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FIRE ROOM

  • Fecha: 25 de febrero de 2010.
  • Lugar: Centro Cultural del Matadero (Huesca).
  • Grupo:
    Ken Vandermark: saxo tenor y clarinete
    Paal Nilssen-Love: batería y percusión
    Lasse Marhaug: electrónica

  • Comentario: Siete años y tres días después, Ken Vandermark regresó al Centro Cultural del Matadero de Huesca, escenario donde dio su primer concierto en España. Si en aquella ocasión sus acompañantes fueron el batería británico Paul Lytton y el contrabajista Kent Kessler (integrante de los Vandermark 5 desde sus inicios y acompañante del de Boston en múltiples aventuras), en 2010 lo ha hecho con el proyecto Fire Room. Un trío que se estrenaba discográficamente hablando con Broken Music (Atavistic, 2008), pero que ya había colaborado como tal desde 2005 conformando el grupo Powerhouse Sound junto al citado Kent Kessler y al contrabajista de Atomic Ingebrigt Haker-Flaten. Como se puede apreciar, la colaboración de Vandermark, Nilssen-Love y Lasse Marhaug viene de lejos. En cuanto a los dos primeros, son bastante más que una docena los discos en los que ambos han colaborado, comenzando por sus cinco CDs a dúo y siguiendo con distintos tríos, cuartetos o quintetos, hasta llegar al octeto Atomic School Days o al Chicago Tentet de Peter Brötzmann. 

    Esta colaboración entre los tres músicos desde hace tanto tiempo se hizo patente en el concierto desde el principio en forma de una gran empatía. A lo largo de poco más de una hora mostraron una propuesta que, aunque sumamente energética por momentos, no rehuyó por ello los instantes de más calma. Tal fue la naturalidad con que se desarrolló la música que la larga improvisación dio la impresión de estar predeterminada en forma de suite. Sin embargo el propio Vandermark comentaba tras el concierto que no habían establecido nada a priori acerca de la actuación, salvo que tenían que dar el concierto en un solo set, al contrario de lo sucedido previamente en la gira, conciertos en clubes en los que tuvieron que dividir la actuación en dos partes. 

    Un factor muy importante para el magnífico desarrollo de la velada fue la capacidad de los músicos para escucharse. Fueron varios los momentos en los que alguno de los músicos paró totalmente para seguir con atención el trabajo de sus compañeros antes de volver a integrarse en la dinámica del grupo con ánimos renovados. Vandermark sonó muy potente y lo mismo improvisó libremente que hizo uso de la respiración circular ejecutando unos pequeños patrones rítmicos de un modo sumamente dinámico (alargándolos y acortándolos) para que Nilssen-Love y Marhaug pudiesen improvisar sobre ellos. Nilssen-Love es un torbellino y su camisa chorreante de sudor ya a mitad de la actuación fue una prueba patente de su actividad imparable. Lasse Marhaug y sus aportes con la electrónica tuvieron un papel fundamental: en más de un momento su trabajo fue el que encaminó al del grupo, logrando por otra parte con sus aportaciones los momentos de mayor intensidad sonora por parte del trío. 

    En definitiva, Ken Vandermark triunfó en su regreso a Huesca. Y es que a pesar de la maestría de los tres músicos, no es nada fácil que los hados se pongan de acuerdo para permitirnos a los oyentes disfrutar de un concierto como éste, en el que no faltó un más que merecido e intenso bis. Prueba de ello es lo que el propio Vandermark relataba en su Twitter en los días previos al concierto sobre alguna de las actuaciones previas.


    Texto y fotografías © 2010 Pachi Tapiz