, batería) que, a su vez, invitan a distintos músicos a unirse a ellos para una sesión de libre improvisación. Comenzaron el mes de septiembre pasado y hay previstas actuaciones mensuales hasta el próximo marzo. En esta segunda sesión se hicieron acompañar del saxofonista Agustí Martínez y de la bajista de Motor Combo, Eli Gras. El problema de este tipo de sesiones en las que no hay nada previamente estipulado, no se trabaja sobre ningún idioma concreto, y hay una cantidad de músicos tal que 5, es que puede quedar más atribulada que otra cosa. Eso es lo que sentí esa noche, aunque he de decir que la primera parte estuvo mejor que la segunda. Pero, en general, me pareció que se embozaban. El sonido general me pareció atropellado más que improvisado. Incluso dentro de una descarga bruta siempre es posible y deseable encontrar una vía que no es que haya que seguir sin salirse de ella, todo lo contrario, pero al menos no hay que perderla de vista. Esto puede parecer muy subjetivo, y de hecho lo es. A la mayoría de la gente con la que hablé al acabar le había gustado, en cambio a mí no. Es lo que tiene este tipo de sesiones, que es difícil encontrar un punto de vista general, “objetivo” desde el que acercarse a ello. Uno está sólo frente al sonido, y reaccionará de una manera o de otra. Lo único con lo que cuenta es con su propio bagaje de aficionado y con su sensibilidad. Pero, ya digo, a mí me pareció una jam fallida. Hubo alguna que otra buena intervención puntual, pero faltó coherencia en el desarrollo y en el conjunto. Ni el desorden ni el caos ni la agresividad me molestan, bien al contrario. Otra cosa es que no las dé por válidas de buenas a primeras por el simple hecho de presentarse.

     


    Selva de Mar
    © 2008  Aerica

    Hubo también dos nuevas propuestas radicadas en Barcelona. Una de ellas fue la del dúo Selva de Mar, integrado por el cellista Shasha Agranov y el percusionista Pablo Wayne. Su concierto no estuvo mal pero creo que se quedaron en un estadio algo ambiental. Demostraron desde el principio que les interesan todas aquellas músicas que van a desembocar en el Mediterráneo. Eso es agradable siempre, lo que ocurre es que el tratamiento resultó demasiado laxo e incidental. Aunque parecía que pretendían meternos en una jaima donde realmente lo hicieron es en un chill out, y dentro de éste en esa variedad estilística que introduce “músicas del mundo”. Hubo algún momento en que se pudo apreciar que pueden llevar todo eso mucho más lejos, como en algún solo de Agranov al cello. Pero la impresión que me quedó la de un proyecto un tanto circunstancial, que se cuida más de aspectos superficiales (una tibia escenificación, nexos radiofónicos y electrónicos entre los temas en momentos que hubiera quedado mejor acabar uno y empezar otro) que de elaborar en profundidad esos elementos musicales diversos.

     


    Misaluba Septet
    © 2008  Aerica

    La otra propuesta se presentó como cierre del festival, el sábado 25 de octubre en la vieja fábrica de la Moritz, y era la actuación de Misaluba Septet. Este proyecto, dirigido por Lucas Quejido (voz y composición) reúne a varios músicos de distintas formaciones barcelonesas. Fue un buen remache, fuerte y festivo. Por un lado, la sección de ritmo con los “milpeseteros” Roger Fortea y Oriol Luna, al bajo y la batería, que entablan un dúo en plan rock cafre; y junto a ellos el guitarrista Ignacio Lois, que va tejiendo atmósferas más progresivas a base de efectos Del otro lado, una primera línea de vientos enganchosos y como de cine negro formada por Agustí Martínez y Lucila Ciocoletto, a los saxos, y Miquel Àngel Marín, al clarinete bajo. Ese contraste le viene bien a Quejido que lo emplea para acentuar la vertiente teatral de los temas. La pena fue que el sonido fue tan escabroso que apenas pude entender nada ni de las letras ni de su vocalización. El espacio de esta vieja fábrica ubicada en la céntrica Ronda de Sant Antoni es entrañable, pero a efectos de sonido es una auténtica cueva. Hubiera merecido la pena programar a los Misaluba en un espacio más decente. En fin, a la próxima que toquen volveremos a ir esta vez para escucharlos bien.

     

    En resumen, por lo que pude ver este 12º LEM arrojó un balance bastante discreto, algo inferior a la edición pasada, y mucho más que la de hace dos años. Lo que me hace pensar que está habiendo un descenso preocupante. Es cierto que me perdí cosas como a los portugueses Osso Exótico y al dúo de vocalistas formado por Mariona Sagarra y Anna Subirana (a las que en el último momento se añadió en algunos pasajes Joan Saura), que estoy seguro de que hubieran elevado la media. Pero, todo y así, parece evidente que algo le ocurre al LEM. Es un tema que está en el aire y que más de un asiduo al festival ha comentado. Quizá haya llegado el momento de replanteárselo. O quizá haya que cuidar más la selección. O tal vez haya que volver al formato de los primeros tiempos… Pueden ser muchas cosas. Pero, lo cierto es que el equipo del LEM debería tratar de que la siguiente edición marque un repunte, un cambio de tendencia en esa línea apuntada. Esperamos poder contarlo así dentro de un año.


    Texto: © 2008  Jack Torrance
    Fotografías: © 2008  Aerica