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RICHARD GALLIANO & GONZALO RUBALCABA LOVEDAY QUARTET / MOISÉS SÁNCHEZ QUARTET
XXV Festival de Jazz de Madrid

  • Fecha: 11 de noviembre de 2008.
  • Lugar: Teatro Fernán Gómez (Madrid).
  • Componentes:
     
    Richard Galliano & Gonzalo Rubalcaba Loveday Quartet:
    Richard Galliano: acordeón y armónica.
    Gonzalo Rubalcaba: piano.
    George Mraz: contrabajo.
    Clarence Penn: batería
     
    Moisés Sánchez Quartet:
    Ariel Brínguez: saxos
    Moisés Sánchez: piano.
    Toño Miguel: contrabajo
    Borja Barrueta: batería
  • Comentario:
    El programa doble del Fernán Gómez ofreció al cuarteto de Moisés Sánchez la posibilidad de actuar ante cientos de aficionados y presentar, en un muy buen ambiente, su proyecto Dedication, de inminente grabación.
     
    Una oportunidad que los músicos aprovecharon para ofrecernos unos temas que se benefician de una escritura cuidadosa que combina con habilidad, a menudo dentro de la misma composición, diferentes tempos y atmósferas. La compenetración del cuarteto resultó innegable, empezando por un tándem rítmico que se conoce muy bien (recordemos, por ejemplo, el papel de Toño Miguel y Borja Barrueta en el último disco, en trío, de Chema Saiz). Ariel Brínguez fue quizás quien quedó más desdibujado, un tanto coartado en sus improvisaciones por los continuos comentarios de Sánchez (la excepción fue el tema “Dedication”, en el que, al soprano, el saxofonista supo imponer su energía en una improvisación que desmelenó al cuarteto para ofrecer un intenso fragmento free).
     
    Moisés Sánchez mostró a lo largo del concierto un manejo muy preciso de la atmósfera que su música convoca: su toque nítido sabe amoldarse tanto a los pasajes densos como a los delicados, y extrae de todos ellos un notable peso dramático.
     
    Sin ofrecer música especialmente novedosa, el cuarteto supo mantener el interés de su audiencia y entregó una hora de jazz más que correcto que, si de algo adoleció, fue de una pulcra rigidez en la interpretación que coartó de algún modo la aparición de verdadero apasionamiento… pese al indudable entusiasmo con que los músicos se entregaron a su labor.
     
    La propuesta de Galliano y Rubalcaba se adentró por los senderos que suele transitar el acordeonista, ese jazz empapado de influencias tan diversas como la musette, el tango y la música de cámara. De hecho el concierto fue prácticamente una presentación en directo del álbum del francés Loveday: Los Angeles Sessions (registrado con el pianista cubano, Charlie Haden y Mino Cinelu). En los primeros temas Galliano acaparó en exceso nuestra atención y, aunque la rítmica en seguida encontró su lugar, se notó incómodo a Rubalcaba, sin espacios suficientes como para expresarse. La llegada del primer tempo lento sirvió para que el grupo terminase de empastar, y a partir de ahí su labor resultó del todo fluida.
     
    Galliano es un músico expansivo, sus líneas a menudo son vertiginosas escalas que apenas nos dejan tiempo para digerirlas. Quizá por ello siempre resultan bienvenidos esos pasajes tranquilos que nos permiten disfrutar más relajadamente de su capacidad melódica y del sonido melancólico de su instrumento. Sin duda, es el acordeonista el músico menos dialogante del cuarteto: cuando se lanza a improvisar parece olvidar cuanto le rodea, interesado únicamente en que sus músicos logren crear un sostén rítmico adecuado. Es una curiosa actitud, sobre todo cuando se tiene al lado a músicos tan atentos y capaces de espolearte como George Mraz o un Clarence Penn realmente fantástico, un prodigio de sutileza, de metodismo, de concisión, siempre sobrevolado por un aura africana tan honda como discreta. Gonzalo Rubalcaba, superada ya aquella etapa en la que necesitaba tocar cada nota, se ha transformado en su propio reverso: hoy su pianismo es conciso y contenido, en muchas ocasiones abstracto, ha desarrollado un saber colocar las notas y acordes asombroso y, a la hora de improvisar, sabe arrancar desde bien abajo, recogiendo todas las esencias sembradas hasta ese momento, para ir luego creciendo en sus solos y desembocar finalmente en verdaderos festines musicales. El concierto fue otro cuando su piano dejó de ser un acompañante de lujo y puso equilibrio en el discurso del cuarteto.
     
    La variedad estilística, sumada a los diferentes formatos con que nos presentó Galliano su música (en cuarteto, en dúo con Rubalcaba y en tríos con el añadido de Mraz o Penn) consiguió que el concierto transcurriese veloz y que un gran aplauso cerrara la actuación tras un enérgico tema deudor de Piazzolla.
     
    El trabajo del cuarteto resultó estupendo, y a juzgar por los destellos que asomaron en algunos momentos, no cabe duda de que aún podría dar más de sí en caso de prolongar su vida más allá de esta gira.

    © 2008  Ricardo Arribas y Sergio Zeni