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MARC RIBOT Y LOS CUBANOS POSTIZOS. MELODY GARDOT. GAUJAZZ - LA NOCHE EN JAZZ (PETER EVANS, MARI KVIEN BRUNOLL, JOSETXO GOIA-ARIBE - ARANTXA DÍEZ “EN JOTA”)
47 Heineken Jazzaldia

  • Fecha: 20 de julio de 2012.
  • Lugar: Plaza de la Trinidad / Teatro Victoria Eugenia, San Sebastian (Guipuzcoa) .
  • Componentes:
    Marc Ribot y los cubanos postizos
    Melody Gardot
    Mari Kvien Brunoll
    Peter Evans
    Josetxo Goia-Aribe - Arantxa Díez “En Jota”
  • Comentario:

    Propuestas como "Gaujazz / La noche en jazz" hacen que los aficionados al jazz nos parezcamos al felino del célebre dicho. Incluso una vez metidos en plena vorágine concertil, los sentimientos resultan contradictorios con lo que dejaron su (excelente) resultado final unido a una cierta reflexión posterior. Es cierto que ni las dos ni la una de la madrugada, ni incluso la medianoche son las mejores horas para disfrutar de según qué propuestas jazzísticas. También es cierto que el que simultáneamente tengan lugar conciertos de artistas como Dorantes, Terje Rypdal y Peter Evans no es la mejor de las situaciones salvo que se tenga el don de la ubicuidad... aunque mucho peor sería que ellos no tuviesen la oportunidad de tocar, ni los aficionados de disfrutar (o no) con ellos. Sin embargo la posibilidad de tener acceso a un total de ocho conciertos por tres euros (además de los tres ya citados actuaron Ray Gelato & His Giants Orchestra homenajeando a Louis Prima, Just Friends Quintet, Mari Kvien Brunvoll, Josetxo Goia-Aribe - Arantxa Díez con su proyecto "En Jota" y el DJ S. Mos) no es algo que se da todos los días ni en todos los festivales. A esto se añade el hecho de ser una oferta estilísticamente muy variada que permite que cada cual se plantee una velada jazzística de ese estilo según su gusto y conveniencia. Por un lado se puede ir a lo seguro, a los nombres conocidos: Ray Gelato es un habitual en los festivales españoles en los últimos años, mientras que Terje Rypdal es un nombre consolidado en el catálogo de un sello tan prestigioso como ECM. Otra opción es dar una oportunidad a los nombres y propuestas menos conocidos a la búsqueda de la sorpresa. Una tercera vía es ir picoteando de un concierto a otro, algo habitual en el consumo musical en estos tiempos de sobreinformación. Otra forma de afrontar la jornada es realizar una mezcolanza con todas ellas. Difícil conseguir más por menos, es una oportunidad que hay que agradecer y que quién sabe si la actual crisis se llevará por delante en próximas ediciones.

    En cuanto a lo visto y escuchado, Mari Kvien Brunvoll se defendió (y muy bien) armada con su voz y micros, un sampler , algunas pistas pregrabadas, una kalimba , algún elemento percusivo adicional y lo que se supone era un pequeño salterio. Sus canciones, al menos las que interpretó en los primeros cincuenta minutos de su concierto, tuvieron una estructura similar: en cada una de ellas fue grabando sucesivamente una o varias pistas (de voz o percusivas) que utilizó para formar una base sobre la que cantar con su bonita voz unas canciones con referencias a la música de los países nórdicos, aunque también se atrevió con un blues de Memphis Minnie en el que se acompañó con la kalimba . Una de las peores consecuencias de la avalancha de conciertos fue ver cómo en un recinto tan reducido como la Sala de Prensa del Teatro Victoria Eugenia a los 50 minutos de concierto apareció una persona de la organización en medio de un tema haciendo gestos ostensibles de que sólo le quedaban 5 minutos de concierto. Algo innecesario (¿acaso no se podría haber establecido de antemano que el concierto eran 55 minutos?) y una falta de respeto hacia el artista y los espectadores que un festival como el Heineken Jazzaldia no se debiera permitir.

    Ante tal demostración de puntualidad germánica y el gran interés de ver de nuevo a una primera figura de la improvisación como es el trompetista Peter Evans, fue el turno de dejar a la música noruega sin que terminase su actuación, para iniciar un viaje hasta encontrar la Sala de danza en la cuarta planta del teatro en la que esos momentos debería estar terminando la actuación del Just Friends Quintet. Sin embargo con el grupo francés parece ser que la puntualidad fue un concepto menos estricto, ya que aunque su líder hizo algún ademán sobre el particular, se permitió un bis para regocijo de los asistentes a su concierto de jazz y blues al estilo tradicional de los años 30. Su música fue todo un contraste en comparación con la propuesta de Peter Evans.


     

    El trompetista volvía (y hay que dar las gracias por ello) tras participar en la edición de 2011 como integrante de los heterodoxos Mostly Other People Do The Killing y de un concierto a dúo con el gran Agustí Fernández. En apenas 45 minutos demostró por qué se ha ganado un lugar de privilegio entre los improvisadores libres actuales. En los instantes anteriores a su concierto permaneció de pie al fondo de la sala escuchando a sus antecesores. Quizás por ello y para evitar posibles malentendidos ante el público variopinto que llenaba la sala (a quienes no la abandonaron se unieron nuevos asistentes), su concierto comenzó sin ningún tipo de concesión. En él utilizó la trompeta y la trompeta piccolo barroca (con cuatro pistones). Si en 2011 tocó sin amplificación, en 2012 hizo uso (y abuso) del micrófono para ampliar los sonidos que extrajo de sus instrumentos. Es posible que quienes huyeron en masa durante los dos primeros temas no lo apreciasen de igual modo que este cronista. En el primer tema el músico norteamericano se dedicó a realizar variaciones sobre una melodía, mientras que en el segundo realizó una improvisación a la inversa: comenzó tocando de un modo abstracto para llegar hasta una melodía. Tras esta fase inicial siguieron unos temas más convencionales. En el tercero comenzó con la trompeta barroca, realizando un interludio interpretando una breve melodía al piano sobre la que volvió utilizando la trompeta habitual en el jazz. Su concierto fue una demostración de gran técnica (hay que ser muy buen trompetista para tocar de ese modo las dos trompetas) y una enorme imaginación en el empleo de distintas técnicas que extendieron el uso de sus instrumentos (digitación simultánea de ambas manos, empleo del clapping , respiración circular, la utilización de los pistones y la boquilla para conseguir distintos efectos sonoros), sin cesar en el empeño ni perder de vista el desarrollo de sus improvisaciones. Peter Evans es un gigante de la trompeta y en San Sebastian lo demostró una vez más.

    Tras recuperar el resuello ante semejante demostración de creatividad a eso de la una de la madrugada, a eso de las dos fue el turno de pasarse por el foyer del teatro para escuchar a Josetxo Goia-Aribe y Arantxa Díez poner en escena su propuesta “En Jota”. Lo de Goia-Aribe tiene mucho mérito. Del mismo modo que Baldo Martínez (que es el contrabajista de su proyecto) se ha dedicado a llevar la música tradicional de Galicia y el norte de Portugal al territorio del jazz, el saxofonista ha hecho lo propio con la música de Navarra, su tierra. Sus grabaciones son unas producciones muy cuidadas y elegantes. El único pero que se le puede poner a su plasmación en directo es que habitualmente con lo que uno se encuentra es con lo ya publicado. En el caso de su proyecto con la jotera se puede echar de menos algo más de interacción entre todos los miembros de su cuarteto (el cuarto integrante de la formación fue el pianista Javier Olabarrieta). De un modo resumido el saxofonista sí que interactúa adornando las jotas cantadas por la preciosa voz de Arantxa Díez, pero esta a su vez (no es sencillo para quien no tiene preparación en esto del jazz meterse en los berenjenales de la improvisación) no responde del mismo modo ante sus solos. Por otro lado los otros dos miembros permanecen en un papel de meros acompañantes. Al menos eso fue lo visto en cuatro temas: pasadas las dos y media de la madrugada parecía una buena hora para coger el coche y volver con cuidado y tranquilidad a Pamplona (sorteando el cansancio en una carretera – una autovía de montaña – peligrosa, con radares que acechan en los puntos más insospechados) tras una jornada musical que había comenzado (la del reencuentro con amigos, conocidos y fauna variada lo hizo antes) a eso de las nueve de la noche en la plaza de La Trinidad.

    Allí Marc Ribot planteó junto a sus Cubanos Postizos (en activo intermitentemente desde la década de los noventa del pasado siglo, aunque hace lustros que no publican un nuevo trabajo) una fiesta a partir del son cubano de Arsenio Rodríguez. Sin embargo parece que el guitarrista no tiene suerte en sus visitas a Donosti. En 2008 el contundente concierto de su Ceramic Dog Trio fue cortado a los sesenta minutos para su enorme enfado. Al día siguiente la galerna impidió disfrutar nuevamente con su música. En 2012 su actuación en la “Trini” finalizó apenas transcurrida una hora, posiblemente debido a las exigencias del guión (al parecer la estrella de la noche – pregúntenles a los fotógrafos por el contrato impuesto por su manager – era la cantante Melody Gardot). Su concierto fue una celebración de la inmediatez y calidez de la música cubana, aunque quizás debido a la fresca temperatura de la noche, o quizás debido a que el público había venido a ver a la cantante, los asistentes tardaron en reaccionar. Ello a pesar de que Ribot mostró desde el principio del concierto por qué es uno de los mejores guitarristas actuales gracias a unos solos torrenciales, y a que su grupo se mostró más que efectivo (cada uno entendiendo eso del jazz con toque latino a su manera). Lástima la escasa duración del concierto, pero la estrella de la noche era otra.

    Melody Gardot comenzó su concierto cual gran estrella, con un retraso mayor que el esperado. Este fue acompañado por algunos silbidos y protestas puntuales. No obstante demostró que es algo más que el último producto de marketing de la major de turno a la búsqueda de la nueva cantante de moda. La norteamericana apareció sobre el escenario cantando a capela y mostrando su buena voz. Fue suficiente para calmar la inquietud de su tardanza y para poner a disfrutar al público que abarrotaba la Trinidad. El inicio volviendo su vista y voz al blues y al jazz de Nueva Orleáns no impidieron que apareciesen las influencias brasileira y portuguesa presentes en The Absence (Decca, 2012), su nueva grabación. Por suerte no fue la única participante en el concierto, y de ese modo dejó espacio para que disfrutásemos con su banda, en especial con el saxofonista y clarinetista (que hizo una demostración a lo Roland Kirk) y el percusionista armado con un kit compuesto (en parte) por cubos de hojalata. Lamentablemente no fue posible disfrutar de toda su actuación. Un persistente dolor de cabeza (agudizado por la epopeya de encontrar algo tan “peligroso” como un analgésico) y la sesión en el Teatro Victoria Eugenia (con Peter Evans, Josetxo Goia-Aribe y quién sabía qué otras sorpresas) con problemas logísticos incluidos esperaban su turno.

    Texto © 2012 Pachi Tapiz
    Fotos © 2012 José Horna