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JAZZ A LUZ. UZESTE

  • Fecha: Julio y agosto de 2010.
  • Lugar: Francia.

  • Comentario:


    Este año, Jazz a Luz, el festival de los Altos Pirineos (¡franceses, bien sur!), celebraba su vigésima edición. Para celebrarlo, nada de un puñado de nombres (en su editorial ironizaban con la posibilidad de haberse gastado el presupuesto y programar a John Zorn, pero ya que un festival vecino –Marciac– parece que lo ha hecho fijo, se lo dejan). Así que continuismo puro y duro. Algo, muy de agradecer.

    Un continuismo que sigue apostando por el cóctel de estilos variados, nombres establecidos (en esta escena del jazz-músicas improvisadas) y “descubrimientos”, formaciones estables y encuentros inéditos… Luz es un “Festival de Altura” no solo porque se celebre próximo a las altas cumbres de Pirineos, en Luz Saint Sauveur, al pie del Tourmalet, sino por su trayectoria y programación. Y a sitios así da gusto ir.




    Por cuestión de fechas no pude ver dos de las actuaciones que en un principio me parecían más interesantes: la acordeonista Pauline Oliveros junto al contrabajista Barre Phillips (un “encuentro  inédito”) y el Regenorchester XIII del trompetista Franz Hautzinger (un cruce entre jazz, electrónica, rock…). Hecha la (importante) salvedad, para mí, sin ninguna duda la actuación estrella de esta edición fue la de la pianista Irene Schweizer. Un placer comparable a disfrutar de una bucólica puesta de sol tomando unas ostras y bebiendo un buen blanco. El solo de Irene poco tuvo que ver con sus “excesos” taylorianos de juventud. Calma, reposada, elegante, desprovista de toda parafernalia superflua. Directa a la esencia. Del pianismo jazz al africanismo (vía Moholo).




    Más alocado / descontrolado, el solo de Eugene Chadbourne. Una hilarante apología del rock, el folk y el country entre la improvisación y el humor mas desmadrado. No tiene vuelta de hoja. Lo que hay. La terraza del Café Du Centre, patas arriba. Y para  redondear la faena, una sorpresa para festejar esas dos primeras décadas de Jazz en Luz. Junto a Chadbourne, Franz  Hautzinger, Barre Phillips y el saxofonista “local” (por crecido a la sombra del festival) Eric Pailhe. De la improvisación al recurrente blues. Al final, una fiesta.




    Franz Hautzinger había ofrecido, esa misma mañana, uno de los ya clásicos conciertos de “bombonera” del pequeño auditorio de  la Maison de la Vallée (en ediciones anteriores, entre otros, el dúo Ramón López/Christine Wodrascka –esta vez la pianista entre el público–, los solos de Genevieve Froccoulle –que tambien estaba de oyente– haciendo las obras para piano de Braxton o Helene Breschard con su arpa...). Junto al percusionista Le Quan Nihn. Otro gozoso “encuentro inédito”. Dos largas piezas improvisadas en clave electroacústica. Roces y soplidos. Temas río en los que los sonidos extraídos de los objetos que manipulaba Ninh sobre un gran parche se entrelazaban con los  susurros, gorgoteos y columnas de aire que deslizaba Hautzinger.  

    La noche anterior Ninh ya había dado una primera dosis de su buen hacer percusionista con una curiosa propuesta. Ensemble]H[Iatus. Un cuarteto de improvisadores lanzados al rigor de la escritura. En el programa (amén de unas improvisaciones) Scelsi; Saariaho, Salvatore Sciarrino, Zack Setter y Meter Jakober. Y la compañía de lujo. El chelo de Martine Atenburger, la etérea violinista Tiziana Bertoncini y la voz de Geraldine Keller (colaboradora de gentes de ARFI).




    Desparrame groove con Iswhat?!, a medio camino entre el jazz post free, el soul, el rap, el hip hop… Todo un cóctel de sonidos negros. Vale que uno prefiere a Hamid Drake en otros contextos, pero no es para hacerle ascos en estos ritmos hip hop (por más que “machacas”) que otro gran batería, Max Roach, no dudó en “bendecir”. Napoleón Maddox (a escuchar su colaboración con Archie Shepp) es un pozo de efectos rítmicovocales. El saxofonista Jack Walter hacía suya la línea de sopladores de r&b mientras el joven (y encapuchado) bajista Brent Olds se ocupaba de rematar lo machacado.



    Más desparrame y apología de ritmos negros en la actuación de Bernard´s Band, un macro grupo de músicos del valle de Adour aficionados a la “gran música negra”. A medio camino entre la orquesta de fiesta de pueblo y una desatada banda de frikis. Disco, funk, reggae…. Todo por y para la diversión.

    Dosis rock, onda stoner, en el bar de l'Europe con Dispenser The Dispenser. Descarga de adrenalina. Y como uno de sus guitarras llevaba una camiseta de Magma, pues como que me tenían ya casi ganado antes de empezar. O el cuarteto de saxos Rural Sax, ideales para un vermut. De Brel a Michael Jackson. Y…

    Un mes después, Uzeste Musical, el festival que organiza el batería gascón Bernad Lubat a poco más de cincuenta kilómetros al sureste de Burdeos, llegaba a “la edad de Cristo”.  La 33 Hestejada de las Arts.




    Uzeste, más que un festival de propuestas, es un lugar de encuentros. Formaciones estables las hay, pero es lugar de encuentros, de muestreos, de ideas. Un taller. Una Fiesta (Hestejada, en gascón). El festival de los “amusiciens” (amusantes/divertidos y musiciens/musicos). Cada año (o año sí, año casi que también), no son pocos los nombres que se repiten. Es el festival de “la familia de Uzeste y amigos”.

    Entre los nombres recurrentes, Louis Sclavis. Hace dos años le vi haciendo solos, un dúo con Lubat y colaborando con la orquesta del festival. En esta ocasión junto a otro gran clarinetista con el que ha realizado varios proyectos discográficos, Jacques Di Donato. El Improbabilis Quartet que resultó ser un quinteto con invitado, pues a los anunciados Fabrice Vieira a la guitarra y Lubat, batería, se sumaria un bajista –Philippe ¿?– más, en un tema, un rapper magrebí. Ese típico sonido cortante y algo quebrado con gusto por la electricidad…

    Di Donato estaba también en otras historias. Entre ellas un doble dúo que jugaba con la contraposición, mezcla, deformación, fusión… de material escrito procedente de la música contemporanea (Stravinsky, Boulez…), con la libre improvisación. Por las “músicas escritas” Di Donato  y un joven clarinetista, Florent Pujulia. Y por “musicas improvisadas” el trompetista Jean Luc Cappozzo y el saxofonista François Malarange. Las fronteras duraban poco. Gran cuarteto de sopladores. Un concierto increíble a las tres de la tarde en el jardín de una casona. (Y por hacer también ecos de sociedad, citar la presencia, entre el público, del vocalista Beñat Achiary que el día anterior había participado –con Di Donato, Cappozzo, Corneloup…– en Urgent Crier, una “ópera salvaje” a partir de la obra poética de André Benedetto).



    El saxofonista François Corneloup es un pluriempleado habitual. Amén de la ópera “salvaje”, Urgent crier sobre textos de  Andre Benedetto, o su dirección con Los Gojats ( Los Muchachos/Chicos, en gascón, grupo de los jóvenes valores que crecen a la sombra de Uzeste) o Scierir con la Cie Du Parler Noir, se presentaba con su trio junto a la contrabajista Helene Labarriere y el batería Simon Goubert a escuchar su proyecto de “grupo doblado”, Welcome, junto al tambien batería Christian Vander (Magma). Un trío potente y flexible que bascula sobre la pulsación de Labarriere.

    Encuentro entre la tradición occitana (Sylvain Roux, flautas de todo tipo y voz) y el extremo oriente (el koto de Mieko Miyazaki). O entre la Occitania tribal (Bernard Combi, voz, acordeón e instrumentos tradicionales) y la Normandía “salvaje” (los saxos de Rápale Quenehen). Este  último brutal. Adictivo. La versión Oc del “ancien….”.




    Los Gojats, grupo de jóvenes que se forman al amparo de la actividad anual de Uzeste Musical son toda una sorpresa. No por su propuesta, un pastiche que viaja del jazz electro (cuasi fusion) a las melodías del be bop, pasando por el pasodoble (parte de esa temática pertenece al “grupo madre” Cie Lubat y su montaje de Chansons Enjazzees)…. Y lo que sorprende es la insolencia de esa juventud, tocando por narices. Con ganas. No dando ese patético espectáculo del alumnado (y profesorado, por qué no decir) de las escuelas y talleres de estos lares. Frescura versus almidón.   

    Y Uzeste estaba, además, bien servido de debates políticos al viejo estilo, y de nombres desconocidos y del toque español (o asi) de Monica Passos, de fusión gascuña-brasil, de proyecciones bajo las estrellas y de un fantástico espectáculo pirotécnico. Le Crepuscule des Cieux. El poema pirotécnico (bso Los Gojats) de Patrick Auzier. El mejor aperitivo para cerrar el festival con Archie Shepp.




    Shepp. Su actuación fue todo un ejemplo de ortodoxia jazz del post free. Algunas de sus célebres composiciones. Ellington (¡claro!). El blues. Alternando tenor y soprano con viajes al piano y cantando. Un concentrado de “¿Qué es jazz?”. Tras él un cumplido contrabajista, Zacharie Abraham, y el propio Lubat. Sin aspavientos. Hasta la despedida. Un blues con todos los músicos que habían participado en el festival sobre escena. Un rizo total. El loop de nunca acabar. ¡Esto es una fiesta!. Con razón esta noche se había titulado “Nuit del fuego”. Incendiario. ¿Quién recuerda que antes de su actuación, cuando el publico estaba en cola, esperando para entrar en la pequeña carpa, hubo una estampida cuando los cielos quisieron poner su nota de color y aportaron una breve pero intensa ración de truenos relámpagos y lluvia?. ¡Que iban a falta a la fiesta, vamos! Que para ser nada del otro mundo…¡qué disfrute!.

    (En http://desdemicadiera.blogspot.com/ pueden encontrase entradas, entre los meses julio-septiembre con fotografías y videos de ambos festivales. Asi como unos videos de un directo de Familha Arthus, música radical gascona. Metal tribal)

    Texto y fotos © 2010 jesusmoreno