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ABE RÁBADE TRIO
Programación de Bogui Jazz

  • Fecha: 12 de noviembre de 2008.
  • Lugar: Centro Cultural Nicolás Salmerón (Madrid).
  • Componentes:
    Abe Rábade: piano.
    Pablo Martín Caminero: contrabajo.
    Bruno Pedroso: batería.
  • Comentario:
    Vivimos tiempos de paradojas en Madrid. Tras la clausura inesperada del club Bogui hace pocas semanas (un cierre que muchos clientes, músicos y melómanos en general califican de absurdo), la encomiable iniciativa de los responsables del Centro Cultural Nicolás Salmerón permitió salvar de la quema una de las citas más subrayadas de su programación de Noviembre, una de las más notables que se recuerdan en el foro.
     
    Abe Rábade. Foto: Sergio Cabanillas
     
    Pisaba la escena el renovado trío del pianista compostelano Abe Rábade con la incorporación al contrabajo de un Pablo Martín Caminero que aporta nuevos bríos a una formación en la que Rábade se siente desde siempre como pez en el agua y que completa el batería lisboeta Bruno Pedroso, compañero de aventuras musicales del protagonista en su etapa más reciente.
     
    Comenzó la magia del gallego nada más posar sus manos sobre el piano, abriendo las puertas de su mundo a los presentes con una de esas etéreas introducciones a piano solo que le son características, dando paso a la banda en el majestuoso “Campo da Estrela”, tributo a la ciudad natal del protagonista, para presentar de nuevo en solitario “Open Door”, tema central de su último trabajo a septeto en el que Caminero empezó a hacer de las suyas en su solo, acompañado por su jefe de filas, que ensordecía a mano las cuerdas de su piano. Y es que el vitoriano, recién llegado de una gira de repertorio barroco, lo hacía con apetito de arco, un recurso que empleó con profusión y maestría empezando por un interludio que dio la entrada a un bellísimo pasaje en solitario de Rábade, que sigue desprendiéndose de artificios innecesarios y define su calidad en la economía de notas y un uso ejemplar de los silencios, alternando paisajes desolados con líneas crípticas y complejas.
     
    Pablo Martín Caminero. Foto: Sergio Cabanillas
     
    Una insinuación a “Days Of Wine And Roses” y la exposición de Mancini traía a la mente el sabor del club de jazz, y uno casi creía ver al personal de Bogui, que acudió al completo a la cita, mimando a sus clientes en el local de la calle Barquillo. Fue en la ejecución de este clásico donde Martín Caminero erizó el vello al respetable con un solo deliciosamente cantabile, pleno de musicalidad, interpretado con técnica irreprochable al arco, para dar paso al solo de percusión de Bruno Pedroso, imaginativo y melódico, que rezumaba experiencia a pie de jam del “batería de la casa” del Hot Clube de Lisboa. Fue aquí donde salieron a relucir del mismo modo las horas de vuelo del compostelano en su lado más respetuoso con la tradición del blues más negro.
     
    En el momento más emotivo de la noche, los músicos tomaron el micrófono, y tras las presentaciones de rigor, Pablo Martín Caminero hizo un alegato a favor de la reapertura del Bogui, recinto que calificó como su “segunda casa”, que se ha convertido en estos últimos años en refugio imprescindible de intérpretes y aficionados al jazz y a la buena música sin más apellidos.
     
    Bruno Pedroso. Foto: Sergio Cabanillas
     
    Como si fuera una indirecta, el trío atacó “Liberación”, un tema que el pianista incluye en una joya de reciente publicación, una grabación titulada Jazzia que constituye su primer trabajo a piano solo, música que sin duda otorga una dimensión diferente al espectáculo del mago gallego Kiko Pastur. Abrió el tema con una improvisación abierta con cuerdas del piano pulsadas a mano que sus compañeros complementaron con armónicos, líneas con arco y tañidos de un plato metálico liso, antes de que las pulsaciones silenciadas del piano marcaran el ritmo en el que se desarrolla esta pieza de tintes épicos con ejercicios de llamada-respuesta entre el piano y una rítmica más que atenta a las evoluciones de su jefe de filas.
     
    A continuación, el pegadizo riff  de mano izquierda de “Iria”, cuya intervención solista de piano se erigió en ejemplo del desarrollo de la melodía principal de la mano izquierda, en un juego endiablado en el que el peso de la línea cambiaba de una mano a otra, provocando el aplauso espontáneo del público, discurso que contestó el contrabajo deconstruyendo el motivo en su solo. Cerró la actuación una composición de nuevo cuño destinada a Zigurat, el que será el nuevo trabajo del trío, composición llamada “Changó” que presenta la firma inequívoca del gallego: melodía eficiente y una rítmica imposible, mezcla de compases de tres tiempos y de cinco con inspiraciones tribales y esa brillante asociación entre la zurda del piano y el contrabajo empujando un tema que finalizó con un espléndido solo de batería de Pedroso, jugando a imbricar unos ritmos en otros, dejando al público sediento de música y forzando el bis de rigor.
     
    Retornó el trío para evocar los ambientes de club en una versión abierta y espaciosa de “There Is No Greater Love”, donde Caminero volvió a hacer las delicias del respetable empleando su arco y su gusto por la melodía. Correspondió Rábade reverenciando a los grandes clásicos, y su devoción por los Jones (Hank y Thad) y Ahmad Jamal se derramó libre sobre las tablas, afirmando una vez más que sus proyectos son una apuesta segura dentro del panorama nacional, en esta ocasión gracias al coraje de Dick Angstadt y su gente, quienes en estos momentos de dificultad, lejos de rendirse, nos demuestran que el amor al jazz corre por sus venas.

    Texto © 2008  Sergio Cabanillas
    Fotos © 2008 Sergio Cabanillas