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ESPERANZA SPALDING, NIÑO JOSELE Y EL PIRAÑA
17º Festival Jazz es Primavera

  • Fecha: 22 de marzo de 2007.
  • Lugar: C.M.U. San Juan Evangelista (Madrid).
  • Componentes:
    Esperanza Spalding: contrabajo y voz
    Niño Josele: guitarra flamenca
    Israel Suárez “El Piraña”: percusión
  • Comentario:
     

    El cartel del festival rezaba “Esperanza Spalding, Niño Josele, El Piraña”; la web del San Juan Evangelista “El Niño Josele invita a Esperanza Spalding con El Piraña”. Mejor así. Los aficionados que se acercaron el pasado viernes por el Johnny esperando escuchar los temas vocales del último disco de la Spalding seguro que quedaron decepcionados al principio, máxime visto lo que ocurrió en los primeros compases del evento. A partir de ahí los tres músicos se encargaron de que dicha decepción desapareciera por completo. Pero vayamos por partes.

     

    El contexto del espectáculo situaba al Niño Josele como centro absoluto del escenario y de la música. A su lado Israel Suárez, “el Piraña”, como fiel escudero rítmico, y una acompañante de lujo: Esperanza Spalding, cubriendo un rango estilístico bastante apartado de su camino habitual. En la memoria del respetable quedaba el positivo pero desigual experimento que el año pasado ofrecieron Dave Holland y Pepe Habichuela. Y la tragedia se mascaba cuando, tras una buena intervención de Josele a guitarra sola, tanto el tocaor como la contrabajista presentaron serios problemas de afinación en sus respectivos instrumentos que al primero hicieron pasar un mal rato y que la segunda, algo fría al principio, siguió experimentando en sus intervenciones al arco.

    Cambio de tercio. La fogosidad del Piraña encendió la chispa creativa y, a partir del tercer tema, el concierto fue un sueño hecho realidad, apoyado también por el excelente público del Johnny, mitad flamenco, mitad jazzero. El repertorio buscaba puntos comunes siempre concebidos desde el prisma del Niño Josele, incluyendo composiciones de su homenaje a Bill Evans (“The Peacocks”, “My Foolish Heart”), el “Zyryab” de Paco de Lucía y alguna bulería. El groove se expresaba con aire rumbero, el duende se abrasileñaba y poco a poco el trío tejía un paisaje único donde hacer coincidir la intención. Como suele ocurrir en estas agrupaciones, los tres músicos sentían el tiempo de una forma muy distinta, los flamencos con mucha elasticidad, como ponía de manifiesto el Piraña al usar las escobillas sobre la caja. Esperanza Spalding supo acoplarse al entorno con humildad, decisión y capacidad organizativa, poniendo mucho de su parte para que los tres artistas ofrecieran un discurso empastado. La de Portland permanecía en silencio ante cualquier duda rítmica, escuchaba con detalle y a veces llegó incluso a marcar entradas a sus compañeros de viaje. El trío sonaba ágil y espontáneo e, increíblemente, compacto y preciso, confirmándose como una de las fusiones de jazz y flamenco mejor conseguidas hasta la fecha.

     
     

    Piraña arrancó sentidos aplausos. Su gusto con el cajón y su capacidad de subdivisión rítmica le hicieron erigirse en estrella. El Niño Josele ofreció una técnica soberbia, elegancia y fiereza a partes iguales y un puesto privilegiado en ese Olimpo de la guitarra flamenca cuyas primeras plazas pertenecen de forma inamovible a Paco de Lucía y Vicente Amigo. Pero la revelación, una vez más, llevaba el pelo a lo afro. Apenas pudo destapar sus dotes vocales en un emocionante guiño a Brasil, el resto fue trabajo contrabajístico. Y qué trabajo. Ya entonada, la Spalding se mostró como música pura, con su mano izquierda volando a velocidades endiabladas sobre el mástil de su contrabajo (llegó a doblar vertiginosas melodías flamencas de guitarra), improvisando con lirismo, sin evitar el riesgo y, ante todo, con una actitud digna de elogio. Estilísticamente desubicada, Esperanza se concentró en el grupo, en el sonido y en la música. Sin partituras, sin palabras, y también sin dudas, dio una lección de arte y profesionalidad. La reunión llegó a sonar como un grupo, un grupo que se divertía y compartía su alegría con el público. Y este lo reconoció en el bis y en el segundo bis que solicitó de forma atronadora y finalmente se materializó en el “Beautiful Love” de Victor Young.

    Las críticas se contestan con hechos. Muchos eran los miedos ante este concierto, y justificación no faltaba, pero Niño Josele, Esperanza Spalding y El Piraña (en este orden) hicieron que todo cobrara sentido, poniendo el broche de oro a este decimoséptimo Festival Jazz es Primavera en el San Juan Evangelista. Que sean muchos más.


    Texto © 2009  Arturo Mora Rioja
    Fotos © 2009 Sergio Cabanillas