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THE EX – GUITARS MEET NILSSEN-LOVE / VANDERMARK DUO
Jazz em Agosto 2011

  • Fecha: 13 de agosto de 2011.
  • Lugar: Auditorio al aire libre, Fundación Calouste Gulbenkian (Lisboa).
  • Componentes:
    Terrie Ex: guitarra eléctrica.
    Andy Moor: guitarra eléctrica
    Ken Vandermark: saxo tenor y clarinete
    Paal Nilssen-Love: batería
  • Comentario:

    No fueron ni uno ni dos. Tres fueron los bises que tuvo que dar el cuarteto formado por Ken Vandermark (saxo tenor y clarinete), Paal Nilssen-Love (batería) y los guitarristas Terrie Ex y Andy Moor en su concierto lisboeta en Jazz em Agosto 2011. Los cincuenta y cinco minutos repartidos en tres temas supieron a poco, a muy poco. Ni las peticiones de los bises por la mayoría del público se hicieron esperar, ni los músicos tardaron en concederlas, a pesar de que en el tercero de ellos Ken Vandermark ya había desmontado y puesto a punto su clarinete. Fue la manera de reconocer un concierto que fue de menos a más y que alcanzó su punto álgido en los bises.

    Terrie Ex y Andy Moor son integrantes del grupo holandés de punk (en sus inicios) The Ex. Con más de treinta años de historia a sus espaldas, y siempre atenta a incorporar nuevas referencias sin perder su esencia, esta formación tiene una parte de su bagaje cercano a la libre improvisación y al jazz. Para ello no hay más que repasar su historia y algunas de sus grabaciones. Unos buenos ejemplos son el doble CD Instant , consistente en improvisaciones con miembros de la escena libre improvisada holandesa; el protagonizado por la Ex Orkest en Een Rondje Holland que ponía su repertorio en manos de una formación amplia de miembros de la escena jazzística e improvisadora holandesa; también sus colaboraciones (en forma de CD y DVD) con el veterano saxofonista etíope de jazz Getatchew Mekuriah o sus discos con el chelista Tom Cora. Sin embargo y salvo en la primera de esas referencias, la música de The Ex siempre ha tomado la forma de canciones. Es por tanto de agradecer que ambos músicos hayan salido de ese terreno relativamente cómodo y conocido, y que en su colaboración con Vandermark y Nilssen-Love (entre otras) se hayan lanzado sin miedo a los terrenos de la libre improvisación.

    Estos dos músicos exploraron sin descanso la forma de extraer sonidos de sus guitarras. Aunque en Lisboa no sonó un solo riff –hubiera sido un recurso fácil y efectivo para llevar adelante el concierto–, no pararon un minuto de investigar. Para ello emplearon múltiples medios como la utilización de baquetas en toda la extensión de la guitarra, utilizando un cuchillo o soplando contra las cuerdas, o arrastrando el mástil contra el suelo. Su búsqueda no cesó un instante, aunque no fue igualmente efectiva a lo largo de todo el concierto.

    Este comenzó muy bien con una pieza de diez minutos. Relativamente breve, concisa y contundente, mostró lo mejor del cuarteto. Sin embargo estos buenos presagios se transformaron en una búsqueda sin un aparente rumbo fijo por parte de los dos guitarristas a lo largo de los treinta minutos que duró el segundo de los temas. Afortunadamente tanto Ken Vandermark como, especialmente, Paal Nilssen-Love estuvieron al quite.

    El baterista apareció en un doble rol. Por una parte como el gran improvisador que es, y por otra como un experto director de escena que utilizó su batería a modo de faro. Sobre el primero de los papeles no hay mucho que añadir a lo ya escuchado en directo o en grabaciones: desde hace unos años es uno de los grandes de las baquetas, parches y platos; y como tal es reclamado por algunos de los músicos de jazz más importantes de la actualidad. En cuanto a su tarea como aglutinador sus intervenciones fueron unas llamadas de atención que en los momentos de mayor espesura sirvieron para que sus compañeros guitarristas no se perdiesen en el Mundo infinito que conforman las posibilidades de la improvisación, y volviesen a la realidad.

    Ken Vandermark gozó de la comodidad que supone tener semejante guía. Pudo explayarse con sus improvisaciones, y también ejercer de elemento de una supuesta rítmica repitiendo en algunos momentos unos breves patrones que sirvieron para marcar el terreno a sus compañeros.

    Tras esa fase intermedia llegó la tercera pieza del concierto. Otros diez minutos de música magnífica que sirvieron para que el concierto remontara –y de qué manera– recuperando el tono inicial. El resto: los tres bises y la respuesta de músicos y público, ya comentados, fueron una consecuencia más que lógica de todo lo anterior.

    Texto © 2011 Pachi Tapiz
    Fotos © 2011 Sera Martín