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A solas con Kind of Blue


Portada de Kind Of Blue en LP. Versión mono.

Me encantaría recordar la primera escucha de todos los discos que han sido importantes para mí, pero la verdad es que no siempre consigo recordar. Bien porque era muy pequeño o simplemente porque la primera vez no me impresionó como más adelante. Pero con el Kind Of Blue recuerdo cada instante porque tardé tres años en escucharlo desde que me lo regalaron.

Yo tenía doce años y ya por aquel entonces me empezaba a gustar el jazz. Había escuchado a Armstrong, Ellington, Basie, Peterson, Hines… y siempre que los escuchaba sentía algo en el estómago, una sensación de alegría y admiración por una música que por aquel entonces sólo podía describir como “parece que la música se inventó para ser tocada exactamente así”. Eso sí, agradezcamos a quien hay que agradecer, a mi padre, que fue el causante de mi actual enfermedad melómana.

Pero vuelvo a mi primera escucha del Kind Of Blue. Como decía, tenía yo doce años y había llegado el día de la audición en el conservatorio. Después de que una veintena de niños ejecutásemos (en el peor sentido de la palabra) piezas de Bach, Mozart, Beethoven e incluso unos infernales ejercicios de Czerny, los profesores nos dieron un detallito por terminar el nivel elemental. Yo había entablado muy buena relación con mi profesora, Susana, porque ella escuchaba mucho jazz, y decidió regalarme el Kind Of Blue el día que acabé el grado elemental.

Nada más llegar a casa, quise escuchar el disco, pero mi padre me advirtió que lo iba a disfrutar mucho más si esperaba un tiempo. Y para que no me enfadase, recuerdo que me puso un disco que todavía hoy me sigue poniendo de buen humor: Vic Dickenson Plays Bessie Smith.

Así que esperé y esperé durante tres años y una tarde de invierno de 2002 accioné una llave que cambió mi forma de escuchar las cosas. Y aunque he intentado describir con palabras lo que sentí aquella vez, no lo he conseguido, porque cuando algo te cambia, por muy levemente que sea, no puedes explicar el cambio, sólo sentir que las cosas a partir de ese momento no vuelven a ser iguales.

 

   
   
© 2009 Naiel Ibarrola, Tomajazz