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KARION + FILTHY HABITS ENSEMBLE
Atacdejazz’09

  • Fecha: 10 de julio de 2009.
  • Lugar: Espai Cancolapi (Tàrrega).
  • Componentes:
    Karion
    Sergi Sirvent: piano
    Marc Cuevas: contrabajo
    Ramón Prats: batería

    Filthy Habits Ensemble
    El Pricto: saxo alto, clarinete, dirección y arreglos
    Etienne Poinsot: trompeta
    Liba Villavecchia: saxos tenor y soprano
    Don Malfon: saxos alto y barítono
    Director López-Wilkins: guitarra eléctrica
    Jo Miramontes: teclados, sintetizador
    Sebi Suárez: bajo eléctrico
    Vasco Trilla: batería
    Vj Mongo: visuales

  • Comentario:

    LANG INVENTÓ LA CUENTA ATRÁS

    Buen proyecto este de Karion. Una vez más, el pianista Sergi Sirvent metido en cosas estimulantes (Povidona Yodada es otra), esta vez con un trío junto a Marc Cuevas y Ramón Prats que se formó hará unos años y un poco por casualidad, con la intención de grabar una nueva música para el clásico del cine mudo soviético La madre (1926), que Vsévolod Pudovkin dirigió en 1926 a partir de la novela de Gorki. Aquel proyecto, cuyas composiciones eran de Sirvent, ha dado paso a un trío estable, más triangular, ya que ahora su repertorio también cuenta con temas de Cuevas y Prats, pero con un enfoque igualmente dramático de la música, en el sentido de la estructura de los temas. De hecho, durante su actuación en Atacdejazz se proyectó, aunque en una pantalla demasiado ladeada, otro clásico del cine de los 20, nada menos que la última película muda de Fritz Lang, La mujer en la Luna (1929), quién sabe si en adelantado homenaje al 40º aniversario de la odisea de Armstrong, Collins y Aldrin.

    Y ya que estamos con el cine mudo, sigamos empleándolo para hablar de la música del trío, y muy en especial de las composiciones de Sirvent. El cine, cuando no contaba con sonido, no tenía una estructura tan marcada de las secuencias como después, y en líneas generales, adquiriría con la llegada del sonido, los diálogos, etc. En el cine mudo más que escenas, que también, existen bloques que el espectador, al menos el actual, puede hacerse durante el visionado. Y creo que este es uno de los atractivos que muchos músicos de jazz de las últimas décadas han encontrado para decidirse a realizar trabajos como el que Karion hizo con La madre. Y algo de ello se detecta también en sus composiciones de ahora. No tienen las típicas estructuraciones que suelen emplearse en el jazz actualmente. Parece que están elaborados más como esos bloques aludidos, bloques que están cargados de una determinada intensidad dramática. Dentro de cada uno de ellos tienen lugar desarrollos y pasajes que sí son de naturaleza jazzística. Pero, el planteamiento general de cada tema parece haber sido sugerido por esos bloques dramáticos que presentan distintas sensaciones y estados de ánimo.

    Por otra parte, me gusta también el toque de Sirvent. Y ahora no sabría decir si éste viene como fruto de esas composiciones tan peculiares, o es a la inversa. Aunque probablemente esto no importe lo más mínimo, y se trate de un tejido que ya lo contiene todo. Como decía, su toque me resulta sobrio, analítico. Frente a esa idea “romántica” demasiado frecuente, en exceso empalagosa, rebosante de jactancia en muchos pianistas de hoy, la visión de Sirvent resulta terapéutica, enarbolando virtudes como la austeridad y la capacidad de síntesis como ejes de un proyecto musical serio.

    Sin embargo, a la actuación del trío en Atacdejazz le pondría algún pero. Me sonó convencional, demasiado imbuida de la típica retórica del “trío”. Demasiadas acciones, golpes y notas sin explicación y enfrentados a ese planteamiento mencionado. Por otra parte, escuchando algunos de sus temas en MySpace demuestran lo contrario, una práctica más ajustada y lógica. Quizá se contagiaron un poco del tema festival de verano, velada al aire libre (aunque con climatología no del todo agradable)… No sé, fuera lo que fuera, Karion vale la pena y habrá que volver a ellos.

    ZAPPA FUNDÓ LA COCKTELERÍA MODERNA

    Rebautizados para la ocasión como Conejos Guarros, ¡ugh, perdón!, Hábitos Guarros, la de Atacdejazz era su primera actuación desde la, al parecer de muchos de los asistentes, estupenda presentación en Barcelona en mayo pasado.

    Zappa era, además de un músico megalópodo, un showman de primera, repito, primera categoría. Un cómico de casta. Un improvisador verbal de primer orden. Lo juicioso del espectáculo de Filthy Habits es dejar esa herencia intacta, sin mancillar, puesto que es irrepetible; quién sabe si justamente para recordárnosla. Es decir, que poniendo de relieve algunos de sus atributos musicales exclusivamente, parece que nos están susurrando esa otra dimensión que por oculta no deja de estar menos presente. Es cierto que la mayor parte de los temas provienen de piezas originalmente instrumentales, pero también lo es que casi todos ellos son números insertados en obras repletas de palabras, sugerencias, ideas... comunicación. La selección es extraordinaria, aunque cualquier otra lo sería. Quiero decir, que entre mediados de los 60 y finales de los 70, período que comprende toda la música elegida, no habría manera de hacer un programa malo. Aquí hay temas que provienen de barbaridades como Absolutely Free, Uncle Meat, Hot Rats, Chunga’s Revenge, Waka/Jawaka, The Grand Wazoo, Roxy & Elsewhere, One Size Fits All y Sleep Dirt. Lo bueno es que no están todos los que grabó en esos años pero ¿se imaginan otro artista con tamaña sucesión de maravillas?

    In fact. Esto del espectáculo de “King Kong”, alentado desde Arco y Flecha, es, ante todo, un homenaje de zappianos a Zappa. No es cuestión de fare nomes, como la misma obra de Zappa tampoco lo era, pero hay que mencionar por el mérito del trabajo que se ha pegado a El Pricto, el responsable de los arreglos y dirección del ensemble. Y es que a pesar de ese nombre de proxeneta digno de Lee Morgan que gasta, la verdad es que ha hecho una labor, cómo decirlo, hummmm… ¿descollante? Digamos que sí. El tal El Pricto ha hecho, primero, un trabajo de transcripción de padre y muy señor mío. Eso, en primer lugar. En segundo: se las ha arreglado para dejar cada tema ajustado idóneamente al dispositivo con el que contaba, la banda con sección de cuatro vientos más sección rítmica de cuatro músicos completa. Ha sido práctico, fiel a la letra, y guarro hasta donde ha podido. La selección, de la que hablábamos antes, tendría mucho que ver con esto en ese sentido de adecuación realista a unas herramientas. Fueron muchos los palos que tocó Zappa, incontables (imposibles de reducir a otra cosa que no fuera otra carrera), pero aquí se ha hecho una selección donde cabe el pos stravinskismo/patafísico, el jazz rock sucio y lúbrico, el rock elaborado pero con peligroso retroceso (eso sobre todo va por los que creen ver en Zappa a un progresivo a secas), los desmadres gamberroides… Claro que falta mucho más. Por ejemplo.: el country pasado por benzedrina, los delirios contemporáneos, las shaggy dog operas, y etc. etc. Pero, insisto, esto era sólo un homenaje.

    La banda sonó compacta, aunque podía haberlo hecho mucho más. Quizá alguno de los músicos podría lanzarse mucho más, tener mayor agresividad, aunque resulte difícil dentro de ese contexto de arreglos tan definidos. Respecto a los futuribles, sería bueno añadir temas, o cambiar alguno para que no siempre suenen los mismos, mejorar aún más en lo que hacen, ganar en conjunción y soltura individual, etc.; pero también lo sería que no perdieran de vista un horizonte que se les ha abierto con este proyecto: hacer algo propio de ellos a partir de ese material zappiano. Hasta ahora han hecho un notable esfuerzo técnico y de cohesión para, no tanto emular sino recordar al genial músico americano, para encontrar un punto de encuentro con su vieja música. Pero, justamente por esto mismo, y porque me gustó y creo que podrían hacerlo, estaría bien que se plantearan el hacer un poco el gamberro. Seguro que a Zappa le gustaría, tal vez a su prole no tanto. Pero, para ello, hay que dejar de ser un formación ad-hoc y cerrada y empezar a trabajar, colectiva e individualmente, como músicos que salen y vuelven a entrar. O, salen y se van. O, no salen. O lo que sea pero que no nos lo esperemos.

    Una petición para el próximo día. Invitarles a que introduzcan en el repertorio “The Nancy & Mary Music”… el tema que siempre te cogía en el punto álgido del cebollón. Ahí me imagino las teclas de la cuarta sección, y también al guitarrista emulando la explosión wah-wah de la guitarra de Zappa en la 2ª sección (ya que el canalla de él no se atreve con “Chunga’s Revenge”). Además, ahí podríamos tener a los vientos haciendo un poco el indio, con esos scats epilépticos y voces de canal fantasma de TV (que no “pirata”), que a veces están un poco parados en el escenario. De hecho, ese ambiente de locos y loqueros lo dieron bastante bien los visuales que proyectó VJ Mongo, echando mano de filmaciones en directo sobre el grupo, de films de y sobre Zappa, de clásicos del cine fantástico (el primer King Kong, The Blob) y de found footage de lo más diverso. Lamentablemente, su trabajo no se pudo apreciar bien debido a esa pantalla demasiado alejada de la escena.

    Texto: © 2009  Jack Torrance